), lo cierto es que tuvieron grandes diferencias en sus acciones, los
ideales que los movían y sus aspiraciones políticas. Su apogeo duró el
doble del de sus inmediatos ancestros, desde el 134 a. C. hasta el advenimiento del Imperio romano en Israel en el 63 a. C.
Índice
Identidad
Aunque para muchos estudiosos la dinastía de los asmoneos no es más que
la continuación de la macabea, lo cierto es que tienen notables
diferencias históricas que deben resaltarse. En primer lugar los ideales
religiosos y su celo por la defensa del templo de Jerusalén, del monoteísmo
y de la independencia del reino de Judea, que eran características de
los macabeos, perdieron toda su fuerza con los asmoneos, más ambiciosos y
preocupados por extender su poderío militar, y marcados por las
intrigas, traiciones y luchas fratricidas. Estos conflictos fueron los
que en parte pudieron haber hecho un tanto menos complicada la conquista
romana de aquel territorio.
Los macabeos
reconocidos por los cánones católicos, pero no por aquellos rabínicos.
La razón por la cual los dos libros no fueron incluidos en el canon de
la Tanaj es que estaban escritos en griego, pero ello no significa que no sean valorados como documentos históricos.5 Los relatos del historiador clásico Flavio Josefo dan razón de la existencia de estas dos dinastías que se enlazan entre la decadencia del Imperio seléucida, de corte helenístico, y el surgimiento del Imperio romano.
Sin embargo, los libros bíblicos se detienen en los macabeos e ignoran a
sus sucesores, menos preocupados por las cosas del cielo y más celosos
de los asuntos terrenales.
Política
era la defensa de su fe y la independencia de su pueblo, para los
Asmoneos ello pierde su sentido como motivo principal y es cambiado por
ambiciones políticas muy concretas y a toda costa. Una de las
características principales de su gobierno fue la expansión lograda
gracias al debilitamiento de los seléucidas, especialmente aquellos
radicados en Siria. Para entonces, la República Romana se consolidaba lejos y no representaba una amenaza real, lo que permitió que los Asmoneos ampliaran las fronteras de Israel: se establecieron en Samaria, Galilea, Idumea, el Golán, el litoral del Mediterráneo y la Transjordania.
Dichas conquistas representaron para el reino tiempo próspero y el
alejamiento del peligro de perder la independencia y ver amenazada la
identidad cultural con el advenimiento del helenismo que tanto
preocupaba a los celosos del Templo. Con la excepción de la reina Salomé Alejandra, los Asmoneos se pusieron de parte de la secta sacerdotal de los saduceos y en contra de los fariseos. La primera era más de corte aristocrático, mientras que los fariseos estaban más con el pueblo.
Sin embargo, en sus conquistas hicieron aquello que sus ancestros
habían sufrido durante las invasiones extranjeras: forzaron la circuncisión de los pueblos conquistados,6 como los idumeos,7 destruyeron ciudades y atrajeron un gran odio no sólo entre sus colonias sino entre su propio pueblo.
Historia
cuando fue asesinado en compañía de sus hijos Matatías y Judas por
instigación de su cuñado Ptolomeo hijo de Abubus. Esto le abrió el
camino a su tercer hijo, Juan Hircano que entre el 134 a. C. y el 104 a. C.
abriría el linaje de los Asmoneos. Se aseguró el poder después de la
matanza de Dok en contra de las oposiciones de Antioco VII Sidete de Siria
quien pedía para sí las ciudades de Jope, Ghezer y sitió Jerusalén.
Ambos hicieron un pacto en el cual Jope y Ghezer serían de los judíos,
pero le pagarían impuesto a Siria y Juan Hircano ayudaría a Antioco contra los partos. Antioco moriría en una batalla contra los partos en 129 a. C., lo que significó un golpe de suerte para el nuevo líder. Se puso en marcha y conquistó posiciones estratégicas como Madaba, Siquem,8 Edom, Bet Shean y Samaria. Si en principio era amigo de la secta de los Fariseos,
bien pronto estos le quitarían su favor al ver lo que sería la nueva
dinastía reinante con actos políticos que contradijeron aquellos
religiosos como declararse a sí mismo Sumo Sacerdote sin ser
descendiente de Sadoq. Como testimonio de este periodo queda en la actualidad la Fortaleza Hircana en el Desierto de Judea.
Antes de su muerte, Juan decidió que su mujer le sucedería en el trono y su hijo mayor (tenía cinco hijos varones) Aristóbulo I fuera el Sumo Sacerdote,
pero no el rey. Sin embargo, muerto el padre, Aristóbulo puso en
prisión a su madre y tres de sus hermanos, entre los que estaba Alejandro Janeo. Su gobierno solo duró un año porque murió de una dolorosa enfermedad en 103 a. C. Puestos en libertad los prisioneros, la sucesión le correspondió a Alejandro Janeo que gobernó hasta el 76 a. C. y murió durante el sitio de la Fortaleza de Ragaba. Le sucedió su mujer, Salomé Alejandra, que reinó hasta el 67 a. C. y que pasó a ser la única monarca mujer en la historia de Israel (sin contar a Atalía,
que usurpó el trono del Reino de Judá y gobernó 6 años hasta que fue
derrocada y ejecutada). Bajo su mando, se vivió un tiempo de paz y
gracias a ella la secta de los fariseos,
enemigos de los anteriores reyes, pudieron consolidarse y adquirir
importancia. Los fariseos tenían la simpatía del pueblo, por lo que la
Reina adquirió el aprecio de todos y le dio la fisonomía al judaísmo de
las generaciones futuras. Tenía dos hijos, Hircano II, el mayor, de carácter tranquilo y Aristóbulo II
el menor, heredero del carácter propio de los Asmoneos. La Reina, que
había regido con tranquilidad y justicia por largos años, era la madre
de quienes llevarían al desastre definitivo la independencia de Israel.
Muerta la reina Salomé Alejandra, su hijo menor Aristóbulo II ya había preparado el ambiente para tomarse el poder. Hircano II tenía el título de Sumo Sacerdote durante el reinado de su madre y, muerta Alejandra, correspondía a él por derecho el título de Rey de Israel. Pero su hermano no lo aceptó. Le declara la guerra y lo vence en Jericó
en donde ambos negocian la paz de cuyos acuerdos Aristóbulo II queda
con el título de rey y sacerdote, mientras Hircano II se retiraría a una
vida tranquila con una renta vitalicia. Este acuerdo hubiera sido
perfecto y hubiera resuelto el conflicto si no hubiera entrado una
tercera persona en escena: Antípatro el Idumeo,9 que había sido gobernador de Edom durante el reinado de Alejandro Janeo.10
Antípatro no estaba de acuerdo con que Aristóbulo se tomase el poder.
Su primer movimiento político fue invitar a Hircano a refugiarse en la
corte del rey Aretas, rey de Petra y con este hace un pacto en el cual las ciudades de Transjordania serían de Aretas si ayudaba a Hircano a recuperar el poder. El rey Aretas emprende entonces el asedio de Jerusalén y se enciende la guerra civil. Entra entonces en escena otro personaje que cambiaría a su vez los acontecimientos, Pompeyo el Grande, junto a otros generales romanos, estaban en Siria que ya había sido conquistada por la ascendente República Romana. Los dos hermanos asmoneos se dirigen a ellos pidiendo ayuda. Pompeyo, que quiere derrotar a Aretas y a los nabateos, ve que el conflicto entre los dos hermanos le beneficia y se opone a Aristóbulo que huye en un primer momento a la Fortaleza del Alexandrión. Pompeyo asedia Jerusalén y los saduceos del partido de Aristóbulo, resisten valerosamente en el Templo. En el año 63 a. C.,
después de tres meses de duro asedio, el general romano Pompeyo el
Grande toma Jerusalén y en el acto mueren 12 mil judíos. Queda un hecho
recordado con amargura por el historiador judío Flavio Josefo: «Nada aflige tanto al pueblo en aquella desventura como el Santuario hasta ahora invencible, desvelado por extranjeros».11 El romano, espiando en la oscuridad, no encontró nada: «Nulla intus deum effigie vacuam sedem et inania arcana» («No vi ninguna imagen de dios, sino un espacio vacío y misterioso»).12
Reyes asmoneos
- Simón Macabeo (142 a. C. - 135 a. C.); hijo de Matatías.
- Juan Hircano (135 a. C. - 105 a. C.); hijo del anterior.
- Aristóbulo I (104 a. C. - 103 a. C.); hijo del anterior.
- Alejandro Janneo (103 a. C. - 76 a. C.); hijo menor de Juan Hircano.
- Salomé Alejandra (76 a. C. - 67 a. C.); esposa de Aristóbulo I y, luego, de Alejandro Janneo. Durante su reino ejerció de Sumo Sacerdote su hijo Hircano.
- Aristóbulo II (67 a. C. - 63 a. C.); hijo menor de Alejandro Janneo y Salomé Alejandra.
- Hircano II (63 a. C. - 40 a. C.); hijo mayor de Alejandro Janneo y Salomé Alejandra. Durante su reinado Judea pasó a ser un protectorado romano.
Los partidos
De este tiempo viene la génesis de los partidos políticos yreligiosos que dominarían la historia de Israel entre el tiempo de los
Asmoneos y el establecimiento de Israel como colonia romana. Flavio
Josefo presenta una cuidadosa descripción de los mismos. Entre los más
notables se encuentran:
Saduceos
Los saduceos (צדוקים - Tsdoqim 'hijos del Sumo Sacerdote Tzadoq'),si se hiciera un señalamiento moderno, eran el partido liberal del
tiempo, en favor del helenismo y abiertos a las innovaciones
occidentales, por lo que eran aristocráticos y dominaban el sacerdocio y
el Templo. Estuvieron siempre a favor de la dinastía Asmonea y
resistieron valientemente el asedio de Pompeyo el Grande. Son
ampliamente mencionados en el Nuevo Testamento y sólo se extinguieron con la destrucción definitiva del Templo por parte de los romanos en el año 70.
Parece ser que había dos tipos de Saduceos: los sacerdotes
descendientes de Sadoq, de tiempos del Rey David, y un partido
religioso, discípulos de Sadoq que fue alumno de Antígonos de Sojo. Eso
crea grandes dificultades en el momento de discernir entre ellos.
Fariseos
Los fariseos (פרושים - prushim) eran en cambio en términos modernos,el partido conservador, celosos defensores de la religión y las
tradiciones ancestrales, observantes estrictos de la Ley de Moisés (Torá),
hostiles a cualquier elemento helenista que consideraban pagano hasta
el punto que tener una relación con lo que no era judío era visto por
ellos como un acto de idolatría. Los fariseos eran por naturaleza
patriotas y si en principio apoyaron las aspiraciones de Juan Hircano I,
pronto se opusieron a sus políticas para nada religiosas. Sólo con la
Reina Alexandra Salomé tuvieron una gran prosperidad, lo que les
permitió trabajar en el moldeamiento de la religión, lo que subsistiría
por generaciones futuras. También son mencionados ampliamente en el Nuevo Testamento y contrariamente a lo que se piensa, algunos de ellos se hicieron cristianos, entre ellos el más célebre fue Pablo de Tarso.
Pero la mayoría de ellos, después de la destrucción del Templo y con el
traslado del centro religioso a la ciudad costera de Yavne (Jabne),
ayudaron a sentar las raíces del Rabinismo.
Esenios
Los grandes silenciosos de la historia, los esenios, también surgenen este periodo de la dinastía asmonea y fueron incluso más radicales
que los fariseos. Después de que los asmoneos dejan como establecido su
derecho al título de Sumo Sacerdote y Rey de Israel, ambos reglamentados en las Escrituras y los Profetas como prerrogativa absoluta de un descendiente del Sumo Sacerdote Sadoq13 y del rey David,14 un grupo de judíos estrictamente observantes abandonan Jerusalén y se establecen en las cuevas del Valle del mar Muerto en donde se dedican a una vida ascética a la espera del Mesías. Existe la hipótesis de que el profeta Juan el Bautista había pertenecido a esta misteriosa secta e incluso algunos proponen que el mismo Jesús por las semejanzas entre estos y muchas de las descripciones de estos personajes neotestamentarios.
Gracias a ellos, se conservaron papiros bíblicos en lo que se conoce
como Rollos del Mar Muerto. También ellos desaparecieron con la
destrucción que los romanos hicieron en Israel en el 70 y su nombre fue
olvidado por siglos hasta el descubrimiento de las grutas de Qumrán en 1947.
Notas
se narran las historias de esta primera dinastía, pero lo que se conoce
de los Asmoneos nos viene principalmente por Flavio Josefo en sus Guerras de los judíos I.
- En innumerables pasajes bíblicos David recibe por revelación la promesa de que su descendencia reinará por siempre. Por medio del Profeta Natán dice: «Y
cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres,
afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas y
consolidaré el trono de tu realeza» (I Samuel 7, 12) y al Rey Salomón dice por medio del Profeta Ajías «(...) para
que quede siempre a David mi siervo una lámpara en mi presencia delante
de mí en Jerusalén, la ciudad que me elegí para poner allí mi Nombre» (I Reyes 11, 36), por esta razón, los Asmoneos no tenían derecho teológico a ser el Rey de Israel.
Bibliografía
- JOSEFO, Flavio, La guerra de los judíos.
- JOSEFO, Flavio, La Guerra Giudaica (a cura di G. Ricciotti), Torino, 1964.
- RICCIOTTI G., Storia di Israele 2, Torino, 1964.
- BAHAT. Dr. D., Israel, Past and Present. Published by Vision S.r.l. and Dorot Avar Ltd., Padova, 1986 (tr.es. Israel, pasado y presente).
- MAIER J., Storia del Giudaismo nell’antichità, Brescia 1992.
- TEYSSIER D’ORFEUIL Y., Bethléem, 2000 ans d’histoire, París, 1999.
un hombre de una gran estrategia política cuya genialidad en tal
sentido heredaría su hijo Herodes para fundar la dinastía que sucedería a
los Asmoneos: los Herodianos.
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