viernes, 17 de junio de 2016

Segunda epístola a los tesalonicenses

Segunda epístola a los tesalonicenses







Pablo de Tarso



San Pablo
ElGrecoPaul.jpg

San Pablo, representado artísticamente

por El Greco. Museo de Arte de San Luis (Estados Unidos).
Apóstol de los gentiles y mártir
Nombre Saulo de Tarso
Nacimiento ca. 5 a 10

Vexilloid of the Roman Empire.svg Tarso, Imperio romano
Fallecimiento ca. 67 (tradicional)

ca. 58 (historiografía moderna)

Vexilloid of the Roman Empire.svg Roma, Imperio romano
Venerado en Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana y algunas Iglesias protestantes
Principal Santuario Basílica de San Pablo Extramuros, Roma
Festividad 29 de junio (martirio junto a Pedro)

25 de enero (conversión de Pablo)

10 de febrero (naufragio en la isla de Malta)

18 de noviembre (dedicación de la Basílica de San Pablo Extramuros)
Atributos Espada, carta o libro
Patronazgo Roma, Grecia, Malta, Écija, Meoqui, teólogos y prensa católica
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Pablo de Tarso, originalmente Saulo de Tarso o Saulo Pablo,1 2 también llamado san Pablo, nacido entre los años 5 y 10 d. C.,3 en Tarso de Cilicia (actual Turquía centro-meridional) y muerto martirizado bajo el gobierno de Nerón entre los años 58 y 67 en Roma,4 es conocido como el Apóstol de los gentiles, el Apóstol de las naciones, o simplemente el Apóstol, y constituye una de las personalidades señeras del cristianismo primitivo.5 6


De sus epístolas
auténticas surge que Pablo de Tarso reunió en su personalidad sus
raíces judías, la gran influencia que sobre él tuvo la cultura helénica y su reconocida interacción con el Imperio romano cuya ciudadanía —en el decir del libro de los Hechos de los Apóstoles— ejerció. Pablo no cambió su nombre al abrazar la fe en Jesucristo como Mesías de Israel y Salvador de los gentiles ya que, como todo romano de la época, tenía un praenomen
relacionado con una característica familiar (Saulo, su nombre judío,
que etimológicamente significa ‘invocado’, ‘llamado’), y un cognomen, el único usado en sus epístolas (Paulus, su nombre romano, que etimológicamente significa ‘pequeño’ o ‘poco’).7


Su conocimiento de la cultura helénica —hablaba fluidamente tanto el griego como el arameo— le permitió predicar el Evangelio
con ejemplos y comparaciones comunes de esta cultura por lo que su
mensaje cosechó un pronto éxito en territorio griego. Pero esta
característica también dificultó por momentos la exacta comprensión de
sus palabras, ya que Pablo recurrió en ocasiones a nociones helenísticas
alejadas del judaísmo mientras que otras veces habló como un judío
estricto y observante de la Ley (1Corintios 9:19-21). De ahí que en la Antigüedad algunas de sus afirmaciones fueran calificadas como «τινα δυσνοητα» (transliterado, tina dysnoēta, que significa puntos ‘difíciles de entender’; 2Pedro 3:15-16) y que hasta hoy se susciten polémicas en la interpretación de ciertos pasajes y temas de las cartas paulinas, como por ejemplo la relación entre judíos y gentiles, entre gracia
y Ley, etc. Por otra parte, es claro que sus epístolas fueron escritos
de ocasión, respuestas a situaciones concretas. Por ello el análisis
exegético moderno, más que esperar de cada una de ellas una formulación
sistemática del pensamiento del Apóstol, examina las dificultades y
particularidades que él presenta, analiza su evolución y debate sobre su
integridad.


Sin haber pertenecido al círculo inicial de los Doce Apóstoles, y
recorriendo caminos jalonados de incomprensiones y adversidades (2Corintios 11:23-29),
Pablo se constituyó en artífice de primer orden en la construcción y
expansión del cristianismo en el Imperio romano, merced a su talento, a
su convicción y a su carácter indiscutiblemente misionero.8 9 Su pensamiento conformó el llamado cristianismo paulino, una de las cuatro corrientes básicas del cristianismo primitivo que terminaron por integrar el canon bíblico.10


De las llamadas epístolas paulinas, la Epístola a los romanos, la Primera y la Segunda epístola a los corintios, la Epístola a los gálatas, la Epístola a los filipenses, la Primera epístola a los tesalonicenses (probablemente la más antigua) y la Epístola a Filemón tienen en Pablo de Tarso su autor prácticamente indiscutido. Ellas son, junto con el libro de los Hechos de los Apóstoles,
las fuentes primarias independientes cuyo exhaustivo estudio
científico-literario permitió fijar algunas fechas de su vida,
establecer una cronología relativamente precisa de su actividad, y una
semblanza bastante acabada de su apasionada personalidad. Sus escritos,
de los que nos han llegado copias tan antiguas como el papiro {\mathfrak  {P}}46
datado de los años 175-225, fueron aceptados unánimemente por todas las
Iglesias cristianas. Su figura, asociada con la cumbre de la mística experimental cristiana, resultó inspiradora en artes tan diversas como la arquitectura, la escultura, la pintura, la literatura, y la cinematografía y es para el cristianismo, ya desde sus primeros tiempos, una fuente ineludible de doctrina y de espiritualidad.11



Índice

Nombre


Icono que representa a san Pablo, realizado por Andréi Rubliov hacia el año 1407. De 110 x 160 cm, se atesora en la Galería Tretiakov de Moscú.
El Apóstol se llamó a sí mismo Παῦλος (Paulos) en sus cartas escritas en griego koiné.12 Este nombre aparece también en la Segunda epístola de Pedro 3:15 y en los Hechos de los Apóstoles a partir de 13:9.13


Antes de ese versículo (Hechos 7:58; Hechos 8:1-3; Hechos 9:1, etc.), el libro de los Hechos lo llama con la forma griega Σαούλ (Saoul) o Σαῦλος (Saulos) (en hebreo, שָׁאוּל‎; en hebreo moderno Sha'ul, y en hebreo tiberiano Šāʼûl). El nombre, expresado en hebreo antiguo, equivaldría al del primer rey del Antiguo Israel (1Samuel 9:2; 1Samuel 10:1), un benjaminita igual que Pablo. Ese nombre significa «invocado», «llamado» o «pedido» (de Dios o de Yahveh).


También se utiliza su nombre Σαῦλος (Saulos) en los relatos de su «conversión» (Hechos 9:4; Hechos 9:17; Hechos 22:7; Hechos 22:13; Hechos 26:14). El libro de los Hechos de los Apóstoles señala además el paso de «Saulo» a «Pablo» (Hechos 13:9) al emplear la expresión «Σαυλος, ο και Παυλος», «Saulo, también [llamado] Pablo» o «Saulo, [conocido] también [por] Pablo», lo que no significa un cambio de nombre.14 En el judaísmo helenista, era relativamente frecuente portar un doble nombre: uno griego y otro hebreo.1 15 2


El nombre Paulos es la forma griega del conocido cognomen romano Paulus, utilizado por la gens Emilia.16
Solo se puede conjeturar respecto de la forma en que Pablo obtuvo este
nombre romano. Es posible que tuviera relación con la ciudadanía romana (Hechos 16:39; Hechos 22:27-28; Hechos 25:10) que su familia poseía por habitar en Tarso.17 También es posible que algún antepasado de Pablo adoptara ese nombre por ser el de un romano que lo manumitió.18 Si bien paulus significa en latín ‘pequeño’ o ‘exiguo’, no se relaciona con su contextura física o con su carácter.19


Con todo, Pablo pudo dar otro significado al uso del nombre Paulos. Giorgio Agamben
recuerda que cuando un señor romano dueño de esclavos compraba un nuevo
siervo, le cambiaba el nombre como signo de su cambio de estado o de
situación. Agamben señala ejemplos de ello: «Januarius qui et Asellus
(Asnillo); Lucius qui et Porcellus (Cochinillo); Ildebrandus qui et
Pecora (Ganado); Manlius qui et Longus (Largo); Aemilia Maura qui et
Minima (La menor)».20
El nombre de la persona aparecía en primer lugar; el nuevo nombre se
señalaba al final; ambos nombres se unían por la fórmula «qüi et», que
significa ‘el cual también [se llama]’. En el libro Hechos de los Apóstoles
aparece la frase: «Σαυλος, ο και Παυλος» (‘Saulo, también [llamado]
Pablo’), donde «ο και» es el equivalente griego de la expresión latina
«qüi et». Agamben propone que Saulo cambió su nombre por el de Pablo
cuando mudó de estado, de libre a siervo/esclavo, siendo que se
consideró servidor de Dios o de su Mesías.20 Siguiendo esa línea de pensamiento, Pablo se habría considerado un instrumento humano pequeño (paulus, ‘pequeño’; san Agustín de Hipona señala lo mismo en el Comm. in Psalm. 72,4: «Paulum […] minimum est»), de poco valor, escogido sin embargo por Dios, su Señor, para desempeñar una misión.20


Fuentes

Se conoce a Pablo de Tarso principalmente por dos tipos de documentación,21 22 que se pueden clasificar según su nivel de importancia:



Un folio del papiro {\mathfrak  {P}}46, conteniendo el pasaje correspondiente a la Segunda epístola a los corintios 11:33–12:9. El folio presenta una laguna al pie. Se trata de un papiro de Categoría I según la clasificación de Kurt Aland y Barbara Aland.23 Fue datado de los años 175-225.
  • Los Hechos de los Apóstoles. Particularmente a partir del capítulo 13 son, a los efectos prácticos, los hechos realizados por Pablo. Los Hechos
    transmiten un conjunto notable de informaciones sobre él, desde su
    «conversión» en el camino a Damasco hasta su llegada a Roma como
    prisionero. Tradicionalmente atribuidos a Lucas el Evangelista,
    su valoración historiográfica es sin embargo controvertida. No se pone
    en cuestión el cuadro biográfico general que muestra el libro de los Hechos,
    pero al confrontar de cerca este escrito con las cartas auténticas,
    aparecen ciertos matices o ausencias en el campo de los acontecimientos
    (por citar dos ejemplos, los Hechos no mencionan en absoluto las
    relaciones tormentosas de Pablo con la Iglesia de Corinto; las cartas
    auténticas de Pablo no suponen la existencia del llamado «decreto
    apostólico» señalado en Hechos 15:22-29,
    una concesión al judaísmo sobre la prohibición de determinados
    alimentos). También hay discordancias teológicas (por ejemplo, los Hechos pasan por alto la postura típicamente paulina de la justificación de la fe sin las obras de la ley, bien marcada por ejemplo, en la Epístola a los romanos).24 Sin embargo, Víctor M. Fernández hace notar la existencia de ciertos pasajes de los Hechos de los Apóstoles que marcan el estilo particular de cristianismo que Pablo predicaba: el Evangelio de la gracia de Dios (Hechos 20:24), que equivaldría al acento que Pablo ponía en la justificación por la gracia y no por las obras de la Ley.25
En el caso de contraste sobre temas comunes, se suele dar la preferencia a las cartas paulinas auténticas; por otra parte, se aceptan aquellos datos del libro de los Hechos que no son discordantes con las cartas.26
Existe otro tipo de obras, las llamadas «epístolas pseudoepigráficas o deuteropaulinas», que fueron escritas con el nombre de Pablo, quizá por algunos discípulos suyos después de su muerte. Incluyen la Segunda epístola a los tesalonicenses, la Epístola a los colosenses, Epístola a los efesios, y tres «cartas pastorales», la Primera y la Segunda epístola a Timoteo y la Epístola a Tito.
Desde el siglo XIX, distintos autores han negado la paternidad paulina
directa de estas cartas, atribuyéndolas a varias figuras de discípulos
posteriores.27 Con todo, otros autores sostienen la autoría paulina de estas cartas, en particular de Colosenses,
argumentando que las variaciones en el estilo y en la temática se
pueden justificar por el cambio del marco histórico en que se
escribieron.28 (Ver sección sobre las epístolas pseudoepigráficas).


Biografía

Nacimiento de Pablo

Saulo Pablo nació entre el año 5 y el año 10 en Tarso (en la actual Turquía), por entonces ciudad capital de la provincia romana de Cilicia, en la costa sur del Asia Menor.


Fecha
En la epístola a Filemón, Pablo se declaró ya anciano (presbytés; Filemón 1:9). La escribió estando preso (Filemón 1:1),
bien a mediados de la década del año 50 en Éfeso, o bien a principios
de la década del año 60 en Roma o Cesarea. Se supone que en aquella
época se alcanzaba la ancianidad hacia los cincuenta o sesenta años.29 A partir de este dato, se estima que Pablo nació a comienzos del siglo I, hacia el año 10.30 31 32 33 Por lo tanto, fue contemporáneo de Jesús de Nazaret.


Lugar

Localización de las principales sinagogas de la diáspora durante los siglos I y II, de acuerdo con evidencias procedentes de la literatura, la papirología, la epigrafía y la arqueología. El mapa pone de manifiesto la dispersión judía por el mundo helenístico y romano.

Iglesia de San Pablo en Tarso (Turquía),
construida durante los siglos XI o XII. Rediseñada y renovada en 1892,
la iglesia fue abandonada en 1923 tras el éxodo de la comunidad
cristiana de Tarso, consecuencia de la guerra greco-turca (1919-1922).
Luego, fue ligeramente modificada y utilizada para otros fines. En 1994
el Ministerio de Cultura la catalogó como museo histórico y se
convirtió en un monumento protegido.
Lucas afirma que Pablo era oriundo de Tarso (Hechos 9:11; Hechos 21:39; Hechos 22:3), ciudad situada en la provincia de Cilicia, información considerada digna de crédito.34 35 36 Corrobora esta tradición que Pablo tiene por nativa la lengua griega,37 38 y que no se observan semitismos en su uso de este idioma.39


Además, Pablo utilizó la Septuaginta, traducción al griego de los textos bíblicos, empleada por las comunidades judías del mundo antiguo más allá de Judea.39 40 Este conjunto concuerda con el perfil de un judío de la diáspora nacido en una ciudad helenística.40
A esto se suma la inexistencia de tradiciones alternativas que
mencionen otros posibles lugares de nacimiento, con excepción de una
noticia tardía de Jerónimo de Estridón que consigna el rumor de que la familia de Pablo procedía de Giscala, ciudad de Galilea (De viris illustribus 5 —Comentario a Filemón—; fines del siglo IV), noticia considerada en general carente de respaldo.39 41 Nota 1


Por entonces, Tarso era una ciudad próspera, de no poca importancia (Hechos 21:39).42 Capital de la provincia romana de Cilicia desde el año 64 a. C.,43 44 estaba enclavada a los pies de los montes Taurus y a orillas del río Cidno,45
cuya desembocadura en el mar Mediterráneo servía a Tarso de puerto.
Tarso poseía importancia comercial ya que formaba parte de la ruta que
unía Siria y Anatolia.46 Además era el centro de una escuela de filosofía estoica.47 48 Se trataba, pues, de una ciudad conocida como centro de cultura, filosofía y enseñanza.49 La ciudad de Tarso tenía concedida la ciudadanía romana por nacimiento (Hechos 22:22-29).
Como se explicó anteriormente, este estado de situación constituye una
explicación posible de que Pablo fuera ciudadano romano pese a ser hijo
de judíos.


Ciudadanía romana
La información sobre la ciudadanía romana de Pablo solo es presentada por los Hechos de los Apóstoles (Hechos 16:37-38; Hechos 22:25-29; Hechos 23:27) y no encuentra paralelismos en las cartas de Pablo, lo que aún hoy resulta motivo de debate.50 51 52 53 Contra esta noticia, Vidal García aduce que un ciudadano romano no hubiese sido apaleado, tal como en 2Corintios 11:24-25 asegura Pablo que le ocurrió a él, ya que estaba prohibido.54 A favor, Bornkamm señala que el nombre Paulus era romano.55 Y, de no ser romano, Pablo no hubiese sido trasladado a Roma tras su detención en Jerusalén.56 Sin embargo, hay excepciones a ambos supuestos.57 58 59 60
Peter Van Minnen, papirólogo e investigador especializado en documentos
griegos del período helenístico y romano incluyendo los del
cristianismo primitivo, defendió enérgicamente la historicidad de la
ciudadanía romana de Pablo, sosteniendo que Pablo era descendiente de
uno o más libertos, de quienes habría heredado la ciudadanía.61


Primeros años, educación y estado de vida

Hijo de hebreos y descendiente de la tribu de Benjamín (Romanos 11:1; Filipenses 3:5), el libro de los Hechos de los Apóstoles
señala además otros tres puntos respecto de Pablo: (1) que fue educado
en Jerusalén; (2) que fue instruido a los pies del famoso rabino Gamaliel (Hechos 22:3);62 y (3) que era fariseo (Hechos 26:5).


Educación, «a los pies de Gamaliel»
La educación de Pablo es objeto de muchas especulaciones. La opinión
mayoritaria de los especialistas señala que recibió la educación inicial
en la misma ciudad de Tarso.63 64 Asimismo, se sugiere que se habría mudado a Jerusalén posteriormente, siendo adolescente,65 o ya un joven.66 Algunos estudiosos, que mantienen una actitud de gran reserva respecto de la información brindada por los Hechos, objetan estos datos.67 Otros no encuentran razón suficiente para descartar los datos del libro de los Hechos 22:3 referidos a su educación a los pies de Gamaliel I el Viejo, autoridad de mente abierta.68 Según Du Toi, los Hechos
y las cartas paulinas auténticas respaldan como más probable que Pablo
fuera a Jerusalén en sus años de adolescencia. Más importante aún, este
estudioso remarca que la dicotomía Tarso–Jerusalén debería superarse
mediante el reconocimiento de que la persona de Pablo fue un punto de
encuentro e integración de una variedad de influencias.69 La educación de Pablo a los pies de Gamaliel sugiere su preparación para ser rabino.70


Fariseo
Que Pablo fuera fariseo es un dato que llegó a nosotros a partir del pasaje autobiográfico de la Epístola a los filipenses:


Circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de
Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en
cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia de la
Ley, intachable.


Sin embargo, estos versículos forman parte de un fragmento de la
carta que algunos autores consideran un escrito independiente posterior
al año 70.71 72 73 Hyam Maccoby cuestionó que Pablo fuese fariseo al afirmar que no se observa ningún rasgo rabínico en las cartas paulinas.74


Con todo, el carácter fariseo de Saulo Pablo en su juventud suele ser aceptado sin reticencias por otros autores,75 76 a lo que se suman las palabras puestas en boca del Apóstol por el libro de los Hechos:


Todos los judíos conocen mi vida desde mi juventud, desde cuando
estuve en el seno de mi nación, en Jerusalén. Ellos me conocen de mucho
tiempo atrás y si quieren pueden testificar que yo he vivido como
fariseo conforme a la secta más estricta de nuestra religión.


Hechos de los Apóstoles 26:5
En resumen, Saulo Pablo sería un judío de profundas convicciones, estricto seguidor de la Ley mosaica.


Estado civil
Un tema discutido en la investigación del «Pablo histórico» es su
estado civil, del cual no existe constancia clara. Los textos de 1Corintios 7:8 y 1Corintios 9:5
sugieren que, cuando escribió esa carta en la primera mitad de la
década del año 50, no estaba casado, pero eso no aclara si nunca se
había casado, si se había divorciado o si había enviudado.77


En general, los investigadores suelen optar por dos posiciones mayoritarias:


  1. que habría permanecido célibe toda su vida sin que quede clara la
    razón precisa, que no sería necesariamente de índole religiosa;78
  2. que habría estado casado,79 y luego habría enviudado. Esta posición fue planteada por Joachim Jeremias,80 y encontró entre otros seguidores a J.M. Ford, E. Arens y, en nuestros días, a S. Légasse.81 Esta postura supone que Pablo estaba casado porque era preceptivo en el caso de los rabinos.82 Por lo tanto, cuando Pablo escribió en 1 Corintios 7:8: «Digo a los solteros y a las viudas, 'bueno es que se queden como yo estoy'», podría ser clasificado entre los viudos (chérais), no entre los solteros (agamois); Pablo no se habría casado de nuevo (cf. 1 Corintios 9:5). E. Fascher, que defendió el celibato perpetuo de Pablo, mostró objeciones a esta teoría.83
Romano Penna y Rinaldo Fabris señalan otra posición posible: que
Pablo y su presunta mujer se hubiesen separado. Ese supuesto podría
vincularse con el llamado privilegio paulino
establecido por el Apóstol, lo cual consiste en el derecho que tiene a
romper el vínculo matrimonial la parte cristiana cuando la otra parte es
infiel y no se aviene a vivir con ella pacíficamente.84 85


Saulo Pablo, perseguidor

Conocimiento de Jesús de Nazaret
Cabe plantearse si, habiendo estado Saulo Pablo en Jerusalén «a los
pies de Gamaliel», conoció personalmente a Jesús de Nazaret durante su
ministerio o al momento de su muerte. Las posiciones de los estudiosos
son diversas, pero en general se presume que no fue así, ya que no hay
mención de ello en sus epístolas. Resulta razonable pensar que, de haber
sucedido un encuentro semejante, Pablo lo habría consignado en algún
momento por escrito.86 87


Siendo este el caso, cabría también cuestionar la presencia
permanente de Saulo Pablo en Jerusalén en sus años de adolescencia o
juventud.88 A partir de Hechos 26:4-5, Raymond E. Brown
sugiere que Saulo Pablo era fariseo desde su juventud. Dado que
resultaría infrecuente la presencia de maestros fariseos fuera de
Palestina y que, además del griego, Pablo conocía el hebreo, el arameo o
ambos, la suma de toda esa información da pie a pensar que al iniciarse
la década del año 30, Saulo Pablo se trasladó a Jerusalén con el fin de
estudiar más profundamente la Torá.89


La primera persecución

Martirio del diácono Esteban.
Se trata de una representación bizantina en miniatura incluida en el
menologio de Basilio II, obra de arte señera entre los manuscritos
griegos con miniaturas. Datado de fines del siglo X o principios del
siglo XI, en la actualidad forma parte de la colección de manuscritos
griegos de la Biblioteca Apostólica Vaticana. En la imagen se observa la lapidación de Esteban a la derecha, y a Saulo Pablo, sentado, a la izquierda.
Según los Hechos de los Apóstoles, el primer contacto fidedigno con los seguidores de Jesús lo tuvo en Jerusalén, con el grupo judeo-helenístico de Esteban y sus compañeros.90 Saulo Pablo aprobó la lapidación de Esteban el protomártir, ejecución datada de la primera mitad de la década del año 30.91


En su análisis, Vidal García limita la participación de Saulo Pablo
en el martirio de Esteban al señalar que la noticia sobre la presencia
de Pablo en esa lapidación no pertenecería a la tradición original
utilizada por Hechos.92 Bornkamm argumenta sobre la dificultad de suponer que Pablo haya estado siquiera presente en la lapidación de Esteban.93


Con todo, otros autores (por ejemplo, Brown, Fitzmyer,
Penna, Murphy O'Connor, etc.) no encuentran razones suficientes para
dudar sobre la presencia de Pablo en el martirio de Esteban. Siempre
según los Hechos, los testigos de la ejecución de Esteban pusieron sus vestidos a los pies del «joven Saulo» (Hechos 7:58).Nota 2 Martin Hengel considera que Pablo podría tener en aquellos momentos unos 25 años.94


El capítulo 8 de los Hechos de los Apóstoles muestra en los
primeros versículos un cuadro panorámico de la primera persecución
cristiana en Jerusalén, en el que Saulo Pablo se presenta como el alma
de esa persecución. Sin respetar ni a las mujeres, llevaba a los
cristianos a la cárcel.


Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución
contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se
dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Unos hombres piadosos
sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Entretanto Saulo
hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la
fuerza hombres y mujeres, y los metía en la cárcel.


No se habla de matanzas pero, en un discurso posterior en el templo (Hechos 22:19-21), Pablo señaló que andaba por las sinagogas encarcelando y azotando a los que creían en Jesús de Nazaret. En Hechos 9:1 se indica que las intenciones y propósitos de Saulo eran amedrentar de muerte a los fieles. Y en Hechos 22:4 se coloca en boca de Pablo su persecución «hasta la muerte», encadenando y encarcelando a hombres y mujeres.


Vidal García y Bornkamm manifiestan su desconfianza respecto de los
alcances reales de esa persecución, tanto desde el punto de vista de su
extensión geográfica cuanto de su grado de virulencia.95 96 Barbaglio señala que los Hechos
hacen aparecer a Pablo, «no como el perseguidor sino como la
persecución personificada», por lo que no se los puede considerar una
crónica neutra.97 Sanders sostiene que esa persecución se debió al celo de Saulo Pablo, y no a su condición de fariseo.98 Más allá de los alcances precisos de su carácter persecutorio, se podría resumir —en palabras de Gerd Theissen— que la vida del Pablo precristiano se caracterizó por «el orgullo y el celo ostentoso por la Ley».99


La «conversión»


Conversión en el camino para Damasco.

Por Caravaggio, en la Basílica de Santa María del Popolo, en Roma. En las obras de arte y en la creencia popular se tiene la imagen de que Pablo cayó de su caballo, cuando ni en las epístolas paulinas ni en los Hechos de los Apóstoles se menciona la caída de un caballo. Podría tratarse, pues, de un anacronismo.
Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, luego del martirio de Esteban,
Saulo Pablo se dirigió a Damasco, hecho que los biblistas tienden a
situar en el término del año subsiguiente a la lapidación de Esteban,
según se comenta en la sección anterior (ver además el análisis de V. M.
Fernández y bibliografía allí citada).4


Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los
discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote, y le pidió cartas
para las sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores
del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén.
Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente
le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le
decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» El respondió: «¿Quién
eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate,
entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer». Los hombres que
iban con él se habían detenido mudos de espanto; oían la voz, pero no
veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos
abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le hicieron entrar en
Damasco. Pasó tres días sin ver, sin comer y sin beber.



La conversión de San Pablo (1542), obra de Miguel Ángel.
En la espiritualidad cristiana, el episodio de Pablo derribado dio
origen a una expresión técnica, las llamadas «gracias tumbativas».100

Interior de la llamada casa de Ananías o capilla de San Ananías, en Damasco.
Se trata de una cripta de dos habitaciones, situada a unos cuatro
metros por debajo del nivel de la calle actual. Se la asocia con el
lugar en que Saulo Pablo recuperó la vista y fue bautizado por Ananías.
Pablo mismo presentó esta experiencia como una «visión» (1Corintios 9:1), como una «aparición» de Jesucristo resucitado (1Corintios 15:8) o como una «revelación» de Jesucristo y su Evangelio (Gálatas 1:12-16; 1Corintios 2:10).
Pero nunca presentó esta experiencia como una «conversión», porque para
los judíos «convertirse» significaba abandonar a los ídolos para creer
en el Dios verdadero, y Pablo nunca había adorado a ídolos paganos, ni
había llevado una vida disoluta. Los biblistas tienden a acotar a un
marco muy preciso el significado del término «conversión» aplicado a
Pablo.101
En realidad, cabe que Pablo interpretara que tal experiencia no lo
hacía menos judío, sino que le permitía llegar a la esencia más profunda
de la fe judía.4 Por entonces, el cristianismo aún no existía como religión independiente.102


Existen varios puntos sin resolver respecto de este relato. Por ejemplo, en 1Corintios 9:1 Pablo señaló que «vio» a Jesús, pero en ningún pasaje de los Hechos (Hechos 9:3-7, Hechos 22:6-9, Hechos 26:13-18) ocurre tal cosa. Más aún, los tres pasajes de Hechos no coinciden en los detalles:103
si los acompañantes quedaron en pie sin poder hablar o si cayeron por
tierra; si oyeron o no la voz; asimismo, el hecho de que Jesús hablara a
Pablo «en idioma hebreo», pero citando un proverbio griego (Hechos 26:14). Sin embargo, el núcleo central del relato coincide siempre:104


— Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
— ¿Quién eres tú, Señor?
— Yo soy Jesús (de Nazaret), a quien tú persigues.
Las epístolas paulinas
guardan silencio sobre los detalles de este episodio, aunque el
comportamiento previo y posterior de Pablo es señalado por él mismo en
una de ellas.


[…]pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por
revelación de Jesucristo. Pues ya estáis enterados de mi conducta
anterior en el Judaísmo, cuán encarnizadamente perseguía a la Iglesia de
Dios y la devastaba, y cómo sobrepasaba en el Judaísmo a muchos de mis
compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones
de mis padres. Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó
por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que le
anunciase entre los gentiles, al punto, sin pedir consejo ni a la carne
ni a la sangre, sin subir a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a
mí, me fui a Arabia, de donde nuevamente volví a Damasco.



Bab Kisan, uno de los ocho portales de la antigua ciudad de Damasco. El
muro fue construido en la época romana. Se lo suele asociar con el lugar
en que Saulo Pablo fue descolgado por los discípulos de las murallas en
el interior de un canasto para escapar de los judíos que habían tomado
la decisión de matarlo (Hechos 9:23-25). Hoy alberga la capilla de San Pablo.
En otra de sus epístolas afirmó:


Y en último término [Cristo resucitado] se me apareció también a mí, como a un abortivo.


Como resultado de esa «experiencia» vivida en el camino a Damasco,
Saulo de Tarso, hasta entonces dedicado a «perseguir encarnizadamente» y
«asolar» con «celo» a la «Iglesia de Dios» según sus propias palabras (Gálatas 1:13; Filipenses 3:6), transformó su pensamiento y su comportamiento. Pablo siempre habló de su condición judía en tiempo presente (2Corintios 11:22, Gálatas 2:15, Filipenses 3:3-6) y señaló que él mismo debía cumplir las normas dictaminadas por las autoridades judías (2Corintios 11:24).
Probablemente nunca abandonó sus raíces judías, pero permaneció fiel a
aquella experiencia vivida, considerada uno de los principales
acontecimientos en la historia de la Iglesia.105


Después del suceso vivido por Pablo en el camino de Damasco, Ananías lo curó de su ceguera imponiéndole las manos. Pablo fue bautizado y permaneció en Damasco «durante algunos días» (Hechos 9:10-19).


Desde la década de 1950 se presentaron trabajos científicos que sugirieron la presunta epilepsia de Pablo de Tarso,106 107 y se postuló que su visión y experiencias extáticas pudieron ser manifestaciones de epilepsia del lóbulo temporal.108 También se propuso un escotoma
central como dolencia de Pablo, y que esa condición podría haber sido
causada por retinitis solar en el camino de Jerusalén a Damasco.109
Bullock sugirió hasta seis posibles causas de la ceguera de Pablo en el
camino a Damasco: oclusión de la arteria vertebrobasilar, contusión
occipital, hemorragia vítrea secundaria/desgarro de retina, lesión
causada por un rayo, intoxicación por Digitalis, o ulceraciones (quemaduras) de la córnea.110 Con todo, el estado de salud física de Pablo de Tarso permanece desconocido.108


Su ministerio temprano

Pablo de Tarso comenzó su ministerio en Damasco y Arabia (Gálatas 1:17), nombre con el cual se hacía referencia al reino nabateo.111 Nota 3 Fue perseguido por el etnarca Aretas IV (2Corintios 11:32), hecho que se suele datar de los años 38-39,112 o eventualmente de antes del año 36.4 Nota 4


Pablo huyó a Jerusalén donde, según Gálatas 1:18-19, visitó y conversó con Pedro y con Santiago. Según Hechos 9:26-28, fue Bernabé
quien lo llevó ante los apóstoles. Podría interpretarse que fue
entonces cuando le transmitieron a Pablo lo que más tarde mencionó en
sus cartas haber recibido por tradición sobre Jesús (1Corintios 11:23; 1Corintios 15:3).113 La estancia en Jerusalén fue breve: se habría visto obligado a huir de Jerusalén para escapar de los judíos de habla griega. Fue conducido a Cesarea Marítima y enviado a refugiarse en Tarso de Cilicia (Hechos 9:29-30). Raymond Brown señala que no se conoce con exactitud cuanto tiempo permaneció allí, pero pudieron ser varios años.


Bernabé acudió a Tarso y fue con Pablo a Antioquía,
donde surgió por primera vez la denominación de «cristianos» para los
discípulos de Jesús. Pablo habría pasado un año evangelizando allí,
antes de ser enviado a Jerusalén con ayuda para aquellos que sufrían
hambruna (Hechos 11:25-30).114 Antioquía se convertiría en el centro de los cristianos convertidos desde el paganismo.Nota 5


Viajes misioneros

A partir del año 46 comienzan los tres grandes viajes misioneros de Pablo,
que el revisionismo moderno interpreta se iniciaron con anterioridad,
después del año 37. Los tres viajes son en realidad una clasificación
con fines didácticos.115


De izquierda a derecha, los recorridos que habría realizado
Pablo durante el primero, segundo y tercer viaje, según el libro de los Hechos de los Apóstoles.
Magnitud de los viajes
Pablo hacía generalmente sus viajes a pie (2 Corintios 11:26).116 117
El esfuerzo realizado por Pablo de Tarso en sus viajes es digno de
mención. Si se cuenta únicamente el número de kilómetros de los tres
viajes por Asia Menor, se puede dar el siguiente resultado, según Josef
Holzner:118



Pilar de San Pablo en Pafos, Chipre. Según Hechos 13:7-12, el Apóstol convirtió en esta ciudad al procónsul romano Sergio Paulo, durante su primer viaje.
  • Primer viaje: desde Atalia, el puerto a donde llegó desde Chipre, hasta Derbe, ida y vuelta, 1 000 km.
  • Segundo viaje: desde Tarso hasta Tróade, 1 400 km. Si se tiene en
    cuenta el desplazamiento por Galacia hasta su capital, Ancira, hay que
    añadir 526 km más. Por lo tanto, solamente dentro del Asia Menor
    recorrió por lo menos 1 926 km. Este cálculo de mínimos se debe a que la
    narración de los Hechos de los Apóstoles es muy general y se limita a decir que atravesó la región de Galacia y Misia.
  • Tercer viaje: de Tarso hasta Éfeso, 1 150 km. A ello hay que sumar
    el recorrido por la región de Galacia. En este viaje, solo dentro del
    Asia Menor recorrió un mínimum de 1 700 km.
A lo anterior habría que añadir los viajes por tierras de Europa y
por mar, los caminos difíciles, las diferencias de altitud, etc. De una
forma muy vívida, Pablo mismo describió en el pasaje siguiente lo que
estos viajes implicaron:


En peligros de muerte he estado muchas veces. Cinco veces recibí de
los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con varas;
una vez fui apedreado; tres veces padecí naufragio; un día y una noche
pasé en el abismo. Viajes frecuentes; peligros de ríos; peligros de
salteadores; peligros de los de mi raza; peligros de los gentiles;
peligros en la ciudad; peligros en despoblado; peligros en el mar;
peligros entre falsos hermanos; trabajos y fatigas; noches sin dormir,
muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y desnudez. Y
aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por
todas las Iglesias. ¿Quién desfallece sin que desfallezca yo? ¿Quién
sufre escándalo sin que yo me abrase?


2 Corintios 11:23c-29
En efecto, como viajero desprotegido de toda escolta, sería víctima
fácil de bandidos, en particular en zonas rurales poco frecuentadas. Los
viajes marítimos no eran más seguros: los vientos podían ser de ayuda
proa al este, pero era peligroso poner rumbo a poniente y los naufragios
eran frecuentes en cualquier sentido. Aún en las grandes ciudades
greco-romanas como Éfeso, Pablo no dejaba de ser un judío, posiblemente
con un zurrón al hombro, queriendo cuestionar toda la cultura en nombre
de quien había sido considerado un criminal crucificado.119 Ni aun los «suyos» (los de su «clase», «raza» o «estirpe», es decir, los judíos) dejaban de sancionarlo.120 Finalmente, su labor ni siquiera finalizaba luego de predicar el evangelio de Jesucristo o conformar una comunidad.121


El teólogo protestante alemán Gustav Adolf Deissmann
enfatizó el punto al comentar que sentía «indecible admiración» a vista
del esfuerzo puramente físico de Pablo, que con toda razón podía decir
de sí mismo que «azotaba su cuerpo y lo domaba como a un esclavo» (1Corintios 9:27).122


Primer viaje

Pablo y Bernabé en Listra (1650), obra del artista holandés Nicolaes Pietersz. Berchem. Musée d'art et d'industrie, Saint-Étienne (Francia).
Enviados por la Iglesia antioquena, Bernabé y Pablo partieron en el primer viaje misional (Hechos 13-14), acompañados por Juan Marcos, primo de Bernabé que oficiaba de auxiliar. Del relato surge que Bernabé habría dirigido la misión en sus inicios.123 Zarparon de Seleucia, puerto de Antioquía ubicado a 25 km de la ciudad, hacia la isla de Chipre, patria de Bernabé (Hechos 4:36). Atravesaron la isla desde Salamina en la costa oriental de Chipre, hasta Pafos en la costa occidental.


En Pafos, Pablo logró un converso ilustre en la persona del procónsul romano Sergio Paulo (Hechos 13:7-12). En su séquito se hallaba el mago Elimas,
que procuró apartar al procónsul de la fe. Pablo lo llamó «repleto de
todo engaño y de toda maldad, hijo del Diablo y enemigo de toda
justicia», y dejó a Elimas ciego. Viendo lo ocurrido, el procónsul
creyó. Desde Pafos los misioneros navegaron hacia Perge, en la región de Panfilia, en la costa sur del Asia Menor central. Es aquí donde el relato de los Hechos de los Apóstoles
comienza a llamar a Saulo con su nombre romano Pablo, quien en adelante
encabeza la misión. En esta etapa los dejó Juan Marcos para regresar a
Jerusalén, con gran disgusto de Pablo como se indica más adelante (Hechos 15:38).


Pablo y Bernabé continuaron viaje tierra adentro, hacia la Anatolia centro-meridional, tocando las ciudades del sur de Galacia: Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe. La norma constante en Pablo, tal como la presenta los Hechos, era la de predicar primero a los judíos a quienes suponía más preparados para recibir el mensaje. El relato de los Hechos
muestra también la oposición activa que hacían «los de su raza» al
anuncio evangélico. Ante la resistencia abierta que le opusieron
manifestó su intención de dirigirse en adelante a los gentiles (Hechos 14:48-50). Los paganos comenzaron a acogerlo gozosamente.Nota 6
Pablo y Bernabé deshicieron el camino desde Derbe, por Listra, Iconio y
Antioquía de Pisidia, hasta Perge; embarcaron en Atalía con dirección a
Antioquía de Siria, donde Pablo pasó algún tiempo con los cristianos (Hechos 14:28).


Si bien las epístolas auténticas de Pablo no brindan ninguna
información sobre este primer viaje, mencionan en cambio que predicó a
los gentiles con antelación al concilio de Jerusalén y que sufrió una lapidación, la cual tendría correspondencia con la que padeció en Listra, según los Hechos.124


Concilio de Jerusalén

Ícono que representa a Santiago el Justo. Los textos de Gálatas 2:9 y Hechos 12:17 y 15:13 producen la misma impresión: que Santiago ocupaba el primer lugar en la Iglesia de Jerusalén al momento del Concilio de Jerusalén.
Después de la primera misión paulina y durante la breve estadía del Apóstol en Antioquía, arribaron algunos judaizantes,125 cuya prédica señalaba la necesidad de la circuncisión para salvarse,126
por lo que desencadenaron un conflicto no menor con Pablo y Bernabé. La
Iglesia de Antioquía envió a Pablo, Bernabé y algunos otros (entre
ellos Tito, según Gálatas 2:1) a Jerusalén para consultar a los apóstoles y ancianos.127
Según las palabras del propio Pablo, ésta sería su segunda visita a
Jerusalén después de su conversión («una vez más en catorce años»). Este
acontecimiento se data tradicionalmente del año 49, en tanto que las
posturas revisionistas varían en la datación, entre los años 47 y 51.128
Según Thiessen, este conflicto activó en Pablo su propia conversión,
llevándola a debate público como argumento para instruir acerca del
riesgo que implicaba admitir la circuncisión.129


Si bien con algunos matices, este hecho aparece tanto en la Epístola a los gálatas como en el libro de los Hechos,130 y dio lugar a un conciliábulo conocido como el Concilio de Jerusalén, en el que triunfó la postura de Pablo sobre no imponer el ritual judío de la circuncisión a los conversos gentiles.131


La decisión adoptada en el concilio implicó un avance en la
liberación del cristianismo primitivo de sus raíces judías para abrirse
al apostolado universal.132 La cuestión resuelta allí parece haber sido puntual,133 134
aunque con implicaciones doctrinales que excederían el problema
planteado. En efecto, Pablo denunciaría más tarde la inutilidad de las
prácticas cultuales propias del judaísmo, que incluían no solo la
circuncisión (Gálatas 6:12) sino además las observancias (Gálatas 4:10), para desembocar finalmente en la concepción de que no es el hombre el que logra su propia justificación
como resultado de la observancia de la Ley divina, sino que es el
sacrificio de Cristo el que lo justifica gratuitamente, es decir, que la
salvación es un don gratuito de Dios (Romanos 3:21-30).135


Controversia en Antioquía

San Pedro y San Pablo (c. 1605), óleo sobre tela de Guido Reni que se conserva en la Pinacoteca de Brera. Ambos apóstoles tuvieron presencia decisiva en el Concilio de Jerusalén y fueron protagonistas de la controversia posterior en Antioquía.
Tras el concilio de Jerusalén, Pablo y Bernabé retornaron a Antioquía donde tendría lugar una disputa de importancia. Según Gálatas 2:12-14, habiendo Simón Pedro comido con los gentiles, abandonó esta práctica ante la llegada de hombres de Santiago que presentaron objeciones a esa praxis.136


Pablo reconocía la posición de Pedro, a quien consideraba uno de los pilares de la Iglesia de Jerusalén (Gálatas 2:9), pero se sintió obligado a protestar y «le resistió en el rostro» (Gálatas 2:11).
Le advirtió a Pedro que estaba violando sus propios principios y que no
caminaba rectamente de acuerdo con la verdad del evangelio (Gálatas 2:14).
No se trataba, pues, de una mera diferencia de opinión. Según Bornkamm,
Pablo veía en la actitud de Pedro una recaída en el legalismo, que
volvía la espalda al evangelio y a lo acordado anteriormente en
Jerusalén, minimizando la importancia de la fe en Cristo como superior a
la ley.137


Es dudoso el resultado final de este incidente respecto de la prevalencia de una opinión u otra.138 139 140 En cualquier caso, el conflicto tuvo consecuencias. Según la Epístola a los gálatas,
Bernabé también tomó posición a favor de los hombres de Santiago, y
esta podría ser una razón adicional de la separación de Pablo y Bernabé (Hechos 15:36-40), y de la salida de Pablo de Antioquía en compañía de Silas.


Segundo viaje

Vía Egnatia, calzada romana que atravesaba la península balcánica para enlazar por mar con la vía Apia conducente a Roma. Fue utilizada parcialmente por Pablo de Tarso en su segundo viaje.

Cimientos del puente romano que cruzaba el río a las afueras de la puerta occidental de la antigua Filipos. Las piedras de pavimentación que perduraron (a la derecha) son parte de la vía Egnatia,
la calzada romana que facilitaba los viajes a través de Macedonia a
comienzos de nuestra era. Probablemente cerca de allí se conformó a
mediados del siglo I la comunidad cristiana de Filipos, una de las más
apreciadas por Pablo.
En el segundo viaje misionero Pablo se hizo acompañar por Silas. Partieron de Antioquía y, atravesando las tierras de Siria y Cilicia, alcanzaron Derbe y Listra, ciudades del sur de Galacia. En Listra se les unió Timoteo (Hechos 16:1-3).141 Luego, a través de Frigia, se encaminó hacia el norte de Galacia, donde fundó nuevas comunidades. Por la Epístola a los gálatas
se sabe que Pablo enfermó mientras atravesaba Galacia y que, durante
esa estadía no planificada, gracias a su predicación surgieron allí las
comunidades gálatas (Gálatas 4:13-20). No pudiendo proseguir hacia Bitinia, partió de Galacia hacia Misia y Tróade, donde se presume se le unió Lucas.Nota 7


Decidió ir a Europa, y en Macedonia fundó la primera Iglesia cristiana europea: la comunidad de Filipos.142 Después de sufrir azotes con varas y prisión a manos de pretores romanos en Filipos (Hechos 16:16-40), Pablo pasó a Tesalónica (Hechos 17:1) donde tuvo una corta estadía destinada a la evangelización, matizada por sus controversias con los judíos.


La hostilidad de Tesalónica parece haber torcido la idea inicial de Pablo que, según los autores, sería la de dirigirse a Roma, capital del Imperio. Así lo indicaría el hecho de que Pablo transitó la reconocida Vía Egnatia hasta que, luego de Tesalónica, cambió el rumbo para adentrarse más en Grecia.143 144 En efecto, la estancia en Tesalónica finalizó con la huida de Pablo a Berea (Hechos 17:10) y su posterior viaje a Atenas (Hechos 17:15),
donde intentó infructuosamente atrapar la atención de los atenienses,
famosos por su avidez de novedades, con un discurso en el Areópago sobre el evangelio de Jesús resucitado (Hechos 17:22-32). De allí se dirigió a Corinto, donde permaneció durante un año y medio (Hechos 18:11), acogido por Aquila y Priscila (Hechos 18:1-3), un matrimonio judeo-cristiano que había sido expulsado de Roma debido al edicto del emperador Claudio,145 y que se convertirían en amigos entrañables de Pablo.146 Durante su estadía en Éfeso, Pablo fue conducido ante el tribunal de Galión, procónsul de Acaya (Hechos 18:12-17). Se trata de Lucio Junio Galión Éneo, hermano mayor del filósofo Séneca, cuyo mandato se menciona en la llamada inscripción de Delfos, una evidencia epigráfica que originalmente se hallaba en el templo de Apolo, descubierta en Delfos (Grecia) en el año 1905. Desde el punto de vista histórico, esta prueba es considerada clave y segura,4 147 148 y permite datar de los años 50 a 51 la presencia de Pablo en Corinto.149 En el año 51, Pablo redactó la Primera epístola a los tesalonicenses, el documento más antiguo del Nuevo Testamento. Al año siguiente volvió a Antioquía.


Tercer viaje
El tercer viaje de Pablo fue sin dudas complejo, y enmarcó su misión
más sufrida, por varias razones. Esta etapa incluyó la experiencia de
una muy fuerte oposición («fieras», 1Corintios 15:32; «muchos adversarios», 1Corintios 16:8-9) y de tribulaciones (con probable prisión) que llegaron a «abrumar» al Apóstol (2Corintios 1:8-9),
además de verse jalonada por las crisis que sacudieron las comunidades
de Galacia y de Corinto y que motivaron la intervención de Pablo y de su
equipo, a través de sendas epístolas suyas y de visitas personales. Sin
embargo, a la postre fue una de las misiones más fecundas.
Tradicionalmente esta etapa se data de los años 54 a 57, en tanto que
las posturas revisionistas tienden a ubicarla entre los años 51 y 54. En
esa etapa de su vida, Pablo escribió buena parte de su obra epistolar.


Desde Antioquía, Pablo pasó por el norte de Galacia y Frigia «para confirmar a todos los discípulos» que había allí (Hechos 18:23) y siguió hasta Éfeso, capital de Asia Menor,Nota 8 donde fijó su nueva sede de misión,150 y desde donde evangelizó toda el área de influencia acompañado por el equipo que dirigía.151 152



Predicación de San Pablo, uno de los vitrales realizados por Joseph Ehrismann (1880-1937), ubicado en el Templo protestante de " Notre Seigneur Jésus-Christ" en Bischheim, Departamento del Bajo Rin, en la región de Alsacia.
Primero se dirigió a los judíos en la sinagoga pero, como luego de
tres meses seguían manifestándose incrédulos, comenzó a impartir sus
enseñanzas en la «escuela de Tirano» (Hechos 19:8-10).
No se dispone de más información sobre esta «escuela». Sin embargo,
esta breve noticia se considera verídica, aún por parte de quienes
asumen una actitud de desconfianza ante el libro de los Hechos de los Apóstoles (por ejemplo Helmut Köester, discípulo de Bultmann, Bornkamm y Käsemann).153 Algunos conjeturan que se trataría de una escuela de retórica que alquilaba el local a Pablo en las horas libres.154 El texto occidental (códice de Beza)
indica que Pablo enseñaba allí desde las 11 de la mañana hasta las 4 de
la tarde («desde la hora quinta hasta la décima»). Si esta noticia es
cierta, podría tratarse de una forma temprana de catequesis,
efectuada de modo regular. Pero según Vidal, es posible que la
enseñanza diaria de Pablo en «la escuela de Tirano» apuntara a una
especie de escuela teológica paulina en esa ciudad, lugar de estudio de
temas relacionados con la interpretación de la Escritura.155


Poco después de llegar a Efeso, Pablo habría escrito su carta a las iglesias de Galacia,
motivada por las pretensiones de unos misioneros judaizantes opositores
del Apóstol, que exigían la circuncisión a los cristianos gálatas de
origen gentil.156
Tanto la carta, un manifiesto de la libertad cristiana para oponerse a
la tentativa de judaización de aquellas Iglesias, como su portador Tito,
tuvieron éxito al lograr la conservación de la identidad paulina de las
comunidades de Galacia.


También en esta etapa llegaron a oídos de Pablo noticias sobre graves
problemas surgidos en la Iglesia de Corinto: formación de facciones
dentro de la comunidad, animadversión contra el propio Pablo,
escándalos, y problemas doctrinales diversos, de todo lo cual se tiene
noticias únicamente por sus cartas.157 Pablo les escribió por lo menos cuatro epístolas (según Vidal García, op.cit.,
hasta seis). De ellas se conservaron hasta hoy las dos conocidas,
probables resultantes de la fusión por parte de un recopilador, quizá a
fines del siglo I, de los originales fragmentados de cuatro.158 Las primeras dos cartas, hoy probablemente fusionadas en la que conocemos como Primera epístola a los corintios, constituyeron serias advertencias a esa comunidad contra las dramáticas divisiones dentro de la misma (1Corintios 1:10-4:21), al igual que contra algunos casos escandalosos, como el de la unión conyugal incestuosa (1Corintios 5:1-13) y la práctica de la prostitución (1Corintios 6:12-20).
Los problemas con esta comunidad continuaron, fomentados por unos
misioneros enfrentados con el equipo paulino. Esto dio ocasión a la
tercera carta, representada hoy por el fragmento de 2 Corintios 2:14–7:4.159
Entre la tercera y la cuarta carta, Pablo se dirigió a Corinto en la
que constituyó una visita dolorosa: se encontró con una Iglesia
levantada contra él, que incluso lo agravió públicamente.160 A su vuelta a Éfeso, Pablo escribió la cuarta carta a la comunidad corintia (2 Corintios 10:1–13:13), conocida como la Carta de las lágrimas.161 162 No se trataba solo de un mensaje apologético de defensa frente a sus adversarios, sino que estaba cargado de emotividad.



Artemisa como la «Señora de Éfeso», imagen datada del siglo I. Se trata de una copia romana de la estatua que era objeto de culto en el templo de Artemisa (Éfeso). Actualmente se conserva en el Museo arqueológico de Éfeso (Selçuk, Turquía).
Se considera segura la estadía de Pablo en Éfeso durante 2 o 3 años.163 Entre los sucesos narrados por los Hechos
se cuentan el enfrentamiento de Pablo con los siete hijos exorcistas de
un sacerdote judío y la llamada «revuelta de los plateros», una
sublevación hostil provocada por un tal Demetrio y secundada por otros
orfebres consagrados a la diosa Artemisa.
La prédica de Pablo habría irritado a Demetrio, quien fabricaba
pequeños santuarios de plata copiando el de Artemis de Éfeso, con no
pocas ganancias para él.


«Compañeros, vosotros sabéis que a esta industria debemos el
bienestar; pero estáis viendo y oyendo decir que no solamente en Éfeso,
sino en casi toda el Asia, ese Pablo persuade y aparta a mucha gente,
diciendo que no son dioses los que se fabrican con las manos. Y esto no
solamente trae el peligro de que nuestra profesión caiga en descrédito,
sino también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea tenido en
nada y venga a ser despojada de su grandeza aquella a quien adora toda
el Asia y toda la tierra».


Palabras de Demetrio, según los Hechos de los Apóstoles 19:25-27
El tono del relato de los Hechos y el cuadro que describe es
diferente del de las epístolas paulinas, por lo cual algunos estudiosos
no están seguros de su historicidad.164
En cambio otros, aun señalando la ausencia de estas noticias en los
escritos de Pablo, encuentran en sus cartas posibles alusiones a la
tumultuosa estancia del Apóstol en Éfeso.165
Las dificultades que Pablo habría padecido en Éfeso sugieren que el
Apóstol podría haber sufrido prisión allí. Esta posibilidad es
importante no solo como hecho biográfico, sino además a la hora de datar
el tiempo y lugar en que Pablo escribió su Epístola a los filipenses y la Epístola a Filemón, cuyas redacciones en el decir del propio Apóstol tuvieron lugar mientras estaba prisionero (Filipenses 1:12-14; Filemón 8-13).166 167



Imagen que representa a San Pablo escribiendo, de una versión
manuscrita de las cartas de san Pablo datada de los inicios del siglo IX
(Württembergische Stuttgart Landesbibliothek, HB II 54). El origen del
manuscrito se atribuye a la Abadía de San Galo,
bajo el escriba Wolfcoz. La imagen resulta de una antigua tradición
medieval de representar al autor de un texto. Se cree que es una de las
primeras representaciones de san Pablo en el arte europeo. La
inscripción dice: «S(AN)C(TU)S PAULUS» y «sedet hic scripsit» («se
sienta aquí y escribe»).
No se puede aseverar si, luego de su estancia en Éfeso, Pablo marchó inmediatamente a Corinto o pasó de Macedonia al Ilírico, por vez primera, para girar una breve visita de evangelización (cf. Romanos 15:19).
En cualquier caso, Pablo llegó a Corinto, en la que probablemente sería
su tercera visita a aquella ciudad. Permaneció tres meses en Acaya (Hechos 20:2-3; 1Corintios 16:5-6; 2Corintios 1:16).


En aquella época Pablo escribió la que, según la mayoría de los
especialistas, fue la última carta de su autoría que se conserva: la Epístola a los romanos, datada de los años 55 a 58.Nota 9
Esta carta es el testimonio más antiguo de la existencia de la
comunidad cristiana de Roma, y su nivel de importancia es tal que
Bornkamm llega a referirse a ella como «el testamento de Pablo».168 Pablo señala entonces su proyecto de visitar Roma (Romanos 15:22-24) y desde allí marchar a España y el Occidente.


Entre tanto, Pablo venía pensando en regresar a Jerusalén. En ese
tiempo procuró que sus iglesias gentiles realizaran una colecta para los
pobres de Jerusalén.169 170
Cuando ya había decidido embarcarse en Corinto con rumbo a Siria,
algunos judíos tramaron contra él una conjura y Pablo resolvió regresar
por tierra, a través de Macedonia (Hechos 20:3). Acompañado por algunos discípulos de Berea, Tesalónica, Derbe y Efeso, Pablo se embarcó en Filipos hacia Tróade (Hechos 20:4-6), pasando luego por Aso y Mitilene (Hechos 20:13-14). Bordeando la costa de Asia Menor, navegó desde la isla de Quíos a la isla de Samos y luego a Mileto, donde pronunció un importante discurso a los ancianos de la Iglesia de Efeso convocados allí (Hechos 20:17-35). Luego navegó hasta la isla de Cos, Rodas, Patara de Licia (Hechos 21:1-3), Tiro de Fenicia (Hechos 21:1-3), Tolemaida y Cesarea Marítima (Hechos 21:7-8). Por tierra llegó a Jerusalén, donde habría logrado entregar la colecta que tan arduamente había reunido.171


Se sabe por la Epístola a los romanos
15 que Pablo veía con cierta preocupación su retorno a Jerusalén, tanto
por la posibilidad de ser perseguido por los judíos como por la
reacción que pudiera tener la comunidad de Jerusalén hacia su persona y
hacia la colecta realizada por las comunidades que él había fundado.172 Llamativamente, los Hechos de los Apóstoles
no comentan la entrega de la colecta, lo que podría ser indicio de un
final conflictivo en el cual Pablo no alcanzó a disolver los recelos que
aún perduraban en la comunidad de Jerusalén respecto de su predicación.173


Arresto y muerte de Pablo


La «inscripción Soreg» - una evidencia epigráfica
en griego encontrada en Jerusalén en 1871 y datada de finales del
siglo I a. C. o inicios del siglo I d. C. Se trata de una advertencia a
los no judíos de no entrar en el santuario del Templo bajo pena de
muerte. La inscripción se ubica actualmente en el Museo Arqueológico
Nacional de Estambul y a ella hace referencia Flavio Josefo en su obra Antigüedades judías XV.174
Esta evidencia puede relacionarse con la acusación hecha a Pablo de
patrocinar una violación de la Ley y de profanar la santidad del Templo
al introducir en él a unos griegos (Hechos 21:27-28).
La última etapa de la vida de Pablo, que abarca desde su apresamiento
en Jerusalén hasta su presencia en Roma, tiene como fuente fundamental
el relato de Hechos de los Apóstoles 21:27–28:31, aunque el autor de Hechos
no trata el deceso del Apóstol. Si bien autores cualificados de
diversas extracciones reconocen que el relato no responde a criterios
estrictos de historicidad al detalle,175 176 177 sin embargo también se considera que el relato atesora varias noticias históricas sin duda fidedignas.178 179 180


Santiago aconsejó a Pablo que su comportamiento durante su estadía en Jerusalén fuera el de un judío piadoso y practicante (Hechos 21:17-25) y Pablo aceptó, todo lo cual se considera digno de crédito.181
Cuando el período ritual de setenta días estaba por cumplirse, algunos
judíos procedentes de la provincia de Asia vieron a Pablo en los
recintos del Templo y le acusaron de patrocinar una violación de la Ley y
de haber profanado la santidad del Templo introduciendo en él a unos
griegos. Intentaron matarlo en una revuelta, de la que fue sustraído
mediante el arresto por parte del tribuno de la cohorte romana con
asiento en la Fortaleza Antonia.Nota 10
Conducido ante el Sanedrín, Pablo se defendió y terminó por suscitar
una disputa entre los fariseos y los saduceos, ya que éstos últimos no
creían en la resurrección mientras que los fariseos sí (Hechos 23:6-10). Seguidamente, los judíos se habrían confabulado para matar a Pablo pero el tribuno lo envió al procurador de la provincia de Judea, Marco Antonio Félix, que residía en Cesarea Marítima (Hechos 23:23-33), ante quien volvió a defenderse. El procurador postergó el juicio y dejó a Pablo en prisión durante dos años (Hechos 24:22-27).
Bornkamm considera que tanto el traslado de Pablo a Cesarea Marítima
como la postergación de su juicio son datos fiables desde la crítica
histórica.182 El caso fue revisado solo después de la llegada del siguiente procurador, Porcio Festo. Por haber apelado al César, Pablo fue enviado a Roma.183 La cronología más tradicional de la vida de Pablo ubicaba la redacción de la Epístola a los filipenses y de la Epístola a Filemón en este período de cautividad de Pablo en Cesarea Marítima, o posteriormente en su prisión en Roma.184


Del azaroso viaje de Pablo a Roma en calidad de prisionero (Hechos 27:1-28:16)
se puede obtener algunos datos fidedignos, que incluyen la prolongada
duración de la travesía, el acompañamiento de que fue objeto, y una
detención obligada en la isla de Malta, que pudo extenderse durante tres meses.185


El libro de los Hechos de los Apóstoles otorgó a la llegada de
Pablo a Roma una importancia adicional al mero carácter histórico: para
él significaba el cumplimiento de lo que consideraba ya previsto por
Jesús en el comienzo del mismo libro respecto de que el Evangelio sería
llevado a todas las naciones (Hechos 1:8). Algunos estudiosos señalan además cierta ironía apologética en la forma en que el libro de los Hechos de los Apóstoles
describe la llegada de Pablo a Roma: no por libre voluntad, como se lo
había propuesto una década antes sin lograrlo, sino como prisionero
sujeto al César, con lo que los romanos se convirtieron en agentes
indirectos del afianzamiento del evangelio en el centro mismo de su
Imperio.186 187


La etapa final de la vida de Pablo de Tarso fue objeto de diversas representaciones artísticas. A la izquierda, El juicio del apóstol Pablo (1875), de Nikolai Kornilievich Bodarevsky, óleo sobre tela conservado en el Museo de Arte Regional, Úzhgorod, Ucrania. En el centro, San Pablo en prisión (1627), de Rembrandt, óleo sobre tela. A la derecha, San Pablo en Malta (ca.1600), de Adam Elsheimer, óleo sobre cobre que se conserva en el National Gallery de Londres.

Decapitación de San Pablo (1887), de Enrique Simonet. Firmada en Roma, la obra fue donada más tarde por el padre del artista a la Catedral de Málaga, donde puede contemplarse en la Capilla de la Virgen de los Reyes.
La cautividad de Pablo en Roma, considerada un hecho fidedigno,
habría tenido una duración de dos años, tiempo en que el Apóstol no
vivió encarcelado sino en custodia lo que, sin embargo, acotó sus
libertades.188 189 190


Una de las cuestiones sobre la que no existe una definición clara es
si, luego de esa custodia domiciliaria de Pablo en Roma, se produjo su
liberación seguida de algún otro viaje (por ejemplo, si llevó adelante
su proyecto de viajar a España), antes de ser muerto en la misma Roma.
Favorecen esta hipótesis la Primera epístola de Clemente y el Fragmento Muratoriano.191 192 En el presente se tiende a desconsiderar estas noticias como carentes de suficiente sustento.193 Resulta razonable pensar que el autor que finalizó la escritura de los Hechos de los Apóstoles
hacia el año 80 conocía el final de Pablo. Si Pablo hubiese sido
liberado anteriormente de su prisión, esto habría sido señalado en el
libro, lo que no sucede.194 Un Congreso internacional sobre los últimos años del apóstol de los gentiles tuvo lugar en el Centro Tarraconense El Seminario entre los días 25 y 29 de junio de 2013, organizado por el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Fructuoso (INSAF),195
y fue ocasión para debatir nuevamente sobre los últimos años de vida
del Apóstol, su eventual consideración como apóstata judío y su posible
condena al exilio en Hispania. Tanto quienes piensan que Pablo llegó a
Tarragona, como los que piensan que nunca llegó, admiten que por el
momento no es posible llegar a una conclusión clara y definitiva sobre
el tema,196
aunque —según el profesor de Nuevo Testamento y decano de la Facultad
de Teología de Cataluña Armand Puig i Tàrrech— existen razones para
afirmar como «plausible y altamente probable» que Pablo haya realizado
una misión en Tarragona en condiciones penosas debidas a su condición de
exiliado.197


En cambio, tanto la tradición eclesiástica como los análisis
historiográficos y exegéticos coinciden en señalar que la muerte de
Pablo acaeció en Roma bajo el gobierno de Nerón, y que tuvo un carácter violento.198 199 Nota 11 Ya Ignacio de Antioquía señaló el martirio de Pablo en su Carta a los efesios XII, escrita probablemente en la primera década del siglo II.200 Respecto de la fecha, existe una tradición de su muerte en la misma época que Pedro (año 64) o un poco más tarde (67).201
Con todo, el mandato de Nerón se extendió entre los años 54 y 68, y la
mayoría de los autores modernos tienden a señalar que la muerte del
Apóstol se produjo antes de lo apuntado por Eusebio de Cesarea, más precisamente en el año 58,4 202 203 o a lo sumo a principios de la década de 60.204


Sepultura y culto


Basílica de San Pablo Extramuros. Se supone con fundamentos que la basílica se edificó en el lugar donde descansan los restos del Apóstol.

Tumba de San Pablo en la Basílica de San Pablo Extramuros.
Se encuentra documentada la forma en que se desarrolló prontamente el
culto a Pablo en Roma y cómo se expandió posteriormente por distintas
localidades europeas y norteafricanas.205


Entre las fuentes más antiguas que vinculan la muerte de Pablo con Roma se encuentran el testimonio de su sepultura en la vía Ostiensis
por parte del presbítero Caius a fines del siglo II o principios del
siglo III, y un calendario litúrgico del siglo IV sobre el entierro de
los mártires.


Yo puedo mostrarte los trofeos de los Apóstoles; si quieres ir al
Vaticano o a la vía Ostiense, encontrarás los trofeos de los fundadores
de esta Iglesia.206


Caius, recogido por Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica II, 25:7207
En concordancia con este testimonio, san Jerónimo, en su obra De Viris Illustribus (392 d.C.), menciona que «Pablo fue enterrado en la vía Ostia en Roma».208


Asimismo, la Pasión de Pablo del Pseudo Abdías (siglo VI)
señaló la sepultura del Apóstol «fuera de la ciudad […], en la segunda
milla de la vía Ostiense», más precisamente «en la hacienda de Lucina»,
una matrona cristiana, donde más tarde se levantaría la basílica de San Pablo Extramuros.209


Hacia el siglo V, el texto apócrifo del Pseudo Marcelo, conocido bajo el título de Hechos de Pedro y Pablo 80, señaló que el martirio de Pablo habría sido por decapitación en las Acque Salvie, en la vía Laurentina, hoy abadía delle Tre Fontane,
con un triple rebote de su cabeza que aseguraba haber causado la
generación de tres vías de agua. Esta noticia es independiente de todas
las anteriores y tardía, lo que sugiere su carácter legendario.


Tras una serie de excavaciones realizadas en la basílica romana de
San Pablo Extramuros desde 2002, un grupo de arqueólogos del Vaticano
descubrieron en 2006 restos humanos óseos en un sarcófago de mármol
ubicado bajo el altar mayor del templo. La tumba data aproximadamente
del año 390. Mediante la técnica de datación por medición del carbono-14, pudo determinarse que los restos óseos datan del siglo I o II. En junio de 2009, el papa Benedicto XVI
anunció los resultados de las investigaciones realizadas hasta ese
momento y expresó su convicción de que, por los antecedentes, ubicación y
datación, podría tratarse de los restos del Apóstol.210 211 212 213


Valoraciones de Pablo de Tarso

Tanto durante su vida como en las siguientes generaciones, la figura y
el mensaje de Pablo de Tarso fueron motivo de debate, generaron juicios
de valor marcadamente contrastantes, y llegaron a suscitar reacciones
extremas.214 De hecho, el propio Clemente de Roma sugirió que Pablo fue entregado a la muerte «por celos y envidias».215



Representación de Policarpo de Esmirna, uno de los padres apostólicos que expresó su admiración por Pablo. Basílica de San Apolinar el Nuevo en Rávena, ca. 526.
Por una parte, tres de los padres apostólicos de los siglos I y II, Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía (particularmente en su Carta a los romanos) y Policarpo de Esmirna (en su Segunda epístola a los filipenses), se refirieron a Pablo y manifestaron su admiración por él.216 Policarpo llegó a expresar que no sería capaz de aproximarse a «la sabiduría del bienaventurado y glorioso Pablo»:


«Porque ni yo ni otro alguno semejante a mí puede competir con la
sabiduría del bienaventurado y glorioso Pablo, quien, morando entre
vosotros, a presencia de los hombres de entonces, enseñó puntual y
firmemente la palabra de la verdad; y ausente luego, os escribió cartas,
con cuya lectura, si sabéis ahondar en ellas, podréis edificaros en
orden a la fe que os ha sido dada […]».217


Policarpo de Esmirna, Epístola a los filipenses III
Por otra, la corriente judeo-cristiana de la Iglesia primitiva tendió
a ser refractaria a Pablo, a quien pudo considerar rival de Santiago y Pedro, los líderes de la Iglesia de Jerusalén.218 De allí que especialistas como Bornkamm interpreten que la Segunda epístola de Pedro,
un escrito canónico tardío datado de los años 100-150, expresa cierta
«cautela» respecto de las epístolas paulinas. Si bien esta carta
menciona a Pablo como «querido hermano», parece tratar sus escritos con
alguna reserva por las dificultades que podrían suscitarse en su
comprensión, con lo que «los débiles o no formados podrían torcer su
doctrina, para su propia perdición» (2Pedro 3:15-16).


Los padres de la Iglesia subsiguientes avalaron y utilizaron las cartas de Pablo de forma sostenida. Ireneo de Lyon, a fines del siglo II y a propósito de la sucesión apostólica en las distintas iglesias, señaló a Pablo junto a Pedro como base de la Iglesia de Roma.219 Contra los extremismos, tanto de los judeo-cristianos antipaulinos como de Marción y de los gnósticos, el propio Ireneo expuso su postura según la cual existía consonancia entre los evangelios, los Hechos de los Apóstoles, las cartas paulinas y las Escrituras hebreas:


Todavía hemos de añadir a las palabras del Señor las palabras de
Pablo, examinar su pensamiento, exponer al apóstol, aclarar todo lo que
ha recibido de otras interpretaciones por parte de los herejes, que no
comprenden lo más mínimo de lo que dijo Pablo, mostrar la estupidez de
su locura y demostrar, precisamente a partir de Pablo —de quien ellos
sacan sus objeciones contra nosotros—, que son unos mentirosos, mientras
que el apóstol, heraldo de la verdad, enseñó todas las cosas plenamente
de acuerdo con la predicación de la verdad […].220


Ireneo de Lyon, Adversus haereses IV, 41, 4.
Quizá el culmen de la influencia de Pablo de Tarso entre los padres de la Iglesia haya tenido lugar en la teología de Agustín de Hipona, en particular contra el pelagianismo.221
La diversidad notable de valoraciones de la figura y obra de Pablo
continuaron a través del tiempo, y se puede resumir en el decir de
Romano Penna:


San Juan Crisóstomo lo exaltaba como superior a muchos ángeles y arcángeles (cf Paneg. 7,3); Martín Lutero sostenía que no había nada en el mundo tan audaz como su predicación (cf Tischr. 2,277); un hereje ibérico del s. VIII, Migecio, proclamaba incluso que en él se había encarnado el Espíritu Santo; y un estudioso de comienzos del s. XX lo consideraba como el segundo fundador del cristianismo (W. Wrede).
Otras definiciones son más corrientes, como «el misionero más grande»,
«el decimotercer apóstol», «el primero después del Único» o, más
simplemente, el «vaso de elección» (que Dante, Inf. 2,28, toma de Hechos 9:15).222


R. Penna
Las interpretaciones que de los escritos de Pablo de Tarso hicieron Martín Lutero, Juan Calvino tuvieron influencia importante en la Reforma Protestante del siglo XVI. En el siglo XVIII, el epistolario paulino fue fuente de inspiración para el movimiento de John Wesley
en Inglaterra. En el siglo XIX, resurgió la hostilidad declarada contra
Pablo. Quizá el detractor más extremo en su ferocidad haya sido Friedrich Nietzsche en su obra El Anticristo,223 donde acusa a Pablo y a las primeras comunidades cristianas de desvirtuar totalmente el mensaje de Jesús:


A la «buena nueva» le sucedió inmediatamente la peor de todas: la de
Pablo […] La vida, el ejemplo, la doctrina, la muerte, el sentido y el
derecho del evangelio
entero, todo eso dejó de existir cuando este falsario por odio
comprendió que era lo único que podía usar. ¡No la realidad, no la
verdad histórica! […] Borró sencillamente el ayer, el anteayer del
cristianismo, se inventó una historia del «cristianismo primitivo» […]
Más tarde la Iglesia falseó incluso la historia de la humanidad, convirtiéndola en prehistoria del cristianismo...


Friedrich Nietzsche, El Anticristo, 42.224
Paul de Lagarde
quien pregonaba una «religión alemana» y una «iglesia nacional»,
atribuyó lo que él consideró la «evolución nefasta del cristianismo» al
hecho de que «una persona absolutamente incompetente (Pablo) logró
influir en la iglesia».225 En las antípodas, la teología dialéctica de Karl Barth, un antecedente intelectual relevante en la lucha contra el nacionalsocialismo, nació con el comentario de 1919 de este teólogo suizo a la Carta a los romanos.226


Con todo, Raymond E. Brown previno acerca de dos tendencias: (1) la que propende a maximizar ciertas perspectivas anacrónicas
referidas a Pablo, y (2) la que extrema las diferentes posturas que
pudieran haber existido en las primeras comunidades cristianas.227 Más allá de las diferencias entre el cristianismo paulino por un lado y el judeo-cristianismo de Santiago y Pedro por otro, ellos mantuvieron una fe en común.228 Y la fecha tardía de la redacción de la Segunda epístola de Pedro
permite suponer que las diferencias de opinión existentes entre las
distintas corrientes básicas del cristianismo primitivo no sofocaron su
pluralidad interna, tal como cristalizó en el canon bíblico.229


Carácter y legado de Pablo

El carácter y el legado de Pablo se verificaron: (1) en las
comunidades por él fundadas y en sus colaboradores; (2) en sus cartas
auténticas; y (3) en las llamadas cartas deuteropaulinas, surgidas quizá
de una escuela que nació y creció en torno al Apóstol.230 Es a partir de ese legado inmediato que surgió todo su influjo posterior.


Comunidades y colaboradores

Representaciones iconográficas de Silas y Lucas el Evangelista, a quienes se considera colaboradores de Pablo de Tarso
Pablo utilizó para con sus comunidades y colaboradores un lenguaje apasionado.231 232 233 A los tesalonicenses les escribió que eran su esperanza, su gozo, su corona, su gloria (1Tesalonicenses 2:19-20); a los filipenses les dijo que Dios era testigo de cuánto los amaba con el entrañable amor de Jesucristo (Filipenses 1:8), y que resplandecían como antorchas en el mundo (Filipenses 2:15). A los miembros de la comunidad de Corinto les advirtió que no sería indulgente con ellos (2Corintios 13:2),
pero no sin antes comentarles que les había escrito con muchas lágrimas
para que supieran cuán grande era el amor que les tenía (2Corintios 2:4).


Se especula que Pablo debió ser un hombre capaz de suscitar profundos
sentimientos de amistad, ya que sus cartas dan muestras de lealtad por
parte de un amplio abanico de personajes con nombre propio (ver, por
ejemplo, Romanos 16:5-15).234 Timoteo, Tito, Silas,
todos formaron parte del equipo paulino, llevando sus cartas y sus
mensajes, a veces en circunstancias difíciles. Los esposos cristianos Priscila
–también llamada Prisca– y Aquila, cuya amistad hacia Pablo de Tarso
resultó entrañable, fueron capaces de levantar su tienda y partir con él
desde Corinto a Éfeso y luego ir a Roma, de donde habían sido exiliados
previamente, para preparar la llegada del Apóstol. Vidal sugiere que en
Éfeso fueron ellos quienes, en una intervención riesgosa, habrían
logrado la liberación de Pablo,235 lo que justificó el encomio del Apóstol:


Saluden a Prisca (Priscila) y Aquila, colaboradores míos en Cristo
Jesús. Ellos expusieron sus cabezas para salvarme. Y no solo les estoy
agradecido yo, sino también todas las Iglesias de la gentilidad.


Pablo, Epístola a los romanos 16:3-4
A ellos se suma Lucas, a quien por tradición se identifica con el autor del evangelio homónimo y de los Hechos de los Apóstoles. Se menciona su nombre entre los de los colaboradores de Pablo (Filemón 1:23-24). Según la Segunda epístola a Timoteo, habría acompañado a Pablo hasta su final (2Timoteo 4:11).236


Las epístolas paulinas auténticas


San Pablo escribiendo sus epístolas, obra de Valentin de Boulogne o Nicolas Tournier, del siglo XVII.
Las cartas auténticas de Pablo son un conjunto de escritos neotestamentarios conformado por las siguientes obras:237

Este corpus de epístolas auténticas es único en más de un sentido:

  1. Porque se conoce a ciencia cierta su autor, y su autenticidad
    resulta reconocida ampliamente desde el análisis científico-literario
    actual.238 239 240 241
  2. Porque su fecha de redacción es la más antigua de los libros del Nuevo Testamento, apenas 20-25 años posterior a la muerte de Jesús de Nazaret,
    y probablemente anterior incluso a la de los evangelios en su versión
    definitiva conocida hoy, por lo que constituyen documentación de
    carácter capital en cualquier análisis sobre los inicios del
    cristianismo.242
  3. Porque ninguna otra personalidad del Nuevo Testamento se conoce a nivel semejante a través de sus escritos.243
Aunque las cartas tuvieron por función inmediata abordar problemas
resultantes de situaciones concretas, es muy verosímil que las
comunidades a las cuales estas cartas estuvieron dirigidas las hayan
atesorado, y que prontamente las compartieran con otras comunidades
paulinas.244 Así, resulta altamente probable que hacia fines del siglo I estos escritos ya existieran como corpus, resultante del trabajo de una escuela paulina que recopiló sus cartas para conformar el legado escrito del Apóstol.245


Las epístolas pseudoepigráficas

Existe, además de las cartas de Pablo, un conjunto de escritos
epistolares que se presentan como suyos pero que la crítica moderna,
conocedora del fenómeno de la pseudoepigrafía típico de las obras
antiguas orientales y griegas, atribuye a diferentes autores asociados
con Pablo.246 247 Se trata de las siguientes obras:

El hecho de que se sugiera que estos escritos canónicos son pseudoepigráficos o deuteropaulinos, lejos de quitarle notoriedad al Apóstol la incrementaron,248 249
porque significa que una «escuela», quizá ya establecida en torno al
mismo Pablo y depositaria de su legado, recurrió a la autoridad del
Apóstol para validar sus escritos.250


Teología paulina


Pablo el Apóstol, de Rembrandt. Óleo sobre lienzo ubicado en el Museo de Historia del Arte de Viena. El códice bajo el brazo izquierdo del Apóstol simboliza las epístolas paulinas.
Se denomina teología paulina al estudio razonado, sistemático e
integral del pensamiento de Pablo de Tarso, que experimentó desarrollos y
retoques en las sucesivas interpretaciones que se hicieron de sus
escritos. La presentación sumaria de la teología de san Pablo es muy
ardua. La mayor dificultad de cualquier intento de sistematización del
pensamiento del Apóstol radica en que Pablo no era un teólogo
sistemático, por lo cual cualquier categorización y ordenamiento parece
responder más a las preguntas del exégeta que a esquemas paulinos.251


Por mucho tiempo el debate estuvo supeditado a una disyuntiva. Según la tesis luterana clásica, el tema fundamental de la teología paulina sería el de la justificación de la fe sin las obras de la Ley.
A partir de esa tesis se llegó a considerar que en la doctrina paulina
así entendida estaba el núcleo central del anuncio cristiano. En el
siglo XX, la postura a favor del principio de la sola fide fue una constante en el trasfondo y en la orientación del pensamiento de Rudolf Karl Bultmann y también se presentó, con una variedad de matices, en seguidores suyos tales como Ernst Käsemann252 o G. Bornkamm.253


Desde el punto de vista del catolicismo, si bien la justificación
forma parte del mensaje paulino, no constituye su núcleo central único.
El argumento tradicional católico sostenía que Dios, más que «declarar
justo» al hombre, hace justo al hombre transformándolo.254


En los últimos años, diferentes estudiosos protestantes, tales como Krister Stendahl,255 Ed Parish Sanders,256 257 y James D. G. Dunn,258
criticaron la postura luterana clásica que oponía una fe cristiana
portadora de la gracia y de la libertad contra un presunto judaísmo
tradicional afecto al legalismo y exaltación soberbia de la observancia
de las prescripciones mosaicas. Después de presentar la dificultad de
«escribir una teología de Pablo», James Dunn propuso en su libro a modo
de esquema lo siguiente: Dios y la humanidad – la humanidad bajo
interdicción – el Evangelio de Jesucristo – el comienzo de la salvación –
el proceso de la salvación – la Iglesia – la ética.


Los autores católicos (Lucien Cerfaux,259 Rudolf Schnackenburg,260 y particularmente Joseph A. Fitzmyer)
centraron la teología de Pablo en su pensamiento sobre Cristo,
particularmente sobre su muerte y su resurrección. J. Fitzmyer señaló la
cristología como centro de la teología paulina.261
Para él, la teología paulina sería una teología cristocéntrica, es
decir, una teología cuyo eje principal es Cristo muerto y resucitado.
Otros autores como Joachim Gnilka y Giuseppe Barbaglio hablan de un
teocentrismo paulino, lo que quiere implicar que todo el pensamiento de
Pablo arranca de Dios y vuelve a Él.262 263


Por otra parte, una detallada observación de las epístolas paulinas
auténticas permite advertir que en el pensamiento del Apóstol se
produjo una evolución y que, en consecuencia, no se podría hablar de un
único centro de interés en su predicación.264
G. Barbaglio propuso que el Apóstol escribe una «teología en epístola».
De allí que el esquema de Barbaglio consistió en presentar la teología
de cada carta siguiendo cronológicamente cada una de las siete epístolas
auténticamente paulinas, para finalizar con un capítulo titulado:
«Coherencia de la teología de Pablo: hermenéutica del Evangelio».263


Según R. Penna, se tiende a aceptar que en el centro del pensamiento
de Pablo se encuentra el «evento-Cristo», hecho concluyente en «su
teología». La discusión discurre sobre las consecuencias
(antropológicas, escatológicas, eclesiológicas) de ese dato. Brown
sugirió que todas las propuestas encierran parte de verdad, pero derivan
de «juicios analíticos» posteriores a Pablo.265


Relación con el judaísmo


Estatua de Pablo de Tarso en la Basílica de San Pedro.
Pablo era judío, de la escuela de Gamaliel, de denominación fariseo,
mencionando esto último como algo de lo que se sentía orgulloso (Fil
3:5). El punto principal de su mensaje era que los gentiles
no tienen necesidad de circuncidarse al igual que los judíos (1Cor
3:2), de hecho una buena parte de sus enseñanzas es un énfasis a los
gentiles para que comprendan que su salvación no depende de copiar los
rituales judíos; sino que tanto judíos como gentiles, en última
estancia, son salvos por gracia Divina [claro que la gracia Divina se
aplica por medio de la Fe
(fidelidad)]. Los estudiosos contemporáneos, sin embargo, debaten
acerca de si cuando Pablo habla de "fe/fidelidad en/de Cristo" (el
genitivo griego es susceptible de ambas interpretaciones, objetiva y
subjetiva) se refiere en todos los casos a la fe en Cristo como algo
necesario para alcanzar la salvación (no sólo por parte de los gentiles,
sino también de los judíos) o si en ciertos casos se refiere más bien a
la fidelidad del propio Cristo hacia los hombres (como instrumento de
la salvación divina dirigida a los judíos y los gentiles por igual)266


Fue el pionero en comprender que el mensaje de salvación de Jesús que
comenzaba en Israel, se expandía a toda criatura independientemente de
su origen. Para Saulo (en hebreo: Shaúl) los seguidores gentiles de
Jesús no deben seguir los mandamientos de la Torá (ley) que son exclusivos al pueblo de Israel. Y así queda establecido en el Concilio de Jerusalén
(Gal 2:7-9), que los gentiles sólo deben guardar los preceptos de los
gentiles (comúnmente conocidos en el judaísmo como: preceptos noájidas; Hch 21:25; Talmud, Sanedrín 56a y b).


Muchas de sus enseñanzas, al ser dirigidas a un pueblo gentil eran
mal entendidas y mal interpretadas (2P 3:15-16). Algunos judíos por un
lado interpretaron que Pablo enseñaba a abandonar la Torá de Moisés (Hch
21:28; Hch 21:21), lo cual no era cierto, y él mismo lo tuvo que
desmentir (Hch 25:8; Hch 21:24,26). Por otro lado, había gentiles que
interpretaban que la salvación por gracia les permitía pecar, y también
lo tuvo que desmentir (Rom 6:15).


Recientemente, algunos investigadores como Krister Stendahl, Lloyd Gaston, John G. Gager, Neil Elliott, William S. Campbell, Stanley K. Stowers, Mark D. Nanos, Pamela Eisenbaum, Paula Fredriksen, Caroline Johnson Hodge, David J. Rudolph y, en España, Carlos A. Segovia,
han defendido que Pablo no buscó superar ni reformar el judaísmo, sino
incorporar a los gentiles a Israel por medio de Cristo sin obligarles a
renunciar a su condición de gentiles.267 268
Esta interpretación recibe el nombre "nuevo enfoque radical sobre
Pablo" y contrasta tanto con su interpretación cristiana tradicional
como con la llamada "nueva perspectiva sobre Pablo" de James D. G. Dunn y Nicholas Thomas Wright, según la cual Pablo se propuso reformar el judaísmo.269


Representaciones artísticas


Imagen de Pablo de Tarso, el Apóstol, datada de ca. 380, descubierta en las catacumbas romanas de Santa Tecla.

Anania ridà la vista a san Paolo (Ananías restaura la vista a san Pablo), lienzo de Pietro da Cortona (ca. 1631) ubicado en Santa Maria della Concezione dei Cappuccini, Roma.
Pablo, como otros apóstoles relevantes, tuvo un amplísimo tratamiento en el arte. En especial, su episodio de conversión fue tratado por maestros italianos como Parmigianino (Museo de Historia del Arte de Viena), Miguel Ángel (mural en la Capilla Paolina del Vaticano) y Caravaggio (Basílica de Santa María del Popolo, Roma). Otros momentos frecuentemente escogidos fueron la predicación en el Areópago (Rafael, Capilla Sixtina -también pintó el rechazo del mago Elimas y el sacrificio de Listra-), el descenso en canasta de las murallas de Damasco, el naufragio, el episodio de las serpientes, el éxtasis, la estancia en prisión y el martirio.270


No suele aparecer en las series referidas a los doce apóstoles que conocieron en vida a Cristo, pero muy a menudo se le representa en pareja con Simón Pedro.
En este caso suelen distinguirse por sus atributos: en san Pedro, las
llaves que simbolizan su elección como jefe de la Iglesia, y en san
Pablo la espada que simboliza su martirio -además de referirse a un
pasaje de su carta a los Efesios: la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios-).271
También es frecuente la presencia de un libro que representa su
condición de autor de textos neotestamentarios (aunque esto también
identifica a Pedro y a otros apóstoles). A veces se representa a Pedro y
Pablo como teólogos debatiendo.


El origen de su iconografía, que fija unos rasgos característicos y repetidos a lo largo de los siglos, se remonta al arte paleocristiano, que la entronca con la tradición greco-romana de representación de filósofos como Plotino.272 273


Notas


  • Sin embargo, Murphy-O'Connor, profesor de Nuevo Testamento en la École Biblique et Archéologique Française de Jerusalén
    y especialista en Pablo de Tarso, apoya este dato y lo compatibiliza
    con el recuerdo de Tarso en la infancia. Según este supuesto, los padres
    de Pablo habrían sido víctimas de las expediciones devastadoras de Publio Quintilio Varo
    y sus legiones romanas en Siria. Vendidos como esclavos, su destino
    final habría sido Tarso. Según el supuesto de Murphy-O'Connor, Pablo
    «era galileo de nacimiento» (cfr. Murphy-O'Connor, Jerome. (2008). Pablo, su historia. Madrid: San Pablo. pp. 14-15. ISBN 978-84-285-3258-7.).

    1. La
      decapitación era la forma de ejecución reservada para personas con la
      ciudadanía romana. El suplicio de la cruz, considerado degradante, se
      destinaba a quienes no eran romanos.

    Referencias


    Bibliografía

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    • Fitzmyer, Joseph A. (1972). «Vida de San Pablo – Las epístolas del Nuevo Testamento». En Brown, Raymond E.; Fitzmyer, Joseph A.; Murphy, Roland E. Comentario Bíblico «San Jerónimo» III. Madrid (España): Ediciones Cristiandad. pp. 546-564 y 565-574.
    • Fredriksen, P. "Judaizing the Nations: The Ritual Demands of Paul's Gospel". New Testament Studies 56 (2010): 232-52 Online version (Boston University)
    • Gager, J. G. Reinventing Paul. Nueva York: Oxford University Press, 2000. ISBN 0-19-513474-5
    • Gaston, Ll. Paul and the Torah. Vancouver: University of British Columbia Press, 1987. ISBN 978-1-59752-538-1
    • Herranz Marco, Mariano (2008). San Pablo en sus cartas. Madrid: Ediciones Encuentro. ISBN 978-84-7490-893-0.
    • Johnson Hodge, C. E. If Sons, Then Heirs: A Study of Kinship and Ethnicity in the Letters of Paul. Nueva York: Oxford University Press, 2007. ISBN 978-0-19-518216-3
    • Nanos, M. D. The Mystery of Romans: The Jewish Context of Paul's Letter. Minneapolis: Fortress Press, 1996. ISBN O80062937X
    • Nanos, M. D. The Irony of Galatians: Paul's Letter in First-Century Context. Minneapolis: Fortress Press, 2002. ISBN 978-0-8006-3214-4
    • Penna, Romano (2000). «Pablo». En Leonardi, C.; Riccardi, A.; Zarri, G. Diccionario de los Santos, Volumen II. Madrid: San Pablo. pp. 1801-1812. ISBN 84-285-2259-6.
    • Piñero, A. y C. A. Segovia, Guía para entender a Pablo de Tarso. Madrid: Editorial Trotta, 2013.
    • Rudolph, D. A. A Jew to the Jews: Jewish Contours of Pauline Flexibility in 1 Corinthians 9:19-23. Tubinga: J. C. B. Mohr-P. Siebeck, 2011. ISBN 978-3-16-149293-8
    • Segovia, C. A. ¿Fue Pablo cristiano? El redescubrimiento contemporáneo de un judío mesiánico. Madrid: Editorial Trotta, 2013.
    • Stendahl, K. Paul Among Jews and Gentiles. Philadelphia: Fortress Press, 1976.
    • Stendahl, K. Final Account: Paul's Letter to the Romans. Minneapolis: Fortress Press, 1995. ISBN 0-8006-2922-1
    • Stowers, S. K. A Rereading of Romans: Justice, Jews, and Gentiles. New Haven: Yale University Press, 1994. ISBN 0-300-07068-3
    • Theissen, Gerd (2002). La religión de los primeros cristianos. Salamanca: Ediciones Sígueme. ISBN 84-301-1465-3.
    • Vidal García, Senén (2007). Pablo. De Tarso a Roma. Santander: Editorial Sal terrae. ISBN 978-84-293-1716-9.

    Véase también

    Enlaces externos


    Otros proyectos


  • Las
    ejecuciones debían tener lugar fuera de la ciudad y exigían que los
    testigos por los cuales se había empezado la causa fueran también los
    primeros en tirar las piedras. Para poder tirar las piedras mejor y con
    más fuerza, se quitaban los mantos.


  • No se trata, pues, de Arabia saudí sino del reino nabateo, que alcanzaba por el sur hasta el Sinaí y cuya capital era Petra. A comienzos del siglo II se constituyó en la provincia romana de Arabia Pétrea.


  • Este
    dato es uno de los puntos considerados en la reconstrucción temporal de
    la vida de Pablo de Tarso. Aretas IV estuvo en guerra con Herodes Antipas, un aliado de los romanos, por lo que tradicionalmente se considera que recién tuvo injerencia sobre Damasco en los años 38 y 39, en tiempos del emperador Calígula,
    para finalmente morir en el año 40. Según la opinión tradicional, el
    suceso relatado por Pablo se sitúa en ese intervalo. Sin embargo el dato
    podría no ser totalmente seguro porque, antes de la guerra con Herodes,
    Aretas colaboró con los romanos para contener sediciones judías. Por
    ejemplo, Flavio Josefo señaló que Aretas ayudó al procurador romano Publio Quintilio Varo en su campaña contra los judíos (Bell.
    2,68). A cambio de este tipo de colaboración se le concedía a Aretas el
    control de la colonia nabatea que habitaba en Damasco. Por ello, Víctor M. Fernández sugiere que el episodio podría también situarse antes del año 36.


  • Antioquía de Siria fue la tercera ciudad en importancia del Imperio romano, después de Roma y Alejandría. Fue el enclave de más trascendencia en la vida de Pablo, base de su actividad misionera hacia el exterior. El río Orontes
    dotaba a Antioquía de acceso al mar Mediterráneo, medio que fue muy
    utilizado por Pablo en sus viajes. Fue Antioquía de Siria desde donde
    Pablo evangelizó el Asia Menor y Grecia y desde donde Osroena
    (zona neutra de encuentro entre los imperios romano y persa) sería
    alcanzada definitivamente por el cristianismo en el siglo siguiente.


  • En Romanos 1:16, el Apóstol hablaría más tarde de un evangelio que trae la salvación, primero a los judíos y luego a los griegos.


  • La presunción se basa en que el relato del libro de los Hechos de los Apóstoles, cuya escritura se atribuye tradicionalmente a Lucas, comienza a utilizar el pronombre personal de la primera persona del plural, «nos» (Hechos 16:10-17).


  • En
    el siglo I, Éfeso era la cuarta metrópoli del Imperio romano, después
    de Roma, Alejandría, y Antioquía. Se estima que su número de habitantes
    se hallaba entre 180 000 y 250 000, según los autores. Era un centro
    estratégico para el comercio y las comunicaciones hacia Oriente.


  • Para la datación de esta carta, las opiniones se agrupan en dos tendencias generalizadas. Algunos autores sostienen que la Epístola a los romanos habría sido escrita hacia el año 58. Entre ellos se encuentran Joseph A. Fitzmyer («Carta a los Romanos», en: Comentario Bíblico San Jerónimo, Tomo IV, Madrid, 1972, página 102); R. Jewett (Dating Paul's Life; Londres, 1979); J.M. Cambier («La lettera ai Romani», en: Introduzione al Nuovo Testamento III; Roma, 1981, página 127); O. Michel (Der Brief an die Römer; Göttingen, 1978, página 1); U. Vanni («Romanos», en: Nuevo Diccionario de Teología Bíblica; Madrid, 1990, página 1700). Para otros, la Epístola a los romanos fue escrita hacia el año 55. Dan preeminencia a esta datación L. Alonso Schöckel («Carta a los Romanos», en: Biblia del Peregrino III; Bilbao-Estella, 1993, página 380); G, Barbaglio (Pablo de Tarso y los orígenes cristianos; Salamanca, 1989, página 32); G. Bornkamm (Pablo de Tarso, Salamanca, 2002, página 138); J. Becker (Pablo, el apóstol de los paganos; Salamanca, 1996, páginas 313-315); S. Vidal (Pablo, de Tarso a Roma; Santander, 2007, página 223); y S. Lyonnet (Nueva Biblia de Jerusalén; Bilbao, 1998, página 1646).


  • El tribuno sería Claudio Lisias, según señala el libro de los Hechos en varias ocasiones (Hechos 23:26; Hechos 24:7; Hechos 24:22).


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 55: «…solían llevar […] un segundo nombre…»


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 558: «Los judíos de esta época, especialmente en la Diáspora (es
    decir, fuera de Palestina), tenían dos nombres, uno griego o romano, y
    otro semítico».


  • Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén, p. 1803.


  • Fernández, Víctor Manuel (2009). Pablo apasionado. De Tarso hasta su plenitud. Buenos Aires: Ediciones Paulinas. pp. 7-13. ISBN 978-950-861-485-8.


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 557: «Junto con Jesús, Pablo ha sido el personaje más influyente en la historia de la cristiandad».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 11: «Obviamente, esa presencia de Pablo en el cristianismo de los
    orígenes no fue la de un simple testigo, sino la de un actor cualificado
    y, en varios aspectos, único».


  • Fabris (1976). Pablo: el apóstol de los gentiles.


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 89: «Pablo pasa por ser precisamente el apóstol de las naciones. De
    ningún otro misionero del cristianismo primitivo ha llegado hasta
    nosotros que apuntase tan lejos y que se propusiese llevar el evangelio
    hasta los confines del mundo entonces conocido».


  • Fitzmyer (1972). Las epístolas del Nuevo Testamento,
    p. 570: «Ante todo era un apóstol, un misionero, un predicador. Sus
    cartas iban dirigidas a diferentes comunidades y personas con intención
    de llevar adelante su designio de edificar la Iglesia. Se sirvió del
    género epistolar como de un medio para difundir su conocimiento del
    mensaje cristiano y, sobre todo, con vistas a aplicarlo a los problemas
    concretos surgidos en aquellas zonas que no podía visitar personalmente.
    Estos problemas le servían frecuentemente como punto de arranque para
    tratar de manera más amplia y trascendente las verdades fundamentales de
    la fe y la conducta cristianas».


  • Theissen (2002). La religión de los primeros cristianos,
    pp. 300-309: «…cuatro corrientes básicas en el cristianismo primitivo».
    Las otras tres corrientes de pensamiento podrían esquematizarse
    escriturísticamente en: (1) el judeo-cristianismo, representado por los escritos derivados de las posturas de Santiago el Justo y de Simón Pedro; (2) el complejo cristianismo sinóptico (que abarca desde el judeo-cristianismo del Evangelio de Mateo hasta el pagano-cristianismo del Evangelio de Lucas y de los Hechos de los Apóstoles), y (3) el cristianismo joánico.


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 557: «Esta amplitud (de su influencia), junto con la profundidad de
    su pensamiento y la pasión de su compromiso, han supuesto que — desde
    que sus cartas llegaron a ser parte del NT —
    no haya habido cristiano al que no haya afectado lo que este personaje
    ha escrito. Ya conozcan bien o mal a Pablo, todos los cristianos son
    hijos de él en la fe a través de lo que se les ha enseñado sobre la
    doctrina y la piedad».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 36: «… (las cartas) emplean siempre el nombre helenista Pablo»


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 36.


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 36. Bornkamm hace notar la ausencia de base para afirmar que Pablo
    haya adoptado este nombre «tras su conversión», lo que no puede
    deducirse ni de sus cartas ni del relato de los Hechos: «Es una opinión errónea, por extendida que esté, que Pablo tomó ese nombre a partir de su conversión».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 36: «…era un fenómeno ordinario…»


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 548: «…forma griega del conocido cognomen o nombre de familia romano Paulus, usado por la gran gens Emilia».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 552: «Marco Antonio concedió a la ciudad la libertad, la inmunidad y el derecho de ciudadanía; Augusto confirmó estos privilegios. La condición de civis romanus que ostentaba Pablo se debía indudablemente al estatuto de ciudad libre que poseía Tarso».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 559: «… la ciudadanía romana pudo haber llegado a Pablo a través de
    su familia, más bien que por su estatus de judío de Tarso».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, pp. 548-549: «…nada tiene que ver con la estatura o modestia de Pablo de Tarso».


  • Agamben, Giorgio (2006). El tiempo que resta: un comentario a la Carta a los romanos. Madrid: Editorial Trotta. pp. 20-22. ISBN 978-84-8164-834-8.


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo,
    p. 549: «Lo poco que sabemos acerca del Apóstol ha llegado hasta
    nosotros a través de dos fuentes: (1) sus cartas, principalmente Gal
    1:15-23; 2:1-14; Flp 3:5-6; 4:16; 1 Cor 7:7; 16:5-8; 2 Cor 2:1.9-13;
    11:32-33; 12:2-4.14.21; 13:1.10; Rom 11:1; 15:22-28. Los detalles de las
    Pastorales sólo pueden utilizarse en el supuesto de que estas cartas
    sean auténticas composiciones paulinas; y (2) Hechos de los Apóstoles 7:58; 8:1-3; 9:1-30; 11:25-30; 12:25; 13:1-28:31».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    pp. 557-558: «Hay dos fuentes para conocer su vida: detalles
    biográficos en sus propias cartas y relatos de su trayectoria vital en
    los Hechos (de los Apóstoles) (a partir de 7:58). Hay tres opiniones sobre cómo relacionar entre sí estas fuentes. a) Confianza virtualmente completa en los Hechos. Las "vidas" tradicionales de Pablo están afectadas fuertemente por los Hechos; acomodan y adaptan al marco de esta obra la información tomada de las cartas paulinas. b) Gran desconfianza de los Hechos (de los Apóstoles).
    A modo de reacción y como parte de una postura escéptica sobre el valor
    de esta obra, se cuestiona todo lo que ella dice sobre Pablo.[…] c) Una
    postura intermedia utiliza las cartas de Pablo como fuente principal y
    las suplementa cautelosamente por medio de los Hechos (de los Apóstoles),
    sin apresurar a declarar como contradicciones las diferencias
    aparentes. […] existen sencillamente demasiadas correspondencias entre
    los Hechos y las noticias autobiográficas en las epístolas paulinas como para despachar sin más la información de aquéllos».


  • Aland, Kurt; Aland, Barbara (1995). The
    Text of the New Testament: An Introduction to the Critical Editions and
    to the Theory and Practice of Modern Textual Criticism
    . Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company. p. 98. ISBN 978-0-8028-4098-1.


  • Penna (2000). Pablo, p. 1802: «[…] los Hechos […] pasan por alto el punto fuerte de la justificación por la fe sin las obras de la Ley».


  • Fernández, Víctor Manuel (2009). Pablo apasionado. De Tarso hasta su plenitud. Buenos Aires: Ediciones Paulinas. pp. 77-78. ISBN 978-950-861-485-8.


  • Crossan, John Dominique; Reed, Jonathan L. (2006). En
    busca de Pablo. El imperio de Roma y el Reino de Dios frente a frente
    en una nueva visión de las palabras y el mundo del apóstol de Jesús
    . 557 páginas. Editorial Verbo Divino. ISBN 84-8169-697-8.


  • Penna (2000). Pablo,
    pp. 1801-1802: «Hoy se les niega en general su paternidad directa,
    atribuyéndolas a varias figuras de discípulos póstumos por motivos tanto
    estilísticos (diferencias de léxico y de sintaxis) como teológicos
    (diversificación sobre algunos puntos de pensamiento especialmente
    cristológico y eclesiológico), de encuadre histórico (dificultad para
    situarlas en una sucesión creíble de los acontecimientos biográficos);
    esto vale sobre todo para las denominadas «pastorales» (Primera y Segunda epístola a Timoteo y epístola a Tito)».


  • Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén, pp. 1597-1608.


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 49: «…se consideraba a uno viejo cuando tenía alrededor de cincuenta años».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 28: «…a comienzos del siglo I».


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 48: «…en torno al 10 d. C».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 11: «…finales del siglo I a. C. y comienzos del siglo I d. C».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 551: «…su nacimiento no pudo ocurrir después del año 10 d. C».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 33: «… esa información… sin duda digna de crédito…»


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 54: «Estos datos parecen fiables…»


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 35: «No parece que se deba sospechar de la fiabilidad histórica de esa noticia…»


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 35: «…su lengua materna es el griego…»


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 52: «…el griego no fue para él una lengua extranjera…»


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 52.


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 35.


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 35: «…no parece tratarse de una tradición antigua y fidedigna…»


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 33: «…una floreciente ciudad helenística…»


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 33: «…es la capital…»


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 35: «…desde el año 64 a. C».


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 54: «…Cidno…»


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 35: «…por ella pasaba la vía principal que unía a Siria con Anatolia…»


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 54: «Era uno de los lugares conocidos por su educación estoica».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 35: «…floreciente escuela estoica…»


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 570: «Estrabón (Geografía,XIV,673) habla de sus escuelas, que superaban a las de Atenas y Alejandría.
    Sus estudiantes eran los mismos cilicianos, no extranjeros, como
    ocurría en Atenas y Alejandría; ello es índice del nivel cultural de la
    población nativa. El político y filósofo estoico Atenodoro Cananita, famoso como consejero y maestro del emperador Augusto,
    se retiró a Tarso el año 15 antes de Cristo. Allí se le encomendó la
    tarea de revisar las instituciones democráticas y cívicas. Hubo otros
    filósofos, tanto estoicos como epicúreos, que se establecieron en Tarso y
    allí impartieron sus enseñanzas. Romanos famosos visitaron la ciudad: Cicerón, Julio César, Augusto. Fue allí donde Marco Antonio dispensó un recibimiento regio a Cleopatra
    cuando ésta desembarcó. Tal era la ciudad en que nació Pablo y en que
    probablemente recibió parte de su primera educación; de ahí que dijera
    con orgullo que era "ciudadano de una ciudad nada desconocida" (Hechos 21:39)».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 551: «Desde su nacimiento disfrutó de la condición de ciudadano romano».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 36: «Su posición como ciudadano romano jugó repetidamente un papel importante…»


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 54: «…no consta pues con plena certeza, pero es probable…»


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 32: «…se trata de una noticia claramente sospechosa…»


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 33: «…cuya aplicación a ciudadanos estaba prohibida legalmente…»


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 36: «…su nombre bien romano…»


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 54.


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 54: «…la antigüedad ofrece casos de judíos a los que la ciudadanía romana no libró de la crucifixión y la flagelación».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 33: «En alguna ocasión se aplicó a ciudadanos romanos este tipo de castigos…»


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos,
    p. 54: «El caso era distinto cuando se trataba de personas significadas
    o agitadores antiromanos… que eran trasladadas a Roma aunque no
    poseyeran la ciudadanía romana…»


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 33: «…en procesos de pena capital ese recurso no era exclusivo de ciudadanos romanos».


  • Van Minnen, Peter (abril de 1995). «Paul the Roman Citizen». Journal for the Study of the New Testament 17 (56): 43-52. doi:10.1177/0142064X9501705603.


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 553: «…se refiere a Gamaliel I el Viejo, cuyo apogeo en Jerusalén se sitúa en los años 20-50».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 559: «La mayoría, probablemente, de los estudiosos mantiene que
    Pablo fue criado y educado en Tarso. Escribía un buen griego y dominaba
    las técnicas básicas de la retórica helenística, citaba las Escrituras
    en griego y conocía los libros deuterocanónicos compuestos o conservados
    en esta lengua. Tarso tenía excelentes escuelas y una reputación de
    ciudad culta; aunque estas instituciones fueran paganas, los jóvenes
    judíos pudieran tener acceso a una formación esencial en escritura,
    retórica y dialéctica, para permitirles actuar competitivamente».


  • Penna (2000). Pablo, p. 1803: «En Tarso Pablo pasa su infancia, tal vez hasta los 13 años ([…] cuando según la Misná
    al niño hebreo se le consideraba "maduro para los preceptos"),
    frecuentando allí una escuela elemental si bien en ámbito judío, donde
    aprendió el griego y sobre todo la Biblia en lengua griega, con la que
    se mostrará familiarizado».


  • Penna (2000). Pablo, p. 1803: «Habiéndose trasladado de adolescente a Jerusalén (donde tenía lazos de parentesco; cf. Hechos 23:16)…»


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 563.


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 36-37: «Esa noticia se hace sospechosa […] en contra de esa noticia está, en primer lugar, el dato de Gálatas
    1:17 ("me fui a Arabia, de donde volví de nuevo a Damasco"), que supone
    una estancia permanente de Pablo en Damasco al encontrarse por primera
    vez con el movimiento cristiano. Y también está en contra de esa noticia
    la declaración expresa de Gálatas 1:22-23, que afirma un
    desconocimiento de Pablo por parte de "las comunidades de Judea", entre
    las cuales se cuenta la comunidad central de Jerusalén».


  • Penna (2000). Pablo, p. 1803: «[…] a los pies de Gamaliel el Viejo, de quien la Mishná hablará en términos encomiásticos, señalando que "con su muerte cesó el honor de la Ley y desaparecieron la pureza y la abstinencia" (Sotah 9,15)».


  • Du Toit, Andrie B. (2000). «A Tale of Two Cities: 'Tarsus or Jerusalem' Revisited». New Testament Studies 46 (3): 375-402. ISSN 0028-6885.


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 548: «Según J. Jeremías (Zeitschrift für die Neutestamentliche Wissenschaft 25 [1926], 310-12; Zeitschrift für die Neutestamentliche Wissenschaft 28 [1929], 321-23), cuando Pablo se convirtió no era simplemente un discípulo rabínico (talmid hákam),
    sino un maestro reconocido, con capacidad para formular decisiones
    legales. Es la categoría que se le presupone por el papel que
    desempeñaba cuando marchó a Damasco (Hechos 9:1-2; Hechos 22:5; Hechos 26:12); semejante autoridad sólo podía conferirse a una persona cualificada».


  • Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén, p. 1683: «Al concluir la carta (en Filipenses
    3:1), Pablo inicia un nuevo tema. Este nuevo comienzo hace pensar a
    algunos que el pasaje 3:1 — 4:1 había sido anteriormente un escrito
    independiente».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 38: «Esta glosa, que forma parte de la amplia añadidura de Filipenses
    3,1b — 4,1 refleja también una situación posterior al año 70 d. C., en
    la que el cristianismo estaba ya radicalmente separado del judaísmo, y
    el «fariseo» era el representante del judío estricto, "celoso" (Filipenses 3:6)».


  • En el año 70, en el transcurso del conflicto que enfrentó a judíos y romanos, el futuro emperador Tito destruyó el templo de Jerusalén (Crossan, John (2007). El Jesús de la historia: Vida de un campesino judío. Barcelona: Editorial Crítica. ISBN 84-8432-885-6.
    página 49). Esta desgracia marcó la literatura judía y cristiana
    posterior, a punto tal que se puede inferir si un escrito es anterior o
    no al año 70 en función de que presuma conocimiento de este hecho.


  • Maccoby, Hyam (1991). Paul and Hellenism (en inglés). Londres: SCM/Trinity Press International. ISBN 0-334-02485-4.


  • Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 59: «No hay motivo alguno para dudar de su propia calificación como antiguo fariseo…»


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 42: «Al decidirse por la corriente farisaica…»


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 30: «[…] nada dice en esos textos de las razones de esa su soltería:
    si era porque nunca se había casado, o porque se había divorciado, o
    porque había enviudado. No se puede descartar, en absoluto, ninguna de
    esas posibilidades».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    pp. 30-31: «[…] como no hay ninguna indicación sobre su viudez o
    divorcio, lo normal es suponer que había permanecido siempre célibe,
    aunque nada sabemos sobre las causas de esa opción de Pablo. En todo
    caso, las razones para no casarse debieron de ser muy variadas en el
    mundo de entonces, como lo son en el de ahora. No hay que suponer, por
    tanto, que Pablo tuviera unas especiales razones religiosas o
    filosóficas, como era el caso, probablemente, de los miembros de la
    comunidad de Qumrán y de algunos maestros judíos, para dedicarse al estudio de la Torah, o como sucedía con algunos filósofos helenistas, especialmente los cínicos itinerantes».


  • Penna (2000). Pablo, p. 1803: «[…] con toda verosimilitud contrajo matrimonio […]»


  • Jeremias, Joachim (1926). «War Paulus Witwer?». Zeitschrift für die Neutestamentliche Wissenschaft und die Kunde der älteren Kirche (en alemán) 25 (2): 310-312. ISSN 0044-2615.


  • Légasse, Simon (1991). Paul apôtre: essai de biographie critique (en francés). Quebec: La Corporation des Éditions Fides. pp. 45-46. ISBN 2-7621-1512-4. Edición en español. (2005) Pablo apóstol: ensayo de biografía crítica. España: Desclée de Brouwer. ISBN 84-330-2030-7.


  • Penna (2000). Pablo,
    p. 1803: «[…] R. Eliezer, Jeb. 63b: «Quien no se ocupa de la
    procreación es como quien derrama la sangre»; la única excepción al
    respecto, representada por R. Ben Azzaj hacia finales del siglo I es
    tachada de infidelidad por la tradición posterior. […].


  • Fascher, E. (1929). «Zur Witwerschaft des Paulus und der Auslegung von I Cor 7». Zeitschrift für die Neutestamentliche Wissenschaft und die Kunde der älteren Kirche (en alemán) 28 (1): 62-69. ISSN 0044-2615.


  • Penna (2000). Pablo, p. 1803: «[…] Más tarde (Pablo) pudo haberse quedado viudo o bien ser abandonado por la mujer (cf. El llamado privilegio paulino en 1Corintios 7:12-16. Lo cierto es que está sin compañía cuando escribe la Primera carta a los corintios hacia la mitad de la década del año 50.


  • Fabris, Rinaldo (2006). Para leer a San Pablo. Bogotá: San Pablo. pp. 33-34. ISBN 958-607-820-5.


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, pp. 553-554: «…¿conoció a Jesús? En sus cartas no hay indicio alguno de que así fuera. Tampoco 2 Corintios
    5:16 implica necesariamente que ocurriera tal cosa: «Aunque en otro
    tiempo contemplamos a Cristo desde un punto de vista humano, ya no le
    miramos así». Ello se refiere con toda probabilidad a la actitud de
    Pablo para con Jesús, cuando perseguía a la Iglesia; indudablemente
    sabía cuánto Jesús significaba y cuáles eran las pretensiones de sus
    discípulos. De otro modo resultaría dificilísimo explicar su ardiente
    persecución de este nuevo "Camino"».


  • Penna (2000). Pablo,
    pp. 1803-1804: «No tenemos el menor indicio de contacto alguno con
    Jesús de Nazaret, crucificado probablemente en el año 30, aunque es
    verosímil que Pablo estuviese en Jerusalén por la pascua de aquel año
    (cf. Deuteronomio 16:16). Pero una sana exégesis de 2Corintios 5:16 no permite una conclusión de este género».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 562: «Las cartas no sugieren que Pablo hubiera visto a Jesús durante
    su vida pública o en la crucifixión, con lo cual arrojan dudas
    implícitas sobre una continua presencia del Apóstol en Jerusalén en los
    años 26-30/33».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    pp. 562-563: «…da pie a la posibilidad de que a comienzos de los años
    30 (antes de la muerte de Esteban), Pablo, quien tenía entonces unos 20
    años y quien había recibido ya una sólida educación judía en Tarso,
    viajara a Jerusalén para estudiar la Ley…»


  • Penna (2000). Pablo, p. 1804: «Su primer contacto seguro con el naciente cristianismo…»


  • La
    cronología paulina más tradicional ubica la lapidación de Esteban y la
    siguiente «conversión» de Pablo a Cristo hacia el año 36. Así, Joseph A. Fitzmyer
    (1972) señala: «Este martirio y la subsiguiente persecución de la
    Iglesia encaja bien en el cambio de prefectos que se produjo el año 36»
    (p. 554). Por su parte, la Escuela bíblica de Jerusalén (1976) ubica la
    muerte de Esteban hacia el año 34 (p. 1804). Brown (2002) resume que la
    postura revisionista la ubica entre 30 y 34 (p. 566).


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 33: «Fue más bien el autor de esa obra (Hechos)
    quien introdujo en el relato tradicional la figura de Pablo, pero sólo
    como simple testigo del acontecimiento, ya que, curiosamente, se trata
    de una simple figura estática, que aprueba pero no actúa directamente (Hechos 7,58b; 8,1a)».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 47-48: «También habla inequívocamente contra la descripción lucana la información de Gálatas
    1:22, en la cual el apóstol afirma que era un desconocido para las
    comunidades de Judea —por consiguiente, ante todo para la de Jerusalén—;
    sólo más tarde, cuando el rival de otro tiempo se convirtió en el
    triunfante misionero de Siria y Cilicia, comenzó él a ser noticia. Esto
    en un hombre que, ya en Jerusalén durante la persecución de los
    cristianos, ha de haber desempeñado el papel decisivo que Lucas le
    atribuye (Hechos 22:4 ss.), resulta absolutamente inimaginable.
    Por esto es tan difícil suponer que Pablo estuvo ya presente en la
    lapidación de Esteban (Hechos 7:58; 8:1); todo hace pensar que esta noticia está manipulada por Lucas».


  • Hengel, Martin; Deines, Roland (1992). Il Paolo precristiano (Studi Biblici 100). 204 páginas. Brescia: Paideia Editrice. Este libro ha recibido varias recensiones positivas, recopiladas por Robert North (1996), Elenchus of Biblica 1993, Roma: Editrice Pontificio Istituto Biblico, p. 396. Según Antonio Piñero, es el «único libro que conozco que trata con solvencia este tema (Pablo precristiano)».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 42-43: «No se trató, pues, de la persecución de los grupos cristianos en Jerusalén y Judea, como afirma el libro de los Hechos
    (7:58; 8:1-3; 9:1-2.13-14.21; 22:4-5; 26:9-12). Parece que ese dato no
    se debe a la realidad histórica, sino a la típica imagen monolítica
    sobre los orígenes cristianos que presenta Hechos. […] El
    conflicto tuvo, más bien, un carácter local, y las partes implicadas
    fueron la colonia judía de Damasco y el grupo cristiano surgido en la
    ciudad».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 48: «Discutible resulta también la visión que nos ofrecen los Hechos
    del proceder de Pablo en Damasco. Que él, investido de plenos poderes
    por el sumo sacerdote, fuese allá para detener a los cristianos y
    llevarles a rastras a comparecer ante el tribunal de Jerusalén, es
    insostenible, por la sencilla razón de que el sanedrín, o tribunal
    supremo, jamás poseyó, bajo la administración romana, semejante
    jurisdicción, que iba mucho más allá de las fronteras de Judea. Por esto
    tenemos que admitir que el fariseo Pablo actuaba dentro de los márgenes
    del poder coercitivo interno concedido a las comunidades sinagogales
    (flagelación, destierro, excomunión)».


  • Barbaglio (2009). Jesús de Nazaret y Pablo de Tarso,
    p. 103: «La persecución debía consistir en las penas corporales
    previstas en el código de las sinagogas para los transgresores, las
    mismas que Pablo sufrirá como apóstol: "Cinco veces he recibido de los
    judíos los cuarenta latigazos menos uno" (2 Corintios 11:24)».


  • Sanders, Ed Parish (1991). Paul. EE. UU.: Oxford Paperbacks. p. 6. ISBN 0-19-287679-1.


  • Theissen (2002). La religión de los primeros cristianos,
    p. 259: «(Pablo) era consciente de que su judaísmo no era típico del
    judaísmo en general. Pablo recuerda que había aventajado a todos los
    contemporáneos en el celo por el judaísmo (Gálatas 1:14)».


  • Cabodevilla, José María (1986). Juego de la oca o guía de los caminantes. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. p. 13. ISBN 84-220-1266-9.


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 564: «Aunque utilizo el término convencional de "conversión", no
    deseo sugerir que la llegada a la fe en Jesús por parte de Pablo
    significara el comienzo de una vida "honesta" (Filipenses 3:6,
    previamente había sido "irreprensible" en su observancia de la Ley) o
    que se convirtiera desde el judaísmo a una nueva religión. De hecho, el
    Apóstol nunca habla de conversión, sino de llamada o misión. Sin
    embargo, Pablo experimentó un cambio o mutación de valores cuando
    reconsideró la importancia de la Ley de Moisés a la luz de lo que Dios
    había hecho en Jesús (Cf. Craffert, P.F. (1989). Paul's Damascus
    experience as reflected in Galatians 1: Call or conversion? Scriptura 29:36-47)».


  • Piñero, A. (2006). Guía para entender el Nuevo Testamento. Madrid: Editorial Trotta. p. 242. ISBN 84-8164-832-9.


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 564: «Es un problema notorio que esos tres relatos no están de acuerdo en los detalles…»


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo,
    p. 554: «…el mensaje esencial transmitido a Pablo es el mismo. Los tres
    relatos están de acuerdo en este punto… Las variantes pueden ser
    debidas a las diferentes fuentes de información utilizadas por Lucas».


  • Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén, p. 1563. «[…] este acontecimiento capital para la historia de la Iglesia […]»


  • Stern A. (1957). «Zum Problem Der Epilepsie Des Paulus». Psychiatria et neurologia (Basel) 133: 276-284.


  • Selby, D.J. (1962). Toward the Understanding of St. Paul. Englewood Cliffs, Nueva Jersey: Prentice-Hall, Inc. pp. 145-148.


  • Landsborough, D. (1987). «St Paul and temporal lobe epilepsy». Journal of Neurology, Neurosurgery, and Psychiatry 50: 659-664. Consultado el 14 de febrero de 2014.


  • Manchester, Paul T.; Manchester Jr., P. Thomas (1972). «The Blindness of Saint Paul». Archives of Ophthalmology 88 (3): 316-321. doi:10.1001/archopht.1972.01000030318019.


  • Bullock, J. D. (1978). «The blindness of St. Paul». Ophthalmology 85 (10): 1044-1053. Consultado el 14 de febrero de 2014.


  • Murphy-O'Connor, J. (1993). «Paul in Arabia». The Catholic Biblical quarterly (en francés) 55 (4): 732-737. ISSN 0008-7912. Consultado el 1 de octubre de 2012.


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 565: «El emperador Calígula (37-41) concedió el dominio sobre
    Damasco a este rey nabateo; por ello muchos sitúan la conversión de
    Pablo hacia el 36 y su huida de aquella ciudad y llegada a Jerusalén en
    el 39».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 565: «[…] se ha sugerido que fue en este período cuando recibió toda, o parte de, esta tradición».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo,
    p. 556: «El episodio debe asociarse con el hambre que afectó
    extensamente al Mediterráneo oriental durante el reinado del emperador Claudio y a Palestina especialmente hacia el año 46».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, pp. 568-569: «Una de las principales objeciones a las que ha de hacer frente el uso de los Hechos (de los Apóstoles)
    como guía de la vida de Pablo es que en sus cartas el Apóstol no
    muestra conciencia alguna de haber realizado tres viajes misioneros. Se
    ha argumentado mordazmente que si alguien hubiera preguntado al Pablo de
    las cartas "¿En qué viaje estás ahora?", no habría sabido de qué se le
    estaba hablando. Mas, hasta cierto punto, lo mismo puede decirse del
    Pablo de los Hechos, los cuales nunca mencionan explícitamente tres viajes misioneros. Ciertamente los Hechos
    señalan que Pablo estuvo en Corinto durante año y medio y tres en
    Éfeso, por lo que no viajaba en el sentido ordinario del término. Los
    tres viajes son solo una clasificación conveniente propuesta por los
    estudiosos de los Hechos, y nosotros la utilizaremos en ese sentido
    ».


  • Murphy-O’Connor, Jerome (1985). «On the road and on the sea with Paul». Bible Review 1 (2): 38-47.


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    pp. 588-589: «Se ha afirmado a menudo que la famosa red romana de
    carreteras facilitó la expansión del cristianismo, y las películas de
    romanos nos pintan a las cuadrigas deslizándose a lo largo de esas vías
    pavimentadas con duras losas. Sin duda alguna Pablo aprovechó tales
    caminos cuando pudo pero en muchas regiones no pudo gozar de tal lujo.
    El Apóstol, además, fue un artesano itinerante que hubo de luchar para
    conseguir dinero para alimentarse. Un vehículo con ruedas habría estado
    fuera de sus posibilidades. Viajar a caballo era dificultoso, puesto que
    no se utilizaban estos animales para largas distancias y se necesitaba
    estar ducho en equitación (dada la ausencia de sillas y arreos tal como
    hoy los conocemos). Pablo probablemente no tuvo posibilidades o deseos
    de gastar dinero en un asno que transportara su equipaje, puesto que los
    soldados se sentían inclinados a requisar tales animales de los
    viandantes que no podían ofrecer resistencia. De este modo podemos
    imaginarnos a Pablo marchando a lo largo de los caminos acarreando sus
    limitadas posesiones en un saco, cubriendo cada día un máximo de treinta
    kilómetros».


  • Holzner, Josef (1989). San Pablo: heraldo de Cristo. 560 páginas. Barcelona: Herder. ISBN 978-84-254-0047-6.


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 589: «La mofa y el desprecio de esos gentiles tan cultos por ese
    balbuceante y andrajoso vendedor de ideas tal como nos lo pintan Hechos 17:18 suena a verdadero. Además, los relatos de los Hechos
    que nos cuentan cómo era arrastrado ante los magistrados y arrojado a
    prisión proyectan luz sobre los que Pablo llama "peligros por parte de
    los gentiles"».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 590: «[…] todo ello recibe confirmación de las cinco veces en las
    que fue sancionado por los "judíos" con treinta y nueve latigazos,
    castigo propio de la disciplina sinagogal».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 590: «[…] dedica gran parte de su Carta a los gálatas
    a contrarrestar la labor de […] falsos hermanos, porque minaban su
    trabajo intentando predicar otro evangelio. La correspondencia con los
    corintios también muestra vívidamente su angustia por las iglesias».


  • Deissmann, Gustav Adolf (1926) [1912]. Paul: A Study in Social and Religious History (2ª edición). Londres: Hodder and Stoughton.
    Uno de los aportes originales de Deissmann en su análisis del «Pablo
    histórico» realizado a principios del siglo XX, que contrastó con muchas
    posiciones académicas del siglo XIX centradas en la «teología paulina»,
    radicó en su indicación de que el legado de Pablo no fue una teología
    sistemática escrita, sino una «experiencia personal» de Cristo
    resucitado, que «compartió con entusiasmo» tanto con judíos como con
    gentiles «en todo el mundo mediterráneo».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo,
    p. 557: «El hecho de que en la primera parte del relato se anteponga el
    nombre de Bernabé parece indicar que éste era el jefe efectivo en un
    principio».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 569: «En Gálatas 2:1-3 recuerda que estuvo predicando a los gentiles antes del concilio de Jerusalén en el (año) 49 […] y en 2Corintios 11:25 menciona que fue lapidado (mientras estaba en Listra, según Hechos 14:19 […]»


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, pp. 557-558: «[…] muy probablemente conversos con un trasfondo fariseo […]»


  • Theissen (2002). La religión de los primeros cristianos,
    p. 201: «Judíos circuncisos y paganos incircuncisos vivían juntos y con
    igualdad de derechos en las comunidades recién fundadas. Los que
    renunciaban a la circuncisión lo hacían por convicción interna. La
    circuncisión era considerada como señal de separación entre judíos y
    paganos».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 558: «En Gálatas 2:2 (Pablo) afirma que (la visita a Jerusalén) fue motivada por una "revelación", detalle que no se menciona en Hechos 15:2».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 566: «Cronología paulina: Concilio de Jerusalén. Tradicional: año 49. Revisionista: 47/51».


  • Theissen (2002). La religión de los primeros cristianos,
    p. 262: «[…] argumento para advertir contra el peligro de adoptar la
    circuncisión […] Confluían así una crisis —presente— en las comunidades y
    otra crisis personal —de un pasado ya remoto— de Pablo. La una venía a
    interpretar la otra».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 569: «Aunque hay diferencias entre los dos relatos, ambos están de acuerdo en que en esa reunión estuvieron Pablo, Santiago (el hermano del Señor) y Pedro (Cefas), y en que había un grupo opuesto a Pablo que insistía en que los paganos recibieran la circuncisión».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 558: «Salió triunfante la postura de Pablo; los "principales" no añadieron nada a su evangelio (Gálatas 2:6)».


  • Theissen (2002). La religión de los primeros cristianos, p. 199: «El comienzo del proceso hacia la autonomía de la religión cristiana primitiva: el concilio de los apóstoles y Pablo».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 558: «De Gálatas 2:1-10 se saca la conclusión de que la única cuestión planteada y resuelta allí fue la referente a la circuncisión».


  • Penna (2000). Pablo, p. 1805: «Lucas (en los Hechos de los Apóstoles)
    añade la solicitud de cuatro cláusulas levíticas, a las que los paganos
    convertidos deberían atenerse aun renunciando a la cincuncisión (a
    saber: abstenerse a las carnes inmoladas a los dioses, de la sangre, de
    los animales ahogados y de los matrimonios prohibidos por la ley
    levítica) pero Pablo en sus cartas no demuestra conocer estas
    disposiciones».


  • Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén, pp. 1602-1603: «La Ley de Moisés, buena y santa en sí (Romanos 7:12),
    hizo que el hombre conociera la voluntad de Dios, pero sin comunicarle
    la fuerza interior para cumplirla; por lo mismo, no consiguió más que
    hacerle consciente de su pecado y de la necesidad que tiene de la ayuda
    de Dios (Gálatas 3:19-22; Romanos 3:20). Pues bien, esa ayuda de pura gracia […] acaba de ser concedida en Cristo».


  • Fitzmyer (1972). Las epístolas del Nuevo Testamento,
    p. 570: «[…] sin duda, cristianos de acusadas tendencias fariseas, que
    criticaron a Pedro por comer con los gentiles convertidos. Pedro cedió
    ante sus críticas y se apartó de los gentiles. Su gesto hizo que otros
    muchos judeo-cristianos, incluso Bernabé, lo imitaran».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    pp. 84-85: «[…] en aquella ocasión estaba en juego nada más y nada
    menos que el mensaje de Cristo y la misma fe. Para él (Pablo), el
    conflicto no consistía en una insignificante divergencia de pareceres,
    en cuyo caso él debía estar dispuesto a llegar a una fórmula de
    compromiso. Más bien da a esta cuestión una importancia fundamental que
    lo abarca todo.[…] Estaba personalmente convencido de que la unidad de
    la iglesia, la superación de la ley como camino de salvación y la verdad
    del evangelio, debía ser proclamada también precisamente en la
    participación de judíos y no judíos en una comida común. La cuestión de
    procedimiento es para Pablo, en este caso, absolutarrnente
    determinante.[…] Lo que a otros podía parecer insignificante y hasta
    aceptable por amor a la unidad de la iglesia –al menos la paz con
    Jerusalén sí estaba en juego- se convirtió para él en el campo de
    batalla, en el que había que luchar por la verdad y la libertad […]»


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 558: «Pablo no afirma directamente en Gálatas que su intervención lograra el éxito, pero esto es lo que parece desprenderse del texto».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 570: «[…] (Pablo) perdió la batalla respecto a las leyes sobre la
    pureza dietética. […] eso puede explicar por qué Antioquía no tiene
    desde entonces un papel importante como base de la actividad del
    Apóstol».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 101: «Si Pablo hubiese convencido a la comunidad antioquena en su
    reacción contra Pedro en la asamblea plenaria, de seguro que lo hubiera
    dicho, ya que le habría venido muy bien para la argumentación de la
    carta.[…] Esto quiere decir que Pablo fue el perdedor en el conflicto
    antioqueno».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    pp. 89-90: «Lucas nos informa de que los viajeros pasaron primero por
    las comunidades anteriormente fundadas, en una de las cuales, la de
    Listra, ganó Pablo, como colaborador, a Timoteo, a quien a menudo cita
    en sus cartas […]»


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    pp. 90-91: «[…] no hay duda de que, tras su actuación en Galacia,
    siguió inmediatamente adelante en dirección noroeste. Filipos —con su
    nombre romano entero: Colonia Augusta Julia Philippensis— es suelo romano por título especial, ya que, en memoria de la victoriosa batalla librada por Octavio (más tarde César Augusto) y Antonio contra los asesinos de César (42 d. C.), fue convertida por los triunfadores en una ciudad de veteranos y distinguida con el ius italicum,
    o sea, con los privilegios de una ciudad romana. Aquí, en Filipos, nace
    la primera comunidad en suelo europeo, que más tarde había de seguir
    ligada al apóstol como ninguna otra (Filipenses 4:15)».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 105: «[…] lo que el equipo misional paulino hace al alcanzar Europa en Neápolis es seguir la vía Egnacia hacia occidente, es decir, en dirección a Roma.
    Sólo a raíz de la hostilidad en Tesalónica, el equipo paulino abandona
    la dirección hacia occidente por la vía Egnacia y desciende hacia el
    sur, aplazando así su ida a Roma. Es probable que precisamente a este
    tiempo se refiera la noticia de Romanos 1:13-15 y Romanos 15:22-23
    sobre el intento fallido de Pablo de llegar a Roma. Esto quiere decir
    que la intención de Pablo al salir de Antioquía para iniciar su misión
    autónoma fue llegar hasta la misma Roma, la capital del imperio. Pero
    las cosas se le fueron complicando, y ese viaje a la gran metrópoli sólo
    pudo efectuarlo mucho más tarde y de un modo muy diferente del que
    había proyectado. Con todo, el horizonte mundial que ese proyecto de
    viaje a Roma marcaba ya en el inicio de su misión autónoma lo conservó
    Pablo a lo largo de toda ella».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 91: «De Filipos arranca en dirección al occidente la famosa Vía Egnatia,
    ruta importante tanto desde el punto de vista estratégico como desde el
    económico, que enlaza el oeste del imperio con el este».


  • Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén, p. 1579: «Este decreto, conocido por Suetonio, podría datar del 49 […]».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 571: «[…] habrían de navegar con él hasta Éfeso, llegaron a ser
    amigos de por vida y colaboradores tanto en Éfeso como en Roma».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo,
    p. 551: «[…]ésa es la fecha cardinal para la cronología paulina y nos
    sirve para encajar los restantes detalles en un esquema coherente y
    satisfactorio».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 571: «[…] punto fijo de la cronología paulina […]


  • Murphy-O'Connor, Jerome. (1993). «Paul and Gallio». Journal of Biblical Literature 112 (2): 315-317. Consultado el 23 de octubre de 2012.


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 561: «La capital de Asia se convirtió en el centro de su actividad misionera durante los tres años siguientes (Hechos 20:31) […]»


  • Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén, p. 1581. «[…] la región cuyo centro es Éfeso con las siete ciudades del Apocalipsis 1:11. Pablo había confiado a Epafrás, un colosense, el cuidado de evangelizar a Colosas; Epafrás había extendido su apostolado a Laodicea y Hierápolis (Colosenses 1:7; Colosenses 4:12-13). A Pablo le seguían ayudando Timoteo y Erasto (Hechos 19:22), Gayo y Aristarco (Hechos 19:29), Tito, de quien nunca hablan los Hechos, y otros (2Corintios 12:18). Lucas atribuye a Pablo el trabajo de todo el equipo que dirigía (cf. Colosenses 4:10)».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 121: «[…] la comunidad de Éfeso se convirtió además en centro
    misional de la región de Asia Menor, al igual que en la etapa anterior
    la comunidad de Tesalónica lo había sido para la región de Macedonia, y
    la comunidad de Corinto para la región de Acaya. En definitiva, se
    trataba de un método misional heredado de la misión helenista de Damasco
    y de Antioquía, que eran centros misionales de las regiones de su
    entorno».


  • Köester, Helmut (1980). Einfuehrung in das Neue Testament [Introducción al Nuevo Testamento]. Berlín: Walter de Gruyter. p. 549.


  • Muñoz Iglesias, Salvador (1981). Por las rutas de San Pablo. Madrid: Ediciones Palabra. pp. 131-132. ISBN 84-7118-280-7.


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 121: «Esa escuela habría continuado después de la muerte de Pablo y
    habría sido la que cuidó de la conservación y el cultivo de la tradición
    de su maestro. De este modo, ella habría sido la que recopiló las
    cartas de Pablo en una colección y la que habría alargado esa colección
    con algunas glosas e incluso con nuevos escritos en forma de carta».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    pp. 122-123: «[…] La noticia sorprende a Pablo, pues no hacía mucho que
    había visitado a sus comunidades de Galacia y las había encontrado en
    buen estado (Gálatas 1:6; Gálatas 5:7).
    Ésa fue la situación de origen de la poderosa carta a las comunidades
    gálatas, que Pablo escribe con una gran tensión emocional».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 573: «Los Hechos mantienen silencio total respecto al difícil trato de Pablo con los corintios».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 140: «Quien efectuó la recopilación de la colección ecuménica de las
    cartas de Pablo, probablemente hacia finales del siglo I, introdujo
    esta primera carta a la comunidad corintia dentro del marco de la
    segunda carta, para formar la actual 1 Corintios». Algo similar habría sucedido con la tercera y cuarta cartas.


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 143: «Las secciones siguientes abordan los temas principales de la
    discusión con los misioneros opositores: la capacidad de Pablo como
    emisario (2:16b-4:6), el sentido de la debilidad de Pablo (4:7-5:10), el
    servicio de Pablo a la comunidad (5:11-6:10). El cuerpo de la carta
    termina con una exhortación conclusiva (6:11-7:4)».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 143: «[…] esa visita de Pablo a Corinto fue un fracaso, al
    encontrarse con una comunidad en abierta rebeldía contra él y que le
    acusó de fraude en la colecta, y uno de cuyos miembros llegó incluso a
    infligirle una afrenta en público».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 573: «[…] la carta de las lágrimas […]»


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 144: «A esta carta se referirá Pablo más tarde como la carta escrita
    "con mucha aflicción y angustia de corazón" y "con muchas lágrimas" (2Corintios 2:3-4; 2Corintios 7:8-12)».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 123: «Los Hechos, aquí sin duda fidedignos, señalan un lapso de tiempo de dos a tres años para su estancia en dicha ciudad (Hechos 19:8-10; 20:31)».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 123: «[…] no logran proporcionarnos una exposición coherente e
    históricamente segura […] Por más que algunas valiosas noticias pueden
    hallarse ahí metidas, y el autor de Hechos –ciertamente no sin
    fundamento– considere Éfeso como el clímax de la actividad misionera de
    Pablo, apenas pueden encontrarse en Hechos 19 materiales pertenecientes a una fuente segura […]»


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 572: «Pablo en sus cartas nunca habla de tales sucesos de Éfeso;
    ahora bien, implícitamente puede referirse al último de ellos (la
    revuelta de los plateros) en la relación de peligros de 2 Corintios 11:23-26, en la "aflicción que nos sobrevino en Asia" de 2 Corintios 1:8, o en "luché con las fieras en Éfeso" (1 Corintios 15:32; también en 2 Corintios 16:8-9: "Hay muchos adversarios")».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 572: «[…] tales alusiones a las pruebas de Pablo dejan abierta la
    posibilidad de que el Apóstol hubiera estado prisionero en Éfeso, aunque
    los Hechos no describen tal encarcelamiento. Esta cuestión es importante porque muchos sugieren que Pablo escribió en Éfeso las cartas a Filemón y a los filipenses, compuestas ambas mientras estaba prisionero».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 126: «Toda esa hostilidad desembocó en la prisión que Pablo y varios
    colaboradores suyos sufrieron en Éfeso, probablemente desde finales de
    53 hasta la primavera de 54. Por razón de su tendencia apologética, que
    trata de limar lo más posible los datos conflictivos de Pablo con las
    autoridades civiles, el libro de los Hechos no menciona esa prisión en Éfeso, pero sí parecen referirse a ella numerosos textos de las cartas (Filipenses 1:7.12-26; Filemón 1.9.10.13.23; 2 Corintios 1:8-9; Romanos 16:3-4.7). Es posible que la causa inmediata de ella fuera el incidente con Demetrio y otros orfebres narrado en Hechos 19:23-40, ya que Gayo y Aristarco, que aparecen ahí implicados como colaboradores de Pablo (Hechos 19:29), figuran también como colaboradores de Pablo e incluso como compañeros suyos de prisión en Filemón 24 y Colosenses
    4:10. […] quizá lo más significativo de ese tiempo fueron los contactos
    del equipo paulino con sus comunidades y las cartas que les enviaron.
    En esa prisión de Pablo en Éfeso, y no en las posteriores en Cesarea y
    en Roma, hay que localizar la correspondencia con la comunidad de
    Filipos, recopilada en la actual Carta a los filipenses y en la Carta a Filemón».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, pp. 135-136. «La Carta a los romanos
    como testamento de Pablo […] Como con razón ha sido frecuentemente
    subrayado, su índole peculiar se explica, y no en último lugar, por el
    hecho de que la carta se dirige a una comunidad que fue previamente
    fundada no por el mismo Pablo, sino por desconocidos, y que ni conocía a
    Pablo ni era conocida de él. La Carta a los romanos posee una
    significación particular, por cuanto es el testimonio más antiguo de la
    existencia de la comunidad romana, tan importante en la historia
    ulterior de la iglesia».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 184: «La colecta era, ante todo, una ayuda caritativa de unas
    comunidades en mejores condiciones económicas que la comunidad pobre de
    Jerusalén, cuya situación de necesidad se agudizaba periódicamente en
    los años sabáticos, cuando en Palestina no se realizaba la cosecha
    ordinaria. La colecta era, pues, una demostración efectiva de la
    comunión entre las comunidades cristianas locales […] Pero esa
    demostración de la comunión mesiánica implicaba que la comunidad de
    Jerusalén reconocía a las comunidades paulinas como parte del mismo
    pueblo mesiánico universal, lo cual incluía necesariamente el
    reconocimiento de la misión y el evangelio paulinos. […] Pero ahí
    precisamente estaba el problema, como ya lo había demostrado
    anteriormente el conflicto de Antioquía (Hechos 10). Esa cuestión
    se había vuelto aún más aguda después de la crisis gálata. ¿Aceptaría
    la comunidad de Jerusalén una colecta así, con esa intención ecuménica,
    por parte de las comunidades paulinas? Da la impresión de que Pablo no
    tenía una clara respuesta afirmativa a esa cuestión cuando escribe Romanos 15:25-32, al final de su última carta, la que dirige a la comunidad de Roma poco antes de emprender el viaje hacia Jerusalén.


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 562: «Así se hizo (la colecta) en las iglesias de Galacia, Macedonia y Acaya (1Corintios 16:1; Romanos 15:25-26). Planeó llevarla a Jerusalén y terminar al mismo tiempo su tarea de evangelización en el Mediterráneo oriental».


  • Penna (2000). Pablo, p. 1806: «[…] llega por fin a Jerusalén para llevar las colectas recogidas sobre todo en Macedonia y Acaya».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, pp. 138-139: «Por lo que se nos comunica al final de Romanos
    15, sabemos que Pablo ve con inquietud su viaje a Jerusalén. Teme ser
    perseguido por parte de los judíos; más aún: le preocupa si la primitiva
    comunidad aceptará o no su persona y lo que han recogido sus
    comunidades. Por esto pide a los cristianos de Roma que quieran luchar
    con él en la plegaria, para salir incólume del peligro que le amenaza y
    no ser rechazado de los "santos" en Jerusalén (Romanos 15:30-32).
    No es difícil imaginar en qué se basaban los temores que albergaba
    Pablo con respecto a los judíos. Desde tiempo atrás no era para ellos un
    desconocido. Se le conocía como al ex-fariseo y al fanático perseguidor
    de la joven comunidad cristiana y entre tanto habían llegado bastantes
    noticias sobre su anuncio de Cristo entre los paganos y su proclama de
    la libertad con respecto a la ley. Por esto, al menos los judíos, pero
    incluso también los judeocristianos rigoristas, le miraban como a un
    renegado y le consideraban como destructor de la ley y enemigo de Dios».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 187: «[…] acompañado de los delegados de las comunidades, Pablo
    puede llevar la colecta a Jerusalén. Pero la finalidad de ésta no parece
    que fuera la deseada por Pablo. En Jerusalén se encontró con los
    recelos de la comunidad allí existente, que le exige, como condición
    indispensable para la aceptación de la colecta, una demostración de su
    fidelidad al culto y a la ley. Pero mientras intenta cumplir la
    condición impuesta, Pablo es apresado, y no se sabe exactamente qué
    sucedió con la colecta. En todo caso, parece ser que significó un
    conflicto, y ello explicaría el extraño silencio de Hechos al respecto».


  • «El muro de separación». Consultado el 28 de enero de 2013.


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 205: «[…] en su mayor parte es construcción del autor, de acuerdo con sus intereses apologéticos […]»


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 574: «Los Hechos […] describen la azarosa travesía de Pablo (finales de 60, comienzos de 61) con elocuente estro».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 151: «[…] todos estos informes, como conjunto y en muchas de sus particularidades, no resisten la crítica histórica […]»


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 205: «[…] conserva algunas noticias tradicionales importantes […]»


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 574: «Hechos 21:15–28:31 narran la mayor parte de la última media docena de años de la vida de Pablo […]»


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 151: «[…] no obstante se apoyan indiscutiblemente en hechos históricos, al menos los más importantes».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 148: «Según el informe totalmente fidedigno de los Hechos de los Apóstoles,
    Santiago ha dado en seguida a Pablo el consejo de salir al paso de la
    desconfianza que la comunidad judeocristiana abriga contra él -lo
    considera enemigo demoledor de la ley- tomando a su cargo un acto ritual
    en el templo».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 151: «[Entre los hechos históricos] debemos contar con toda
    seguridad el traslado de Pablo a Cesarea después de ser detenido por los
    romanos, el aplazamiento de su proceso durante dos años, desde el
    gobierno de Félix hasta el de su sucesor Festo –Hechos 24:27; un dato de duración ciertamente no inventado– […]»


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 574: «Sólo la llegada de Festo, el gobernador siguiente, y las
    continuas acusaciones de los dirigentes judíos, hicieron que se viera de
    nuevo su caso (Hechos 25:1-26-32).
    En el juicio ante Festo, Pablo argumentó que no había cometido ningún
    crimen contra la ley judía o contra el César. El procurador invitó al
    rey Herodes Agripa II
    a escuchar el caso; y aunque ninguna de esas dos autoridades encontró
    culpable a Pablo, éste fue enviado como prisionero a Roma, puesto que
    había apelado al César».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 574: «Los que no atribuyen la composición de Filipenses y Filemón en la supuesta prisión en Éfeso piensan que Pablo las escribió en Cesarea o en Roma, datándolas así en una fecha posterior».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 206: «El viaje de Pablo prisionero a Roma duró mucho más de lo
    esperado, probablemente desde el otoño de 55 hasta la primavera de 56.
    Detrás del curioso relato de Hechos 27:1-28:16
    se pueden descubrir algunas noticias con visos de historicidad sobre
    algunas personas que acompañaban a Pablo, el centurión Julio y Aristarco, y sobre la ruta del viaje, que incluyó una estancia obligada de "tres meses" (Hechos 28:11) en la isla de Malta».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, p. 420: «El texto describe la llegada de Pablo […] con un portentoso sobreentendido: "Y así llegamos a Roma" (Hechos 28:14b). Ésta es la última etapa prevista por el Jesús resucitado de Hechos
    1:8: "Seréis mis testigos en Jerusalén, toda Judea y Samaría hasta los
    confines de la tierra". En esta época, a comienzos de los 60, las
    comunidades cristianas llevaban en Roma unos veinte años, pero en el
    flujo de una historia centrada en Pedro y Pablo el clímax sobreviene con
    la llegada a la capital del gran misionero. Irónicamente las
    autoridades romanas lo han enviado allí a causa de su apelación al
    Emperador, con lo que se hacen responsables de la evangelización de su
    propio Imperio».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 153: «[…] resulta comprensible el final del libro si uno se acuerda
    del objetivo de la obra histórica de Lucas expresado al principio:
    mostrar la propagación del evangelio desde Jerusalén a Judea, pasando
    por Samaria, hasta los confines de la tierra (Hechos 1:8). En este sentido, el autor de los Hechos de los Apóstoles deja que el gran misionero de los pueblos complete en Roma su ingente obra».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 206: «La prisión de Pablo en Roma duró "dos años" (Hechos 28:30), probablemente desde la primavera de 56 hasta el año 58. Según las noticias de Hechos 28:16
    […] se trató de una prisión en "custodia libre y abierta", y no en
    "cárcel" o "cadenas", ya que Pablo vivía bajo custodia, pero con cierta
    libertad y "a su propia costa", probablemente ejerciendo su oficio
    artesanal, para cubrir sus propias necesidades y pagar al soldado que lo
    vigilaba».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 154: «El verdadero final del apóstol transcurrirá de otra manera. En
    efecto, estará detenido en Roma todavía más tiempo –-el dato de los dos
    años de que nos habla Hechos 28:30 es con toda seguridad
    fidedigno– en una cautividad relativamente cómoda, pero más difícil
    respecto a las ilimitadas posibilidades de predicación aludidas por el
    informe de Lucas».


  • Penna (2000). Pablo,
    p. 1807: «Llegado finalmente a Roma, transcurrió aquí bajo custodia
    militar un bienio en una casa alquilada. Según la cronología adoptada,
    este plazo nos lleva al año 58 o bien al año 63».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 575: Brown considera este punto como una de las "cuestiones
    pendientes", y señala los principales sustentos de esta teoría. «Unos
    treinta años después de la muerte de Pablo, la Primera epístola de Clemente
    5:7 nos dice que el Apóstol "viajó hasta el extremo occidente" antes de
    dar testimonio ante las autoridades y morir. Al tratar de los Hechos el Fragmento muratoriano (¿hacia el 180?) hace referencia a noticias sobre la partida de Pablo desde Roma para España».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo, p. 554: «La tradición nos cuenta que Pablo, libre después de pasar dos años de arresto domiciliario, marchó a España. Clemente de Roma (1 Corintios, 5.7) afirma que "Pablo enseñó a todo el mundo la justicia y viajó hasta el extremo occidental (epi to terma tes dyseos elthon).
    Y después que hubo dado testimonio ante las autoridades, fue arrebatado
    de este mundo y llegó al lugar santo, habiéndose acreditado como el
    mayor modelo de perseverancia". El testimonio de Clemente (ca. 95) sugiere la visita a España, un nuevo juicio y el martirio. El Fragmento Muratoriano (líneas 38-39; EB 4; ca. 180) implica que la última parte de Hechos en que se narraba "la partida de Pablo de la Ciudad [Roma] cuando se dirigió a España" (… profectione Pauli ab Urbe ad Spaniam proficiscentis), se ha perdido. Eusebio (HE 2.22, 2) es el primero en mencionar la segunda prisión de Pablo en Roma […]».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 155: «Queda por comprobar si Pablo ha podido realmente llevar a cabo
    su plan de misionar en el extremo de occidente, en España, como supone
    la Primera carta de Clemente. Sólo se podría afirmar eso si se conjugara con los Hechos de los Apóstoles
    el hecho de que tras su primera prisión en Roma quedara de nuevo libre y
    más tarde hubiera sufrido un segundo y definitivo arresto. Pero esto es
    enteramente inverosímil, y ni siquiera se puede probar desde las cartas
    pastorales como frecuentemente se ha intentado. En realidad, la noticia
    de la Primera carta de Clemente, inspirada en Romanos 15:24s.28, se explicará pensando que Pablo efectivamente esperaba todavía (poder viajar a España)».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, pp. 206-207: «El libro de Hechos
    termina gloriosamente su relato sobre Pablo, declarando que proclamaba
    con plena libertad el evangelio en la capital del imperio (Hechos 28:31). Nada dice, en cambio, sobre el resultado
    del proceso por cuya causa fue llevado al tribunal del emperador. Pero
    ese silencio es ya en sí mismo muy elocuente. Porque, en el caso de que
    Pablo hubiera sido absuelto o puesto en libertad por no haberse
    presentado los acusadores para celebrar el juicio, según supone la
    opinión tradicional, sin duda el libro de los Hechos lo hubiera
    dicho, porque cuadraría perfectamente con su típica tendencia
    apologética. Es, más bien, por razón de su interés apologético por lo
    que el libro de los Hechos silencia expresamente la condena y la ejecución de Pablo en Roma, probablemente en el año 58. Porque, de hecho, el autor de la obra sí parece conocer esa noticia, dado que en Hechos 20:22-25, Hechos 20:37-38 y Hechos 21:10-11 se indica con toda claridad que el apresamiento de Pablo en Jerusalén iba a desencadenar su muerte violenta. El libro de los Hechos tendría, pues, una información sobre el martirio de Pablo en Roma muy semejante a la que tiene 1 Clemente
    5:5-7, un escrito de la comunidad de Roma de finales del siglo I, es
    decir, del mismo tiempo en que se escribió el libro de los Hechos».
    Vidal señala además que la reconstrucción tradicional, repetida aún
    frecuentemente, de que Pablo habría sido liberado de su prisión en Roma,
    habría realizado entonces su proyecto de ir a misionar a España, pero
    habría vuelto de nuevo a oriente, donde habría sido apresado de nuevo y
    llevado a Roma para recién entonces sufrir martirio no tiene un
    fundamento fiable.


  • El Seminari - Centre Tarraconense (3 de julio de 2013). «Congreso internacional «Los últimos años de la vida de Pablo»». Consultado el 24 de marzo de 2014.


  • Bardají, Òscar (16 de julio de 2013). «El
    Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Fructuoso organizó el
    Congreso Internacional Los últimos años de la vida de Pablo»
    . Revista Ecclesia. Consultado el 24 de marzo de 2014.


  • Puig i Tàrrech, Armand (2013). «La actividad misionera de Pablo durante su juicio romano. La hipótesis del viaje de Pablo a Hispania». En Institut Superior de Ciències Religioses San Fructuós. Congreso internacional «Los últimos años de la vida de Pablo». Tarragona, 25-29 de junio de 2013. Consultado el 24 de marzo de 2014.


  • Penna (2000). Pablo,
    p. 1807: «La muerte de Pablo acaeció seguramente en Roma bajo el
    emperador Nerón y fue violenta: un martirio, verosímilmente con la
    acusación de pertenecer a un grupo subversivo».


  • Fitzmyer (1972). Vida de San Pablo,
    p. 564: «Eusebio (HE 2.22, 2) es el primero en mencionar […] su
    martirio bajo Nerón […]. Eusebio cita más adelante a Dionisio de Corinto
    (ca. 170), quien afirmó que Pedro y Pablo "fueron martirizados al mismo tiempo" (HE 2.25, 8). Tertuliano (De praescriptione haereticorum, 36) compara la muerte de Pablo con la de Juan (el Bautista), es decir, que fue decapitado».


  • Ignacio de Antioquía. Carta a los efesios
    XII: «Vosotros sois el camino por donde pasan aquellos que son
    conducidos a la muerte para encontrar a Dios, iniciados en los misterios
    con Pablo, el santo, quien ha recibido el martirio y es digno de ser
    llamado bienaventurado».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 575: «Ni los Hechos
    ni las cartas nos hablan de la muerte de Pablo; pero existe una
    tradición fiable de que murió mártir durante el reinado de Nerón (Historia eclesiástica 25:4-8), bien en la misma época que Pedro (64) o un poco más tarde (67)».


  • Penna (2000). Pablo, p. 1807: «Según la cronología más adoptada, es perfectamente posible pensar en el 58».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 206: «[…] la ejecución de Pablo en Roma, probablemente en el año 58[…]


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 9-12: Ver cronología: «Martirio de Pablo bajo Nerón: probablemente en el año 60».


  • Eastman, David L. (2011). Paul the Martyr: The Cult of the Apostle in the Latin West (en inglés). Atlanta, Georgia: Society of Biblical Literature. ISBN 978-1-58983-515-3. Consultado el 20 de diciembre de 2012. El libro es el resultado de su tesis doctoral en la Universidad de Yale (2009), y contiene numerosas referencias de utilidad.


  • Penna (2000). Pablo, p. 1807


  • Presbítero de Roma, Caius. «Discusión contra Proclo» (en inglés). newadvent.org. Consultado el 1 de junio de 2015.


  • «Varones Ilustres, capítulo 5» (en inglés). Newadvent.org. Consultado el 31 de mayo de 2015.


  • Penna (2000). Pablo,
    p. 1808: «[…] en la hacienda de una cierta Lucina, donde hoy se levanta
    la basílica de San Pablo Extramuros. Durante las persecuciones del
    emperador Valeriano, el 29 de junio de 258 el cuerpo fue trasladado con el de Pedro a las catacumbas de San Sebastián en la vía Apia, para mayor seguridad. En el siglo IV, el papa Silvestre I
    mandó devolver el cuerpo a la sepultura originaria y Constantino hizo
    erigir allí una primera Iglesia, transformada a finales del mismo siglo
    en basílica. Devastada por un violento incendio en 1823, fue
    reconstruida tal como la contemplamos hoy».


  • ABC Digital (28 de junio de 2009). «Tumba de San Pablo contendría restos del apóstol, según el Papa». Consultado el 20 de diciembre de 1012.


  • The Guardian News and Media Limited (29 de junio de 2009). «Pope: Scientific analysis done on St. Paul's bones» (en inglés). Consultado el 20 de diciembre de 2012.


  • Rice, Patricia C. (2009). «Paleoanthropology 2009 – Part 2». General Anthropology 16
    (2): 12-16. «Yendo más allá de lo que los arqueólogos del Vaticano
    habían encontrado, el Papa ha "confirmado" recientemente que los huesos
    (contenidos) en un sarcófafo de mármol ubicado debajo de la Basílica de
    San Pablo Extramuros serían en verdad del Apóstol Pablo».


  • Wilson, A.N. (5 de julio de 2009). «Have we found the body of St Paul?». Reino Unido: Daily Mail. Consultado el 21 de diciembre de 2012.
    «¿Por qué está (el Papa) tan convencido? A pesar de que los expertos en
    datación por radiocarbono no conocían nada de sus orígenes, los
    fragmentos óseos se obtuvieron después de que se insertó una diminuta
    sonda en la tumba ubicada en una cripta por debajo de la basílica de San
    Pablo Extramuros –una iglesia de la que se sostuvo largamente haber
    sido construida donde Pablo había sido enterrado. Hace solo tres años
    que la tumba en sí fue descubierta por arqueólogos del Vaticano. El
    hecho de que está posicionada exactamente debajo del epígrafe Paulo Apostolo Mart (Pablo Apóstol y Mártir) en la base del altar los convenció de que la tumba sería de Pablo».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso
    «Ya en el cristianismo primitivo era Pablo una figura discutida, tan
    venerada y querida como temida y odiada. El prestigio de que goza en la
    Iglesia no debe inducirnos a error. […]» (p. 29). «La valoración de
    Pablo y de su mensaje, ciertamente, es una cuestión antiquísima. Como
    hemos visto, ya en vida suya pasó Pablo por apóstol ilegítimo y
    falsificador del mensaje cristiano, según sus adversarios. También en la
    historia ulterior de la primitiva iglesia los juicios sobre Pablo están
    extraordinariamente divididos». (p. 292).


  • Penna (2000). Pablo,
    p. 1807: «[…] cf. 1Clemente 5:6, según el cual Pablo fue entregado “por
    celos y envidias”, tal vez por los judeo-cristianos de la capital».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 292: «[…] desde finales del siglo primero no faltan autores
    eclesiásticos que admiran a Pablo y citan sus cartas (primera carta de
    Clemente, Ignacio de Antioquía, Policarpo)».


  • Ruiz Bueno, Daniel (1974). Padres Apostólicos. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. pp. 661-671. ISBN 84-220-0151-9.


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 292:«Durante mucho tiempo, el judeocristianismo lo ha rechazado
    totalmente, como rival de Pedro y de Santiago, el hermano del Señor; en
    estos círculos no se tuvo siquiera reparo de compararlo a Simón el Mago, cabecilla de todas las herejías (cartas pseudoclementinas)».


  • Ireneo de Lyon. Adversus haereses Libro III,3,2.
    «Ya que sería largo enumerar las sucesiones de todas las Iglesias,
    tomaremos la Iglesia grandísima y antiquísima y de todos conocida, la
    Iglesia fundada y establecida en Roma por los dos gloriosísimos
    apóstoles Pedro y Pablo».


  • Rossano, Pietro; Ravasi, Gianfranco; Girlanda, Antonio (2001). Nuevo diccionario de teología bíblica. Madrid: San Pablo. p. 1370. ISBN 978-84-285-1357-9.


  • Moriones, Francisco (2004). Teología de San Agustín. 744 páginas. Madrid: Biblioteca Autores Cristianos. ISBN 978-84-791-4756-3.


  • Penna (2000). Pablo, p. 1801


  • Nietzsche, Friedrich (2008). El Anticristo: Maldición contra el cristianismo. Estudio preliminar por Leandro Prinkler (1ª edición). Buenos Aires: Biblos. p. 16. ISBN 978-950-786-675-3.


  • Nietzsche, Friedrich (1980). «42». El Anticristo, maldición sobre el cristianismo. Madrid: Alianza Editorial (traducción de Andrés Sánchez Pascual). p. 73. ISBN 84-206-1507-2.


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 293.


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 29: «[…] no hay que olvidar que la llamada teología dialéctica, sin
    la cual la lucha contra el nacionalsocialismo sin espíritu y sin fe
    hubiera resultado inconcebible, se inició con la reinterpretación, llena
    de fuerza y vehemencia, que de la carta a los romanos hizo Karl Barth».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 578: «El hincapié de Pablo en sus diferencias con Cefas (Pedro) y con los hombres de Santiago en Gálatas 2:11-14 y su crítica a los superapóstoles en 2Corintios 11:5
    han generado la figura de un Pablo solitario. A lo largo de la historia
    cristiana el estudio del Apóstol ha impulsado a importantes teólogos a
    desafiar radicalmente el pensamiento dominante o popular (Marción, Agustín [contra Pelagio], Martín Lutero, K. Barth)
    y han retroproyectado este desafío a la figura de Pablo. Ahora bien,
    existe el peligro de anacronismo en tal retroproyección; por ejemplo,
    como ha señalado K. Stendhal, la lucha personal de Lutero con la culpa y
    el pecado no puede ser utilizada para interpretar las ideas de Pablo en
    su pasado precristiano (The Apostle Paul and the Introspective Conscience of the West (1963). The Harvard Theological Review 56 (3): 199-215)».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, pp. 578-579: «Gálatas 2:9 presenta a Santiago, Cefas (Pedro) y Juan dando su mano derecha al Apóstol en señal de comunión, y en 1Corintios 15:3-11
    vemos que Pablo se une a Cefas, los Doce, Santiago y a todos los
    apóstoles en una predicación y fe comunes. Podemos preguntarnos, pues,
    si la percepción de una cierta armonía entre Pedro y Pablo (Hechos, Primera epístola de Clemente 5:2-5) y si la benevolente expresión de los problemas entre ambos (2Pedro 3:15-16)
    en obras posteriores es simplemente una domesticación del Apóstol o si
    se conserva con ello la perspectiva de que Pablo no estaba hostilmente
    aislado».


  • Theissen (2002). La religión de los primeros cristianos, p. 320: «Habida cuenta de que la Segunda carta de Pedro
    presupone ya una buena parte del canon neotestamentario, es posible que
    estuviera relacionada de cerca con la formación del canon. […] A pesar
    de la distancia que guarda frente a ellas (es decir, frente a las cartas
    paulinas), la Segunda carta de Pedro no trata de excluir del canon las cartas del "querido hermano Pablo"».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 207: «El paulinismo no acabó con la muerte de Pablo. La herencia
    paulina continuó con las comunidades surgidas de la misión de Pablo y
    sus colaboradores. De la conservación y ulterior cultivo de esa herencia
    se encargó, ante todo, la "escuela" paulina posterior a la muerte de
    Pablo, que fue la heredera de la escuela formada en torno a Pablo
    durante su vida».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 594: «Pablo fue un hombre de una gran intensidad y de un amplio espectro de emociones».


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 222: «[…] la pasión y la vehemencia con que Pablo, en pasajes
    especialmente intensos […], intenta apasionadamente recuperar a las
    comunidades que casi han sido ganadas por la agitación enemiga. En vez
    de una superioridad impasible Pablo pone en juego todos los demás
    registros: dolor que llega hasta las lágrimas, la ira y la indignación,
    las quejas […] pero también encontramos explosiones emocionales de su
    corazón con las que busca reconquistar a los que están amenazados o han
    sido seducidos».


  • Fernández, Víctor Manuel (2009). Pablo apasionado. De Tarso hasta su plenitud. Buenos Aires: Ediciones Paulinas. p. 5. ISBN 978-950-861-485-8.
    «Toda la vida de san Pablo fue una gran pasión. Lo fue por sus
    sufrimientos, por su entusiasmo, por su amor a Cristo, por su compromiso
    con la gente.»


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 594: Brown comparó además los evangelios y las cartas paulinas con los manuscritos del Mar Muerto
    por él estudiados, para ver la cantidad de nombres propios que aparecen
    en ellos y señaló la diferencia: «En todo el conjunto de los
    manuscritos del Mar Muerto parece que no tenemos ni un solo nombre de
    los miembros de la comunidad, ni siquiera el de su fundador. Tanto en lo
    estricto como en el amplio sentido de la palabra, el evangelio se había
    "encarnado" en individuos».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 127: «Es posible que hacia el final de su encarcelamiento (en Éfeso)
    Pablo fuera condenado a la pena capital, ya que en ese momento contó
    con su muerte segura (2 Corintios 1:8-9). Pero en esa difícil situación es liberado gracias a una arriesgada intervención de Prisca y Aquila (Romanos 16:3-4)».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 595: «[…] no debemos pasar por alto el homenaje extraordinario a
    Pablo que significa el haberle dedicado la mitad de la larga descripción
    de la expansión del cristianismo que alberga su libro (los Hechos de los Apóstoles). Fuera o no importante el Apóstol en la estima de los cristianos no paulinos, los Hechos han colocado a Pablo junto con Pedro […]».


  • Penna (2000). Pablo, p. 1808: «Las siete cartas que hoy la crítica reconoce como auténticas […]»


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 303: «Dada la situación actual de la investigación la autenticidad
    de las cartas paulinas […] no necesita ninguna demostración».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 12: «(Pablo) se trata del único personaje del cristianismo naciente cuyos escritos se nos han conservado».


  • Rivas, Luis H. (2010). «Pablo». Diccionario para el estudio de la Biblia. Buenos Aires: Editorial Amico. pp. 132-134. ISBN 978-987-25195-1-3. «[…] es ampliamente admitido […]».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II Su autenticidad «no se disputa seriamente».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 12: «Sus cartas auténticas, todas ellas escritas al ritmo de la
    problemática misional, surgieron entre los años 50 y 55, es decir, entre
    veinte y veinticinco años después de la muerte de Jesús. Son, así, los
    únicos escritos que se conservan de la primera generación cristiana. Y,
    de este modo, representan los documentos clave y absolutamente
    imprescindibles para la reconstrucción del movimiento cristiano más
    antiguo».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 593: «Ningún otro seguidor de Jesús en la época del NT dejó un testimonio escrito comparable al del Apóstol. Ciertamente, Lucas/Hechos
    (unas 37800 palabras) son más extensos que las […] cartas atribuidas a
    Pablo […]; pero apenas conocemos nada de Lucas como autor, mientras que
    la personalidad de Pablo destaca en sus cartas».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    pp. 207-208: «Pablo no contó, al parecer, con la permanencia de sus
    cartas, que tenían la función inmediata de solucionar la problemática de
    una situación concreta. Pero es explicable que las comunidades a las
    que estaban dirigidas las conservaran con cuidado, ya que, al tratarse
    de cartas escritas por el emisario fundador de aquéllas, tenían un
    carácter especial de autoridad. Su proclamación pública en las
    asambleas, probablemente durante el simposio conclusivo de la cena del
    Señor, se siguió repitiendo sin duda con alguna frecuencia. Pronto tuvo
    que producirse también un intercambio de cartas entre las comunidades
    paulinas cercanas, al estilo del indicado por la noticia de Col 4,16.
    Las cartas iban adquiriendo así un carácter de universalidad, por encima
    de la situación concreta de su origen».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 208: «Podemos suponer, pues, que después de la muerte de Pablo
    fueron surgiendo pequeñas colecciones de sus cartas en algunas
    comunidades. Del sucesivo intercambio de dicha cartas surgió una
    colección ecuménica para todas las comunidades paulinas, probablemente
    hacia el final del siglo I. Varios testimonios de ese tiempo, finales
    del siglo I y comienzos del siglo II (I Clemente, Ignacio de Antioquía, 2 Pedro 3:15-16), muestran la existencia entonces de una colección de cartas paulinas».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II Raymond Brown señala que el 80-90 % de la crítica considera pseudónimas la Epístola a Tito (página 828), la Primea epístola de Timoteo (página 844) y la Segunda epístola a Timoteo (página 868). También señala que el 80 % más o menos de la crítica considera pseudónima la Epístola a los efesios (página 804), el 60 % de la crítica considera pseudónima la Epístola a los colosenses (página 778), y aproximadamente el 50 % de la crítica considera pseudónima la Segunda epístola a los tesalonicenses (página 766), aunque esa opinión va en aumento.


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 209: «Se trata, sin duda, de escritos pseudoepigráficos, en los que
    sus autores se presentan como «Pablo», dando a entender así que recurren
    a la autoridad de la tradición paulina; pero tanto su vocabulario y
    estilo como su concepción demuestran que ellos no son el Pablo
    auténtico».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II
    «Un tributo mayor a la persona de Pablo procede de aquellos discípulos
    que compusieron en su nombre la literatura deuteropaulina».


  • Penna (2000). Pablo,
    p. 1811: «Precisamente la pseudoepigrafía testimonia el gran prestigio y
    la permanente vitalidad del Apóstol y de su pensamiento, a cuya
    autoridad apela en momentos y situaciones difíciles».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 207: «Fueron los maestros de esa escuela paulina los que recopilaron
    las cartas de Pablo en una colección, para el uso de las comunidades
    paulinas, y también los que alargaron esa colección con algunas glosas
    de comentario e incluso con nuevos escritos en forma de carta, para
    actualizar así la tradición del maestro a la situación presente de las
    comunidades».


  • de la Serna, Eduardo (enero-junio de 2008). «Aproximación a la teología paulina». Theologica Xaveriana 58 (165): 51-85. ISSN 0120-3649.


  • Käsemann, Ernst (1971). Perspectives on Paul. Filadelfia: Fortress Press. ISBN 978-0-8006-0030-3.


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, pp. 165-166: Bornkamm expresó: «[…] está fuera de duda el que Pablo interpreta y desarrolla el mensaje de Cristo como mensaje de la justificación sólo por la fe.
    Esta doctrina, lejos de ser un patrimonio común de la primitiva
    comunidad cristiana, es una aportación específicamente paulina. En
    ningún otro sitio ha sido desarrollada, reflexionada, elaborada y
    expresada la fe en Cristo -que une a Pablo con todo el resto de la
    primitiva cristiandad- en la dirección de esa doctrina. Esta, no sólo ha
    puesto a Pablo de la parte de los enemigos mortales del judaísmo, sino
    que incluso le ha llevado al descrédito en la cristiandad de su tiempo y
    le ha hecho raro y extraño. Y sin embargo, por medio de esta dodrina se
    ha convertido en el apóstol de los pueblos, y no sólo ha sacado
    adelante el cristianismo fuera del judaísmo, sino que por primera vez ha
    fundamentado con rigor teológico la unidad de judíos y gentiles en la
    iglesia».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 581.


  • Stendahl, Krister (1976). Paul among Jews and Gentiles: and Other Essays (en inglés). Filadelfia (EE. UU.): Fortress Press. ISBN 0-8006-1224-8. Consultado el 3 de enero de 2013.


  • Sanders, Ed Parish (1977). Paul and Palestinian Judaism: A Comparison of Patterns of Religion (en inglés). 627 páginas. Filadelfia (EE. UU.): Augsburg Fortress Pub. ISBN 978-0-8006-1899-5.


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  • Dunn, James D. G. (2006). The Theology of Paul the Apostle (en inglés). Grand Rapids, Michigan: Wm. B. Eerdmans Publishing Co. ISBN 978-0-8028-4423-1. Consultado el 3 de enero de 2013.


  • Cerfaux, Lucien (1959). Christ in the theology of St. Paul. 559 páginas. Nueva York: Herder and Herder.


  • Schnackenburg, Rudolf (1964). Baptism in the thought of St. Paul: a study in Pauline theology (en inglés). 228 páginas. Basil Blackwell.


  • Fitzmyer, Joseph (1975). Teología de San Pablo. 202 páginas. Madrid: Ediciones Cristiandad. ISBN 978-84-7057-172-5.


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  • Barbaglio, Giuseppe (2008). Teología de San Pablo. 487 páginas (2ª edición). Ediciones Secretariado Trinitario. ISBN 978-84-96488-04-5. Consultado el 3 de enero de 2013.


  • Rivas, Luis H. (2007). San Pablo. Su vida. Sus cartas. Su teología. 186 páginas. Buenos Aires: San Benito. ISBN 978-987-1007-23-3.


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II,
    p. 580: «Todas estas propuestas tienen su parte de verdad, con tal de
    que caigamos en la cuenta de que se trata de juicios analíticos y de que
    probablemente Pablo nunca pensó en “el centro de su teología”. Él habló
    de su "evangelio" y el cristocentrismo es lo más cercano a ello (cf. Romanos 1:3-4, Romanos 4:24-25)».


  • David E.Aune, "Recent Readings of Paul Relating Justification by Faith", en Reading Paul Together: Protestant and Catholic Perspectives on Justification, ed. D. E. Aune (Grand Rapids: Baker Academic, 2006), 239ss. ISBN 978-0-8010-2840-3


  • The Paul Page (en inglés).


  • M. Zetterholm, Approaches to Paul: A Student's Guide to Contemporary Scholarship, Minneapolis: Fortress Press, 2009 ISBN 978-0-8006-6337-7 (en inglés)


  • J.D.G. Dunn, The New Perspective on Paul: Collected Essays, Tubinga: J.C.B. Mohr-P. Siebeck, 2005 ISBN 978-3-16-149518-2 (en inglés).


  • Mario De Gasperín, San Pablo en el arte


  • Capítulo 6, versículo 17, citado y comentado en Homilía de la festividad de San Pedro y San Pablo, Panorama católico internacional, 06/29/2009.


  • San Pablo en el Vaticano – La imagen y la palabra del Apóstol de las Gentes en las colecciones pontificias, exposición en Museos Vaticanos, Museo Pío Cristiano, 26 de junio de 2009-27 de septiembre de 2009.


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