domingo, 8 de mayo de 2016

Sitio de Malta (1565) - Wikipedia, la enciclopedia libre

Sitio de Malta (1565) - Wikipedia, la enciclopedia libre




Sitio de Malta
Siege of malta 1.jpg

El sitio de Malta — llegada de la flota turca, por Mateo Pérez de Alesio

Fecha 18 de mayo11 de septiembre de 1565
Lugar Isla de Malta
Coordenadas 35°53′00″N 14°27′00″ECoordenadas: 35°53′00″N 14°27′00″E (mapa)
Resultado Victoria decisiva de los Caballeros Hospitalarios
Beligerantes

Fictitious Ottoman flag 4.svg Imperio otomano Flag of the Sovereign Military Order of Malta.svg Caballeros Hospitalarios

Flag of Cross of Burgundy.svg Imperio español

Bandiera del Regno di Sicilia 4.svg Reino de Sicilia

Flag of the Sovereign Military Order of Malta.svg Civiles malteses
Comandantes

Kızıl Ahmedli Mustafa Bajá

Pialí Bajá

Dragut Reis

Salih Reis

Uluj Alí
Jean Parisot de la Valette

Jean de la Cassière

Mathurin Romegas

Goncales de Medran

Melchior de Robles
Fuerzas en combate

22.000–48.000 6.100–8.500
Bajas

< 25.000–35.000 2.500 militares más 7.000 civiles y 500 esclavos
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El Sitio de Malta, también conocido como el Gran Sitio de Malta, tuvo lugar en 1565 cuando el Imperio otomano quiso conquistar la estratégica isla, sede de la Orden Hospitalaria de San Juan.


Situada al sur de Sicilia y casi equidistante de las costas libias y tunecinas, controlaba las rutas comerciales entre el Mediterráneo Occidental y Oriental, así como las que unían la península itálica y el Norte de África. Dotada de excelentes puertos naturales, la caída de la isla en manos turcas hubiera tenido consecuencias nefastas para la Europa cristiana,
habida cuenta de la escasa resistencia que algunas potencias europeas
—enzarzadas entre ellas en conflictos de escala continental1 — presentaban por entonces al avance del Islam conquistador, tanto de los turcos, como de sus tributarios berberiscos.


El asedio está considerado como uno de los más importantes de la historia militar
y desde el punto de vista de los defensores, el más exitoso. Sin
embargo, no debe ser visto como un hecho aislado, sino como el momento
álgido de una escalada de las hostilidades entre los imperios español y otomano por el control del Mediterráneo, escalada que incluyó un ataque previo sobre Malta en 1551 por parte del corsario turco Turgut Reis y que en 1560 había supuesto una importante derrota de la Armada Española por los turcos2 en la batalla de Djerba.


Por último, es notable el hecho de que, mientras que para los
occidentales el Sitio de Malta es uno de los hitos importantes de la Edad Moderna,
para los turcos parece tener escasa importancia. Esta diferencia puede
deberse a dos razones no necesariamente contradictorias entre sí: en
primer lugar, el desenlace del sitio no afectó en profundidad al Imperio
otomano, y en segundo, resultaron perdedores. Algo parecido ocurre con
la batalla de Lepanto de 1571.



Índice

Los Caballeros en Malta

La Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén cambió de nombre en 1530 a Orden de Malta —apodada «La Religión»—, desde que el 26 de octubre de ese año Philippe Villiers de l’Isle-Adam, Gran Maestre de la Orden, llegó junto con sus caballeros al Gran Puerto de Malta a tomar posesión de la isla, cedida por el emperador Carlos V. Siete años atrás, a finales de 1522, los Caballeros habían sido expulsados de su base en Rodas por el Sultán otomano, Solimán el Magnífico, tras un sitio de seis meses. Entre 1523 y 1530 los Caballeros no tuvieron asentamiento alguno, hasta que el Emperador Habsburgo les ofreció las islas de Malta y Gozo a cambio de un pago simbólico anual, consistente en un halcón, que se enviaría al Virrey de Sicilia y una misa a celebrar el Día de Todos Los Santos. También se les entregó Trípoli,3 plaza situada en un territorio hostil, pero que el emperador pretendía utilizar para mantener a raya a los corsarios de Berbería, tributarios de los otomanos.


Tras consultar con el Papa,
Villiers de l’Isle-Adam aceptó la oferta con ciertos recelos, pues
comparada con Rodas, Malta era una isla pequeña y desolada. Durante
algún tiempo los altos cargos de la Orden hicieron planes para
reconquistar Rodas, pero pronto la Orden se acomodó a Malta como base de
operaciones desde la que siguieron atacando provechosamente
las naves turcas. La isla, en el centro del Mediterráneo, ocupaba una
posición clave en el cruce de caminos entre Oriente y Occidente, de gran
importancia estratégica, sobre todo cuando, desde 1540, los corsarios berberiscos
empezaron a operar en aguas del Mediterráneo occidental, atacando con
frecuencia las costas de la cristiandad y, entre otras, las de las islas Baleares,4 tierra que dio Grandes Maestres5 y de donde procedían muchos caballeros. Un ataque muy recordado es el de Turgut Reis —también conocido como Dragut— a Pollensa (Islas Baleares) en 1550, en el que los turcos salieron derrotados. Cada 2 de agosto se conmemora el evento, al grito del aviso que dio el héroe local Joan Mas:


Mare de Déu dels Àngels, assistiu-mos!

Pollencins, alçau-vos!

Perquè els Pirates ja són aquí!
6


Efectivamente, el corsario Dragut estaba empezando a ser una amenaza
considerable para las naciones cristianas del Mediterráneo occidental, y
la permanencia de la Orden de Malta en la isla era un obstáculo para
sus propósitos. En 1551, Dragut y el almirante turco Sinán
decidieron hacerse con Malta e invadieron la isla con unos 10.000
hombres. A los pocos días, Dragut detuvo el ataque y se trasladó a la
vecina isla de Gozo, donde bombardeó la ciudadela durante varios días,
hasta que finalmente el gobernador de los Caballeros en Gozo, Galatian de Sesse, considerando que la resistencia era inútil, rindió la ciudadela. El corsario turco tomó como rehenes a la práctica totalidad de la población (unos 5.000 habitantes)7
para después dirigirse a Trípoli junto con Sinán Bajá, de donde expulsó
fácilmente a la guarnición de Caballeros. En un primer momento, nombró
gobernador a un prohombre local, Aga Morat, aunque poco después él mismo se erigió en Bey de la ciudad.



Expansión del Imperio otomano de 1481 a 1683 en el Mediterráneo. Bajo el reinado de Solimán, sus dominios se extendían hasta Trípoli y las puertas de Viena. El ritmo de las conquistas justificaba la inquietud cristiana. En sólo un siglo desde la conquista de Constantinopla en 1453, ya dominaban la península balcánica (1481) y las costas del norte de África hasta Orán. Los sitios de Malta y Viena marcaron el fin de ciclo expansionista.
Ante estos ataques, el Gran Maestre de la Orden, Juan de Homedes, supuso que habría otra invasión otomana en menos de un año, por lo que dispuso que se reforzase el Fuerte de San Ángel en Birgu (hoy día Vittoriosa), y que además se construyesen dos fuertes nuevos, el de San Miguel en el promontorio de Senglea, protegiendo el Burgo, y el de Fuerte de San Telmo, en la falda de la península del Monte Sceberras (hoy día, centro urbano de La Valeta).
Los dos fuertes nuevos se construyeron en apenas seis meses en el año
de 1552, y los tres juntos fueron de una importancia crucial para el
resultado del Gran Sitio. Especialmente San Telmo, encargado a un arquitecto italiano que lo diseñó de forma hoy conocida como traza italiana —en Italia denominada alla moderna— que era una adaptación a la importancia creciente de la artillería.8


Los años siguientes fueron especialmente tranquilos para la isla,
aunque las actividades de los corsarios turcos —turcos era una palabra
que designaba también a todas las tribus bereberes, que mantenían algún
tipo de vasallaje con el Sultán— y las de los cristianos no cesaron ni
mucho menos. En 1557 Jean Parisot de la Valette, caballero de la lengua de Provenza,
fue elegido 49º Gran Maestre de la Orden y alentó los ataques a
embarcaciones no cristianas. Sus propias naves parece que llegaron a
apresar alrededor de 3.000 esclavos musulmanes o judíos sólo en el periodo en que ostentó el cargo de Gran Maestre.9


No obstante ser un periodo relativamente tranquilo, en 1559
Dragut era ya un problema de primer orden para las potencias
cristianas, llegando a atacar las costas orientales de España, en
connivencia con los moriscos.10 Esto provocó que Felipe II organizara una expedición naval con el fin de desalojar al corsario de su base tripolitana. La Orden se unió a la expedición,11
consistente en unas 54 naves y 14.000 hombres. La campaña finalizó en
desastre, al verse sorprendida la flota cristiana cerca de la isla de Djerba por las fuerzas del almirante Pialí Bajá, en mayo de 1560.
Los otomanos capturaron o hundieron la mitad de la flota y el lance
marcó el ápice de la dominación otomana en aguas del Mediterráneo.


Hacia el asedio

Después del episodio de Djerba,
la posibilidad de que los otomanos organizasen un ataque inminente
contra Malta aumentó en gran medida; consciente de ello, en agosto de
1560 Jean de la Valette envió una orden a todos los priorazgos de la Orden instando a los caballeros a estar preparados para presentarse en Malta tan pronto como se publicase una citazione (citación).12
Así, los turcos cometieron un grave error estratégico dejando pasar la
oportunidad de atacar la isla en ese mismo momento, con la flota
mediterránea española maltrecha y no cinco años después, en los que
España tuvo tiempo de rehacer su armada.13 A pesar de lo cual, «la Religión» continuó con gran éxito practicando el corso con las embarcaciones comerciales turcas.


A mediados de 1564, Romegas,
uno de los marinos más notables de la Orden, capturó cierto número de
naves de importancia, entre las que se incluía una perteneciente al Eunuco Mayor del Serrallo, haciendo prisioneros a varios personajes de importancia, como el gobernador de El Cairo, el de Alejandría y la antigua tutora de la hermana de Solimán. Los éxitos de los corsarios de Romegas dieron a los turcos un casus belli plausible y a finales de 1564, la Sublime Puerta decidió tomar medidas para repetir el éxito de 1522, pero esta vez, bastante más lejos de Anatolia, y mucho más cerca de los puertos españoles y de los de las Repúblicas marítimas italianas.


A principios de 1565, el Gran Maestre recibió informes de sus espías en Constantinopla
sobre una invasión que se estaba preparando. Jean de la Valette cometió
una grave falta de previsión, al empezar con retraso las medidas
defensivas más elementales: reclutar soldados en Italia, acumular
víveres y acelerar los trabajos de reparación y reestructuración en los
fuertes de San Angel, San Miguel y San Telmo, evacuar a los civiles y llevar a cabo una estrategia de tierra quemada
en Malta y Gozo, complicando el avituallamiento enemigo. Parece que la
Valette dudó antes de tomar tan duras medidas por la cuantía del gasto y
la creencia de que el enemigo no llegaría antes de junio, cuando
realmente se presentó el 18 de mayo de aquel año 1565.14


Los ejércitos

El Gran Turco, en la cumbre de su poderío, había reunido para la toma
de Malta una de las más grandes armadas vistas hasta entonces. Según el
registro de Giacomo Bosio,
historiador oficial de la Orden, una de las crónicas más tempranas y
detalladas del sitio, la flota se componía de 193 naves, entre las que
había 131 galeras, 7 galeotas (galeras pequeñas) y 6 galeazas
(grandes galeras, menos ágiles pero con más potencia de fuego), 8
mahonas (grandes galeras de transporte), 11 veleros con provisiones y 3
más para los caballos.15 Unas cartas del Virrey de Sicilia, de las fechas en que tuvo lugar el asedio, proporcionan números similares.16 Las naves transportaban un gran tren de asedio consistente en 64 piezas, entre ellas 4 enormes cañones17 ("basiliscos") que disparaban balas de 130 libras18 y un gran pedrero que arrojaba proyectiles de 7 pies de circunferencia.19


El diario del sitio del mercenario ítalo-español Francisco Balbi di Correggio es otra fuente contemporánea y fiable sobre las fuerzas en pugna:20


Caballeros hospitalarios Fuerzas otomanas
500 caballeros hospitalarios 6.000 cipayos (caballería)
400 soldados españoles 500 cipayos de Caramania
800 soldados italianos 6.000 jenízaros
500 soldados de galeras 400 aventureros de Mitilene
200 soldados griegos y sicilianos 2.500 cipayos de Rouania (Argelia)
100 soldados de la comandancia de San Telmo 3.500 aventureros de Rouania
100 sirvientes de los caballeros hospitalarios 4.000 «fanáticos religiosos»
500 esclavos de galeras 6.000 voluntarios varios
3.000 soldados reclutados entre la población maltesa Corsarios varios de Trípoli y Argel
Total: 6.100 Total: 28.500 de Oriente, 48.000 en total
Las cifras que da Balbi, no obstante su detalle, no son del todo
fiables. El caballero Hipólito Sans, en un registro menos conocido,
también cita 48.000 invasores, si bien no está muy claro si su relato es
verdaderamente independiente de los escritos de Balbi.21 Otros autores contemporáneos dan cifras más reducidas, el mismo La Valette22 en una carta a Felipe II el cuarto día del sitio cuenta que «el número de soldados que desembarcaran está entre 15 y 16.000, incluyendo 7.000 arcabuceros entre los 3.000 jenízaros y los 4.000 cipayos». Por otro lado, un mes después del sitio, el propio La Valette escribía al Prior de la Lengua de Alemania relatando lo siguiente: «esta flota consistía en 250 naves, trirremes, birremes y otros barcos; estimamos que las fuerzas del enemigo estén en unos 40.000 hombres de armas».23
El hecho de que La Valette diese un número de 250 naves y 40.000
hombres, notablemente por encima de los demás registros, muestra que el
mismo Gran Maestre no era ajeno a la exageración de la gesta, a la que
eran proclives las fuerzas cristianas.


De hecho, el capitán Vincenzo Anastagi,
enlace con Sicilia, afirma que las fuerzas enemigas sólo llegaban a los
22.000, una cifra similar a la de muchos otros escritos de esas fechas.24 25 Por su parte, Bosio habla de un total de unos 30.000 hombres, número similar a los 28.500 detalladas por Balbi.26 Otra fuente contemporánea cita también una cifra aproximada.27


Ahora bien, considerando la capacidad de las galeras del siglo XVI,
que solían tener una capacidad de llevar entre 70 y 150 hombres, parece
claro que las cifras de Balbi son un tanto exageradas, mientras que
Anastagi, que intentaba convencer al Virrey de Sicilia
de una posible victoria en caso de que éste ayudase mandando tropas,
seguramente estimó a la baja. Teniendo en cuenta que varios
historiadores ofrecen listas específicas —aunque no idénticas—
totalizando algo menos de 30.000 hombres (más unos 6.000 corsarios,
venidos de Berbería), se puede concluir que la cifra real no debió de alejarse mucho.


Por parte de los defensores, los números de Balbi probablemente
estimen a la baja, ya que da una cifra de sólo 550 caballeros en la
isla, mientras que Bosio habla de un total de 8.500 defensores. Aunque
gran parte de estos fuesen malteses sin formación militar, la cifra de
550 hospitalarios sigue pareciendo poco plausible.


La llegada de los otomanos

La imponente escuadra turca, que partió de Constantinopla en marzo, avistó Malta al amanecer del viernes 18 de mayo, pero no desembarcó inmediatamente, sino que costeó la isla hacia el sur y, finalmente, ancló en el puerto de Marsaxlokk (Marsa Sirocco), a unos 10 kilómetros del Gran Puerto.
De acuerdo con la mayoría de los relatos, en particular con el de
Balbi, apenas desembarcaron los turcos hubo discrepancias entre el jefe
de las fuerzas de tierra, el visir Kızıl Ahmedli Mustafa Bajá,28 y el almirante, Pialí Bajá. Pialí quería antes que nada tomar el fuerte de San Telmo, para dominar así el Gran Puerto y disponer de un fondeadero a salvo del siroco.


Por su parte, Mustafá pretendía atacar la desprotegida capital vieja, Mdina, que estaba en el centro de la isla, y lanzarse directamente sobre los fuertes de San Angel y San Miguel
por tierra, ya que tras la caída de estos poco resistirían las
fortalezas menores. Se impuso el criterio de Pialí, convencidos los
turcos de que San Telmo apenas si resistiría un par de días. Así, el 24 de mayo comenzaron a atrincherarse en torno al pequeño fuerte, instalando 21 cañones de batida y empezando de inmediato el bombardeo.


Parece cierto que Solimán se equivocó al repartir del mando entre
Pialí y Mustafá y al ordenar a ambos obedecer a Dragut cuando éste
llegara desde Trípoli. Sin embargo, ciertas cartas de espías en Constantinopla sugieren que el plan siempre había sido tomar el Fuerte de San Telmo primero.29 En cualquier caso, los turcos cometieron un error crucial al centrar sus esfuerzos contra él.



El Sitio de Malta, pintura de Egnazio Danti del siglo XVI (Museos Vaticanos).
Al final de la península que forma el Monte Sceberras, ocupada por la
artillería turca, se encuentra el fuerte de San Telmo, donde todavía
resisten los Caballeros de Malta (atención a las banderas). Al otro lado
del Gran Puerto se puede ver Birgu
y San Ángel (con una gran bandera de la Orden), asediado desde todos
los puntos excepto por Senglea y San Miguel, al que le une un pontón y
que también es atacado duramente desde Sceberras, además de por mar,
donde una empalizada marítima lo protege de la flota turca que, cargada
de jenízaros, el 15 de julio,
se hundió por los cañonazos recibidos desde San Ángel. Abajo a la
izquierda, se muestra el plano de La Valeta —aquí denominada Melita, Malta en latín— coronada por San Telmo.30

El asedio

Combates por el fuerte de San Elmo

El fuerte de San Elmo
estaba defendido por aproximadamente 100 caballeros y 500 soldados, a
los que La Valette había ordenado luchar hasta el final, intentando
aguantar hasta que llegasen los refuerzos prometidos por el Marqués de Villafranca, Virrey de Sicilia. El continuo bombardeo redujo el fuerte
a escombros en menos de una semana, pero La Valette evacuaba a los
heridos y reaprovisionaba el fuerte de noche por el puerto. Aun así, el 8 de junio los caballeros se encontraban al borde del motín
y enviaron un mensaje al Gran Maestre pidiendo permiso para hacer una
salida y poder morir con la espada en la mano. La respuesta de La
Valette fue pagar a los soldados y enviar una comisión a través del
puerto para conocer el estado de las defensas. Cuando los comisionados
dieron opiniones contrapuestas, el Gran Maestre dijo que podría
relevarlos si los caballeros tenían miedo de morir del modo que les
había ordenado.


Aunque avergonzada, la guarnición se mantuvo firme, rechazando numerosos asaltos del enemigo, prolongando hasta un mes la toma del fuerte. Dragut
consiguió interrumpir la comunicación por el puerto, pero murió sin
poder saborear la victoria. Según Bosio, resultó mortalmente herido el 17 de junio
por un disparo afortunado desde el fuerte de San Ángel, y según Balbi y
Sans por una descarga de los propios cañones turcos. Finalmente, el 23 de junio,
los turcos consiguieron tomar lo que quedaba del fuerte de San Telmo,
matando a todos los defensores excepto a nueve caballeros que fueron
capturados por los corsarios y un pequeño puñado que logró escapar.
Aunque los turcos triunfaron en la empresa y la flota de Pialí pudo
anclar en Marsamxett, el asedio al fuerte de San Telmo había costado a
los turcos nada menos que 6.000 bajas, incluyendo la mitad de sus
mejores tropas, los jenízaros. El propio Pialí resultó herido en la cabeza. En ese sentido fue una verdadera victoria pírrica,
pues los hombres y el tiempo perdidos —casi un mes justo, cuando el
mando turco había calculado tres o cuatro días— fueron muy importantes,
lo que no obstante, no detuvo a Mustafá. Arturo Pérez-Reverte lo refleja de la siguiente manera en su novela, Corsarios de Levante:31


Y junto al puente levadizo sobre el que ondeaba la bandera roja con la cruz de ocho puntas de la Religión,
el botero, cuyo padre había peleado en el asedio, nos contó en su
mezcla de italiano, español y lengua franca, cómo aquél había
intervenido, junto con otros marineros del Burgo, en el transporte de
caballeros voluntarios españoles, franceses, italianos y alemanes desde
San Ángel hasta el asediado San Telmo, y cómo cada noche rompían en
botes y a nado el bloqueo turco para cubrir las terribles bajas de la
jornada, sabiendo que el camino era sólo de ida e iban a una muerte
segura.


También nos contó que la última noche fue imposible pasar las líneas
turcas, y los voluntarios tuvieron que volverse; y cómo al amanecer,
desde los fuertes de Sanglea y San Miguel, los allí sitiados con el
maestre La Valette vieron anegarse San Telmo bajo una marea de cinco mil
turcos, lanzados al postrer asalto contra los doscientos caballeros y
soldados, casi todos españoles e italianos, que maltrechos, llagados y
heridos tras cinco semanas peleando día y noche, batidos por dieciocho
mil disparos de cañón, resistían entre los escombros. Remató el botero
su relato detallando cómo los últimos caballeros, heridos y sin fuerzas
para sostenerse un punto más, se retiraron sin volver espaldas hacia el
último reducto de la iglesia, matando y muriendo como leones
acorralados; pero al ver que los turcos, furiosos por el precio de la
victoria, no respetaban vida de ninguno de cuantos alcanzaban, salieron
de nuevo a la plaza para morir como quienes eran; de manera que seis de
ellos —un aragonés, un catalán, un castellano y tres italianos—,
abriéndose paso a cuchilladas entre la turba de enemigos, aún pudieron
arrojarse al mar queriendo ganar a nado el Burgo, mas fueron en el agua
presos.


Y que la cólera de Mustafá bajá fue tanta —había perdido seis mil
hombres sólo en San Telmo, incluido el famoso corsario Dragut— que mandó
crucificar en maderos los cadáveres de los caballeros, y haciéndoles
una cruz en el pecho con dos tajos de cimitarra, dejó que la corriente
los llevara al otro lado del puerto, donde seguían resistiendo Sanglea y
San Miguel, y luego compró todos los cautivos y los hizo degollar sobre
las murallas. Bárbaro acto al que el gran maestre correspondió matando a
los prisioneros turcos, y lanzando sus cabezas con los cañones al campo
enemigo.


Primer gran asalto

Para entonces las noticias del asedio se propagaban y cundía el
pánico. Había pocas dudas de que el resultado del sitio a Malta sería
trascendental y de que podría decidir la pugna entre el Imperio Otomano y
la Europa cristiana.


Todas las fuentes contemporáneas indican que los turcos querían también conquistar la fortaleza española de La Goleta, en Túnez, y parece que Solimán tenía pensado invadir la Europa Occidental a través de Italia,32 además de seguir por Hungría, una vez conquistada la península balcánica.


Aunque el virrey de Sicilia no se había puesto todavía en marcha con el prometido socorro (las tropas aún estaban en plena leva),
y a pesar del férreo bloqueo turco, seguían llegando refuerzos a la
isla. A plena luz del día, un bote de remos se dirigió hacia el Gran
Puerto, y aunque un cañonazo turco lo hizo astillas, un comendador de la
Orden, un tal Salvago, y el capitán español Miranda ganaron la costa a
nado y se reunieron con los sitiados. En otra ocasión una galera de
Sicilia logró escapar de siete galeras enemigas cuando intentaba
acercarse a tierra. Un refuerzo de 600 hombres capitaneado por Enrique
de la Valette, sobrino del Gran Maestre, fracasó al tratar de
desembarcar, pero pudo escapar. Tras otros dos intentos fallidos, el 28 de junio
se consiguió enviar verdaderos refuerzos: unos 600 hombres al mando de
Juan de Cardona, en 4 galeras enviadas por el virrey de Sicilia. Ello
elevó inmensamente la moral de los sitiados. Este piccolo socorro
incluía una compañía española de élite, 150 caballeros acudidos de
todas partes y numerosos voluntarios, incluidos los hermanos del duque del Infantado y del conde de Monteagudo, al mando del maestre de campo don Melchor de Robles. El éxito se debió a un único soldado, Juan Martínez de Olivencia,33
que desembarcó solo y dio aviso a la flotilla con una fogata de la
presencia o ausencia de enemigos las tres ocasiones que se intentó el
desembarco.14



San Ángel, con la ciudad de Birgu, La Vittoriosa, detrás, visto desde La Valeta.
Con Pialí herido, Mustafá ordenó un ataque contra la península de Senglea el 15 de julio,
incurriendo en el error contrario del asedio de San Telmo: dividir los
esfuerzos en tres ataques contra el Burgo y sus dos fuertes anexos.
Había trasladado 100 embarcaciones pequeñas por el monte Sciberras hasta
el Gran Puerto, con la intención de lanzar un ataque anfibio
contra el promontorio, mientras los corsarios atacaban el Fuerte de San
Miguel al final de la lengua de tierra. Afortunadamente para los
malteses, un desertor del bando turco alertó a la Valette sobre la
inminente operación y el Gran Maestre tuvo tiempo de construir una empalizada
en el promontorio Senglea, que ayudó decisivamente a rechazar el
ataque. Sin embargo, el ataque podría haber triunfado si algunas de las
naves turcas no se hubiesen puesto al alcance de una batería que había sido emplazada en la playa por el comandante de Guiral
al pie del Fuerte de San Ángel. Unas pocas salvas hundieron las
embarcaciones ahogando a muchos de los atacantes. El ataque por tierra
falló al mismo tiempo cuando tropas de refuerzo cristianas consiguieron
cruzar desde el Fuerte de San Miguel por un puente flotante, con el
resultado de que Malta se salvó por el momento.


Segundo gran asalto

Mientras, los turcos habían cercado Birgu y Senglea con su tren de asedio de 64 piezas
y la ciudad era objeto del que, probablemente, fue el bombardeo
continuo más duro que se había producido en la historia hasta ese
momento (Balbi asegura que se dispararon 130.000 balas de cañón en el
curso del asedio). Habiendo destruido suficientemente uno de los bastiones claves de la ciudad, Mustafá ordenó otros dos asaltos masivos simultáneos el 7 de agosto,
uno contra el Fuerte de San Miguel y otro contra la misma Birgu. En
esta ocasión, los turcos lograron atravesar las murallas de la ciudad y,
a pesar de que el Gran Maestre combatía en primera línea, su derrota
parecía segura. Pero en el último momento, los invasores retrocedieron
inesperadamente. La razón fue que el capitán de caballería Vincenzo Anastagi, en su salida diaria desde Mdina, en el interior de la isla, había atacado el desprotegido hospital de campo
turco, masacrando a los enfermos y heridos y desorganizando la
retaguardia turca. Los turcos, pensando que habían llegado los refuerzos
cristianos desde Sicilia, interrumpieron el ataque. Unido a los
esfuerzos para la toma de San Telmo, que a la postre resultaron
excesivos, otro error estratégico del mando turco, visto a posteriori, pudo ser no encargarse de los caballeros dispersos por el resto de la isla.34


Último gran asalto

Tras el ataque del 7 de agosto, los turcos reanudaron su bombardeo de
San Miguel y Birgu, empezando un último asalto masivo contra la ciudad
entre el 19 y el 21 de agosto.
Lo que sucedió durante esos días de intensa lucha no está totalmente
claro. Bradford (en el momento clave del asedio) habla de una mina turca
perforada hacia las murallas de la ciudad y que el Gran Maestre salvó
la situación corriendo hacia la brecha. Balbi, en la entrada de su
diario del 20 de agosto, dice sólo que la Valette fue advertido de que los turcos se habían internado en las murallas; el Gran Maestre corrió hacia «el
puesto amenazado, donde su presencia sorprendió a los trabajadores.
Espada en mano, permaneció en el punto más peligroso hasta que los
turcos se retiraron
».35
Bosio no hace ninguna mención a que los turcos detonasen una mina; sin
embargo, escribe que el pánico cundió cuando los estandartes turcos
asomaron tras las murallas, pero que al dirigirse hacia ese lugar, el
Gran Maestre no encontró enemigos. Entre tanto, un cañonero en lo alto
del Fuerte de San Ángel, asaltado por el mismo pánico, mató a numerosos
habitantes por «fuego amigo».36


La situación era tan desesperada como para que, en algún momento de
agosto, el Consejo de Ancianos decidiera abandonar la ciudad y retirarse
al Fuerte de San Ángel. Pero la Valette no permitió hacerlo, pues
intuía que los turcos estaban perdiendo su ímpetu, como después quedó
demostrado.


Últimas tentativas y retirada turca


Huida de los turcos según Matteo Pérez d'Aleccio. Los frescos de Aleccio son una fuente primaria sobre muchos detalles del sitio, pero ante todo, sobre la vestimenta y las armas de ambos ejércitos.
Aunque continuaron el bombardeo y los asaltos menores, los invasores
se consumían de desesperación. El socorro de 9.000 hombres enviado desde
Sicilia fue dispersado por una galerna el 28 de agosto y tuvo que volver a puerto para reparar.


El 30 de agosto,
aprovechando las lluvias que dejaron fuera de juego los arcabuces y la
artillería cristianas, los turcos intentaron sendos asaltos al Fuerte de
San Miguel. Primero los turcos lo intentaron con ayuda de una manta, una pequeña máquina de asedio cubierta con escudos, después con el uso de una auténtica torre de asedio.
En ambos casos, los ingenieros malteses construyeron un túnel a través
de las ruinas y destruyeron las construcciones con precisas salvas de
balas encadenadas, y los asaltantes fueron repelidos con piedras,
ballestas y al arma blanca.


A principios de septiembre, el tiempo estaba cambiando y Mustafá
ordenó una marcha sobre Mdina, para intentar pasar el invierno allí. Sin
embargo, la ciudad estaba llena de malteses, y para entonces sus tropas
no estaban dispuestas para otro asalto y no pudo hacerse otro ataque.
Para el 8 de septiembre, la festividad del nacimiento de la Virgen,
los turcos habían embarcado su artillería y se preparaban para dejar la
isla, habiendo perdido quizás un tercio de sus hombres debido a los
combates y las enfermedades.


El día anterior, de todas formas, el marqués de Villafranca, García de Toledo, había desembarcado con 9.600 hombres en la bahía de San Pablo
en el extremo norte de la isla antes de dar la vuelta a la isla, para
desafiar con sus salvas a la flota turca fondeada antes de volver a
Sicilia. En tierra, las fuerzas españolas formaron rápidamente los
temidos cuadros de los tercios
y emprendieron una marcha de tres días. Los turcos, que preparaban el
asalto final, comprendieron su derrota y emprendieron la retirada.14


Pero en el último momento, aún pudo frustrarse todo: el 11 de septiembre,
un soldado morisco se pasó a los turcos y les informó de que los
refuerzos eran de solamente de 5.000 hombres. Creyendo aquello, Mustafá
suspendió el embarco y se preparó para el combate. Viendo a los turcos
acercarse, Álvaro de Sande,
en punta de la vanguardia española, cargó sobre los turcos que iban a
tomar posesión de una colina, con una única compañía de arcabuceros, sin
esperar a ponerse la coraza o a recibir órdenes. Los desmoralizados
turcos, asombrados por el ímpetu del ataque y creyendo que se les venían
encima todas las huestes de la Monarquía Católica, dieron media vuelta y huyeron, siendo acuchillados hasta que se embarcaron. El 12 de septiembre desaparecía en el horizonte la última vela turca.14


Las consecuencias


Reproducción del mapa de La Valeta
de D. Specle (1589). Destaca San Elmo, con forma de estrella y la
ordenación en cuadrícula de las calles. Se planificó desde cero para ser
el centro de operaciones de la Orden, con una iglesia para cada una de
las siete Lenguas y fortificada de tal manera que resultase
prácticamente inexpugnable, protegiendo el acceso al Gran Puerto
(arriba) y la bahía de Marsamxett.
Aunque las bajas turcas fueron sin duda alguna demoledoras, su número
concreto es tan controvertido como el de invasores. Balbi da la cifra
de 35.000 turcos muertos, lo que parece poco realista, Bosio 30.000, y
otras fuentes alrededor de 25.000.37 En cualquier caso, muchos de los fallecidos eran jenízaros y cipayos, tropas selectas de difícil sustitución.


Por su parte, Malta habría perdido un tercio de sus caballeros y un
tercio de sus habitantes. Birgu y Senglea habrían quedado totalmente
arrasadas, y hubieran sido incapaces de resistir un nuevo ataque turco.
La Valette, agotado, sugirió incluso la derrotista idea de abandonar
Malta y arrasarla por completo, y que los caballeros se instalaran en un
puerto siciliano, a ser posible Siracusa.
El envejecido La Valette era un hombre agotado y hundido por los
rigores del asedio, y tras una breve enfermedad, murió al cabo de tres
años, el 21 de agosto de 1568.


La gratitud de Europa para con la heroica defensa de la Orden se
manifestó en que pronto el dinero comenzó a acudir a la isla. Las
«ciudades heroicas» —Birgu, Senglea y Kalkara— pasaron a denominarse Invicta, Vittoriosa y Cospicua
('Conspicua', en español: ilustre, visible, sobresaliente).
Posteriormente, una ciudad for­tificada de nueva construcción se edificó
sobre la península del monte Sceberras, para que los turcos nunca
pudieran ocupar la posición de nuevo. Fue bautizada como Ciudad de La Valette,
en honor de su Gran Maestre. En 1566, Felipe II envió como regalo a la
Valette sendas espada y daga de acero toledano con fornituras de oro y
pedrería grabadas con la leyenda latina «PLVS QVAM VALOR VALETTA VALET» («Más que el mismo valor vale Valetta»), y llamadas por tanto del Valor.
El regalo lo llevó a Malta fray Rodrigo Maldonado, que llegó a la isla
con gran cantidad de municiones, alimentos y pertrechos ante un
previsible nuevo asedio turco, y con el encargo de que entregara la
espada arrodillado y en público, ante sus caballeros y los hombres de la
isla que habían compartido los horrores del asedio. Desde entonces,
cada 8 de septiembre, la Espada y Daga del Valor, desfilaban por las calles de La Valeta siguiendo al portaestandarte de la Cruz de Malta.38


El sitio de Malta supuso un freno al auge otomano en el Mediterráneo y permitió a la Europa cristiana, especialmente a los Habsburgo, frenar el avance de Solimán
hacia el Oeste. Éste, en lugar de atacar de nuevo la prácticamente
indefensa Malta, se lanzó al ataque contra la Hungría de los Habsburgo,
con los que tenía tregua desde el fracasado Sitio de Viena en 1529. El Gran Sultán murió de apoplejía
en el transcurso de la costosa campaña, que fue abandonada. Dos tercios
del ejército turco murieron de peste (el «mal de Hungría») en el camino
de vuelta, pero en el mar sus galeras seguían intactas, y las potencias
cristianas dudaban a la hora de enfrentarse a sus armadas.


El nuevo sultán, Selim II,
volcó su atención en la lucha naval. La guerra entre la Cruz y la Media
Luna seguiría en el Mediterráneo sin un resultado claro. En 1570, un año antes de la histórica victoria de Lepanto, los turcos conquistaron Chipre a Venecia.39 Un Gran Visir turco, dijo al respecto:


Con la conquista de Chipre, les hemos mutilado un brazo; ellos,
derrotando nuestra flota sólo nos han afeitado la barba. Un brazo
cortado no volverá a crecer, pero una buena barba crecerá mucho mejor
después de pasada la cuchilla.


No obstante, no era lo mismo construir galeras que tripularlas
adecuadamente. Durante casi dos años la flota otomana evitó el combate,
pero después de la toma de Túnez y La Goleta por Don Juan de Austria,
en 1573, Selim II envió una fuerza de entre 250 y 300 naves de guerra y
un contingente de unos 100.000 hombres para reconquistar ambas plazas,
labor en la perecieron cerca de 30.000 hombres40 a manos de la guarnición de La Goleta, en la que según Miguel de Cervantes había unos 7.000 soldados españoles e italianos.41
Si bien la muy costosa toma de Túnez fue un hecho de armas notable, el
poderío otomano en el Mediterráneo comenzaba su lento declive. Prueba de
ello es que habría que esperar hasta 1612
para encontrar otro ataque turco de envergadura; fue un nuevo intento
de sitiar Malta (una sombra del ataque acaecido en 1565), que quedó
abortado en cuanto aparecieron en el horizonte las galeras de Nápoles.42


Después de la pérdida de Túnez, España dedicó la mayor parte de sus recursos a la Guerra de Flandes, en tanto que los turcos hacían lo propio con Irán
y los Habsburgo austríacos. El Mediterráneo dejó de ser la principal
preocupación de los monarcas español y turco y a consecuencia de ello,
la guerra constante fue perdiendo magnitud, y el equilibrio de poder en
el mar no se vio alterado sustancialmente.43


El Sitio en la ficción histórica reciente

Los autores modernos han intentado describir la desesperación y ferocidad del Sitio con distintos resultados.


  • Angels in Iron
    de Nicholas C. Prata permanece fiel a la narrativa histórica y cuenta
    la historia desde un punto de vista distinto al católico. Ironfire (la edición británica llamada The Sword and the Scimitar)
    de David Ball coge una vista menos comprensiva de los Caballeros
    Católicos de San Juan y mantiene una aproximación mucho más romántica.
  • También hay una referencia al Sitio de Malta en el videojuego Age of Empires 3,
    donde Morgan Black, supuestamente uno de los Caballeros de San Juan,
    combate a los otomanos y posteriormente viaja al Nuevo Mundo para
    combatirlos allí entre otros enemigos. Sus nietos y bisnietos continúan
    la trama posteriormente.
  • La novela La orden (The Religion) de Tim Willocks
    cuenta la historia del Sitio a través de los ojos de un mercenario
    ficticio llamado Mattias Tannhauser, que está en Malta luchando (en ese
    momento) junto a los caballeros (referidos principalmente como La Religión), mientras intenta localizar al hijo bastardo de una noble maltesa. En este intento su oponente es un alto miembro de la Inquisición.
    La historia, con grandes dosis de realismo, presenta una vívido retrato
    de ambos bandos del conflicto sin romanticismo ni asepsia del contenido
    para el consumo moderno.
  • La novela Corsarios de Levante de Arturo Pérez-Reverte
    (véase el extracto de la misma arriba) en la que además de referirse
    concretamente al Gran Sitio, se narran los pormenores del corso
    cristiano durante el Siglo de Oro
    español, en el que la Orden tuvo siempre un papel destacado, aunque la
    acción transcurre 60 años después de haber tenido lugar el sitio de
    Malta.

Referencias

Notas


  • Especialmente Francia y España en las Guerras Italianas, en las que la primera se alió con los otomanos, para escándalo de los reinos cristianos. Por su parte, Venecia,
    velando por sus intereses comerciales, procuró mantener la paz con los
    turcos, en contraste con la abierta hostilidad española.

    1. El
      avance turco encontró el primer obstáculo en las murallas de Viena
      (1529). Por otra parte el sultán se hizo dueño del Mediterráneo, aunque
      no pudo dominar la resistencia de Malta. Selim II (1566–1574) conquistó
      Chipre y muchas islas jónicas, pero la batalla de Lepanto, en octubre de
      1571, mostró a Europa que los turcos no eran en realidad invencibles.
      La decadencia del imperio era visible en todas partes en la época de los
      tres sultanes débiles, Murad II, Mohamed III y Ahmed I, especialmente
      en Persia y Hungría. Expansión musulmana: El imperio turco.

    Bibliografía

    • Arnold, Thomas (2003). The Renaissance at War. Cassell; New Ed edition. ISBN 0-304-36353-7.
    • Balbi di Correggio, Francisco (autor); Bradford, Ernle (traductor) (2005). The Siege of Malta, 1565: Translated from the Spanish Edition of 1568. Rochester, NY; Boydell Press. ISBN 1-84383-140-6.
    • Bradford, Ernle (1961). The Great Siege: Malta 1565. Wordsworth 1999. ISBN 1-84022-206-9.
    • Braudel, Fernand. El mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. Fondo de Cultura Económica, México, 1981 (2 vols.).
    • Cassola, Arnold. El gran sitio de Malta de 1565: una aproximación histórica desde la Maltea de Hipólito Sans. Tilde, Valencia, 2002. ISBN 84-95314-18-5
    • Melis, Nicola, «Malta nei Mühimme Defterleri (‘Registri degli Affari Importanti’) del 1565 (nn. 5-6)», in Contra
      Moros y Turcos. Politiche e sistemi di difesa degli Stati mediterranei
      della Corona di Spagna in Età Moderna, Atti del Convegno Internazionale
      di Studi, 20-24 septiembre de 2005, CNR, Cagliari 2008.
    • Fernández Duro, Cesáreo. Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Museo Naval, Madrid, 1972.
    • Pickles, Tim. Malta 1565: Last Battle of the Crusades; Osprey Campaign Series #50, Osprey Publishing, 1998. ISBN 1-85532-603-5
    • Rothman, Tony. "The Great Siege of Malta," in History Today, Jan. 2007.
    • Miguel Ribas de Pina: El Sitio de mata de 1565, Revista Ejército, nº. 18.
    • Spiteri, Stephen C. The Great Siege: Knights vs. Turks, 1565. The Author, Malta, 2005.
    • Aurel Decei Istoria Imperiului Otoman, Editura ştiinţifică şi enciclopedică, Bucureşti 1978, p.185-186
    • Cañete, Hugo A. Los Tercios en el Mediterráneo. Los Sitios de Castelnuovo y Malta. Ediciones Platea 2015. ISBN 9788494288463

    Véase también

    Enlaces externos


  • Por
    «turcos» o «el Turco» se entendía en la España de los siglos XV y XVI a
    los propios turcos otomanos, a todos los musulmanes del Mediterráneo y a
    los pueblos bereberes que rendían vasallaje al Imperio otomano. El término «moro» era el más común para referirse a los habitantes de Orán
    hacia Occidente. Ni «moro», ni «turco» tenían connotación despectiva,
    sino que se utilizaban de un modo similar al «gallego» latinoamericano
    para referirse a los oriundos españoles.

    En el presente artículo «turco» tiene el uso arriba mencionado, si bien
    se aclara que gran parte del ejército musulmán era berberisco.


  • Conquistada por Pedro Navarro en 1510.


  • «La Menorca aragonesa se benefició del esplendor marítimo y comercial del reino, pero a partir de finales del siglo XIV, la isla experimenta un drástico proceso de despoblación y decadencia económica. Este proceso alcanzó cotas alarmantes en los siglos XV y XVI,
    debido a muy diversos motivos. Fundamentalmente las luchas sociales
    entre el campesinado y la aristocracia, similares y coetáneas a las Germanías del reino de Valencia y de Mallorca o a las de la revuelta catalana contra Juan II. También influyeron los ataques de los turcos que, dirigidos por el pirata Barbarroja, en 1535 saquearon y destruyeron Mahón y el pirata Pialí, también turco, la entonces capital, Ciudadela en 1558, lo que amenazó con la despoblación casi absoluta de la isla
    ». [1].


  • Fray Ramón de Perellós y Rocafull. Véase http://www.armoria.info/libro_de_armoria/PERELL%D3S.html.


  • http://www.mallorcaweb.com/noticias/2006/07/fiestas-patrona-pollenca-moros-cristianos/ y http://www.mallorca-rugby.com/?idprod=44707


  • Pirates of the Barbary Coast, Chapter 4.


  • "One
    of their (De Valette's) first acts after taking possession of th island
    in 1552—by now there were experts in such things (fortifications)—was
    to commission a survey of the island's defences by a progressive Italian
    architect. The result of his recomendations was a new start-patterned
    fort, St. Elmo, and several angled bastions to take full advantage of
    ebery possibility for flanking fire. The island's defences were state of
    the art.
    " The Renaissance at War, p. 129.


  • Godfrey Wettinger, Slavery in the Islands of Malta and Gozo, Publishers Enterprise Group: Malta, 2002, p. 34


  • Carlos V y la Berbería. El contexto de la frontera mediterránea en la época de Carlos V.


  • La Valette, que había sido gobernador de Trípoli, fue uno de los principales promotores del intento de recuperación.


  • Carmel Testa, Romegas, Midsea Book: Malta, 2002, p. 61.


  • Fernand Braudel, The Mediterranean and the Mediterranean World in the Age of Philip II, University of California Press: Berkeley, 1995.


  • Braudel,
    Op. cit., vol. II; parte III, caps. V y VI (pp. 485-94) y Fernández
    Duro, Op. cit., vol. II, caps. V y VI (pp. 53 a 100).


  • Giacomo Bosio, Histoire des Chevaliers de l’ordre de S. Iean de Hierusalem, edited by J. Baudoin (Paris, 1643).


  • Colección de Documentos Inéditos Para La Historia de España, vol. 29 (Madrid, 1856).


  • Tan del gusto turquesco, aunque poco útiles por la dificultad del transporte y el disparo y la lentísima cadencia de tiro.


  • Unos 70 kilogramos.


  • Braudel, Op.Cit., vol. II; parte III, caps. V y VI (pp. 485-94) y Fernández Duro, Op. cit., vol. II, caps V y VI (pp. 53 a 100).


  • Francesco Balbi di Correggio (1965). The Siege of Malta, 1565. Londres. Traducido por Ernle Bradford del italiano al inglés.


  • Arnold Cassola, The 1565 Great Siege of Malta and Hipolito Sans's La Maltea, Publishers Enterprise Group: Malta, 1999.


  • Colección, op. cit., p. 367.


  • Celio Secondo Curione, A New History of the War in Malta, translated from the Latin by Emanuele F. Mizzi (Tipografia Leonina: Roma, 1928).


  • Giovanni Bonello, Histories of Malta, Volume III, Versions and Perversions (Patrimonju Publishing Ltd: Malta, 2002)


  • Colección, op. cit.


  • Giacomo Bosio, op. cit.


  • Richard Knolles, The Generall Historie of the Turke (London, 1603).


  • A.Decei p.185


  • Colección de Documentos Inéditos Para La Historia de España, vol. 29 (Madrid, 1856), pp. 6–7.


  • The Renaissance at War, pp. 130-131.


  • Narración que un botero maltés hace al capitán Alatriste y sus compañeros, al contemplar el Fuerte de San Telmo desde La Valeta. Corsarios de Levante, Ed. Alfaguara, ISBN 84-204-7101-1.


  • Ya en 1480 los otomanos entraron en Otranto, plaza que mantuvieron por espacio de ocho meses. Relato de la Batalla de Otranto, 27 de julio de 1480.


  • Aclarado el nombre completo en http://www.elperiodicodevillena.com/noticia.asp?idnoticia=78514


  • "In
    early August Hospitaller cavalry, based elsewhere on the island (and
    foolishly left in peace), swooped down the Turkish camp, massacring the
    sick and the wounded.
    " The Renaissance at War, p. 129.


  • Francisco Balbi, The Siege of Malta 1565, translated by H.A. Balbi (Copenhagen, 1961).


  • Giacomo Bosio, Histoire des Chevaliers de l’ordre de S. Iean de Hierusalem, edited by J. Baudoin (Paris, 1643), p. 552.


  • Arnold Cassola, The 1565 Ottoman Malta Campaign Register, Publishers Enterprise Group: Malta, 1998, p. 111.


  • Hasta que en 1798 las robó Bonaparte. Hoy día siguen en El Louvre, a pesar de las protestas de la República de Malta y la Orden Hospitalaria. "In
    recognition of this event of their part in the Great Siege, Senglea
    considered now as a city and was called “Invicta” that meant unconquered
    while the historic city of Birgu was re-named “Vittoriosa” that meant
    the victorious city. Emperor Philip II of Spain sent to La Vallette a
    jeweled sword and a rich dagger of enameled gold set with pearls and
    very precious stones. All these, unfortunately finished in the hands of
    French soldiers under2 the command of Napoleon Bonaparte in June 1798
    and are now enhancing a glass case at the Louvre Museum in Paris.
    " Historia de Birgu. Ayuntamiento de Birgu


  • The Reinaissance at War, p. 132.


  • «Para
    Alonso de Salamanca fueron 330 los navíos que se presentaron en Túnez,
    pues a los 300 que salieron inicialmente de Constantinopla, se les
    unieron luego 30 más en Navarino. [...] Casi coincidente con esta cifra
    es la que proporciona otro autor coetáneo de Alonso de Salamanca,
    llamado Juan de Zanoguera, quien escribió acerca de la composición de la
    armada turca que intervino en esta acción, evaluando en 327 el grueso
    de sus barcos, conforme con el siguiente desglose: "doscientas y ochenta
    galeras, quinze galeazas y mahonas, trece naves, cuatro caramuchalis,
    aunque ellos decían trescientas galeras". Según Hess, las disparidades
    numéricas que separan a los tratadistas oscilan entre 250 y 300 para la
    estimación de los barcos, mientras que para el contingente de tropas
    gira en torno de los 100.000, incluyendo en esta cantidad los refuerzos
    enviados por las poblaciones autóctonas de Argelia, Trípoli y Túnez, que
    pudieron ser unos 30.000 hombres. […] Según sus cálculos (de Alonso de
    S.) los otomanos perdieron unos 33.000 hombres y "un numero infinito de
    haçienda". Por ello no es extraño que Hess se refiera a esta acción como
    "la que quizá fue la más cara campaña durante el siglo XVI"
    ». The forgotten Frontier. A History of the sixteenth-century Ibero-African Frontier. Chicago, Univ. Press, 1978. Andrew C. Hess. y «La pérdida de La Goleta y Túnez en 1574».


  • «Fue
    común opinión que no se habían de encerrar los nuestros en la Goleta,
    sino esperar en campaña al desembarco; y los que esto dicen hablan de
    lejos y con poca experiencia de casos semejantes, porque si en la Goleta
    y en el fuerte apenas había siete mil soldados, ¿cómo podía tan poco
    número, aunque más esforzados fuesen, salir a la campaña y quedar en las
    fuerzas contra tanto como era el de los enemigos? ¿Y cómo es posible
    dejar de perderse fuerza que no es socorrida, y más cuando la cercan
    enemigos resueltos y porfiados, y en su misma tierra?
    ». Francisco Navarro y Ledesma, El ingenioso hidalgo Miguel de Cervantes Saavedra, cap. XVII.


  • Fernández Duro, op. y vol. cits., pp. 187–195 y 339–340.


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