viernes, 24 de junio de 2016

Dérej Hashem 21 | Proyecto Jai

Dérej Hashem 21 | Proyecto Jai













Dérej Hashem 21


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Posted on mayo 02, 2016


BH


derejhashem


Respecto de las Partes del Servicio


[1] En general, el servicio consiste en dos partes:
la primera es el estudio (El estudio es también parte del servicio, no
es sólo un medio para saber cómo servir a Dios (sin embargo, el Rab aquí
no se refiere específicamente al precepto activo del estudio de la
Toráh; al respecto se referirá en el capítulo siguiente). Por eso,
aunque las mujeres están exentas del precepto de estudiar Toráh, ellas
están obligadas a estudiar cómo cumplir los preceptos que sí fueron
ordenadas, y eso también es parte de su servicio a Dios ), y la segunda
es la observancia (Esto incluye la realización y el cumplimiento de
todos los preceptos, incluyendo no sólo los que requieren una acción
física, sino también los relacionados con el habla y con el
pensamiento).



[2] La observancia, a su vez, se divide en cuatro
partes: la primera es la constante, la segunda es la diaria, la tercera
es la periódica y la cuarta es la circunstancial.



[3] La observancia constante incluye aquello que el
hombre está obligado en todo momento, como el amor a Dios y el temor a
Él (En total hay seis preceptos de cumplimiento constante y permanente,
en cualquier lugar y en cualquier momento. Estos preceptos están
relacionados directamente con la fe, y ellos son: 1) Creer que hay un
Dios que creó todo lo que existe, 2) no creer en otros Dioses, 3) Creer
en Su Unicidad 4) el amor a Dios, 5) el temor a Dios, 6) no desviarse en
pos de los pensamientos del corazón y la visión de los ojos ). La
observancia diaria incluye aquello que está obligado todos los días, por
ejemplo: los sacrificios, en la época del Templo, y ahora, las
plegarias y la lectura del Shemá (También en la época del Templo de
Jerusalem el hombre tenía la obligación de rezar y de recitar el Shemá
Israel dos veces al día, una a la mañana y otra a la noche, como
escribió Maimónides en su Libro de las Mitzvot. Es por eso que aquí se
debe entender estas palabras como: “y ahora, sólo las plegarias y la
lectura del Shemá.). La observancia periódica incluye aquello que está
obligado en tiempos específicos, como el Shabat y las festividades. Y la
observancia circunstancial incluye aquello que está obligado
dependiendo de situaciones particulares en las que se encuentre, por
ejemplo: el precepto de la jalá (Cuando se prepara una masa), el diezmo
(Cuando se recolecta la cosecha ,en la tierra de Israel.), el rescate
del primogénito (Cuando nace el primer hijo), y similares. Y en cada una
de estas partes hay obligaciones y restricciones, es decir preceptos
activos y no activos, y ello constituye el apartarse del mal y hacer el
bien (El Rab parafrasea el versículo: “apártate del mal y haz el bien”
(Tehilim 34:15).



[4] En verdad, el punto central de todos estos
conceptos ya fue explicado en líneas generales en la primera parte,  y
es dirigirnos a Él, Bendito Sea, y buscar Su cercanía a través de los
caminos que Él nos ha establecido para acercarnos y apegamos a Él (Es
decir, a través del cumplimiento de los preceptos. El hombre no puede
inventar otros caminos para acercarse a Él, aunque no comprenda por qué
el cumplimiento de tal o cual precepto provoca el apego al Creador ). Y
cada precepto provoca un aspecto distinto de apego a Dios . Y he aquí,
es necesario que tratemos de apartar todos los obstáculos del mal, el
cual está adherido a la oscuridad de la materia y de este mundo, y nos
esforcemos para acercarnos a Él hasta apegamos a El perfeccionarnos por
medio de Su perfección. Éste es todo Su deseo, Bendito Sea, y todo Su
propósito en la creación, como ya hemos mencionado.



[5] Pero los detalles de estos conceptos (El Rab se
refiere aquí al conjunto de los 613 preceptos ), están acorde a cómo
fueron dispuestas las leyes de la humanidad y el mundo en todos sus
aspectos (Pues Dios creó el mundo basado en la Toráh y no al revés, como
dice el Zóhar. Y además los kabalistas explicaron que así como el
cuerpo del hombre tiene 613 partes en total, también su alma, su aspecto
espiritual, tiene 613 partes que el hombre debe llevar a la perfección
), y los caminos que le fueron dados al hombre para adquirir la
perfección y para perfeccionar junto con él a toda la creación acorde a
su orden y todas sus divisiones, tanto en sus raíces como en sus
ramificaciones.


Y ahora explicaremos algunos de ellos, los más relevantes, que deben
ser observados en todo lugar y en todo tiempo (Quiere decir que ahora
pasara a explicar algunos preceptos que deben ser observados tanto en la
tierra de Israel como en la diáspora, y que debían ser también ahora
que no contamos con él.



Respecto del Estudio de la Toráh


 [1] He aquí, el estudio de la Toráh es algo
absolutamente necesario; sin él, es imposible llegar a la observancia,
pues si no sabrá que le fue ordenado hacer, ¿cómo podrá hacerlo? Sin
embargo, además de esto, el estudio de la Toráh tiene una función muy
importante en la perfección del hombre.



[2] Entre todas las influencias que Él, Bendito Sea,
envía en beneficio de Sus criaturas hay una que es superior al resto de
las influencias, y cuya esencia es más importante y excelsa que todas
las demás que pudieran existir, es decir que es lo máximo que puede ser
encontrado en la creación parecido a Su realidad verdadera, Bendito Sea,
y de importancia y excelencia parecidas a la realidad de Su
importancia. Y esto es realmente lo que representa que el Señor, Bendito
Sea Su Nombre, comparte Su gloria y excelencia con Sus criaturas. Y en
verdad el Creador. Bendito Sea Su Nombre, vinculó esa influencia con
algo que Él, Bendito sea, creó para este objetivo, y es: la Toráh (La
palabra Torá proviene del verbo lehorot, que significa: “enseñar”,
“instruir” Una traducción bastante literal para Toráh, por lo tanto,
sería: “enseñanza” o “instrucción”.). Y esto se logra a través de dos
aspectos: a través de la lectura y a través de la comprensión (Nuestra
traducción está basada en el comentario Mesilot El Dérej Hashem así
también explica el autor del comentario Or Hadérej. Según Mare Dérej la
explicación de higaion (“la lectura”) es: “la lectura y el aspecto de la
reflexion externa y superficial”, y luego, cuando el Ramjal dice “la
comprensión” (hahaskala) se refiere, según él, a la reflexion y la
profundización en el estudio. ). Y esto es, como fue explicado allí ,
porque el Señor, Bendito Sea, compuso un conjunto de palabras y
alocuciones —que son los cinco libros de la Toráh y en un nivel más
bajo, los Profetas y los Escritos sagrados, y vinculó a ellos esta
influencia de manera tal que cuando las personas hablen aquellas
palabras (Incluso si no las comprenden, de todos modos la persona debe
intentar comprender lo que lee pues el estudio completo no incluye sólo
la lectura y el habla de las palabras sagradas sino también la
comprensión de las mismas.) les sea proyectada esta influencia a quienes
lo hagan; pero esto, con la condición de que esa lectura sea realizada
siguiendo las reglas que fueron establecidas (Se refiere a las reglas
particulares de las cuatro áreas de interpretación de la Toráh: el
peshat (la literalidad del texto), y el remez, el derash y el sod
(caminos de interpretación basados en las parábolas, las alegorías, la
mística y la Kabalá), como será explicado seguidamente con la ayuda del
Cielo. Asimismo, al dedicarse a la comprensión del contenido de estas
palabras de acuerdo a sus caminos verdaderos, esta influencia le será
proyectada a quien las comprende .


Y en verdad, esta influencia tiene muchos grados diferentes, al igual
que en el caso de todas las otras influencias y conceptos de la
creación, y estos niveles están divididos en las distintas partes de la
lectura y la comprensión como le pareció a la Sabiduría Suprema
apropiado, de modo que a través una parte de la lectura sea proyectado
un nivel de influencia y a través de otra parte otro nivel; y lo mismo
sucede respecto de la comprensión; pero no existe ninguna parte del
estudio de la Toráh mediante la cual no sea proyectado algún grado esta
excelsa influencia, mientras se cumplan las condiciones necesarias (Es
por eso que la persona tiene la obligación y el deber de estudiar todas
las partes de la Torah, pues de estudiar solo algunas, le faltara la
influencia de las partes que no estudio, y no obtendrá la influencia y
la perfección completa ).



[3] Y he aquí, es algo claro que cuanto más alto sea
el nivel de comprensión más alta será la influencia correspondiente
proyectada de ella, y no se podrá comparar alguien que entienda sólo el
lenguaje básico de un pasaje bíblico con alguien que también entienda su
significado, y tampoco se compara quien entiende sólo el significado
superficial con quien lo hace con profundidad, y tampoco quien ahonde
poco con quien ahonde mucho. Sin embargo, Su benevolencia, Bendito Sea,
dispuso que en cada nivel de comprensión se proyecte un grado de esta
influencia de modo que quien la estudia (Quiere decir: de modo que quien
estudia cualquier parte de la Torá.) ganará la parte de esa gran
influencia vinculada con esa comprensión, y quien no ha llegado a
ninguna comprensión sino que sólo se ha dedicado a la lectura de la
misma , eso también será para él un medio para recibir un poco de esta
influencia. De esta manera, la mayor parte del pueblo de Israel tiene
este mérito (El Ramjal no concibe la idea de que la mayor parte del
pueblo no haya abierto un libro de estudio de Toráh en su vida), quien
más quien menos.



[4] No obstante, además de esta categorización que
existe respecto de la recompensa (Se refiere a la influencia, la cual es
llamada aquí “recompensa”. Esto nos enseña que la verdadera recompensa
que el hombre recibe por dedicarse a la Torah es la influencia Celestial
que lo perfecciona ) por la dedicación de las personas a ella en base a
su cantidad real (Quiere decir: conforme a cuánto cada uno se haya
esforzado en el estudio de la Toráh ), hay otra categorización y
diferenciación (“Categorización” en lo que hace a la cantidad de
esfuerzo en el estudio, y “diferenciación” en lo que se refiere a las
distintas partes de la Torah ) respecto de la reparación de toda la
creación a través de ella, de modo que no hay ninguna parte de ésta que
no sea reparada a través de él (Quiere decir, a través del hombre al
estudiar Toráh.), perfeccionando así una parte de toda la creación.
Entonces, quien desea servir delante del Creador en forma íntegra (El
deseo de estudiar la Toráh debe provenir del deseo de servir a Dios, no
de un deseo intelectual de incrementar los conocimientos o la sabiduría;
nótese que aquí el Ramjal se refiere al estudio de la Torah como una
avodá, “servicio”. Y así escribió el Ramjal en Mesilat Yesharim cap.19:
“… y la verdadera intención que debe tener la persona es servir solo
para que el honor del Señor, Bendito Sea, se incremente y crezca… pues
esta es la mejor intención, ya que está completamente alejada de
cualquier forma de beneficio personal y solo es por el honor de Dios… y
también debe desear lo mismo respecto del resto de las personas”) debe
dedicarse a todas sus partes de acuerdo con su posibilidad (Esto se
refiere al tiempo que la persona posee para dedicarse al estudio, y
también se refiere a como se relaciona con la Torah, pues “la persona
siempre debe estudiar Torah en el lugar (el tema) que su corazón desea”
citando Avoda Zara 19a.) , para que así le llegue la reparación a todas
las partes de la creación. Y con relación a esto dijeron nuestros
Sabios, de bendita memoria: “Que el hombre siempre divida sus días: un
tercio en las Escrituras, otro tercio en la Mishná y otro tercio en la
Guemará” (Kidushin 30a; Avodá Zará 19b). Y esto incluye todas las partes
de la Torah, en las cuales el hombre se debe dividir el tiempo de modo
que se dedique a todas, sin omitir ninguna de ellas (Aunque no pueda
concluir su estudio ). Sin embargo, el tiempo que se ha de dedicar a
cada una de ellas es correcto que dependa de lo que es la persona y lo
que le esté ocurriendo (Esto es así porque el perfeccionamiento del
mundo depende del perfeccionamiento de la persona; y si al estudiar la
persona se hace peor, en lugar de repararse, lo mismo hace con el mundo
) .



[5] Sin embargo, las condiciones que deben acompañar
al estudio son las siguientes: la reverencia por el estudio propiamente
dicho (La palabra yirá significa la reverencia, el temor y la
veneración que el hombre debe sentir por el estudio de la Torah en el
momento mismo del estudio. Y esto es en adición a la obligación
permanente de tener reverencia y temor a Dios ), y la reparación de las
acciones en todo momento (No solo durante el estudio ).


Y esto es así (El Ramjal pasa ahora a explicar la primera de las dos
condiciones que deben acompañar al estudio: la reverencia por el estudio
propiamente dicho.) pues, he aquí, todo el poder de la Torah proviene
sólo de que Él, Bendito Sea, vinculó e hizo depender de ella Su
influencia excelsa de modo que al hablarla y comprenderla llega esa gran
influencia; pero si no hubiera sido por esto, hablar de ella sería como
hablar de cualquier otra cosa, o como los libros de ciencias, o como el
conocimiento de las distintas ciencias naturales, mediante lo cual solo
se obtiene información pero el alma no recibe de ello en absoluto
ningún incremento en la excelencia y la importancia al leerlos, al
hablar de esos temas o al comprenderlos, y tampoco llega de ello una
reparación de la creación en su totalidad. Y en verdad, esta influencia
es algo Divino, como ya mencionamos, y no sólo eso sino que además es el
más elevado y excelso de los conceptos que son proyectados y
comunicados por Él, Bendito Sea, a los seres creados. Y puesto que esto
es así, por supuesto que el hombre debe sentir temor y estremecimiento
al dedicarse a algo así, pues a través de esto él se presenta delante de
su Dios y se dedica a atraer Su gran luz hacia él. Y he aquí,
correspondería que sintiera vergüenza de su insignificancia humana y
temblara ante Su gran magnificencia, Bendito Sea. Por otro lado, he
aquí, debería regocijarse mucho de la buena parte que tuvo el mérito de
recibir (Y esta alegría inmensa debe ser la consecuencia del amor a
Dios, el cual debe venir después de la yirá, la reverencia y el temor, y
debe estar entrelazado con ella ), pero con estremecimiento, como
mencionamos, y esto incluye que no se siente de manera frívola (El Rab
dice aquí que además de que el hombre debe ser cuidadoso de que el
estudio mismo no esté acompañado de frivolidad, como es obvio, él
también ser cuidadoso incluso de que la manera en que está sentado
mientras estudia la Tora denote frivolidad ), y que no haga nada que
denote desprecio ni por sus palabras ni por sus libros. Y debe saber
delante de Quién se encuentra y estudia. Y si la persona se cuida en
todo esto, su estudio será lo que realmente debe ser y ella provocará
que se proyecte la influencia que mencionamos, y se incrementará en ella
la excelencia Divina (Y se hará parte de su esencia ), y se proyectará
una reparación y una iluminación (El concepto de heará, “iluminación”,
encierra la idea de un incremento en la excelencia espiritual ). El
tikún, la “rectificación”, significa quitar lo malo y preparar la cosa
para lo bueno, es decir, para “la iluminación” ) a toda la creación.
Pero si faltará esta condición (Quiere decir: si falta el temor al Cielo
que debe acompañar al estudio, lo cual denota una falta de estima y
valorización de la Torah ), no se proyectará ninguna iluminación a
través de él, y sus palabras serán sólo como cualquier otra conversación
de los seres humanos (La cual puede incrementar sabiduría, pero no
sabiduría Divina ), su lectura será como leer una carta, y su reflexión
será como la reflexión sobre cualquier otro asunto terrenal. Y además,
por el contrario, le será considerado de culpa, pues él se acerca a la
santidad sin ningún temor y se comporta frívolamente ante su Creador
mientras habla delante de Él y se dedica a lo que es sagrado para Él,
Bendito Sea. No obstante según el nivel de temor, el grado de honor y el
cuidado en esto, así será el nivel del valor del estudio y el nivel de
influencia que se proyecta a través del mismo.



[6] Y la segunda condición es la reparación de las
acciones, pues he aquí, quien desee recibir una influencia, debe ser
apto y estar preparado para recibirla, pero si él se impurifica con
pecados y culpas, y se aleja de su Creador, y se corrompe yendo en pos
de las fuerzas de la impureza y el mal, seguro se dirá de él: “Y al
malvado Dios le dijo: “¿Por qué hablas de Mis leyes…?” (Tehilim 50:16). Y
así dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria: “Quién le enseña a un
estudiante que no es apto, es como si le tirara una piedra a Marculis
(Marculis era el nombre de un ídolo, y arrojarle una piedra era la forma
de adorarlo. Entonces, lo que quieren decir los Sabios es que quien le
enseña Torah a un alumno que no es apto pues aún no ha refinado
suficiente sus característica de la personalidad, es como si hiciera
idolatría. Explica el Dérej Lajaim: quien le tira una piedra a Marculis
piensa que está despreciando la idolatría, pero en realidad, puesto que
esa es la manera de adorar a ese ídolo, él está cometiendo el pecado de
la idolatría. Así también, quien le enseña a un alumno que no es apto,
aunque piensa que está ayudando a ese alumno a elevarse, está
despreciando la Torah pues el alumno usara lo que aprendió para hacer
aún más el mal.)” (Julín 133a); y en una persona así seguro que el
estudio de la Torá no proyectará nada de la influencia que mencionamos,
en ningún grado en absoluto.


Y a pesar de esto, nuestros Sabios, de bendita memoria nos han
revelado un gran secreto: si los malvados no abandonaran el estudio de
la Toráh, al final ellos habrían de retornar al bien; pues aunque ellos
no tienen el poder de hacer que sea proyectada ninguna influencia de
ante Él, Bendito Sea, como ya vimos, las palabras mismas de la Toráh son
intrínsecamente sagradas, de modo que quien constantemente se dedique a
ellas recibirla continuamente de ellas un pequeño despertar
(espiritual), como si fuera la más pequeña de las iluminaciones que
recibe quien se dedica a ellas; y ésta finalmente perseveraría sobre él y
haría que retornara al bien. Y esto es lo que dijeron nuestros Sabios,
de bendita memoria (En nombre de Dios): “Ojalá que aunque a Mí me
abandonaran, Mi Toráh cuidaran, pues la luz que hay en ella haría que
vuelvan al bien” (Midrash Ejá, petijtá 2). Y aun así es obvio que esto
no está dicho con relación a quien se dedica a ella en forma de broma y
burla o a quien adultera su significado verdadero, sino a quien se
dedica a ella por lo menos como si se dedicara a cualquier otro estudio
(Es decir, con seriedad, con el objetivo de conocer y comprender
cabalmente y fidedignamente la Torah ).



[7] No obstante, quien se purifica y se santifica a
través de sus acciones, a través de su estudio hace que se proyecte una
influencia acorde al nivel de preparación que él se preparó, y cuanta
más preparación realice, mayor será la excelencia y la fuerza de su
estudio. Y esto es lo que encontramos en los primeros Sabios, a quienes
la Toráh les otorgó un gran poder y les confirió elevación y excelencia
como no encontramos en las generaciones posteriores, a causa del
incremento en su preparación, a diferencia de la preparación de las
últimas generaciones.


Y ya dijeron respecto de Yonatán ben Uziel, que cuando se dedicaba a
la Toráh, cualquier pájaro que volaba sobre él, se quemaba (Sucá 28a,
Babá Bacrá 134a), por lo fuerte que estaba envuelto por la Presencia
Divina a través de su estudio (Por la preparación que había realizado ).



Respecto de la Importancia del Amor y el Temor a Dios


[1] He aquí, ya hemos explicado en la primera parte,
que los conceptos del amor y el temor (a Dios) acercan al hombre y
hacen que se apegue a su Creador, Bendito Sea, y esto está dicho en
referencia al amor y el temor verdadero, es decir, el amor a Su Nombre,
Bendito Sea, no el amor a la recompensa, y el temor a Su gran
magnificencia, no el temor al castigo (Pues el amor a la recompensa y el
temor al castigo son sólo amor por uno mismo y miedo de no ser
castigado, y ese amor y temor no acercan al hombre a Dios ) El concepto
de yirá no significa sólo “miedo”, sino que también encierra todo el
temor, la veneración, el respeto, la reverencia y la devoción que la
persona siente ante la grandeza, la magnificencia y la excelencia de
Dios, al darse cuenta de lo ínfimo que es ella, y ello provoca un
sentimiento de sumisión y anulación ante El ).


Y he aquí, este temor purifica al hombre de la oscuridad de la
materialidad y el cuerpo físico, y hace que esté envuelto por la
Presencia Divina . Y cuanto más grande sea el temor, mayor será la
purificación y la inspiración, y quien llegue a este nivel de temor en
forma constante, siempre estará envuelto por la Presencia Divina. Y esto
se encontró completamente e nuestro Maestro Moshé, sobre él sea la paz,
como nuestros Sabios dijeron sobre él: “El temor, para Moshé, era algo
ínfimo” (Berajot 33a), y por ello fue merecedor de estar envuelto
continuamente por la Presencia Divina.


Y he aquí, para el resto de las personas esto (El continuo temor a
Dios ) es algo difícil de conseguir correctamente, no obstante, según el
grado que la persona logre conseguirlo se incrementará el poder de
pureza y su santidad, como ya fue mencionado, y especialmente cuando se
dedique al cumplimiento de los preceptos o al estudio, ya que ésta (La
yirá, el temor a Dios ) es una condición imprescindible para llegar a la
perfección en ese estudio o el cumplimiento de ese precepto, como
mencionamos.



[2] Y el amor es lo que apega y vincula al hombre a
su Creador, incrementa su fuerza (Quiere decir, hace que los preceptos
que cumple tengan más fuerza espiritual para obrar resultados ) y lo
glorifica con grandes coronas (Esto se refiere a la influencia que el
hombre recibe de Arriba ). Y lo principal es el regocijo del corazón y
el furor del alma frente a su Creador, y que el hombre se entregue junto
con todo lo que tiene para santificar Su Nombre, Bendito Sea, y
provocar satisfacción ante Él (Nótese que es imposible atribuirle a Dios
el sustantivo “satisfacción”, por eso dice: “provocar satisfacción ante
Él” y no “a Él”.). Y estos conceptos ya fueron explicados en el lugar
correspondiente , y no es necesario explayarnos aquí.


Y he aquí, estos conceptos incluyen también la fe en ÉL, Bendito Sea,
y en Su unicidad (“Unicidad” es la cualidad de lo que es único, de lo
que es solo en su especie.), la confianza, y similares, y todos estos
conceptos hacen que el hombre se apegue Creador, Bendito Sea, y
fortalecen en él la santidad y la iluminación (Este término quiere decir
aquí: la captación y el entendimiento de los caminos de Dios ).





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