viernes, 24 de junio de 2016

Parashat Bereshit | Proyecto Jai

Parashat Bereshit | Proyecto Jai













Parashat Bereshit


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Posted on marzo 01, 2016


BH


TORA





1-“En el principio creo Dios el cielo y la tierra”
בראשית ברא אלהים את השמים ואת הארץ
“En el principio”


La Torá proclama : “Dios es el comienzo y origen de todo lo
existente”. La materia cósmica no es eterna, no es la fuente inicial de
la vida en este mundo. Fue Dios quien creó la materia a partir de la
nada. Fue quien creó el Universo, en el principio, dependiendo solo y
exclusivamente de Su libre Voluntad. La afirmación de la Torá de la
creación de la nada (yesh meayin) fundamenta la fe en Un Creador Único y
Todopoderoso, que no esta vinculado a la materia, y cuyo acto creador
tiene un objetivo determinado. Si hubiera tenido frente a Él alguna
materia preexistente, se vería limitado por ella, y su obra dejaría de
ser libre y perfecta. Con semenjante materia el mundo que Dios pudiera
haber creado, seria solo relativamente bueno. Todos los males y
depravaciones se derivarían de aquella imperfección de la materia
inicial, y no estaría en el poder de Dios eliminarlo. Y no podría el
hombre llegar a ser dueño de su propia naturaleza. La libertad
desaparecería del mundo. Se derivaría una teoría de que es imposible al
hombre conquistar sus bajos instintos.


Pero la Torá reduce a nada esta teoría. Proclama que la substancia y
la forma de todo lo que existe proceden de la Voluntad libre y
Todopoderosa del Creador. Quien continúa disponiendo, con total
libertad, de todos los seres; de su substancia y forma, fuerzas que los
alimentan y leyes. Y así como el Creador gobierna Su universo con entera
libertad, de igual modo, al soplar en el hombre una chispa de Su Ser,
Dios le dio la capacidad de ejercer su libertad sobre su pequeño mundo,
sobre su cuerpo y sus fuerzas. El hombre representa pues, la imagen del
Creador, libre dentro del Universo, el cual es a su vez dominado
soberanamente por Su Omnipotencia.


El proceso de la creación a partir de la nada hasta su existencia
tiene que haber pasado por un proceso o fuerza, el paso del espíritu
puro a la materia. Rabí Itzjak Luria la describe como una luz Divina
procedente del Infinito que se extiende en el espacio. Esta luz se
compone de una infinidad de puntos aislados, y se difunde de forma
atomizada. Se trata del elemento productor de la materia, y sus
características parecen sustraerse a la influencia general de las leyes
naturales.


En el relato de la Creación el Nombre de Dios aparece en tercera
posición ( Bereshít Bará Elohím), haciéndole preceder de las nociones de
tiempo y creación. Pues su propósito es informar al hombre desde el
principio, de que el conocimiento del Creador sólo puede adquirirse a
través del conocimiento de la Creación y de las categorías de la vida
terrenal. Observando, tomamos conciencia de los Atributos Divinos, y es a
través de ellos que podemos llegar progresivamente al conocimiento del
Nombre de Dios. La existencia del Creador se da por sobreentendida en
todas partes, pero la formulación del primer versículo nos sugiere
discretamente que busquemos a Dios en el proceso de la Creación, y que
vayamos adquiriendo así progresivamente, por medio de nuestro intelecto,
lo que la Fe nos propone al principio de nuestra experiencia humana.
Pues en cualquier caso, el conocimiento es el coronamiento de la Fe.


El relato tanajico comienza con la letra “Bet” , como si quisiera
subrayar que la creación del Universo es sólo el segundo factor, y que
por lo tanto es deber del hombre buscar “al primero”, es decir al
Creador , que es anterior al tiempo.



Creo. La palabra “bara- creo”, se aplica
exclusivamente a la Creación Divina, hecha a partir de la nada,
oposición a la actividad “productora” del hombre, que se expresa con los
verbos “hacer” o “formar”. La noción de “creación ex nihilo” ha sido
erigida en dogma fundamental de nuestra religión, (aunque el hombre es
capaz de entender y aceptar la creación por simple racionalismo). En
efecto, como lo explica Maimonides, su negación (como Creación Divina)
desemboca en una filosofía determinista, que plantea como postulado la
eternidad del mundo, y elimina por lo tanto toda creencia en la profecía
y en el milagro (Guía de los Desc. II, 25). En cambio, la creación ex
nihilo es el principio básico que hace posible el concepto de la
libertad de Dios y también, por consiguiente, el de la libertad que El
ha concedido a Sus criaturas humanas.


Sin embargo, los pensadores judíos han considerado necesario analizar
más detenidamente esta idea de creación a “partir de la nada”. El
problema que se les planteaba era el siguiente: este paso del espíritu
puro a la materia, producto de un acto de la voluntad de Dios, ¿pudo
acaso efectuarse sin transición? La respuesta que dan a esta pregunta
suele ser negativa.


En su comentario de la Torah, uno de nuestros más grandes Maestros,
Najmanides, hace constar, desde el principio, la existencia de una
“fuerza dinámica”, mencionada ya por Platón y que constituye el elemento
intermedio entre el espíritu y la materia. Este elemento primario, que
los filósofos griegos llamaban Hyle, figura a menudo en los textos de
los pensadores judíos. Se trata de una fuerza amorfa, indeterminada,
confusa, que la Torah designa con el vocablo “Tohu” (ver.2), de
características inciertas (S.Munk, Guía de los Desc. II, 13) pero cuya
propiedad esencial es la de poder darle forma al ser “en potencia” para
convertirlo así, en un ser “de acto”. Dicha fuerza esta mencionada en la
kabalah de Rabenu Yitzjak Luria, quien la describe como una luz Divina
procedente del infinito que se extiende en el espacio. Esta luz se
compone de una infinidad de puntos aislados, y se difunde en forma
“atomizada”. El resultado es un mundo constituido por puntos luminosos
(Olam ha-nekudot) que el considera como el mundo de la confusión (Olam
ha-Tohu). Su fuerza “irradiante” desempeña el mismo papel que el “Hyle”
de los filósofos. En los dos casos se trata del elemento productor de la
materia, y sus características parecen sustraerse a la influencia
general de las leyes naturales. El caso es que, en la Doctrina Judía, la
creación ex nihilo supone la intervención de un factor que se sitúa en
la “nada y la substancia”; y que esta “fuerza dinámica” a la que se
refieren los Filósofos Judíos es similar al concepto de “energía” de la
física nuclear. En efecto, tanto la una como la otra desempeñan el papel
de agente organizador de la materia, constituyendo así la fase
intermedia entre el mundo abstracto y el mundo concreto, (de lo que ha
de aparecer a la existencia).



DIOS. “El rey griego, Tolomeo (305-285)
convoco a 72 sabios y los aisló en setenta y dos lugares diferentes, sin
explicarles con qué propósito lo hacía. Luego fue a verles en sus
respectivos lugares y les dijo a cada uno por separado: “Tradúzcanme al
griego la Torah de vuestro maestro Moshe”. El Eterno les inspiro a todos
el mismo pensamiento y coincidieron todos en su decisión al traducir:
“Dios creo en el principio” (Meguilah 9ª).


Los setenta y dos sabios judíos que tradujeron por vez primera la
Torah en un idioma extranjero (conocida como la “Versión de los
Setenta”) incluyeron en su traducción las primeras palabras del Génesis,
con el fin de prevenir la creencia errónea, de que Dios ha sido
precedido por otro principio, o de que el “comienzo” (que menciona la
Tora) debe considerarse como el sujeto de la frase. Pero la Tora que no
admite posibles errores subjetivos, coloca el nombre de Dios solo en
tercera posición, haciéndole preceder de las nociones de tiempo y
creación. Pues su propósito es informar al hombre desde el principio: de
que el conocimiento del Creador solo puede adquirirse a través del
conocimiento de la Creación y de las (experiencias, fenómenos y)
categorías de la vida terrenal.


Observando y estudiando la naturaleza, tomando conciencia de los
Atributos Divinos, es como podemos llegar progresivamente al
conocimiento del nombre de Dios. “Me veras por detrás, dijo el Eterno a
Mosheh, pero Mi rostro no puede ser visto” (Exo.XXXIII, 23). El hombre
solo puede conocer a Dios a través de Sus actos, de Su providencia o de
Su palabra, pero no puede llegar a penetrar Su esencia (עקידת יצחק).


El Tanaj no plantea, como postulado, la fe absoluta en la existencia
de Dios. Desde luego, la existencia del Creador esta presupuesta en
todas partes, y no es objeto de demostración ni de duda. Pero la
formulación del primer versículo nos sugiere discretamente que busquemos
a Dios en el proceso de la Creación, y que vayamos adquiriendo así
progresivamente, por medio de nuestra inteligencia, lo que la Fe nos
propone al principio de nuestra experiencia humana. Pues en cualquier
caso, el conocimiento es el coronamiento de la Fe.


El relato tanajico comienza por la letra {Bet} ב , como si quisiera
subrayar que la creación del Universo es solo el segundo factor, y que
por lo tanto, le corresponde al hombre buscar al primero, es decir Al
Creador, que es anterior al tiempo.



2- Y LA TIERRA ERA YERMO Y CAOS, Y HABIA OSCURIDAD SOBRE LA
FAZ DEL ABISMO; Y EL ESPIRITU DE DIOS PLANEABA SOBRE LA FAZ DE LAS
AGUAS.



2- Y LA TIERRA ERA YERMO Y CAOS. Según
Rashi, Rabí A.lbn Ezra y otros comentaristas, hemos de considerar los
dos primeros versículos como pertenecientes a una misma y única frase:
“en el comienzo de la creación de los cielos y de la tierra, cuando la
tierra era caos y tinieblas, Dios dijo: ¡Hágase la luz!…”. Según esta
interpretación, la obra creada el primer día fue la luz, pues el
elemento original había sido creado anteriormente. Este elemento
contenía en potencia tanto la substancia como {Tohu} תהו el principio
organizador de la forma {Bohu}בהו, capaz de conferir a los objetos el
aspecto de una substancia sólida, liquida, gaseiforme o calorífica.


A la luz de esta concepción en la que el conjunto de todas las
realizaciones futuras se consideran potencialmente incluidas en el
primer acto creador, nos resulta más fácil comprender la Mishnah del
Pirke Avot (Cap.V,1) que dice lo siguiente: “El mundo fue creado por
Diez palabras Divinas”. ¿No hubiera podido ser creado por una sola
palabra? {Nuestra explicación demuestra, en efecto, que el primer acto
bastaba para toda la Creación). Pero Dios pensó en el castigo que
merecen los impíos que destruyen el mundo creado por diez palabras, y en
la recompensa de los justos que conservan el mundo creado por diez
palabras”. Se ha dicho que la actitud del Creador podía compararse con
la de un arquitecto que, a la hora de construir una vidriera muy grande,
encarga diez láminas de cristal en lugar de una sola de grandes
dimensiones. Si a alguien se le ocurre tirar una piedra contra la
vidriera, solo podrá romper uno de los cristales y asi el daño causado
será limitado. De igual modo, si el creador edifico su universo con diez
“palabras”, y no con un solo acto creador, fue para limitar el castigo
merecido por los impíos que acarrean con sus actos la degradación del
mundo, y para incrementar la recompensa de los justos que conservan la
vida de cada una de las diez partes constitutivas del edificio universal
(según Rabi Chayim de Volozin).



Y HABLA OSCURIDAD SOBRE LA FAZ DEL ABISMO.
Las tinieblas no deben considerarse como la mera ausencia de luz, sino
como el resultado de un acto creador “ad hoc”. Esto es lo que opina
Najmanides (y también el Gaón de Vilna {Likutim Sefer Yetzirah}
 basándose particularmente en las palabras empleadas por el profeta
Yeshayahu (XIV, 7): “El Eterno soy Yo, y solo Yo… Yo formo la luz y creo
las tinieblas, etc.”. La creación de las tinieblas figura en el Génesis
antes que la de la luz, y esta cronología revela una característica tan
propia del orden físico como del orden natural. Se trata del principio
fundamental de toda evolución, que consiste en pasar de lo negativo a lo
positivo y de la nada a la existencia. En todos los aspectos de la vida
terrenal, este es el {único} camino a la perfección.


Y EL ESPIRITU DE DIOS PLANEABA SOBRE LA FAZ DE LAS AGUAS.
La presencia misteriosa, invisible y radiante del ser Divino, planeaba
sobre la materia inanimada para insuflarle el soplo de la vida y
transformarla en la substancia de un mundo vivo. El agua, por ser la
substancia a partir de la cual el Universo pudo generarse, fue este “el
primer elemento que exalto la gloria del Eterno, como está dicho: (salmo
XCIII,4): “Voces surgidas de la profundidad de las aguas, de las
potentes olas del mar (entonaron el himno): Todopoderoso es el Eterno en
las alturas”(Gen. Rabba V). Por eso Rashi explica: El trono de la
Majestad Divina permanecia en los espacios y planeaba sobre la
superficie de las aguas.



3- Y DIJO DIOS:”HAYA LUZ”, Y HUBO LUZ.


3- Y DIJO DIOS. La acción de hablar
aplicada al Ser Divino equivale a un acto de voluntad (Maimonides, Guía
de los Desc. I, 65). Rabi Yehudah Ha-Levi, por su parte, va más allá de
esta aserción, y demuestra de acuerdo con la doctrina del Sefer Ha-
Yetzirah, que (solo) en el Creador hay una relación de unicidad, entre
pensamiento, palabra y acción.


En la terminología de dicha obra Cabalísticas, estas tres funciones se denominan: ספר,, Sefar (el numero o expresión de la inteligencia); ספור,, Sipur (el relato o expresión de la palabra) y ספר, Safer (la escritura o expresión del acto). De ellas se derivan las ספירות, Sefirot, esferas de emanación de la divinidad, en virtud del poder creador inherente a su unidad funcional (Kuzari IV, 25).



“¡HAYA LUZ!”. Desde el día en que el mundo
fue creado, y el hombre se vio separado de la luminosa esfera celeste
por espesas capas de materia, la tarea más urgente (y fundamental) que
le concierne en todas las épocas, ha sido la de conseguir que la luz
resplandeciera en medio de las tinieblas .


Y LA LUZ SE HIZO. Esta luz, distinta de la
que proporcionaría más adelante el sol, debe disipar las tinieblas que
cubren el abismo. La teoría de las nebulosas cósmicas permite contestar a
la antigua pregunta, acerca de cuál era la procedencia de la luz, antes
de la creación del sol. El astrónomo Halley escribe al respecto: “Estas
nebulosas resuelven totalmente la dificultad contenida en el relato
tanajico de la Creación, a saber que la luz existía antes de que el sol
fuera creado”



4- Y VIO DIOS QUE LA LUZ ERA BUENA: Y SEPARO DIOS LA LUZ DE LA OSCURIDAD.


4- Y SEPARO DIOS LA LUZ DE LA OSCURIDAD.
Dios no quiso que la luz dominara las tinieblas, a pesar de considerarla
como “buena”; dejo que las tinieblas subsistieran, limitándose a
separarla de la luz. En efecto, desde el comienzo de la creación, Dios
instituyo en el Universo un gran principio básico, el de la {Havdala}
הבדלה, cuyo principio es la separación de los géneros en masculinos y
femenino. Así pues, Dios separo el cielo de la Tierra, y nosotros, en
nuestras oraciones, alabamos a “Aquel que ha separado lo sagrado de lo
profano, la luz de las tinieblas Israel de las demás naciones, y el
shabbat de los seis días de trabajo”.


En la economía del mundo, dicho principio constituye el elemento
estimulante y catalizador de la vida terrenal. En efecto, esta
bipolarización universal es lo que asigna al hombre su cometido en este
mundo: el de desplegar todas sus energías para superar los dualismos y
realizar la Unidad suprema en todos los campos. “Pues todo procede de
una sola y única fuente, y todo tiende instintivamente a volver a ella”.
El hombre y la mujer formaban inicialmente un solo ser humano; pero,
posteriormente, este ser fue dividido, constituyendo así dos cuerpos
distintos. Por esta razón, la tendencia natural que tienen ambos, a
formar “una sola carne” está profundamente enraizada en sus seres.
Ocurre otro tanto con las otras “separaciones” (havdalot) citadas más
adelante. En ningún caso deben ser consideradas como normales o
representativas de un estado de cosas, eterno, inmutable y definitivo.
La separación “entre la luz y las tinieblas” está destinada a ser
superada en el Mundo futuro, cuando una “luz nueva resplandezca sobre
tziyon”.


Paralelamente, la separación que existe entre Israel y las demás
naciones, desaparecerá gracias al desarrollo de las fuerzas morales de
la Humanidad; cuando todos los hombres se unan en una común adoración
del Dios Uno, y todas las discrepancias se resuelvan en el seno de una
unidad suprema. Entonces, los tiempos de la distinción entre el Shabbat y
los seis días de la semana cederán el paso, ellos también, a la “época
que será enteramente Shabbat y descanso {realización} de la vida
eterna”.



5- Y LLAMO DIOS A LA LUZ DIA, Y A LA OSCURIDAD LLAMO NOCHE. Y FUE LA TARDE Y FUE LA MAÑANA: DIA UNO.


 5- DIA UNO. “El orden exigía que se
dijese: ”primer día”, ya que, a continuación, el texto dice: segundo,
tercero, cuarto… ¿Por qué entonces ha escrito: “uno”? Porque Dios era
uno y Unico en su Su Universo” {Rashi}.


El dualismo de la luz y de las tinieblas, instituido en la naturaleza
desde el primer día de la Creación, es seguido, en el texto de la
Torah, por una expresión que subraya la presencia exclusiva del dios
único en medio del Universo. Él es Uno y solo Uno, a pesar del dualismo
que impera en los fenómenos naturales. En efecto, una de las más
antiguas aberraciones de la mente humana profesa que los antagonismos
observados en los fenómenos naturales revelan la existencia de una
multiplicidad de “divinidades” y, en particular, la de dos divinidades
opuestas: una para el día, la vida y el bien, y otra para la noche, la
muerte y el mal. En definitiva, la lucha entre la concepción dualista
del Universo y la concepción Monoteísta ha sido siempre el eje de todos
los enfrentamientos ideológicos, y de todas las guerras de Religión
desde los tiempos más remotos hasta nuestros días. Es impresionante
asistir al desarrollo espiritual de la Humanidad y comprobar que
progresa continuamente, aunque también lentamente y no sin (momentáneos)
retrocesos, hacia un deísmo monista que se aproxima cada vez más a las
concepciones teológicas del Judaísmo. El texto tanajico enuncia aquí la
consigna por primera vez, y lo hace a propósito del primer fenómeno
dualista instaurado en la naturaleza, con el fin de disipar cualquier
error de interpretación. Y cada mañana al comenzar el día, cuando el
judío se dispone a proclamar con el {Shema  Yisrael} la doctrina del
Monoteísmo puro, empieza por reafirmar con fuerza que la luz y su
contrario, las tinieblas. Tienen un autor común, un Dios Unico, {Yotzer
or ubore joshej}  formador de la luz y creador de las tinieblas, que
hace surgir la armonía más perfecta a partir de las contradicciones
aparentes de este mundo {Cf. Berajot 11b).



6- Y DIJO DIOS: “HAYA UN ESPACIO EN MEDIO DE LAS AGUAS, Y SEPARE LAS AGUAS DE LAS AGUAS”.


6- Y DIJO DIOS “Haya un espacio”. Rashi
interpreta: ”que el espacio se consolide” {se limite}. Aunque habían
sido creados desde el primer día, los cielos permanecían fluidos. Se
consolidaron el segundo día cuando retumbo la voz de Dios y dicto:
“Hágase un firmamento…” Como un hombre que, al oír una amenaza, queda
petrificado por el miedo.


El primer día nos revela el irresistible poder creador de la palabra
Divina. El segundo nos enseña que esta palabra basta por si sola para
detener las fuerzas impetuosas de la creación en plena efervescencia y
para inmovilizar los elementos de la naturaleza. El amo del Universo no
ha abandonado su obra. Sigue siendo el soberano absoluto, y su palabra
sigue formulando órdenes imperativas. Él no se confunde con este bajo
mundo, sino que se alza sobre su trono, por encima de la Creación,
haciendo uso de su libertad, ordenando y organizándolo todo con su
Palabra. Esta parte de la obra de Dios, que consiste en fijar los
elementos del espacio, se manifiesta claramente en los cuerpos celestes
que ocupan los espacios siderales donde la ley de gravedad deja de
actuar, pues parecen estar colgados en el vacío. Si parecen haberse
inmovilizado de pronto como sobrecogidos por el trueno de la voz de
Dios!.


El significado de las palabras “las aguas de arriba”… que figuran en
nuestros versículos, resulta difícil de precisar. Don Isaac Abarbanel
cita cinco teorías diferentes al respecto, mientras que Najmanides, por
su parte, subraya que el texto tanajico hace referencia en este pasaje a
los secretos de la Creación. Se niega pues, a darnos explicaciones,
tanto más cuanto que la misma Torah no se detiene sobre el particular.
Sin embargo, los descubrimientos científicos de la edad moderna nos
permiten aclarar un tanto la alusión tanajica a la división entre las
aguas de abajo y las de arriba. Hoy sabemos, en efecto, que existen en
la inmensidad de los espacios cósmicos, más allá de lo que llamamos
bóveda celeste, varias zonas estratosférica superpuestas, y que el
hidrogeno es su elemento básico, como en el resto de la Creación.


La doctrina Cabalista ve en “las aguas de arriba” el factor
masculino, es decir, el elemento activo, fecundante, fuente del roció y
de las lluvias bienhechoras; y en las “aguas de abajo” que están
constituidas por los océanos, los ríos, etc… (Gen. Rabba c.4) el factor
femenino, es decir, pasivo, receptivo, el agente de la forma (Medrash
Hagadol, Gen.VI). La vida terrenal es el fruto de la unión de estos dos
factores, y por eso dicen los sabios del Talmud, que la distancia entre
las aguas de arriba y las de abajo no pasa del “grosor de un cabello”,
pero que también puede ser considerable, pues los hombres tienen el
poder de turbar la armonía de las esferas y de suscitar profundos
desacuerdos entre los elementos celestes y terrestres.



7- E HIZO DIOS EL FIRMAMENTO Y SEPARO LAS AGUAS QUE ESTABAN
DEBAJO DEL FIRMAMENTO, DE LAS AGUAS QUE ESTABAN SOBRE EL FIRMAMENTO, Y
FUE ASI.



7- Y FUE ASI. ¿Por qué no dice la Torah el
segundo día: “Y vio Dios que era bueno”? Porque aquel día tuvo lugar la
división de las aguas, y la división {nunca} no es buena (Medr. Hagadol
Ibid.) Es cierto que también el primer día asistimos a una división,
pero esta se produce entre dos elementos diferentes, entre la luz y las
tinieblas, mientras que en el segundo día los elementos que se separan
pertenecen a la misma categoría, la de las aguas; y este tipo de
división no puede, en ningún caso, ser calificado de bueno, aunque sea
indispensable para la vida universal y constituya uno de sus principios
fundamentales.



 8- Y LLAMO DIOS AL FIRMAMENTO CIELO. Y HUBO TARDE Y HUBO MAÑANA, DIA SEGUNDO.


9- Y DIJO DIOS: “JUNTENSE LAS AGUAS DE DEBAJO DEL CIELO EN UN LUGAR Y APAREZCA LO SECO”. Y FUE ASI.



10- Y LLAMO DIOS A LO SECO TIERRA Y AL CONJUNTO DE LAS AGUAS LLAMO MARES; Y VIO DIOS QUE ERA BUENO.


 10- Y VIO DIOS QUE ERA BUENO. El tercer
día de la creación es un día fasto en el que se repite dos veces la
afirmación de que la obra llevada a cabo ”era” buena. En efecto, en este
día asistimos a la armonización de dos principios: el del amor, que se
manifiesta en el primer día, y el de la Ley, que interviene en el
segundo. El primer acto creador es, en efecto, un don de amor que Dios
hace a sus criaturas (Jesed) y cuya expresión es la luz que inunda el
mundo. El segundo acto aporta un elemento nuevo, el agente organizador,
la Ley, que está destinada a regular, dirigir y contener la expansión
del amor prodigo (Din). Este principio organizador se manifiesta por
primera vez el segundo día, Cuando Dios separa las esferas superiores de
las inferiores. Pero el tercer día es el resultado de la cooperación
armoniosa del amor y de la Ley (Tiferet). Los continentes se
desconectaron de los océanos y la naturaleza apareció con todo su
esplendor con sus “vegetales”, sus hierbas, sus árboles frutales…”. En
cuanto al tercer día, nos ofrece la combinación de la generosidad sin
límites de Dios y de la acción organizadora de la ley natural. Esta
alianza es la base de la perfección y de la armonía en la naturaleza.
También lo es, aunque de manera diferente en los otros órdenes de la
creación, donde imperan los mismos elementos de fuerza y de forma o, en
términos más generales, de espíritu y de materia. Es el fruto de esta
fecunda asociación lo que merece siempre el calificativo de [Ki Tov} כי
טוב.



11- Y DIJO DIOS: “PRODUZCA LA TIERRA PLANTA, HIERBA QUE DE
SIMIENTE, ASI DE FRUTO QUE PRODUZCA FRUTO, SEGÚN SU ESPECIE, CUYA
SIMIENTE ESTE EN EL, SOBRE LA TIERRA” Y FUE ASI.




12- Y LA TIERRA PRODUJO PLANTA, HIERBA QUE DA SIMIENTE, SEGÚN
SU ESPECIE, Y ARBOL QUE PRODUCE FRUTO, CUYA SIMIENTE ESTA EN EL, SEGÚN
SU ESPECIE. Y VIO DIOS QUE ERA BUENO.



 12- SEGÚN SU ESPECIE. La aplicación de la
ley organizadora, en el marco de la naturaleza conduce a una estricta
separación de las especies. La orden Divina se expresa en este caso por
medio de la palabra {Le-mino} למינו.


La observación de la naturaleza, según comenta Rabi S.R Hirsch, nos
confirma la rigurosa aplicación de esta ley fundamental, que asigna a
cada especie de la creación una esfera de existencia propia y una
vocación particular.” En cuanto a ti, hijo del hombre, has de respetar
esta ley cuando, para realizar tu vocación humana, trates de intervenir
en el ciclo de la naturaleza y de sacar provecho de sus recursos. No
olvides que Dios te ha autorizado solo a “servir y guardar la Creación”
(11, 15) y no a perturbar el orden establecido en ella en nombre de tus
intereses egoístas. No lo olvides y no intentes cambiar este orden
transfiriendo las fuerzas inherentes a ciertas especies hacia otras
distintas.


Así pues, te está prohibido acoplar animales de especies diferentes,
practicar injertos en arboles de especies diferentes, mezclar tejidos de
especies diferentes, tales como el lino y la lana (Kil-ayim, syalk) y,
por último, cocer juntos alimentos de especies diferentes tales como la
leche y la carne” (Jorev cap.57).


ARBOL FRUTAL. Rashi comenta:” El mismo
árbol debía tener también el sabor dela fruta (el texto dice
literalmente: árbol de fruta). Pero la tierra desobedeció e hizo salir
arboles productores de fruta (ver.12). Por este motivo, cuando el
hombre, por su culpa, atraiga sobre si la maldición Divina, También la
tierra será castigada y maldita por la falta que cometió”. Algunos
estudiosos opinan que si la tierra infringió las ordenes de Dios fue
porque la libertad creadora que reinaba antes del establecimiento
definitivo de la ley natural, dada cierto margen de libertad a los
elementos .


Cabe advertir, además, que las diferentes partes de la Creación están
consideradas como dotadas de un alma y conscientes de su existencia
(Maimonides Hiljot Yesode Ha-Torah III,a). Sirven a Dios voluntariamente
(Julin 60b), obedecen a su ley con “jubilo y alegría” y con respeto y
veneración” como decimos tan a menudo en nuestras oraciones. Por tanto,
la falta a la que alude nuestro versículo, tiene lugar antes del
advenimiento de la ley natural. En realidad la tierra peco por exceso de
buena voluntad: Como sabía que el Eterno pretendía la conservación de
las especies, hizo el siguiente razonamiento: Cuando el género humano
sea creado y se multiplique, necesitara grandes cantidades de frutas
para alimentarse. Entonces, como los arboles tardan varios años en
crecer y en dar frutos, los hombres se impacientaran y derribaran los
mismos árboles para comerlos. De esta manera, las especies desaparecerán
rápidamente. Es mejor, por lo tanto, que los arboles no tengan el mismo
sabor que sus frutos . Así pues, el primer pecado cometido en el seno
de la Creación consistió en un exceso de justicia”, cosa que el
Eclesiastés reprueba con las siguientes palabras: No seas justo en
exceso, no seas más sabio de lo que corresponde; ¿Para qué vas a
exponerte a la ruina?” (VII, 16).


El caso es que el estado ideal, en el que árbol y fruto tuviesen el
mismo sabor, no pudo realizarse a causa de esta infracción, y desde
entonces la Creación adolece de un estado de imperfección en que, en el
fondo, en lugar de armonizarse con la forma, está en conflicto con ella.
No obstante, la Torah califica de buena la obra de aquel día, adoptando
así la postura optimista que se afirma en todas las etapas del relato
de la Creación, donde dicho calificativo aparece repetido muy a menudo.
En efecto, para la persona optimista, una obra que es globalmente buena,
sigue siéndolo a pesar de los detalles defectuosos que pueda contener.



13- Y HUBO TARDE Y HUBO MAÑANA: DIA TERCERO.



14- Y DIJO DIOS: “HAYA LUMINARIAS EN EL FIRMAMENTO DEL CIELO,
PARA SEPARAR EL DIA DE LA NOCHE, Y SEAN POR SEÑALES, Y PARA ESTACIONES,
Y PARA DIAS Y AÑOS”.



 14- Y DIJO DIOS: “HAYA LUMINARIAS EN EL FIRMAMENTO DEL CIELO.
La diferencia entre la creación de la luz, el primer día, y la de las
luminarias del cuarto día, ha sido explicada ya al principio del vers. 3
.Desde luego. La mente humana no ha podido resolver muchos de los
problemas que plantea el Génesis a propósito de la creación de la luz y
de la división en día y noche, pero le está permitido, al menos
comprender claramente el papel primordial que la Torah atribuye al hecho
mismo de la creación de la luz. En efecto, fue ella la que inauguro la
creación del mundo, y con ella “creo Dios a las demás criaturas”, como
dice el Zohar (Z.jadash 8). La luz esta pues designada, como la fuente
de toda energía. Ella es lo que imprima movimiento a la materia, el
“primun movens” de los elementos, lo que les confiere su dinámica.
Además de ser la causa de la materialización del mundo, diversifica sus
formas de infinitas maneras. Y cuando el texto tanajico proclama que la
luz es el agente de todas las formas de la materia y de las del átomo,
concuerdan totalmente con las enseñanzas de la física moderna, según la
cual la luz es el elemento motor de todos los demás fenómenos físicos.
Es sabido, en efecto, que existe una relación estrecha entre luz y
calor, y entre luz y energía. La física enseña que “la luz contiene el
germen de una energía infinitamente diversa, que permite una percepción
inmediata, y gracias a la cual el mundo material en su totalidad está
protegido contra cualquier peligro de destrucción. Por el contrario, el
estado de oscuridad no puede realizarse sin desencadenar un proceso de
destrucción y muerte”.


 HAYA LUMINARIAS EN EL FIRMAMENTO.
{Meorot} מארת. Según Rashi, esta palabra no lleva la letra {vav} ו (por
lo tanto, se lee Meerot, que significa “maldiciones”). El cuarto día es
pues un día de maldición en el que la difteria amenaza a los niños
pequeños. El talmud nos enseña, al respecto, que el cuarto día se
ayunaba para que los niños pequeños no enfermasen de difteria (Jer.
Ta´anith IV, 3). Esta muerte de seres inocentes han preocupado a menudo a
nuestros Sabios, quienes intentaron explicarlas de manera dogmática
atribuyéndolas a ciertos pecados cometidos por los padres (Rashi en
Deut. XXIV, 16); o interpretándolas como pruebas  de que la Prividencia
Divina infligía a dichos padres. A veces, incluso las relacionaban con
la inocencia de los propios niños (Rashi, Ket 8b, ). Ahora bien, Rashi
hace constar aquí que la mortalidad infantil puede tener causas
naturales debidas a ciertas omisiones en la obra de la Creación {Meorot
Jaser Ketiv}. Se comprende entonces que no haya más recurso contra esta
desgracia que ayunar y orar.


Y SEAN POR SEÑALES. Contrariamente a la
creencia común, la Torah nos enseña que el sol y la luna han sido
creados para servir de signos; es decir, para hacer posible la fijación
del tiempo en la tierra y del calendario entre otras cosas. Solo después
la Torah cita que servirán de luminarias, y Rashi subraya el carácter
accesorio de esta segunda función cuando explica: “Además de todo eso,
servirán para alumbrar el mundo”. Los astros no son pues pues
indispensables como fuentes de luz, como lo demuestran también los tres
primeros días de la Creación. Su primera función consiste en servir de
señales significativas para los hombres, es decir, en ayudarles a
reconocer en los fenómenos del mundo astral, la prefiguración de los
fenómenos terrestres Por ejemplo, las relaciones que existen entre el
sol y la luna son los “signos celestes” de las relaciones que existen
entre Israel y las demás Naciones. Mientras que están efectúan su
brillante trayectoria por la tierra, como el sol que recorre
majestuosamente el cielo, Israel vaga por el reino oscuro de la noche,
como la luna que se desplaza sin cesar en el espacio y solo puede lucir
su resplandor plateado cuando el sol ha desaparecido en el horizonte.


Pero hay otro motivo también por el que la luna está considerada como
el signo de Israel: la forma en que se renueva cada mes tras una
desaparición casi total, constituye para Israel la garantía celestial de
su propio y constante renacimiento, a pesar de los repetidos eclipses
que ha sufrido entre las demás naciones. La “bendición de la luna” que
recitamos cada mes, es la expresión más clara del significado altamente
simbólico que parecen expresar las diferentes fases del astro. (Ver
también nuestro Com. III,8).



15- Y SEAN POR LUMBRERAS EN EL FIRMAMENTO DEL CIELO, PARA ALUMBRAR SOBRE LA TIERRA, Y FUE ASI.



 16- E HIZO DIOS LAS DOS GRANDES LUMBRERAS:
LA LUMBRERA MAYOR PARA REGIR EL DIA, Y LA LUMBRERA MENOR PARA REGIR LA
NOCHE; Y LAS ESTRELLAS.




 17- Y LAS ESTABLECIO DIOS EN EL FIRMAMENTO DEL CIELO PARA ALUMBRAR SOBRE LA TIERRA.



18- Y PARA REGIR EL DIA Y LA NOCHE, Y PARA SEPARAR LA LUZ DE LA OSCURIDAD; Y DIOS VIO QUE ERA BUENO.



 19-Y HUBO TARDE Y HUBO MAÑANA: DIA CUARTO.



20- Y DIJO DIOS: “PRODUZCAN LAS AGUAS UNA MULTITUD DE SERES
VIVIENTES Y AVES QUE VUELEN SOBRE LA TIERRA, POR LA EXPANSION DEL
FIRMAMENTO DEL CIELO”.



 20- “PRODUZCAN LAS AGUAS UNA MULTITUD DE SERES VIVIENTES”.
La obra de la creación se desarrolla en dos direcciones opuestas. Por
un lado las esferas de emanación recorren las etapas sucesivas que
separan el mundo trascendente del espíritu puro de las esferas
inmanentes, que corresponden a las múltiples manifestaciones de la vida
terrenal. En esta dirección la unidad inicial se despliega en una rica
variedad de formas. A medida que se opera este despliegue, va
precisándose y pasando de lo abstracto a lo concreto. Así, por ejemplo,
la luz del primer día se concretiza en los astros el cuarto día; las
extensiones de agua y atmosfera reciben al quinto día de sus criaturas
vivientes; y, por último, la naturaleza, que en el tercer día aparecía
ya adornada de plantas, se puebla de seres vivientes el sexto día.
Cuanto más se alejan las esferas de su fuente inmaterial, más se
materializan; su forma aparece cada vez más “definida” y más adecuada a
las dimensiones terrenales.


Pero otra evolución se produce simultáneamente en dirección opuesta:
es la que parte de la materia para elevarse hacia la cimas del espíritu.
En efecto, la creación también evoluciona en el sentido de una
manifestación, cada vez más importante, de las fuerzas espirituales. Por
ejemplo, la aparición del mundo mineral inanimado, precede la del mundo
vegetal en el que se manifiestan los primeros signos elementales de la
vida. La etapa siguiente es la creación de los animales que, según
nuestro versículo, están dotados de {Nefesh Jayah} ; es decir, de “alma
viviente”. Por último, la creación del hombre es la culminación de este
proceso de promoción del espíritu, pues además del alma “vegetativa” y
del alma “sensitiva” {Nefesh ve-ruaj} , el hombre alberga el alma
espiritual {neshamah} , gracias a la cual realiza dentro de si el
equilibrio de las fuerzas físicas y espirituales, ocupando por
consiguiente una posición central a igual distancia de las esferas
celestes y de las terrestres.


Así pues, mientras Dios va acercándose al hombre a través de una
sucesión de grados de emanación, que va desde las esferas trascendentes
del espíritu hasta la materia inanimada, las fuerzas espirituales
excluidas de la tierra tienden simultáneamente a elevarse hacia Dios
siguiendo el mismo camino en sentido opuesto; y en este movimiento de
retorno a la divinidad, elaboran formas cada vez más perfeccionada hasta
crear al hombre, quien aspira constantemente a reunirse con su Creador
mediante un esfuerzo de elevación del alma y el espíritu. De esta
manera, el rayo reflejado por el hombre se encuentra con el rayo
incidente emitido por Dios {Or yashar jozer}.


El Salmo CXLVIII describe a la perfección este movimiento de ida y
regreso: Todas las criaturas del Universo, unidas en un solo coro,
cantan la gloria del Creador. Sus voces se despliegan en dos
direcciones. Primero, las armonías sagradas bajan de los cielos y de las
regiones superiores {Halelu et Ado-nai min ha shamayin haleluhu
ba-meromin} , y luego, parten de la tierra para elevarse hasta las
alturas del Trono Celestial, {ver también Rashi en el Cantar de los
Cantares VII, 2}.


Así pues, el orden en el que se desarrolla la Creación les indica a
los hombres el camino que deben seguir. Para cada uno de nosotros existe
en efecto un camino, que conduce paso a paso, desde lo más profundo de
la vida terrenal hasta las cumbres de la existencia. A medida que
vayamos subiendo por esta escalera Universal de perfección, nos
acercaremos cada vez más al Creador.



21- Y CREO DIOS LOS GRANDES CETACEOS, Y TODA CRIATURA
VIVIENTE QUE SE ARRASTRA, LOS CUALES LAS AGUAS PRODUJERON
ABUNDANTEMENTE, SEGÚN SUS ESPECIES, Y TODA AVE ALADA SEGÚN SU ESPECIE, Y
VIO DIOS QUE ERA BUENO.



 21- CRIATURAS QUE SE ARRASTRAN {TANINIM}.
Rashi explica que son grandes peces que hay en el mar. He aquí lo que
dice la Hagadah al respecto: se trata de Leviatán y de su compañera, a
los que Dios creo macho y hembra. Luego mato a la hembra y la guardo
para el sustento de los justos, en el mundo futuro. Pues si estos peces
gigantes se hubiesen multiplicado, el mundo no hubiera podido subsistir
frente a ellos.


Si Rashi ha considerado oportuno comunicarnos esta Hagadah, extraída
del Talmud (Baba Batra 74b) es porque a su entender, contiene alguna
enseñanza importante. Podemos pues admitir que, para el ilustre
comentarista, es bueno que el hombre este consciente de las limitaciones
de su horizonte espiritual. Lo que el ser humano puede ver y observar
no es más que una imagen distorsionada de la grandeza y de la
Omnipotencia infinita del Creador. En cada ámbito de la naturaleza, en
efecto, aparecen creaciones que no entran en su campo de percepción y
cuyas dimensiones o potencia son tales, que el hombre no puede hacerse
la menor idea de estas. Por ejemplo, la luz del primer día era tan
deslumbrante que Dios hubo de sustituirla por la del sol; y esta misma
es aun tan penetrante para el ser humano que deben protegerse los ojos
para mirarla de frente. La bóveda del cielo, formada el segundo día, nos
oculta espacios inconmensurables, totalmente inconcebibles para nuestra
imaginación. Es tal, incluso la inmensidad de los continentes y de los
océanos que han aparecido el tercer día, que siguen existiendo en ellos,
después de cinco mil años de exploraciones humanas a extensas regiones
vírgenes. A este orden de ideas corresponde la alusión tanajica a los
Taninim, monstruos marinos cuya potencia era tan prodigiosa, que “el
mundo no hubiera podido subsistir en su presencia” si el creador les
hubiera permitido multiplicarse.


¿No se siente acaso el hombre infinitamente pequeño en presencia de
fenómenos naturales tan fantástico por su tamaño y su fuerza? No se ve
reducido acaso a las proporciones de un gusano, frente a tan ingentes
creaciones? ¿Cómo puede entonces pretender llegar a conocer al
Todopoderoso, Y creer en El solo después de haber comprendido Su esencia
eterna y absoluta (cuando no es capaz de conocerse a si mismo?).


Cabe añadir que el pescado es nuestro alimento predilecto para el día
de Shabbat . Su carne tiene un efecto favorable sobre el desarrollo de
la inteligencia (Rabenu Bajyah Ibn Pakuda vers. 21).


Esto explica sin duda, que Dios haya escogido la carne del Leviatán
para ofrecérsela a los Justos en el Mundo Futuro. En cambio el consumo
de cualquier otra carne que la de pescado, no deja de tener el carácter
de una concesión, como así lo indica el Deut.XII, 20.



 22- Y LOS BENDIJO DIOS DICIENDO: “SED
FECUNDOS Y MULTIPLICAOS, Y LLENAD LAS AGUAS DE LOS MARES, Y
MULTIPLIQUENSE LAS AVES SOBRE LA TIERRA”.




23- Y HUBO TARDE Y HUBO MAÑANA, DIA QUINTO.



24- Y DIJO DIOS: ¡PRODUZCA LA TIERRA CRIATURA VIVIENTE! SEGÚN
SU ESPECIE, BESTIAS Y REPTILES Y FIERAS DE LA TIERRA, SEGÚN SU ESPECIE.
Y FUE ASI.



24- ¡PRODUZCA LA TIERRA CRIATURA VIVIENTE!. Como
en los días anteriores, la nueva creación comenzada la víspera, es
acabada el día siguiente. Así, por ejemplo, el mundo de los seres
vivientes empieza a gestarse el quinto día, y continua formándose el
sexto día hasta lograr su total realización. Observamos pues que, por
regla general, no hay corte brusco entre un día y el siguiente, sino que
por el contrario, el proceso creador se desarrolla de una manera
encadenada, ya que sus siete etapas están relacionadas entre si. Los
múltiples elementos de la Creación están íntimamente ligados entre sí, y
la naturaleza nos ofrece al respecto varios ejemplos de “transiciones”
entre el reino vegetal y el animal y entre el reino animal y el humano,
como por ejemplo las algas, los animales anfibios y las especies
superiores del mundo de los cuadrúpedos (cf. Rabi Yehudah Ha-Levi,
Kuzari V,10): “ Dios ha encadenado maravillosamente entre sí, gracias a
una gradación imperceptible, a todos los seres de la Creación; desde el
ángel radiante hasta la más diminuta partícula de polvo”. El filósofo
Rabenu Bajyah subraya, por otra parte, que esta ley de encadenamiento de
los elementos de la Creación se verifica también en todos los fenómenos
naturales, desde los más generales hasta lo más particulares; por
ejemplo, en el arcoíris, cuyos siete colores no están separados con
nitidez los unos de los otros, sino que entrelazados en una graduación
sutil de variados matices. Dicha ley nos demuestra que las diferentes
partes de la Creación no pueden ser atribuidas a la intervención de
varias divinidades, que actúan cada una por su lado, y que rivalizan
entre si, sino a Un Creador, único capaz de ordenar la diversidad
infinita de las cosas creadas en un conjunto coherente.



25- E HIZO DIOS LAS BESTIAS DE LA TIERRA SEGÚN SU ESPECIE,
LOS GANADOS SEGÚN SU ESPECIE, Y TODO REPTIL DEL SUELO SEGÚN SU ESPECIE, Y
TODO REPTIL DEL SUELO SEGÚN SU ESPECIE; Y VIO DIOS QUE ERA BUENO.




26- Y DIOS DIJO: “HAGAMOS UN HOMBRE A NUESTRA IMAGEN, SEGÚN
NUESTRA SEMEJANZA, PARA QUE TENGA DOMINIO SOBRE LOS PECES DEL MAR, Y
SOBRE LAS AVES DEL CIELO Y SOBRE LAS BESTIAS, Y SOBRE LA TIERRA, Y SOBRE
TODO REPTIL QUE SE ARRASTRA SOBRE LA TIERRA”.



26- DIJO DIOS: “¡HAGAMOS UN HOMBRE A NUESTRA IMAGEN!
Rashi explica: Aunque nadie ha ayudado a Dios en su obra de Creación, y
aunque los herejes pueden utilizar esta expresión de pluralidad contra
el monoteísmo, la Torah no ha querido dejar pasar la oportunidad de
darnos aquí una lección de modestia: (con el plural: “hagamos”) nos
enseña que (en determinadas ocasiones), el superior (o todopoderoso),
debe consultar a su inferior y solicitar su consentimiento. Si la Torah
hubiese escrito: “Hare al hombre”, no hubiéramos sabido que Dios
consulto a su “consejo”, y hubiéramos pensado que formo su proyecto
solo. Por otra parte, el versículo siguiente basta para rebatir el
argumento de los herejes pues dice: “Y Dios creo al hombre”, y no “ellos
crearon”…


En el texto original del Medrash Rabba, del que Rashi se inspiró para
este comentario, está dicho de manera aún más explícita, que cuando
Mosheh escribía el texto que Dios le estaba dictando, al llegar a este
pasaje pregunto: ¿Por qué le proporcionas a los herejes {con palabras:
“Hagamos al hombre”) un pretexto (para confirmar su teoría politeísta)?
Dios le contesto: ¡Escribe, “y el que quiera cometer el error que lo
cometa!”. Ya que el hombre ha de ser el amo de la Creación, es
conveniente que consulte a las esferas superiores y a las inferiores
para pedirles su consentimiento {y opinión}. Así los hombres aprenderán
de Mí, que el más grande debe solicitar la aprobación del más pequeño
antes de imponerle un jefe”.


La Torah prefiere pues, emplear una fórmula que posiblemente pueda
dar lugar a malentendidos y favorecer el error politeísta, antes que
renunciar a proclamar una norma moral fundamental. La lección que nos da
aquí la Torah, desde la primera página, es de suma importancia. En
efecto, son muchos los pasajes de la Torah que resultan ambiguos,
oscuros e incluso contradictorios. Ocurre que, en estos casos, la
crítica tanajica no vacile en poner en duda la autenticidad de los
textos sagrados, en formular juicios arbitrarios sobre sus supuestos
autores, o también en resolver las dificultades de una manera
expeditiva, tachando ciertos pasajes, alterándolos o desfigurándolos.
Estas son las aberraciones de la mente humana que la voz Divina
apostrofa diciendo: “Que el que quiera cometer el error, lo cometa”. Las
enseñanzas morales, filosóficas, históricas y demás, que contienen los
textos incrimínales, y que la exegesis talmúdica suele poner en
evidencia, importan infinitamente más que las conclusiones engañosas de
los herejes. Para el legislador Divino, las preocupaciones morales y
doctrinales prevalecen sobre las consideraciones filológicas e incluso
históricas. Este concepto de la Universidad de la Torah, que inicia aquí
el texto del Génesis, es como un aviso general que nos da esta en lo
que respecta a las dificultades de los textos que contiene.






A NUESTRA IMAGEN Y SEMEJANZA. “La mejor de
todas las explicaciones que se han dado de este versículo, escribe
Najmanides, es la que relaciona la palabra {Tzelem}  con el aspecto y
expresión del rostro, y el termino {Demut} con la forma corporal del
hombre, que es similar por su cuerpo a otras criaturas; y por su alma, a
los seres superiores”. En efecto, lo que mejor refleja la imagen de
Dios, es el rostro del hombre santo y justo, lleno de sabiduría, bondad y
amor. Su grandeza de ánimo llena de gracia sus rasgos; su inteligencia
ilumina su mirada, y la llama que arde dentro de el confiere a todo su
ser el resplandor radiante, que inspiro al salmista con las siguientes
palabras: “(el hombre) es casi el igual de los seres divinos: ¡le has
coronado de gloria y de magnificencia! (Salmo VIII, 6).


El hombre ha sido creado a imagen de Dios en la medida en que lleva
dentro de si una chispa del Espíritu Divino: gracias a esta chispa, el
hombre es “único abajo, del mismo modo que Dios es único en lo alto; es
el único ser de abajo en conocer el bien y el mal” (Rashi, Gen III, 22)
pues, entre todas las criaturas, solo el posee el libre albedrio. Por
consiguiente, tiene la capacidad de dominar la materia con su espíritu.
Gracias a la chispa Divina, su alma es inmortal y enciende en el la luz
de la inteligencia que le permite conocer a Dios, amarlo y unirse a Él.


“Insuflando en sus narices aliento de vida” (Gen, II,7) fue como el
creador introdujo aquella chispa en cada ser humano. Pero también la
forma corporal del hombre a pesar de ser “polvo desprendido del suelo”
(Ibid) modelada a semejanza de Dios. En su preocupación por descartar la
más mínima sospecha de antropomorfismo, Maimonides considera que las
palabras “imagen” y “semejanza” deben interpretarse aquí en sentido
figurado (Guía de los Desc. I,1); rabi Yehudah Ha- Levi adopta, por su
parte, la concepción conocida bajo el nombre de “concepción del
microcosmos”, según la cual el hombre, mundo en miniatura, refleja
exactamente en su constitución física y psíquica, la estructura del
macrocosmos o Universo (Kuzari IV, 25). Esta teoría se remonta al
antiquísimo {Sefer Yetzirah} , atribuido al Patriarca Abraham o, según
otros historiadores, al Tana Rabi Akiva. Afirma que existe un
paralelismo entre la constitución física del hombre y la naturaleza
funcional del alma universal: La cabeza corresponde a la esfera
puramente espiritual del mundo metafísico; el pecho, a los elementos de
voluntad y acción de las esferas de emanación intermedias entre el
espíritu y la materia; por último, los miembros y las partes inferiores
del cuerpo son la encarnación de las funciones físicas del mundo
material. (Para más detalles, consultar el Kuzari, Ibid.).


Así pues, el hombre representa en cierto modo “la sombra” proyectada
sobre la tierra por la majestad Divina (Tzelem, slx, se deriva de Tzel…
sombra, lx, según la interpretación de Rabi Mosheh Cordobero).



27- Y DIOS CREO AL HOMBRE A SU IMAGEN, A IMAGEN DE DIOS LO CREO: VARON Y HEMBRA LOS CREO.


 27- Y DIOS CREO AL HOMBRE A SU IMAGEN: A IMAGEN DE DIOS LO CREO.
La insistencia con que la Torah subraya el hecho de que el hombre fue
formado “a imagen de Dios” nos permite extraer ciertas conclusiones
acerca de las motivaciones del Creador.


En efecto, el hombre se nos presenta como el ser que ocupa el puesto
más alto en la jerarquía de las criaturas. Si el Eterno quiso que este
ser perfeccionado tuviese sus mismo “rasgos” fue sin duda porque deseaba
compartir su bienaventuranza eterna con aquellas de sus criaturas que
se le pareciesen.


Fue un efecto por amor, proclama el Zohar, por lo que Dios creo el
cielo y la tierra. El rey Todopoderoso, que se basta a si mismo,
renuncio voluntariamente a una parte de Su ser para prodigar su amor a
“sus semejantes”. Se replegó sobre si mismo, haciendo don de su ser a
los hombres, y este acto de abnegación origino la creación del espacio.
Así pues, el amor fue lo que inauguro las relaciones entre Dios y la
vida universal. Y del mismo modo el amor es lo que precede al nacimiento
de la vida humana.



28- Y LOS BENDIJO Y LES DIJO DIOS: “SED FECUNDOS Y
MULTIPLICAOS Y LLENAD A LA TIERRA Y SOMETEDLA; Y TENED DOMINIO SOBRE LOS
PECES DEL MAR, Y SOBRE LAS AVES DEL CIELO, Y SOBRE TODO ANIMAL QUE SE
MUEVE SOBRE LA TIERRA”.



28- Y LOS BENDIJO Y LES DIJO DIOS: “SED FECUNDOS Y MULTIPLICAOS”.
Desde el mismo momento en que Dios crea a la primera pareja, la bendice
con miras al cumplimiento de la función más fundamental y sagrada que
ha de desempeñar en la tierra: la procreación. Rabi Abahu decía
(alegóricamente) que Dios alzo la copa y bendijo con ella la unión del
primer hombre y de la primera mujer (Gen, Rabba cap.8).


Cuando los esposos se unen para realizar la obra de procrear,
cooperan íntimamente con Dios. En cuanto a aquellas personas que se
niegan a ver en la fecundación otra cosa que un fenómeno puramente
natural ¿pueden acaso explicar la presencia del alma inmaterial en el
fruto que va a nacer, sin hacer referencia a la intervención del
Creador? La majestad Divina se cierne, invisible sobre la pareja unida,
en el acto procreador, dispuesta a bendecirla insuflando en el cuerpo de
la futura criatura el soplo de la vida que emana de las esferas
celestiales.






LLENAD LA TIERRA Y DOMINADLA. La orden dada
al género humano de dominar la tierra, implicada el derecho de
transformar los bienes y los productos de la tierra y de apropiárselos
libremente. Se trata de un derecho absoluto, consagrado por Dios; por lo
tanto, la ley de los hombres tiene obligación de hacer respetar el
derecho de propiedad, y de condenar cualquier atentado contra el bien
ajeno, como violación que es del derecho Divino y como acto de desafío
al Creador. Las normas de la propiedad fundadas en un derecho
inalienable instituidos por Dios mismo, ofrecen garantías absolutas, que
cualquiera otro de los demás motivos invocados por los hombres, tales
como la ocupación, la accesión, la prescripción, el derecho natural o la
utilidad social podrán suplantar jamás. Esta orden de Dios que figura
en el inicio de la Torah, demuestra además el carácter universal del
derecho, y contenido en la Revelación, que es un derecho que emana del
mismo Dios. Y posee lógicamente una independencia total respecto de los
intereses particulares de las naciones o de las clases sociales.



29- Y DIJO DIOS: HE AQUÍ QUE OS HE DADO TODA HIERBA QUE DA
SIMIENTE, QUE ESTA SOBRE LA FAZ DE TODA LA TIERRA, Y TODO ARBOL QUE
TIENE SU FRUTO DE ARBOL QUE DA SIMIENTE OS SERA PARA ALIMENTO.




30- Y A TODO ANIMAL DE LA TIERRA, Y A TODA AVE DEL CIELO Y A
TODO CUANTO SE ARRASTRE SOBRE LA TIERRA QUE TIENE EN SU ALMA VIVIENTE,
(LES HE DADO) TODA PLANTA VERDE PARA ALIMENTO”. Y FUE ASI.




31- Y VIO DIOS TODO LO QUE HABIA HECHO, Y HE AQUÍ QUE ERA MUY BUENO. Y HUBO TARDE Y HUBO MAÑANA. DIA SEXTO.


 31- ERA MUY BUENO. Si la
obra de los días anteriores está considerada como “buena”, la del último
día está calificada de {Tov meod} de “muy buena”. En efecto, para que
la excelencia de la obra se haga patente, tiene que estar totalmente
acabada, pues, consideradas cada una por su lado, las partes pueden
resultar solo relativamente buenas, debido precisamente a su carácter
fragmentario e imperfecto. Podemos deducir de este hecho que para
apreciar correctamente un objeto y sus cualidades, es preciso tener una
visión global de dicho objeto. Los hombres tienen tendencia a preferir
la especialización, y se dedican a fraccionar los elementos para
estudiarlos. Sin embargo, esta parcelación de los conocimientos, esta
división de la ciencia en fragmentos que se reparten entre varias
personas, este recurso excesivo al sentido analítico, le hacen perder al
hombre la visión de conjunto. “Lo único que tenemos entonces en las
manos son trozos del ser, desprovistos de vida; el fuego sagrado, el
espíritu vital ha sido evacuado” (Goethe). Solo en la medida en que han
sabido superar las concepciones fragmentarias, que dividen el universo
en un mundo orgánico y en otro inorgánico, y también en una serie de
disciplinas, mas solo en la medida en que han considerado al mundo como
un todo armónico, los pensadores y los sabios han podido reconocer el
alma viviente que palpita en todas las partes del Universo.


Por otra parte, es aquí, al final de la labor creadora, donde los
sabios del Medrash mencionan por primera vez la presencia del mal en la
obra de Dios. Ciertamente, si examinamos las diferentes cosas creadas en
el sector limitado que le corresponde a cada una, podremos pensar que
no merecen el epíteto de “muy buenas”, considerando los vicios y las
imperfecciones que contienen. Pero si contemplamos en conjunto la
Creación, su excelencia salta a los ojos, y el mal en sus diversas
formas, cobra dentro de esta perspectiva, su verdadero significado. En
efecto los aspectos negativos contribuyen a la salvación general, de la
misma manera que los elementos que desencadenan las pasiones humanas y
los que desafían las fuerzas elementales de la naturaleza; pero solo en
la medida en que se someten a la disciplina común. La presencia del mal
es tan necesaria para la armonía de la Creación como la aleación natural
para la solidez de un mineral.


En este mismo orden de ideas. Rabi Meir dirá: {Tov meod zeh ha-mavet}
 “(la expresión): “era muy bueno” incluye la muerte”; según otros
maestros incluye también el instinto del mal, el infierno, etc. (Gen.
Rabba cap.9) (Najmanides; Guía de los Desc. III, 10).


Tanto en el plano moral como en el físico, el hombre dispone de una
manera, que no es la mejor posible, sino la única buena. Pese a sus
evidentes defectos, esta materia corresponde en realidad a un plan que
Dios ejecuto consciente y libremente. Podemos afirmar que si Dios no
hubiese tenido la seguridad de que la obra que salió de sus manos era la
única capaz de alcanzar el propósito asignado, la hubiera modelado de
otra manera. Por lo tanto, tal como es, esta creación debe poder llegar a
la perfección total, lo que implica que contiene intrinsicamente todos
los elementos necesarios para ello. Le corresponde al hombre determinar
cuáles son esos elementos, y luego seleccionarlos y activarlos con el
fin de rematar la obra de los seis primeros días.



CAPITULO II


1- Y FUERON ACABADOS EL CIELO Y LA TIERRA, Y TODO EL EJÉRCITO DE ELLOS.


1- Y FUERON ACABADOS EL CIELO Y LA TIERRA.
La palabra {Vaijulu} ויכלו puede significar “fueron terminados”,
llevados a un estado de perfección” (Onkelos) o “enteramente acabados”.
Pero también puede relacionarse con la palabra {Keli} כלי objeto,
instrumento. Si adoptamos la segunda acepción, la frase significa que el
mundo potencial del “Tohu” y del “Bohu” contenido en los cielos y en la
tierra, necesitaba estar vinculado a un objeto concreto para
convertirse en una realidad viva. Fue necesario pues que Dios atase los
cielos y la tierra a sus “instrumentos” para poder “acabar, en el
séptimo día, la obra realizada por El” (Racanati).


Sin embargo la raíz {Kale} כלה significa también “añorar” (como en el
salmo  LXXIV, 3) y Rabenu Ch. Ben’ Attar explica en su comentario { Or
Ha-Chayim) que cuando, cuando Dios Hubo terminado su obra de creación,
le correspondió también liberar a las criaturas de la “fuerza de
inercia” que acecha a todo ser viviente carente de aspiraciones
elevadas. Tubo que infundirles un sentimiento de profunda nostalgia por
la luz Divina. El vocablo (Kale)  expresa este sentimiento, que puede
llegar a consumir moralmente a una persona. “El cielo, la tierra y todo
lo que encierran, sintieron pues nostalgia” de la fuente Divina de donde
procedían, y así fue un impulso afectivo lo que corono la obra de la
Creación. Principio Vital del universo, este don (de Dios a sus
criaturas) fue en cierto modo; el regalo del día de Shabbat. Doto a las
cosas creadas de un alma supletoria, infundiéndoles el deseo de elevarse
hacia el ideal y de ascender hasta su origen. Desde entonces el Shabbat
ha sido el día consagrado a este esfuerzo del alma por acercarse a
Dios. El Shabbat sustrae el alma de su estado de subordinación de las
contingencias terrenales, y le devuelve la libertad dándole acceso a sus
aspiraciones metafísicas. De esta manera proporciona a la criatura los
medios que necesita para realizar su suprema razón de existir (M. Betzah
16 a). Es así como el Shabbat, se ha convertido en el día del “alma
supletoria”, la {Neshamah Yeterah} a la que invocan las oraciones
especiales del santo día, para que cante la gloria del Eterno: (Nishmat
Kol jai Vejúle) .



Y TODO SU EJÉRCITO. Todas las criaturas
creadas en los cielos y en la tierra componen un gran {Tzvá}צבא, un gran
ejército en el centro del cual se halla el Creador, el amo, el jefe
supremo que ordena y dispone. El Asigna a cada miembro de este ejercito
el puesto que le conviene, y en el que debe cumplir su cometido con la
ayuda del contingente de fuerzas que le son asignadas. La estrategia
global está en la mente del Jefe. Ninguna criatura, sea grande o
pequeña, ocupa su puesto por iniciativa propia. Somos todos soldados del
ejército del Eterno. A él le corresponden el poder y la majestad, la
sabiduría, la voluntad y el mando; a nosotros, la obediencia y la
puntualidad, la fidelidad, la aplicación y la tarea. Aquí no caben
sentimientos como la presunción. La obra más importante no deja de ser
un fragmento; pero la aportación más pequeña no se pierde en el
conjunto, a condición que corresponda a las expectativas del Jefe
Supremo.Nada puede sustraerse a Su mirada, nada es demasiado
insignificante para no poder formar parte de su plan. “El hombre en la
tierra sirve como un soldado” (lyov VIII,1) “debemos perseverar hasta
que Dios nos releve, para guiarnos hacia otro puesto” (ibid XIV,14).
(Rabi Hirsch).



2- Y EL DIA SEPTIMO ACABO DIOS SU OBRA QUE HABIA HECHO; Y DESCANSO EN EL DIA SEPTIMO DE TODA SU OBRA QUE HABIA EFECTUADO.


2- ACABO DIOS SU OBRA QUE HABIA HECHO; Y DESCANSO EN EL SEPTIMO DIA.
Han trascurrido ya los seis días de la Creación. La ley natural, ritmo
todopoderoso del mecanismo universal, se somete de ahora en adelante al
impulso arrollador de las sucesivas creaciones. El Amo desaparece detrás
de Su obra.


Observamos pues que el carácter omnipotente y eterno de la ley
natural entraña un grave peligro: Los hombres pueden acabar por pensar
que no hay ningún Dios más allá de la Creación, e incurrir en errores
tales como el panteísmo o el positivismo. Es preciso, entonces, que
conservemos el recuerdo de la Creación del mundo, de la obra que Adam
fue el único en presenciar, y solo parcialmente (Rabi S.R. Hirsch). El
Shabbat desempeña esta función de {Zejer le-Ma´aseh Bereshit}.


“La observancia del Shabbat es, en sí, un homenaje a la Divinidad, un
culto rendido al Creador de todas las cosas. En efecto, el que respeta
el descanso de Shabbat, porque fue el día en que Dios a cabo su labor de
Creación, reconoce, sin lugar a dudas, que el mundo a tenido un
comienzo, y este reconocimiento equivale por su parte a confesar su fe
en el Autor del mundo, que es Dios; mientras que, el que ignora la ley
del descanso sabático, vuelve a caer en antiguas dudas y pierde la fe en
el Creador del mundo” (Kuzan 11,4).


El Shabbat tiene también otra dimensión. Es el día de la liberación,
el día que, desde los albores de la vida universal, triunfa de la
fatalidad y proclama la absoluta libertad del Creador. En efecto, en el
séptimo día, Dios detuvo el torrente tumultuoso de las fuerzas
creadoras. “Estas se hallaban en pleno auge y hubieran seguido
produciendo si Dios, manifestándose como {K-el sha-dai} אל שדי la no les
hubiese ordenado imperativamente que se parasen: {Dai} די, ¡basta!
(Gen. Rabba. Cap. 10). Pues, si admitimos que el mundo debe su
existencia a sus propias fuerzas naturales, como lo pretende la doctrina
materialista, ¿Cómo vamos a explicar que dichas fuerzas hayan cesado de
actuar y de creer? ¿Cómo vamos a explicar que las mismas causas hayan
dejado de producir los mismos efectos? ¿Quién, sino, Dios, ha impuesto
un límite de acción? El hecho de que, desde el principio de la
humanidad, nadie pueda recordar otras creaciones, el hecho de que
existía un shabbat en la naturaleza, demuestra que este shabbat fue
precedido por la intervención de una fuerza creadora libre, consciente
de sí misma y todopoderosa. El universo en su totalidad no es el
producto puramente físico de unas fuerzas naturales ciegas movidas por
el determinismo, sino la obra moral de un Creador que actuó en la
plenitud infinita de su sabiduría, de acuerdo con un plan rigurosamente
concebido y por medio de una voluntad libre y omnipotente.


Así pues, lo que le da su verdadero significado al Shabbat es esta
interrupción del trabajo. El séptimo día de Dios realzo en cierto modo
la Creación, librándola del yugo de las fuerzas materiales y otorgándole
al reposo, que es la expresión de su libertad. En efecto, ¿Qué más
necesitaba el mundo? Pregunta Rashi ¡El descanso!. Y el Shabbat llego,
trayendo consigo el descanso. Fue entonces cuando quedo totalmente
acabada la obra. Por eso, dice la Torah que Dios acabo su obra el
séptimo día, no el sexto.


El descanso, obra del séptimo día, es lo que le da todo su valor y su
dignidad al trabajo de los seis días anteriores. Al ser el último día,
el Shabbat consigue la victoria sobre la esclavitud que el trabajo
conlleva inevitablemente. Con este don del Shabbat, Dios Ha elevado a
los hombres concediéndoles a todos libertad, dignidad e igualdad. El
Shabbat confiere nobleza al trabajo y corona de gloria al descanso. El
crea al espacio de la dignidad humana. Al esclavo, al desheredado de la
humanidad, le otorga el derecho de poseer esa libertad sin la cual no
hay felicidad posible para un hombre. Instituido al final del proceso
creador, el Shabbat infunde pues, de esta manera, un carácter moral a
toda la Creación. Por lo tanto, el santo dia es una fiesta, no solo para
la naturaleza sino también para la humanidad.



3- Y BENDIJO DIOS EL SEPTIMO DIA Y LO SANTIFICO, PORQUE, EN ESTE, DESCANSO DIOS DE TODA SU OBRA, QUE HABIA HECHO AL CREAR.


3- LA OBRA QUE DIOS HABIA CREADO HACIENDOLA.
La palabra {La´asot} לעשות, que cierra el capítulo de la Creación, se
ha interpretado de varias maneras, Refiriéndose al Midrash Rabba cap.11,
Rashi explica: La obra que correspondía al día de Shabbat; Dios la
realizo el día anterior trabajando el doble. En efecto, mientras los
cinco primero días abarcan, cada uno, tres creaciones, el sexto contiene
seis, en consideración al descanso previsto para el séptimo día. De
igual modo, el hombre realiza doble tarea el viernes con miras al
descanso sabático. El Midrash Tanjumah (y Gen. Rabba cap. 7), interpreta
el citado versículo de la manera siguiente: Dios santifico al séptimo
día cuando interrumpió totalmente el trabajo que estaba llevando a cabo.
Esta interrupción brusca, causada por la llegada del Shabbat, engendro a
los “demonios”. Los demonios son unos espíritus que no tuvieron tiempo
de materializarse debido a que la llegada del Shabbat no permitió que
concluyera el proceso de su Creación. El Midrash, al que aludimos, nos
explica que en la Creación existen espíritus malignos, dañinos y
vagabundos, y que estas fuerzas demoniacas son la manifestación de la
claridad dudosa del crepúsculo; pues entraron en la vida en el último
momento de la Creación. Por esta razón huyen de la luz del dia y acechan
a sus víctimas en la semioscuridad del atardecer. El Tárgum Yonatán
adopta una interpretación análoga, ya que traduce la frase de la manera
siguiente: “La obra que Dios había creado y que creara en el Mundo
Futuro”. Según Racanati, esta traducción alude a “las diez obras de la
naturaleza que fueron creadas la víspera de Shabbat a la hora del
crepúsculo”. La acción y efecto de estas obras, enumeradas en el
capítulo V, 6 del tratado de Principios se manifiesta solo
ulteriormente. Maimonides propone la misma interpretación en su
Comentario de la Mishnah (ibid.) y precisa que los fenómenos
sobrenaturales que se produjeron en el curso de la historia tienen su
origen en la obra del crepúsculo, del final de la Creación. Fue entonces
cuando Dios dispuso en la naturaleza las condiciones necesarias para
que dichos fenómenos se realizaran más adelante en determinadas
circunstancias.


Para Rabi A.Ibn Ezra y Don I. Abarbanel, el termino {La¨asot} expresa
la permanencia de la acción creadora. La creación sigue actuando y
produciendo gracias a las leyes divinas que le son intrínsecas. “El
Creador, en su bondad, renueva sin cesar la obra creada”, leemos en
nuestro ritual. Esta opinión está basada en la interpretación que
propone Rabi Yitzjak en el Zohar Jadash 17ª. En cambio, Rav Papa y Rav
Oshiya relacionan el vocablo {La´asot} con la labor de terminación de la
Creación, labor que (según ellos) les ha sido confiada a los hombres
(Gen. Rabba cap. 11). En efecto, el proceso de la Creación permanece
inconcluso en tanto no se ha resuelto el conflicto entre el bien y el
mal. El mundo está inconcluso desde el punto de vista ético, y los
hombres tienen el glorioso privilegio de poder contribuir  a su
perfeccionamiento. Ellos tienen la capacidad de hacer triunfar las
fuerzas del bien gracias a su conducta moral. Así pues, el relato de la
creación ha terminado, y la última palabra abre perspectiva sobre la
historia de la humanidad que comienza a partir de ahora. De ahora en
adelante, les corresponde a los hombres sellar la obra de Dios, pues los
destinos del mundo están en sus manos, y la Creación quedara totalmente
acabada solo cuando hayan fundamentado las bases del Reino de Dios en
la tierra. Esta idea es la que expresa el Midrash, cuando considera la
construcción del Santuario de Jerusalem, como el hecho que corona la
Creación del mundo {Pesiktah Rabbati VI}. “Todas las obras para la Casa
del Eterno estaban acabadas {Va-tashlem Kol ha-melajah} ” (I Reyes VII,
51); aquello fue la {Ha-shlamah} , la perfección, lo que remato la mera
“terminación” de la obra de los seis días {Vaijal Elohim mikol melajto
asher ´ asah} . Por eso, el autor del santuario es llamado {Shelomó} ,
el Rey Salomón, porque llevo a un estado de perfección la obra de la
Creación. Cf. Com. Exo. XXV, 31.


Recogiendo y ampliando esta concepción historicista, Najmanides y
Rabenu Bejayeh interpretan la palabra {La’asot} en el sentido de
“reproducirse” y la relacionan con la historia de la Humanidad. En
efecto, la sucesión de los sietes días de la Creación se “reproduce”
fielmente en los sietes milenios de la historia, pues “un milenio, a los
ojos del Eterno, no es más que un día que pasa (Salmo XC, 4).


Según la Tradición Judía, la historia de la humanidad está
estructurada como una trilogía en la que cada acto dura dos mil años,
mientras que en el séptimo milenio, que es el de la era mesiánica “es
todo Shabbat y paz eterna” (A.Z 9 a). Los dos exegetas demuestran el
paralelismo que existe en la obra, en cada uno de los sietes días de la
Creación y la configuración histórica de cada uno de los siete milenios
de la historia universal. (En cuanto a la división del tiempo en
semanas, se remonta a la Creación del mundo, tal y como viene narrada en
el texto tanájico. En efecto, al contrario de las demás divisiones del
tiempo, tales como el año, el mes, el día y la noche, que están
relacionados con los movimientos de los astros y la semana no tiene más
origen que el relato del Tanaj. Por consiguiente, el hecho de que la
semana de siete días haya sido adoptada por el mundo civilizado desde
los tiempos mas remotos, puede considerarse como una prueba indirecta de
la veracidad del Tanaj (Kuzari I, 57; cf. Rabi A Ibn Ezra Exo. XVI, 1 Y
Guía de los Desc. III, 43).



4- HE AQUÍ LAS GENERACIONES DEL CIELO Y DE LA TIERRA CUANDO FUERON CREADOS, EN EL DIA QUE ADONAI DIOS HIZO TIERRA Y CIELO.


4- HE AQUÍ LAS GENERACIONES… Rabí Abahu hace la siguiente
observación: Cada vez que se dice {Eleh} אלה, he aquí, es para
significar un corte con lo que precede. En cambio, {ve-eleh} ואלה, y he
aquí, añade algo a lo que precede; lo continua. Cuando nuestro versículo
dice: “He aquí los orígenes del cielo y la tierra”… ¿Dónde está el
corte? Resulta que Dios había creado anteriormente otros mundos que no
correspondían al ideal. Entonces los destruyos y los hizo volver al
caos. En cambio, el mundo actual corresponde al ideal. Por eso dice
Dios: “He aquí los orígenes…; lo que implica un corte con los mundos
anteriores cuyos orígenes no duraron, ya que fueron devueltos al caos
(Exo. Rabba cap.30).


Esta observación de Rabí Abahu esta citada varias veces en el Midrash
(Gen. Rabba cap. 3 y 9). La teoría que presupone, ha sido objeto de
numerosos estudios y de un comentario por parte de Maimonides (Guía de
los Desc. II, 30). Como admite la existencia de una vida en la tierra
anterior al Génesis, algunos sabios judíos se han apoyado en ella para
explicar que nuestro planeta tiene en realidad varios millones de años,
como lo atestiguan los fósiles prehistóricos, las capas arqueológicas,
las formaciones geológicas y otros fenómenos parecidos (Tiferet Israel,
final Nezikim; Enciclopaedia of The Pentateuch, vol. I, pag 86). En
efecto, el cómputo de los años correspondiente al calendario judío se
aplica al ciclo actual, pero sin excluir la posibilidad de existencia de
mundos anteriores. Por lo tanto esta hipótesis “no es en absoluto
incompatible con la fe religiosa” como tan bien puntualiza Yehudáh
Ha-Levi (Kuzari 1, 67). Además, permite comprender el hecho de que
ninguna orden Divina anuncie la Creación del cielo y de la tierra, al
contrario de lo que sucede con las otras cosas creadas. En efecto, el
cielo y la tierra perduran “a través de los siete ciclos del mundo hasta
el gran Jubileo, y solo los seres terrestres desaparecen y vuelven a
ser creados” .



CUANDO FUERON CREADOS. Según la Masora, la
letra {hei} ה de esta palabra está escrita con un carácter más pequeño
que las demás, de suerte que la palabra puede leerse: {be-he beraam}בה
בראם, es decir: Los creo con la letra ה y el del mas allá con la letra
{yud} י (Bavli Men. 29b). Rashi nos da una interpretación de tipo moral
en esta sentencia y Rabenu Bejayeh explica (según el Medrash Salmo LXII)
que la letra ה es la única del alfabeto que no se pronuncia moviendo la
lengua o los labios, ni tampoco mediante una articulación gutural o
dental, sino sencillamente expirando el aire por la boca. Por esta
razón, es la letra que mejor ilustra el acto de “Creación a partir de la
nada” y la que mejor condensa la frase del salmista que dice: “Por la
palabra del Eterno, se formaron los cielos, por el soplo de su boca (se
formaron) todos sus ejércitos” (XXXIII, 69. Cf. Com. XLVII, 23.



EL DIA EN QUE HIZO ADONAI, DIOS… Es aquí,
una vez concluido el relato de la Creación, donde aparece por primera
vez el tetragrama {Shem Ha-va-y-ah} יהוה para designar a Dios. En
efecto, en el primer capítulo solo figura el nombre {Elokim} אלהים.
Rashi explica al respecto, en el primer versículo del Tanaj: “Al
principio la intención de Dios era crear un mundo basado en el principio
de justicia (Elokim es el apelativo que corresponde al Dios de
justicia). Pero se dio cuenta de que el mundo no podría subsistir con
este rígido principio. Entonces decidió que prevaleciera la
misericordia) y la asocio con la justicia. Por eso está escrito (al
principio del capítulo II) el dia en {Ado-nai Elo-him} hizo la tierra y
los cielos”.


La naturaleza entera nos ofrece el espectáculo de un orden perfecto,
sometida a una Ley inmutable, inalterable y todopoderosa. Este es el
motivo por el que, a lo largo del primer capítulo, que es el que está
dedicado a la Creación de la naturaleza, El Creador aparece bajo el
nombre de אלהים (cuyo valor numérico 86, es idéntico al de la palabra
{ha-tev´a} הטבע “naturaleza”) que corresponde al Dios del derecho
absoluto, de la justicia rigurosa, de la ley eterna (מדת הדין).


Pero en cuanto comienza, en el segundo capítulo, la historia de la
Humanidad, el nombre del Dios de amor y de misericordia (יהוה) pasa al
primer plano y se asocia al de la justicia. Pues si la esfera de la
naturaleza está gobernada por leyes intangibles, la esfera de lo humano
está regida, en cambio, por una ley que el amor ha de templar y
suavizar. Y la Torah, al final de este versículo, menciona la tierra
antes que el cielo {Eretz ve-shamayin}  como para justicar el cambio que
acaba de producirse, es decir la sustitución de la justicia por la
misericordia, como elemento preeminente, en la denominación de Dios;
pues el relato tanajico se acerca ahora a las cosas terrenales.


El primer acontecimiento que se nos va a narrar a continuación
contiene la puesta en práctica de este principio de misericordia y de
sus preeminencia sobre el principio de justicia. En efecto, la sentencia
de muerte proclamada por el pecado original, que se le comunico a Adam,
fue conmutada por pena de expulsión del paraíso y en destierro . Los
sabios de Israel se han inspirado en este ejemplo de clemencia, ya que
abolieron prácticamente la pena de muerte sustituyéndola por penas de
reclusión, residencia forzosa en “ciudades de refugio”, o por otro tipo
de castigos. Asimismo, atenuaron la ley del talión, según la cual la
sanción debe ser proporcional al delito, pues decidieron que la
reparación debida por el culpable habría de hacerse solo en relación con
daños y perjuicios.


El problema de los dos nombres Divinos, que figuran en los dos
primeros capítulos de la Torah, es uno de los temas predilectos de la
crítica tanájica y de su seudociencia. De acuerdo con criterios
simplistas, los adeptas de esta “ciencia” han resuelto dicho problema
declarando, que los dos capítulos en cuestión no habían sido redactados
por la misma persona; que el autor del primero veneraba al dios
denominado E. Finalmente, han tenido que abandonar esta tesis, por falta
de pruebas. En cuanto a nuestros sabios, muy lejos estaban de ignorar
los problemas de exégesis, supuestamente descubiertos por la escuela de
la crítica tanájica, pero su método de interpretación, de dichos
problemas, difiere (rotundamente) de las soluciones adoptadas por esta
escuela; no solo por lo que se refiere a nuestro versículo sino en
general.



5- Y NINGUN ARBUSTO HABIA BROTADO AUN EN LA TIERRA, Y
NINGUNA HIERBA DEL CAMPO HABIA BROTADO TODAVIA, PORQUE ADONAI DIOS NO
HABIA HECHO LLOVER SOBRE LA TIERRA, Y NO HABIA HOMBRE PARA LABRAR EL
SUELO.



5- Y NINGUN ARBUSTO HABIA BROTADO AUN DE LA TIERRA…
Rashi explica: “que Dios no había enviado la lluvia porque aún no
habían hombres para trabajar la tierra, y apreciar el efecto benéfico de
dicha lluvia. Cuando el hombre llego, comprendió que el mundo la
necesitaba y rezo para que lloviera. Cayo entonces la lluvia e hizo
brotar árboles y vegetales”. Rav Ashi, el autor de esta explicación,
añade también el siguiente comentario a la fuente talmúdica (Julin 60b):
Esto te enseña que el Eterno desea que los justos recen. Podemos, pues,
inferir de esta observación de la Torah, concluye Racanati, que la
bendición que cae del cielo para “regar la superficie de la tierra” y
fecundaría depende del hombre, de su oración, y de su voluntad activa.


Tan pronto termina Dios la obra de los seis días, la Torah nos da a
entender que el papel del hombre será fundamental de ahora en adelante
para la valoración de la Creación. El hombre pasa a ser, en efecto, el
colaborador del Creador y el responsable del mantenimiento de la armonía
universal. Todo depende ahora de sus actos, conducta y esfuerzos. En
otras palabras, la Torah nos enseña, desde el mismísimo principio de la
historia de la humanidad, que la salvación no depende del “misterio de
la gracia” que emana de Dios, sino del hombre; pues le corresponde a
este, en la tierra, despertar la gracia Divina con sus actos y sus
oraciones para que ella le conceda sus favores.



6- MAS UN VAHO SUBIA DE LA TIERRA, Y REGABA TODA LA FAZ DEL SUELO.



7- Y ADONAI, DIOS, FORMO AL HOMBRE DEL POLVO DEL SUELO, Y
SOPLO EN SUS NARICES EL ALIENTO DE LA VIDA, Y EL HOMBRE VINO A SER ALMA
VIVIENTE.



7- DIOS FORMO. {Va- yitzer} וייצר: La ortografía de la palabra וייצר con sus dos יי es un caso excepcional de aparición de la י de
la raíz. Según nuestros maestros Sabios, esta duplicación expresa el
carácter doble de la “formación” del ser humano, que es el que la Torah
destaca en este mismo versículo: El hombre reúne en si lo espiritual y
lo temporal, la “tendencia al bien y la tendencia al mal”; está formado
para el mundo terrenal y, también, para el mas allá (Rashi), pues
encierra dentro de si el cielo y la tierra. En la palabra וייצר, solo
una de las dos es audible; la otra es muda. Lo que significa que aunque
la naturaleza humana es doble, siempre domina en ella uno de los dos
aspectos; mientras que el otro, solo se deja presentir. El más noble de
los hombres sigue perteneciendo, a pesar de todo, a la tierra; y en el
más vil de ellos, se señala el “lado Bueno”. Debemos estar agradecidos a
nuestros sabios por habernos hecho comprender que el hombre ha sido
formado, desde el principio, en ambos aspectos. En efecto, el mal
absoluto no existe: las dos partes del ser humano han sido concebidas
por el mismo Dios, y ambas pueden ponerse al servicio del ideal de
pureza y santidad. La sensualidad y la naturaleza carnal de los hombres
no son obra de Satán, y tampoco le están consagradas. Esto resulta una
fábula, una mentira que ha perjudicado gravemente a la humanidad. La
doctrina Judía afirma, por el contrario, que la dualidad del hombre es
obra de Dios, y que el cielo y la tierra, lo eterno y lo temporal, están
llamados a aliarse estrechamente dentro de sí mismo.


(La ambivalencia de la naturaleza humana se aplica también a su
constitución sexual, al menos en sus orígenes. Rashi precisa, en efecto,
que el hombre fue creado al principio con dos rostros (uno masculino y
otro femenino) y luego fue dividido en dos seres de sexo opuestos. Según
nuestros Sabios, el (primer) Adán fue un andrógino, Ver 61 a).



POLVO DE LA TIERRA. El texto no dice
{Meadamah} מאדמה sino {min-ha-adamah} מן האדמה por lo que Rashi llega a
la siguiente conclusión: Dios tomo polvo de toda la superficie de la
tierra, de sus cuatro puntos cardinales. (Esto significa que) sea cual
sea el lugar donde el hombre muera, la tierra acepta ser su tumba; y que
los hombres de todos los continentes y latitudes son hermanos. Pero
también quiere decir que el hombre superior se forma a partir de una
selección de elementos procedentes de los cuatros extremos del mundo
(Ha-Adam, VER LIBRO *alude al hombre superior, cf. Enciclopedia
Talmúdica, art אדמ pag. 76). En otras palabras: A nivel espiritual, la
sabiduría humana necesita la aportación de todas las almas de elite
esparcidas en el mundo, para alcanzar la perfección. En cuanto al
sentido propio de la interpretación de Rashi es la siguiente: El hombre
es la única criatura que participa de los diversos elementos
espirituales, sensitivos y físicos; pues, el mundo material, vegetal y
animal, por un lado, y el mundo metafísico, por el otro, contienen cada
uno una sola fracción del conjunto de las fuerzas creadas. En resumidas
cuentas, el hombre tiene afinidades con todas las partes del universo.


Rashi prosigue, añadiendo “otra explicación”: “el polvo fue tomado
del lugar del que esta dicho: Allí me harás un altar de tierra (Exo. XX,
24) Dios pensó: Ojala le sirva de expiación y así pueda sobrevivir.
Maimonides precisa al respecto: Según una tradición bastante difundida,
los reyes David y Shelomo construyeron el altar (del Santuario de
Jerusalem) en el mismo lugar donde Abraham levanto el altar para el
holocausto, donde Noaj hizo el suyo al salir del arca, donde Caín y Abel
ofrecieron su sacrificio, y donde Adam presento su ofrenda al venir al
mundo. También fue en aquel lugar donde Dios creo al primer hombre, como
enseñan nuestros Sabios: “el hombre fue creado en el lugar de su
expiación ). Esto significa que aunque el ser humano está hecho con el
polvo de la tierra, el pecado no es parte integrante de su naturaleza.
El posee la facultad de dominar el pecado, y de conseguir el perdón de
Dios gracia a su arrepentimiento. Esta es la razón por la cual el
versículo menciona los dos nombres de Dios: {Ado-nai Elo-him}. Como el
hombre es hijo de la tierra, lugar de su expiación, el Creador permanece
junto a él, y Su actitud es la de un padre misericordioso, {Midat
ha-rajamin} . (Cf. Com. XLVII, 29).



SOPLO EN SU ROSTRO. Al recibir el soplo de
la vida “en el rostro”, el hombre fue elevado por encima de las demás
criaturas, tanto física como moralmente. El contraste que el ser humano
ofrece con el vegetal es, por tanto, absoluto. La planta está anclada en
la tierra y absorbe la sabia vital por las raíces, que son sus
extremidades inferiores. En el animal, el centro vital se encuentra a la
altura del corazón, que corresponde a la parte intermedia del cuerpo.
Pero en el hombre la vida está vinculada al espíritu, al “rostro”, a la
cúspide del ser. El hombre dirije sus miradas hacia arriba y recibe
todas sus fuerzas “de lo alto”, cuando espera, cuando desea y cuando
piensa. La vida, expresada en su rostro, es la que le mantiene y
sostiene; hasta el punto de que se desploma cuando pierde el
conocimiento.



UN ALMA VIVIENTE. El termino {neshamah}
נשמה se aplica al alma, que es exclusiva del ser humano, y que le
distingue de las demás criaturas, ya que estas poseen solamente {Nefesh
ve-ruaj} נפש ורוח, el alma vegetativa y el alma sensitiva. La
 {Neshamah} emana de la Inteligencia Suprema y en esto consiste, por
tanto, la semejanza con Dios que es patrimonio del hombre y del que
hemos hablado anteriormente (Rabi A. Ibn Ezra VII, 22, la asonancia con
{shamayin} שמים, cielos, justifica que la נשמה este definida como
emanación del espíritu celestial.


En lo que respecta a la estructura del alma humana, los filósofos
judíos no comparten todos la misma opinión. Para algunos, el alma es
una, si bien tiene una triple función: vegetativa, sensitiva e
intelectual. Maimonides está entre los adeptos a esta teoría . Para
otros, en cambio, el alma está compuesta de tres partes diferentes.
Najmanides parece haber adoptado esta tesis, ya que se ajusta a la
concepción de Onkelos, quien traduce las palabras {Nefesh jayah}  de
nuestro versículo, por “ser hablante”; es decir, que al recibir la
{Nishmat Jayim}  el hombre adquirió la facultad de pensar y de expresar
sus pensamientos libremente por medio del lenguaje. Por lo tanto, posee
un alma especial.


La traducción de Onkelos ha dado pie a muchos comentarios. Según esta
traducción, lo que caracteriza el alma del ser humano y le distingue a
este del animal, es pues la facultad de hablar. Además, de ella se
infiere que la aparición de los idiomas debe atribuirse a un milagro
Divino (Kuzari IV, 25). Pero la fórmula de Onkelos no nos permite
determinar si el hombre recibió, de una sola vez, todas las palabras y
expresiones de la lengua, o si fue creándolas el mismo progresivamente, a
medida que las fue necesitando. M.L Malbim analiza este problema en
relación con los nombres dados por Adam a los animales (Gen. II, 20). En
cualquier caso, el texto de la Torah no excluye la tesis de numerosos
psicólogos, según esta la capacidad de expresarse es lo que forma y
desarrolla la inteligencia. La inteligencia va progresando en agudeza,
gracias a la actividad verbal . Pero de todas maneras, es el {ruaj
memalelah} , el “espíritu hablante” lo que eleva al hombre y explica su
semejanza con Dios. En efecto, el Verbo es la “simiente Divina” que
engendro la Creación. El Verbo existía antes en forma de pensamiento,
pues si la palabra es capaz de expresar todo lo que es material, es
incapaz, en cambio, de expresar lo inmaterial. El caso es que esta
virtud creadora. Inherente al Verbo es lo que hace del hombre un
semidiós en el marco de la vida terrestre. Sus efectos pueden repercutir
hasta las esferas cósmicas.


Sin embargo, la última parte del versículo {vahi Ha Adam le-nefesh
Jayah} ויהי האדם לנפש הי, está interpretada de muy distinta manera por
el Zohar. La Torah, dice, expresa aquí, la decepción que el hombre
causo: El eterno había dotado generosamente al ser humano, dándole un
alma santa para que pudiese merecer el Mundo Futuro. Pero el hombre se
mostró indigno de su alto rango y cayó al nivel de la bestia. Por eso se
queja la Torah, añade Rabi Yoshu´a, por eso califica al nombre de
{Nefesh jay-ah} , termino con el que suele designar el alma de los
animales (I, 24). Cabe advertir que la expresión {Vaihi} solo aparece
dos veces en el relato del Génesis, en este versículo y I, 3: {Vaihi
or}.


En los dos casos sirve para introducir un cambio lamentable en los
acontecimientos (ver nuestro Com I, 3); por lo demás, este es el sentido
habitual de dicha expresión, como lo hacen observar nuestros Sabios
(Meguilah 1o b).



8- Y PLANTO ADONAI, DIOS, UN JARDIN EN EDEN, AL ORIENTE, Y PUSO ALLI AL HOMBRE QUE HABIA FORMADO.


8- Y PLANTO ADONAI, DIOS, UN JARDIN EN EDEN, AL ORIENTE.
En el comienzo fue el ideal. El mundo nacido de la generación de Dios,
de su inmenso amor, era maravilloso y deslumbrante de armonía, El
Universo entero era un Edén, pero Dios “planto un jardín en Edén, hacia
el oriente”, e instalo en el al hombre que había formado. Le condujo
hacia su morada, dirá Rabi Eli´ezer, como el que conduce un príncipe a
su palacio, pues el hombre había nacido en el Monte Moriyah, mientras
que el jardín se encontraba más lejos, al este (Pirke de Rabi Eli´ezer
XII). Allí gozaría de puros, sublimes y divinos deleites, en una
naturaleza fascinante de hermosura; allí conocería la exaltación de la
comunión con Dios; este era el destino que le esperaba. Para que pudiera
cumplirse, Dios le instalo en el jardín del Paraíso sin más condición
que la de cultivarlo y guardarlo.


La misión de “cultivar y de guardar” el jardín de la naturaleza marca
el principio de la civilización humana. Al mismo tiempo de la Torah
sitúa el jardín al oriente subrayando con esta indicación geográfica, la
primera de la Torah, la importancia de los puntos cardinales para toda
la evolución ulterior. Desde el oriente, cuna de la civilización, la luz
del espíritu seguirá en la tierra la trayectoria que el sol recorre en
el firmamento:” Desde el levante hasta el poniente, será alabado el
nombre del Eterno” (Salmo CXIII, 3). No obstante, Onkelos y otros
comentaristas entienden la palabra {mi-Kedem} מקדם de otra manera: Según
ellos, significa “antes”, es decir “anteriormente a la Creación”. El
Talmud menciona en efecto, el Paraíso como una de las siete “cosas” que
han precedido la Creación del mundo (Pesajim 54ª). De lo que se infiere
que el Paraíso es uno de los siete elementos fundamentales para los
cuales Dios creo el Universo. Pues asi como el arquitecto hace un plano
antes de empezar la obra, de empezar la obra, de igual modo, el Eterno
trazo el plano de los principales elementos del Universo antes de
iniciar la Creación.



9- Y ADONAI DIOS HABIA HECHO BROTAR DEL SUELO TODA SUERTE
DE ARBOLES GRATOS A LA VISTA Y BUENOS PARA COMER, Y TAMBIEN EL ARBOL DE
VIDA EN MEDIO DEL JARDIN, Y EL ARBOL DEL CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL
MAL.



9- Y EL ARBOL DE VIDA. Según los
comentarista, el árbol cuyos frutos proporcionaban larga vida o vida
eterna, ocupaba un lugar vecino al del árbol del conocimiento del bien y
del mal; podía incluso tener las misma raíces. “Ambos árboles se
hallaban en el Paraíso. Esto es para enseñarte que el hombre puede
encontrarlo todo allí; el que busca el árbol del bien, lo encuentra
también. El hombre tiene dos caminos ante sí y puede escoger el que
quiera. Si quiere seguir el camino de la virtud, la puerta está abierta;
encontrara la felicidad. Si quiere seguir el camino del mal, la puerta
está abierta; encontrara la desgracia” (Medr. Hagadol).



EN MEDIO DEL JARDIN. Onkelos traduce: “en
el centro” (y no dentro). También Rashi siente la necesidad de precisar:
“en el centro” ¿Por qué? Rabi A. Loev de Radin, conocido bajo el nombre
de {Jafetz Jayim} se lo explico a un médico que le preguntaba cómo
podían asegurarse la vida en el Mundo Futuro las personas de su
profesión. Le contesto lo siguiente: “A propósito de Adam y Eva y del
Paraíso los comentaristas insisten en puntualizar que el árbol de vida
se encontraba en el centro del jardín. Sin duda porque el punto que está
situado en el centro es equidistante de todos los puntos de la
periferia, y, por lo tanto, resulta asequible por todos lados en
igualdad de condiciones. Esto es para que no pensemos que existe solo un
camino para llegar al árbol de vida. Podemos alcanzarlo por todos
lados; es decir que cada hombre, ya sea un estudioso de la Torah, un
sabio o un artista tienen la posibilidad de acceder a él. “En todos tus
caminos, piensa en Dios” y El allanara tus caminos” (Prov. III, 6).


En el mismo orden de ideas, el Talmud nos habla de los méritos que le
proporcionaron al médico Abba la vida en el Mundo Futuro” (Ta´anith
21b) . Este es el motivo por el que la tienda de Reunión, la que
contenía la Torah, ocupaba siempre el centro del campamento de Israel en
el desierto (Núm. XI, 17) y también es esta la razón por la que la
“Bimah” está situada en el centro de cada sinagoga.



Y EL ARBOL DEL CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL. Es
el árbol que despertó en el hombre el conocimiento del bien y del mal.
Adam disponía de libre albedrío desde el momento de su Creación, pero
mientras se abstuvo de probar el fruto prohibido, su alma gozo de una
felicidad constante. Su pureza angelical lo elevaba por encima del bien y
del mal, pues la tentación no podía alcanzar al hombre; no ejercía
ninguna atracción sobre él. Fue el hecho de probar el fruto prohibido lo
que encendió por primera vez su deseo. Las fuerzas del mal despertaron
entonces en él, y con ellas el instinto y la pasión sexual. El pecado
original rompió la maravillosa armonía de principio. Por esta razón, el
árbol fue llamado árbol del conocimiento del bien y del mal, {´al Shem
sofó}  por anticipado (Maimonides, Guía de los Desc. II y Najmanides
II,9).



10- Y UN RIO SALIA DE EDEN PARA REGAR EL JARDIN, Y DE ALLI SE DIVIDIA, Y FORMABA CUATRO BRAZOS.


10- UN RIO SALIA DE EDEN PARA REGAR EL JARDIN.
Existe un Edén arriba y otro abajo. El de arriba contiene los deleites
supremos de las esferas del espíritu, y el de abajo ofrece las
maravillas y los goces de la vida terrenal. Un torrente mana del Edén
Celestial y riega el jardín de abajo prodigándole sus dones. Pero el día
en que mejor fluye y con más abundancia este caudal de bienes, es el
Shabbat; por eso las tres palabras {´Eden-Nahar-Gan} “עדן נהר נן” forman
con sus iniciales la palabra {oneg} ענגque designa la alegría sagrada
del Santo día (Oneg Shabbat). En este día, un río de bendiciones fluye
del Edén celestial para regar el jardín terrenal, en respuesta a otro
rio que, desde la tierra, sube hacia el Edén de arriba, para confundirse
con él. Este segundo río parte del jardín terrenal el viernes por la
noche, en el momento de la santificación del Shabbat; prosigue su
ascensión el sábado por la mañana, con las oraciones y los estudios
sagrados, para acceder finalmente por la tarde a las delicias del Edén
celestial (Racanati). El Shabbat se convierte así en el día en que los
goces materiales se unen a los goces espirituales.



11- EL NOMBRE DEL PRIMERO ES PISHON, EL CUAL DA VUELTA A TODA LA TIERRA DE JAVILAH, DONDE ESTA EL ORO.


11- EL NOMBRE DEL PRIMERO ES PISHON. Este
nombre designa el Nilo, según Rashi. El rio que nace del Edén, después
de regarlo, se pierde bajo tierra y vuelve luego a salir en cuatro
lugares distintos, formando así cuatros nuevos “comienzos” (pues el
termino {Rashim}  no significa en realidad “brazos”). ¿Sera acaso este
el motivo por el que nunca ha sido posible localizar la fuente de Nilo?



12- Y EL ORO DE AQUELLA TIERRA ES BUENO: ALLI HAY BEDELIO Y PIEDRA DE ONIX.



13- Y EL NOMBRE DEL SEGUNDO RIO ES GUIJON QUE DA VUELTA A TODA LA TIERRA DE KUSH.



14- Y EL NOMBRE DEL TERCER RIO ES JIDEKEL, EL CUAL CORRE AL ESTE DE ASHUR, Y EL CUARTO RIO ES PERATH.


14- EL NOMBRE DEL TERCER RIO ES JIDEKEL. Ha
sido identificado comúnmente como el Tigris. Si bien no se conoce a
ciencia cierta la localización geográfica del Paraíso (este secreto “no
le ha sido revelado a ningún mortal”: Midrash Hagadol), nuestros Sabios
suelen situarlo en el Medio Oriente, a la altura del Ecuador. La Torah
cita cuatro regiones conocidas por la exquisitez de sus productos, y
dice que el Paraíso reunía toda la abundancia y la riqueza que se
encuentra esparcida en estas regiones.


Por otra parte, Najmanides recoge un relato que figura en los libros
de medicina de los antiguos griegos y también en los escritos del
célebre medico Asaf (siglo IX). Cuentan que el sabio Asplagienes de
Macedonia, acompañado por cuarenta sabios curanderos, viajo hasta la
India en busca de plantas terapéuticas procedentes del árbol de la vida
del Paraíso. Consiguieron encontrar el lugar que buscaban, pero todos
sin excepción, cayeron fulminados por “la llama de la espada afilada”
que estaba apostada a la entrada del jardín. A raíz de esto, aquellas
naciones perdieron su ciencia médica hasta el advenimiento del rey
Artajerjes quien consiguió restablecerla. Estos son hechos probados y
conocidos por todos en Oriente .



15- Y TOMO DIOS, ADONAI, AL HOMBRE, Y LO PUSO EN EL JARDIN DE EDEN, PARA QUE LO LABRARA Y LO GUARDASE.


15- Y TOMO DIOS, ADONAI, AL HOMBRE, Y LO PUSO EN EL JARDIN DE EDEN.
Nuestros clásicos profesan unánimemente la creencia de que la historia
del Paraíso debe tomarse en su sentido literal pero que, al mismo
tiempo, las diferentes partes de este relato hacen referencia a las
realidades metafísicas de los mundos superiores. Pues el mundo terrenal
con todo lo que contiene, no es más que el reflejo de las esferas
celeste. Por lo tanto, las interpretaciones de ciertos filósofos como
Maimonides, por ejemplo (Guía de los Desc. II, 30), no son simples
alegorías o fabulas mitológicas, si no, intentos de aplicar a las
esferas del pensamiento puro las diferentes formas de materialización
que existen en este mundo. En efecto, nuestros pensadores tratan de
descubrir el mundo ideal y sus múltiples aspectos a través de los
fenómenos naturales. Así se comprende que, inspirándose en las
sentencias del Talmud, del Zohar y del Medrash, hayan descrito el jardín
del Edén como el Paraíso de las delicias del espíritu, que es la
recompensa prometida a las almas de los justos en el Mundo futuro.


He aquí como han interpretado nuestros sabios la historia del Paraíso
y su alcance Universal: Rabi Yojanán les hablaba un día a sus alumnos
del mundo, de Dios y de la Torah. Uno de sus discípulos le pidió que le
explicara las relaciones que existen entre estas tres “entidades”, y el
maestro le contesto lo siguiente: “Esto es como la historia del rey que
quería plantar un árbol en su jardín. Empezó por recorrer el jardín en
busca de un manantial que pudiese proporcionar al árbol el agua
necesaria. Pero no lo encontró; entonces, mando primero cavar un pozo, y
luego planto el árbol. A partir de entonces, este se puso a prosperar;
sus raíces se fortalecieron y sus ramas florecieron magníficamente, pues
lo regaban regularmente con el agua del pozo”.


El universo, concluyo el Rabi, puede compararse con un árbol plantado
por Dios. Se yergue en medio de la inmensidad, en medio de la
inmensidad, en medio del jardín infinito del Eterno. Su cúspide alcanza
el trono celestial de la Majestad Divina; sus raíces se internan en las
profundidades de la tierra, mientras que su tronco establece un contacto
permanente entre las diferentes partes del árbol, de la cepa a la cima.
Sus ramas y sus gajos se extienden por todos lados; sus frutos, sus
flores y su aroma alegran a los hombres, pues para eso han sido
plantados. Pero la sabia que sube por el árbol del universo procede del
manantial que Dios creo antes de plantarlo. Este manantial de la vida
universal no es otra cosa que la Torah. En efecto, las leyes Divinas
garantizan la supervivencia de los hombres, del mismo modo que el agua
fresca y sana de la fuente fecunda la planta. La Torah es lo que le
infunde a la Creación su vitalidad y su vigor. ¿Buscáis la vida y su
principio soberano, la verdad? Pregunto Rabi Yojanán a sus alumnos;
escuchad entonces la exhortación que el profeta Yeshayahu os dirige a
través de los siglos de la historia: “¡Vosotros, los que tenéis sed,
venid a sacar agua!”



PARA CULTIVARLO Y GUARDARLO: Aunque el
Paraíso le ofrecía al hombre todas las delicias de la tierra, la vida no
hubiera tenido sentido allí tampoco de no conllevar ciertas
obligaciones; hubiera carecido de encanto si sus dones no hubieran sido
el fruto del esfuerzo de voluntad realizado por el ser humano. Cuando
Dios “coge al hombre”, como un padre que se ocupa de su hijo, cuando
llega el momento para Adam de convertirse en dueño y señor del Paraíso y
de empezar a hacer uso de su libertad , el Creador le dicta sus
obligaciones “con palabras dulces” (Rashi). Estas obligaciones son tanto
de orden moral como de orden físico. De orden moral, ya que los verbos
“cultivar y guardar” aplicados a los valores espirituales, significan
“respetar los Mandamientos Divinos” (Tárgum Yonatán); y de orden físico,
porque ambos verbos se refieren también al trabajo de la tierra
“Considera lo importante que es el trabajo”. El primer hombre no tuvo el
derecho de probar los productos de la tierra antes de haber efectuado
su labor. Dios le puso en el jardín del Edén para cultivarlo y cuidarlo,
y solo después le dijo: “Puedes comer de todos los arboles del huerto”
(Avot de Rabi Natán XI).



16- Y ORDENO ADONAI, DIOS, AL HOMBRE, DICIENDO: “DE TODO ARBOL DEL JARDIN PODRAS LIBREMENTE COMER.


16- Y ORDENO ADONAI, DIOS, AL HOMBRE… La
educación del hombre con miras a su glorioso destino moral comienza con
esta prohibición. Este es el principio de la historia de la Humanidad, y
lo que les indica a todas las generaciones futuras el camino a seguir.
Pues el hecho de que Dios, por primera vez, enuncie una prohibición en
lugar de una orden, significa implícitamente que su interlocutor posee
un privilegio nuevo: la libertad y que además, esta libertad deberá
intervenir de una manera activa y convertirse en uno de los factores
predominantes de la historia de los hombres. Sin embargo, la libertad no
es solo un privilegio; también es una prueba. Dios no dicta aquí una
orden categórica que se materializa en instinto, como lo hizo con los
animales; sino que deja al hombre libre de escoger entre la obediencia y
la desobediencia, introduciendo así, por primera vez, la conciencia y
la voluntad como mecanismo de progreso. El hombre se convierte pues en
el dueño de su destino. De ahora en adelante, el individuo es lo que
cuenta, en virtud de esta independencia que posee incluso respecto a
Dios. No hay nada mas real en efecto, que una independencia que el mismo
Creador no ha querido obstaculizar. El progreso espiritual ha dejado de
depender exclusivamente de Dios, pues Él ha abdicado una parte de Su
Omnipotencia en beneficio de su criatura; y esta, solo podrá progresar a
costa de un esfuerzo, es decir de un acto de voluntad libre.


En dos ocasiones, durante el proceso de la Creación, Dios entabla sus
relaciones con el Universo bajo el signo de su infinita generosidad.
Primero, se repliega sobre sí mismo tras hacer un don de su Ser a los
hombres; y este acto de amor engendra el espacio. Luego, renunciando una
vez mas a su omnipotencia, concede la libertad a los hombres con el fin
de que puedan merecer por si mismos la felicidad; optando por el bien.


Este repliegue de Dios sobre si mismo explica que haya dotado de
libertad a los hombres; libertad que no es en absoluto incompatible con
el concepto de la presciencia Divina. En efecto, una cosa es que Dios
sepa de antemano lo que va a pasar y lo que el hombre va a decidir, y
otra que imponga su voluntad. Estas dos “actitudes” no solo son
distintas la una de la otra, sino que además no guardan ninguna relación
entre sí. La presciencia Divina es la consecuencia lógica e inevitable
del hecho de que para Dios no existe ni espacio ni tiempo. Por este
motivo, El conoce el futuro también como el pasado y el presente.
Considerado desde el punto de vista de la eternidad, el problema de la
contradicción, entre el libre albedrío del hombre y la presciencia de
Dios, deja de existir. (Maimonides, Hiljot Teshuváh V, 5).


Por lo demás, los ejemplos tomados de la vida diaria demuestran,
mejor que los razonamientos filosóficos, la inconsistencia de dicho
problema: supongamos que un padre se ha hecho cargo de la educación de
sus hijos y que, llegado el momento, decide que sus hijos escojan
libremente la carrera que quieren seguir y el oficio que prefieren. En
muchos casos, el padre sabe de antemano cual va a ser la elección de su
hijo, aunque este vacile durante mucho tiempo antes de decidirse. ¿Acaso
este presentimiento del padre anula el libre albedrío del hijo? Un
maestro les dice a sus alumnos que pueden escoger entre continuar la
clase durante algunas horas más o disponer inmediatamente de su tiempo.
¿No sabe acaso lo que va a decidir cada uno? Sin embargo, no por ello
les priva de su libertad de elección (Sa´adía Gaón, Emunót Vedeót, cap.
IV).



“DE TODOS LOS ARBOLES DEL JARDIN PUEDES COMER”,
Nuestros sabios enseñan que el código moral universal se basa en una
Revelación Divina. Según Rabi Yojanán, este primer precepto dictado por
Dios al hombre, contiene una alusión a dicha revelación. Son siete,
dice, los mandamientos que Dios impuso a los descendientes de Noaj (es
decir a toda la raza humana); el deber de practicar la justica, y las
prohibiciones referentes a la idolatría, a la blasfemia, al incesto, al
homicidio, al robo y al consumo de carne cortada (directamente) en los
animales aún vivos (Talmud Sanh. 56b). En su código del Mishnéh Toráh,
Maimonides presenta un análisis detallado de las siete leyes de Noaj que
constituyen, según él, la moral “mínima común” de la humanidad moral
mínima que el Legislador Divino completo más adelante, primero en los
tiempos de los patriarcas y después, en la época de Mosheh, con la
promulgación de la Toráh (Hiljot Melajim IX, 1).


Las leyes de Noaj, que son comunes a todo el género humano, están
consideradas como el fundamento del “derecho natural”, Y nada ha
contribuido tanto y tan poderosamente a la formación del derecho
occidental moderno, como la idea de que existe en el universo una ley
natural susceptible de ser descubierta. Esta ley viene a ser como un
derecho que Dios grabo en el corazón del ser humano en el momento de su
Creación. Por mucho que lo altere el pecado, este derecho subsiste en el
hombre en el estado de su infraestructura. Puede violarlo pero no
borrarlo. Por lo tanto, los hombres pueden y deben encontrarse los unos
con los otros en este terreno del derecho natural y desplegar todas sus
implicaciones. Este ha sido el objetivo de todos los grandes juristas
desde el principio de los tiempos modernos hasta la mitad del siglo
XVIII. La realización de dicho objetivo alcanzo su apogeo cuando Grotius
hizo del derecho natural el fundamento del derecho internacional. La
convicción de que hay un derecho inscrito en la naturaleza humana esta
tan profundamente grabada en el corazón de los hombres que a principios
del siglo XX hemos asistido, no sin sorpresas, al renacimiento de estas
antiguas teorías.


El primero que puso de realce la relación existente entre el derecho
natural y los siete mandamientos destinados a los descendientes de Noaj
fue Jhon Seiden, el más insigne erudito ingles del siglo XVII, en su
obra (editada en 1640): “De jure natural et Gentium juxta Disciplinam
Ebraerum” (El derecho natural y el derecho de gentes según los hebreos).
En ella habla de las leyes de Noaj que son las que todos los hombres
deben observar, y de las leyes que son obligatorias solo para los
judíos.


“Quienquiera entre los gentiles, que cumpla los siete mandamientos
para obedecer a Dios, figurara entre los justos de las naciones y tendrá
parte al mundo futuro” (Maimonides Ibid. VIII, 11).



17- MAS DEL ARBOL DEL CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL, DE
EL NO COMERAS, PORQUE EN EL DIA QUE DE EL COMIERES, CIERTAMENTE
MORIRAS.



17- … DE EL NO COMERAS… “El primer precepto
promulgado por Dios es una prohibición que no puede explicarse
racionalmente. No es una [Mitzváh Sijlit] , al contrario; todas las
facultades que posee el hombre: el gusto, la fantasía, la razón… se
rebelan contra esta orden negativa que el hombre nunca hubiera podido
imaginar. Es más, incluso después de que esta orden le hubiese sido
impartida, el hombre no pudo encontrarle más justificación que la
voluntad absoluta de Dios. Se trata pues por excelencia de un [Jok]
 [ley desprovista de fundamento racional para el hombre}. Además, es una
ley alimentaria y una ley que llego a conocimiento del hombre por medio
de la transmisión oral, pues estaba dirigida a Adam, a Eva, y, a través
de ellos, a todos sus descendientes. Por tanto, contiene todos los
aspectos de la futura Ley judía con la que, como dicen nuestros sabios:
{Yetzer har´a ve-umot ha-olam} han chocado siempre el instinto del mal y
el mundo no judío: {Mitzvát lo ta´aseh, jok, Torah she-be-´al-peh,
maajalot} . Todos estos elementos se hallaban reunidos
en la prohibición que Dios estableció al comienzo de la historia
universal, {La-da´at tov va-r´a}  con el fin de que el
hombre supiese por ella lo que debe considerar como el bien y lo que
debe rechazar por ser malo. Así pues, la condición de toda vida moral es
la subordinación de nuestra naturaleza física a la voluntad Divina;
condición esta que se deriva de alto rango que el hombre ocupa en la
Creación y de su noble destino. Dominando las tentaciones de sus
sentidos es como el hombre se convierte verdaderamente en un hombre; y
este acto de autodisciplina será siempre lo que presida cualquier obra
de educación moral. Aun hoy, cada imperativo de la ley Divina nos obliga
a enfrentarnos con el árbol del conocimiento y a tomar una decisión,
ora para responder al llamado de nuestros sentidos, de nuestra impura
fantasía y de nuestro instinto animal, ora para obedecer, conscientes de
nuestra misión superior, a la voz del Eterno” (Rabi Hirsch).



“MORIRAS”. Esto es “te verás expuesto a la
muerte, te convertirás en un mortal. Esta interpretación resuelve la
dificultad que reside en el hecho de que Adam y Eva no murieron el mismo
día en que pecaron, sino que siguieron viviendo durante mucho tiempo.
Presupone además que el hombre estaba originalmente destinado a la vida
eterna. En efecto, la muerte ha sido siempre un enigma para la
fisiología. Por otra parte, según el profeta Yeshayáhu (XXV, 8), está
destinada a desaparecer cuando la Humanidad vuelva a unirse con Dios,
cosa que hubiera empezado a ser efectiva para Israel con la promulgación
de la Torah, si hubiera obedecido sin reserva la ley de Dios (A. Zaráh
5a). “Los científicos pretenden –escribe Najmanides-que el hombre era un
ser mortal desde su origen porque su cuerpo, compuesto de diferentes
elementos, está por tanto condenado a la muerte y a la descomposición.
Pero nuestros maestros no comparten esta opinión. Ellos enseñan que el
hombre hubiera vivido eternamente si no hubiera pecado, pues el alma,
emanación de las esferas superiores, es una fuente perpetua, y la
voluntad Divina que el hombre alberga desde su formación, podría
mantenerle en vida eternamente. Has de saber que la creencia de que “un
cuerpo compuesto” está condenado forzosamente a la aniquilación es
propia de los escépticos que se adhieren a la doctrina materialista. En
cambio, los creyentes para quienes el mundo procede de la voluntad de
Dios, profesan que la vida perdura en tanto que también perdura la
voluntad Divina que la hizo nacer; esta es la pura verdad”.


No obstante, el Zóhar y algunos maestros del Midrash consideran
legítimas las dos teorías: la que acabamos de exponer y la que afirma
que la condición mortal del hombre figuraba ya en el plan inicial de la
Creación. Esta última interpreta el versículo de la siguiente manera
“Serás pasible de la pena de muerte.


Si Adam no murió el mismo día en que pecó, fue, según esta teoría,
porque Dios le concedió un plazo en consideración a su sincero
arrepentimiento (Zóhar Jadash 1,19 o porque, haciendo uso de Su gracia,
conmuto la pena de muerte por la de expulsión, condenándole a vivir en
el exilio (Núm. Rabbá cap.23). Este acto de gracia es un ejemplo de
clemencia para los hombres de todos los tiempos. (Cf. Tanjumáh (ver
libro): La muerte está prevista en el proyecto inicial.



18 – Y DIJO ADONAI DIOS: “NO ES BUENO QUE EL HOMBRE ESTE SOLO; LE HARE UNA AYUDA IDONEA PARA EL.


18 – NO ES BUENO QUE EL HOMBRE ESTE SOLO.
No creas, apunta Rabénu Bejáyeh, que el Creador haya tenido que
modificar el plan inicial después de ejecutarlo. (Lo que ocurre es que
nuestro versículo hace en realidad referencia al principio de la
Creación. Dios creó primero un andrógino, ser compuesto de un hombre y
de una mujer que estaban unidos el uno al otro por la espalda. (Esto
explica que el hombre también tenga senos). Pues la Unidad absoluta no
puede existir más que en Dios; es imposible en la tierra (Cf. Rashí).
Por eso la unidad del modelo Divino se reflejé en la tierra en forma de
unión entre el principio masculino y el femenino. Pero “fue sólo cuando
el cielo y la tierra se unieron por primera vez, dando así nacimiento a
la lluvia (v. 6) cuando el hombre y la mujer, ajustándose al modelo de
la naturaleza, realizaron también su unión cara a cara. El deseo que
siente la hembra por el varón se parece a la humedad que sube de la
tierra al cielo; esta humedad cuaja en nubosidad y entonces el cielo
riega la tierra. El hombre y la mujer se unieron verdaderamente cuando
pudieron mirarse cara a cara, y fue esta unión perfecta lo que dio
nacimiento al principio mediador: el amor” (Zóhar I, 35a).


Es cierto que el hombre hermafrodita también hubiera sido capaz de
reproducirse a la manera de las criaturas unicelulares. En efecto, aún
tenía su aspecto bisexual primitivo cuando Dios le bendijo diciendo:
“Procread y multiplicaos”. Sin embargo, el acto de reproducción se
reducía entonces, a una reacción puramente instintiva, como en el caso
de los animales. Lo que le faltaba al hombre primitivo para ser perfecto
era precisamente que su relación sexual fuese un acto de voluntad libre
originado en un sentimiento de amor. Con el fin de que naciera este
principio mediador, que es el amor, Dios “puso al ser auxiliar enfrente
de él”, creando así a Eva (Cf. Najmánides y ‘Akedát Yitzják, Shá'ar 8).


Así como el amor infinito de Dios fue lo que dio origen a la Creación
del mundo (Salmos LXXXIX, 3), el amor humano es lo que debe hacer
germinar la vida humana tras inspirar el acto de procreación. Cuanto más
profundo es el amor, más armoniosa es la unión de la pareja
procreadora. Y este acuerdo íntimo, forjado por el amor, es lo que hace
posible que la unión sexual del hombre y de la mujer produzca un fruto
perfecto.



… UNA AYUDA A SU LADO. Esta expresión
indica claramente que la mujer ha sido creada para proporcionarle al
hombre el complemento físico, moral y social que su naturaleza reclama.
En efecto, la tarea que el hombre debe llevar a cabo en la tierra es
demasiado pesada para una sola persona. Necesita una “ayuda a su lado”.
Gracias a la mujer, su otro yo, y a la comunidad que forma con ella en
el matrimonio el hombre puede (aspirar a) realizarse plenamente. En
cambio, sin su pareja, no es más que un medio hombre. Cabe advertir que
la definición que el texto tanajico nos da aquí de la mujer (“una ayuda a
su lado”) no alude al aspecto sexual de la relación. La función que la
Toráh le asigna a la pareja del hombre está revestida de la mayor
dignidad posible. La fórmula: “una ayuda a su lado” significa que la
mujer no es la sombra de su marido o una esclava despreciada, víctima de
la tiranía de su esposo, como era el caso en la antigüedad pagana, sino
la colaboradora valiosa e indispensable a la que ninguna otra criatura
hubiera podido sustituir.


La conclusión que los estudiosos de la Ley han sacado de este
versículo es, que el matrimonio es una institución Divina y que, además,
el estado matrimonial es lo único que le permite al hombre vivir
plenamente su verdadera vida. Cuando la Toráh proclama: “No es bueno que
el hombre esté solo”, condena el celibato declarándolo implícitamente
contrario a la naturaleza. Incluso después de que el hombre ha cumplido
su deber de procreación le está prohibido vivir sin esposa: Según la ley
judía, el cumplimiento de los deberes conyugales por el marido es un
derecho exigible por la esposa, y este derecho no debe confundirse con
el de la procreación (Yebamót 61 b y Even Ha'ézer, Cap. 76).



19- PORQUE ADONAI DIOS HABIA FORMADO DE LA TIERRA TODO
ANIMAL DEL CAMPO Y TODA AVE DEL CIELO Y LOS TRAJO ANTE EL HOMBRE PARA
VER, COMO LOS LLAMARIA; Y TODO LO QUE EL HOMBRE FUE LLAMANDO A CADA
CRIATURA VIVIENTE, TAL FUE SU NOMBRE
.



19 – Y LOS TRAJO ANTE EL HOMBRE… Antes de
“tomarle una costilla”, Dios quiso averiguar si había ya en la Creación
una compañera digna del hombre; también quiso que éste experimentase
primero el deseo de tener una compañera de su misma categoría
(Najmánides). Por eso empezó por traerle todos los animales del campo y
todas las aves del cielo “pareja por pareja, macho y hembra; el hombre
dijo: todos tienen compañera menos yo” (Rashí). Pero ningún ejemplar del
reino animal pudo convenirle porque él buscaba una comunión más
profunda y completa con su compañera, que la que los animales realizan
con la suya. En efecto, la unión de la pareja animal está destinada
exclusivamente a perpetuar la raza y, además, no se limita a dos
individuos solamente, sino que se extiende a todos los representantes de
la especie (‘Akedáh cap. V).



PARA VER COMO LOS LLAMARIA. Este es, según
Racanati, el significado de las palabras {mah yikra lo} . Al darles sus
nombres a los animales, Adám los caracterizó y clasificó. Así pues, los
fue designando en función de su naturaleza y se dio cuenta (entonces)
que ninguna especie tenía una naturaleza semejante o análoga a la del
ser humano. “Para un hombre” (el texto no dice {l'Adám}  con el
artículo, como en las demás frases); es decir, para el ser que había
sido hecho a imagen de Dios y era Su intendente en la tierra, no había
compañera digna, capaz de compartir tan noble misión. Dios quiso que el
hombre designase él mismo a su pareja para poder amarla más.


Esta labor de denominación requería por parte de Adám una gran
sabiduría pues cada nombre tenía que corresponder a la naturaleza,
especie y sexo de la criatura. Cuando los ángeles manifestaron su
sorpresa de que semejante privilegio hubiese sido concedido a Adám, Dios
les contestó: “La sabiduría del hombre es superior a la vuestra” pues
él posee la facultad de reconocer la naturaleza de las cosas y de
nombrarlas, facultad que los ángeles carecen ya que desconocen el mundo
fuera de su esfera.


La Toráh recalca pues que los nombres atribuidos por el hombre a los
animales {hu shemó} son válidos y definitivos. De lo que se infiere,
concluyen Najmanides, Yehudáh Ha-Leví (Kuzári IV, 25) y otros
comentaristas, que la lengua hebraica hablada por Adam corresponde a la
naturaleza significativa de las cosas. Fue Dios quien le inspiró dicha
lengua, o (al menos) quien la sancionó. En cambio, apoyándose en el
versículo 20 (“Y el hombre dio nombre…). Maimonides afirma que el
lenguaje humano tiene un carácter convencional (Guía de los Desc.
11,30). Rabí S.R. Hirsch opina también que el lenguaje no hace más que
expresar el punto de vista subjetivo del ser humano (Cf. Com. V. 7).



20- Y El HOMBRE DIO NOMBRE A TODAS LAS BESTIAS Y A LAS
AVES DEL CIELO Y A TODOS LOS ANIMALES DEL CAMPO; MAS PARA EL HOMBRE NO
ENCONTRABA AYUDA QUE LE FUERA IDONEA.




21- Y ADONAI, DIOS, HIZO CAER PROFUNDO SUEÑO SOBRE EL
HOMBRE, EL CUAL SE DURMIO; Y TOMO UNA DE SUS COSTILLAS, Y CERRO CON
CARNE SU LUGAR.



21- Y ADONAI, DIOS, HIZO CAER PROFUNDO SUEÑO SOBRE EL HOMBRE…
“Dios da al que ama lo que necesita durante el sueño: {ken yitén lididó
sané}(Salmo CXXVII, 2). Cuando el hombre se ha esforzado en vano en
encontrar lo que desea, el Eterno moviliza recursos insospechados para
concedérselo. Pues, como dice una sabia expresión talmúdica, las cosas
más importantes llegan cuando menos las esperamos, {beheséj ha-da'át} .
Este es el caso por ejemplo, del Mesías (que ha de llegar por sorpresa,
de los hallazgos (felices), y también, de las grandes calamidades (o
accidentes mortales) como la picadura del escorpión (Sanh. 97a). De la
misma manera, la mujer, que fue el “hallazgo” más maravilloso del hombre
(Ber. 8a) llegó cuando menos la esperaba, mientras dormía.



TOMO UNA DE SUS COSTILLAS. Es porque la
mujer formaba parte originalmente del cuerpo del hombre, y solo después
se separó de éste, por lo que ambos seres, el hombre y la mujer tienden
instintivamente a buscarse y a unirse para formar “una sola carne”, un
solo ser semejante al que Dios creó inicialmente. En efecto, el hecho de
que dos almas puedan, desde el primer contacto confundirse y fusionarse
como dos gotas de mercurio, demuestra que originalmente constituían una
unidad, pero que ésta se materializó en dos seres distintos.


Maimónides también subraya la idea central contenida en este pasaje, a
saber que la anatomía humana se compone de dos elementos, la materia y
la forma, y que estos elementos se manifiestan en la tierra a través de
la dualidad masculino-femenina, pero, que en realidad corresponden a una
misma y única Creación (Guía de los Desc. 11,30).



Y CERRO CON CARNE EN SU LUGAR. Nuestros
Sabios explican la diferencia que existe entre el carácter del hombre y
el de la mujer, y la que también se observa en el timbre de sus voces,
por su diferencia de origen: el hombre está formado del polvo de la
tierra mientras que la mujer ha salido de la costilla de un ser humano
dotado ya de todos los atributos de la existencia. Nuestros Sabios
relacionan además la palabra {Va-yíven} , “construyó (vers. 22) cuyo
empleo resulta aquí bastante excepcional, con la palabra {Bináh} ,
“sentido común”, “intuición”, y extraen la siguiente conclusión: Esto
nos enseña que Dios le dio a la mujer una intuición superior a la del
varón. En consecuencia, la madurez de la mujer es más precoz que la del
hombre, lo cual explica que ciertos actos legales realizados por la
mujer sean válidos a partir de los doce años, mientras que los del
hombre lo son únicamente a partir de los trece (Niddáh 45b).



22 – Y DE LA COSTILLA QUE ADONAI, DIOS, HABIA TOMADO DEL HOMBRE, HIZO UNA MUJER, Y LA LLEVO ANTE EL HOMBRE.


22 – Y DE LA COSTILLA QUE ADONAI, DIOS, HABIA TOMADO DEL HOMBRE HIZO UNA MUJER, Y LA LLEVO ANTE EL HOMBRE.
“Entregó a la mujer a los ángeles quienes la cubrieron de atavíos y la
llevaron ante el hombre, de la misma manera que la corte de amor escolta
a la novia hasta el palio nupcial para que contraiga matrimonio con el
novio” . Estas primeras nupcias se evocan en cada casamiento cuando se
le dan las gracias al Eterno “por haber creado al hombre a Su imagen y
semejanza, y por haber construido a partir de él mismo de su misma
esencia, una edificación que ha de durar eternamente: {ve-hit-kin lo
miménu binián ‘adé ‘ad} . Este {binián} o edificio recuerda la palabra
{va-yíven}  de nuestro versículo y significa que la mujer le construye
al hombre el edificio de las generaciones que se extiende hasta la
eternidad.



23 – Y EL HOMBRE DIJO: “ESTA VEZ, HUESO ES DE MIS HUESOS Y
CARNE DE MI CARNE; ESTA SERA LLAMADA VARONA (ISHAH) PORQUE DEL VARON
(ISH) HA SIDO TOMADA ESTA”.



23 – ESTA VEZ. La palabra {זאת}zot,
pronombre demostrativo femenino, se repite tres veces en este versículo.
Está considerada como “el signo de la bendición”, como lo observa
Najmánides a propósito de la expresión {vezót ha-berajáh}  que figura en
el Deut. XXXI11, 1. Perteneciente al género femenino, el demostrativo
{zot} es pues, también, el signo de la mujer (que aporta la bendición),
al ser la fuente de fecundidad y prosperidad del género humano.



SERA LLAMADA “ISHAH” PORQUE FUE TOMADA DE “ISH”. Esto
demuestra, dice el Mןdrásh Rabbá, que la lengua hebraica fue
efectivamente la lengua de los orígenes, como lo confirma, además, la
forma de casi todos los nombres propios del Génesis. Yehudáh Ha-Leví
cita, por ejemplo, el nombre {adamáh} אדמה que deriva de {Adám} אדם(el
nombre Adám ha sido adoptado por todos los pueblos del mundo para
designar al primer hombre); {isháh} אשה procede de {ish} איש, {jay-áh}
חיה de {jái} חי{kayín} קין de {kaníti} קניתי; {Shet} שתde {shát} שת;
{Nóaj} נח de {yenajaménu} ינחמנו. Esta tesis no contradice la afirmación
del Talmúd (Sanh. 38b) según la cual Adám hablaba en lengua aramea, ya
que, como dice Ha-Leví, el arameo, el árabe y el hebreo son lenguas
hermanas y poseen por tanto palabras, locuciones y construcciones
análogas, comunes a todos los idiomas semíticos. Tanto desde el punto de
vista de la razón como desde el punto de vista de la Tradición, el
hebreo es, sin embargo, el más antiguo de todos; su nombre procede de
Beer (Cf. Rabí A. Ibn Ezrá Exo. XI, 16) porque fue este personaje quien
lo conservó cuando se produjo la confusión entre las diferentes lenguas
(Kuzári 11,68).


Mientras el hombre estuvo solo, Dios le llamó Adám,אדם. En cuanto
apareció la mujer, le llamó {ish} איש porque quiso asociar Su propio
nombre a la unión de la primera pareja. En efecto, la letra י de {ish}
איש y la letra ה de {isháh} אשה componen al juntarse el Nombre Divino יה
(Pirké de Rabí Eli'ézer 12). La unión se convierte sin embargo en un
“fuego devorador” si excluye la presencia Divina, pues si suprimimos las
dos letras יה “no queda más que {esh} אש, el fuego (Sotáh 17a).


No obstante, el femenino de {ish} איש no es exactamente {isháh}
אשה sino {isháh} אישה. Rabí A. Ibn Ezrá subraya al respecto que el
daguesh fuerte contenido en la ש de אשה sustituye en realidad a la
consonante yud que ha desaparecido. Pero Rabí Yitzják ‘Arama explica que
la Toráh quiso, de hecho, evitar la forma normal del femenino, que es
la que se usa en los nombres de animales: pues la diferencia entre macho
y hembra, en el reino animal tiene un significado puramente sexual;
mientras que el papel de la mujer consiste en ser “la ayuda” del marido,
y en estar “a su lado” en todos los aspectos de la vida. Este es el
motivo por el que el nombre de la mujer no es אישה, que vendría a
significar “hombra” sino {isháh} אשה palabra derivada de la raíz
{Ashósh} אשש (Yeshayáhu XLVI, 8).


Lo que también hace resaltar la importancia de la función de la
mujer, es el hecho de que fue objeto de una Creación especial,
sui-generis, y posterior a la del hombre, al contrario del animal hembra
que Dios creó simultáneamente con el macho.



24 – POR TANTO DEJARA EL HOMBRE A SU PADRE Y A SU MADRE, Y SE UNIRA A SU MUJER, Y SERAN UNA SOLA CARNE.


24 – Y SE UNIRA A SU MUJER. Este versículo,
añadido por “el Espíritu Santo” (Rashí), enuncia el primer mandamiento
de la Toráh, el del matrimonio. Dicho mandamiento está formulado en
términos precisos, definitivos y sin referencia a ninguna época, raza o
lugar. Por tanto, su validez es universal. Además contiene
implícitamente la prohibición del incesto, prohibición que concierne a
todos los seres humanos, a todos los descendientes de Adám y de Nóaj
(Sanh. 56b).


El matrimonio es pues una institución Divina. Su carácter sagrado se
remonta a los orígenes de la Humanidad y forma parte del plan de la
Creación. Además, el prototipo de matrimonio instituido por Dios es la
monogamia, pues el texto “no dice”: “se unirá a sus mujeres” sino “a su
mujer”. Por otra parte, la [ve-davák}  que significa literalmente
“atarse”, significa indisolubilidad y fidelidad. (Podemos observar) que
es el hombre quien debe “atarse” a su mujer, a pesar de ser el más
fuerte físicamente. Debe además respetarla como el bien más preciado que
posee en este mundo. De esta manera, los lazos amorosos que unen a los
cónyuges no se desatarán jamás.



25- Y ESTABAN AMBOS DESNUDOS, EL HOMBRE Y SU MUJER, Y NO SE AVERGONZABAN.


25- Y NO SE AVERGONZABAN. Mientras duró su
estado de total pureza, ni el hombre ni la mujer avergonzarse de su
desnudez. Fue el pecado lo que despertó en ellos el sentimiento de
culpabilidad, y suscitó, por vía de consecuencia, el de la vergüenza. En
efecto, el cuerpo humano que Dios creo al mismo tiempo que su espíritu,
no es impuro por sí mismo. Todas sus funciones, incluidas las que
calificamos animales o sexuales, están hechas para servir a Dios. Todas
las partes del cuerpo pueden considerarse pues santificadas, en la
condición de que cumplan fielmente su cometido. La vergüenza se apodera
del hombre cuando éste se entrega a sus instintos sexuales y se hunde en
la depravación, perdiendo así su “sello” Divino, su “semejanza” con
Dios y por ende su paraíso terrenal.


Entonces se convierte en la única criatura que necesita vestirse para
ocultar su desnudez. También necesita llevar el “signo” de la
circuncisión en el cuerpo para recordar que tiene el” deber de
santificar su vida sexual, y el “signo” de los Tzitzít en la ropa para
tener en mente lo que simbolizan, lo cual le sirve de advertencia para
no ceder al deseo “del corazón y de los ojos” que le hizo sucumbir, como
veremos más adelante, ante el fruto prohibido.



CAPITULO III


1 – LA SERPIENTE ERA EL MAS ASTUTO DE TODOS LOS ANIMALES
DEL CAMPO QUE ADONAI DIOS, HABIA HECHO; Y DIJO A LA MUJER: “¿CON QUE HA
DICHO DIOS: NO COMAIS DE TODOS LOS ARBOLES DEL JARDIN?”



1 – LA SERPIENTE ERA EL MAS ASTUTO… Hoy
como ayer, la historia del pecado empieza siempre por una lucha entre el
instinto animal y la conciencia humana. ¿Cuál de los dos ha de ganar la
partida? Esta es la angustiosa pregunta en cuya respuesta se juega no
sólo el destino del individuo, sino también la suerte de las
generaciones siguientes. En efecto, la historia de la Humanidad viene a
ser, en último término, la historia de la actitud del hombre frente al
problema moral. Por esta razón, el interés del texto sagrado se centra,
desde el principio, en esta cuestión, y Adám se ve inmediatamente
confrontado con ella.


El relato del primer pecado es válido para todos los que siguieron. A
diferencia del animal, que no conoce más ley que la de su instinto
natural, el hombre puede y debe escoger libremente el camino del bien.
Sin embargo, el criterio del bien y el criterio del mal no son
inherentes a su conciencia. A pesar de los esfuerzos acumulados por los
pensadores más insignes de la Humanidad a través de los siglos, el
hombre no ha conseguido descubrir la regla general de la moral
individual o social. La conciencia personal, aquella voz del cielo que
llevamos dentro, nos exhorta sólo a ser buenos y a huir del mal. Pero el
contenido mismo del bien y del mal no podemos aprenderlo más que de la
boca de Dios. Además como el hombre no vive más que para “servir a Dios y
al mundo” {le-‘ovdáh ul-shom-ráh} (vers. 1 5) su naturaleza individual
no conlleva las limitaciones que regulen sus actos per-se. Esta debe
corresponder a su destino superior y, por tanto, no se identifica con
los placeres sensuales. Fíjate en este árbol paradisíaco, adornado con
todo lo que puede halagar tus sentidos. Tu naturaleza te dice que es
bueno, pero tu conciencia debe añadir que la Palabra Divina lo ha
considerado malo y lo ha condenado. Así pues, este árbol viene a ser el
modelo y el regulador “del conocimiento del bien y del mal” a nivel
humano. Y lo que permite reconocer una conducta humana moral es el
contraste que ofrece con el comportamiento del animal.



EL MÁS ASTUTO DE TODOS LOS ANIMALES DEL CAMPO.
La serpiente es la encarnación del principio del mal cuya presencia, en
el seno de la Creación, ha sido explicada en nuestro Com. Cap. I, 31.
Nuestros Sabios dicen que tanto la serpiente como el Satán, forman parte
de la misma realidad: representan el instinto al mal (B.B. 1 6a).


Desgraciadamente, no hay ningún paraíso en la tierra que no oculte a
alguna serpiente. La tentación nos acecha en medio de las delicias de la
naturaleza. El silbido de la serpiente se insinúa en nuestros oídos
para seducirnos, mientras el animal intenta inyectarnos su veneno
mortal. A partir de entonces, el maravilloso jardín de las delicias se
convierte en un campo de batalla entre el bien y el mal, que le brinda
al hombre la posibilidad de conseguir sus mayores victorias y de merecer
la bienaventuranza eterna. Como en la historia del rey, dice el Zóhar,
que le prohíbe a su hijo tener relaciones con una prostituta, y que sin
embargo permite que la prostituta excite la sensualidad de su hijo para
que así el mérito de éste sea aún mayor.


La palabra {‘arúm} está empleada en dos versículos consecutivos con
dos sentidos distintos: la primera vez significa “desnudo”, y la segunda
“astuto”. La relación entre las dos acepciones se comprende gracias a
la interpretación que da Rashí a propósito del versículo 7: “Desnudo”,
dice, significa “desprovisto de toda moral”, “de todo Mandamiento
Divino”. El que está desnudo de esta manera, acaba siendo astuto y
malvado. En cuanto a la naturaleza astuta de la serpiente, que el texto
hace constar, está reflejada en el físico tortuoso y en los andares
sinuosos y furtivos de este animal.



Y DIJO A LA MUJER. Son muchas las teorías
que se han emitido para explicar el hecho de que la serpiente haya
podido hablar. Rabí A. Ibn Ezrá cita varias opiniones y M.M. Kashér recoge
el conjunto de las hipótesis formuladas; entre otras, la que afirma que
las facultades mentales de los seres humanos y de los animales eran muy
superiores a las nuestras antes del pecado original y que, en el
Paraíso reinaba la concordia entre todas las criaturas, hasta el punto
de que podían comprenderse perfectamente entre sí. Poco importa, a fin
de cuentas, qué tipo de lenguaje hacia posible este fraternal
entendimiento (Cf. también Najmánides, Lev. XXVI,6).



AUNQUE DIOS HAYA DICHO. {af} אף significa
“aunque”, “a pesar de que…”. Es el signo de la rebeldía, de la
oposición. La primera palabra pronunciada por el eterno tentador es pues
la que expresa duda y escepticismo hacia Dios; y luego, desafío y
porfía. Además de la serpiente, tres personajes tanájicos más han
iniciado su protesta o su llamamiento a la insurrección con la palabra
אף): el jefe de los panaderos (Gén. XL, 1 6), Kóraj y sus secuaces (Núm.
XVI, 14) y Hamán (Esther V, 12). Todos ellos fueron castigados con el
אף que también es la expresión de la cólera Divina חרון אף (Gén. Rabbá
cap. 19).


“Y aunque Dios lo haya dicho. ” Esta primera frase contiene ya en
germen, toda la argumentación que la bestia esgrime contra el hombre:
“Suponiendo incluso que Dios lo haya prohibido, ¿tenéis acaso la
obligación de obedecer? El instinto que lleváis dentro ¿no es acaso
también una voz Divina? Por otra parte si el placer es algo malo, ¿por
qué lo ha dotado Dios de tanta seducción? ¿y por qué os ha infundido a
vosotros el deseo? ¿No ha querido acaso demostrar, de esta manera, que
el deleite y el deseo existen el uno para el otro? Además, si Dios ha
creado el deleite y el deseo, ¿cómo se entiende que pueda prohibirlos
después?”.


Es así como habla la serpiente o el animal que llevamos dentro;
algunas veces desprovisto de artificios, y otras, envuelto en argumentos
filosóficos, para incitarnos a desobedecer al precepto Divino, que nos
prohíbe determinado placer.


Y como antaño, el animal dramatiza la situación fingiendo ignorar
que, junto al número reducido de prohibiciones, existen también muchas
situaciones de las que podemos legítimamente disfrutar; presentándonos
así la ley de Dios como enemiga de todo placer (Rabí S.R. Hirsch).


Es de notar que la serpiente elude sistemáticamente el Nombre Divino
{Ha-vay-áh} YHVH,  que el texto ha venido repitiendo constantemente
desde el segundo capítulo hasta la primera mitad del versículo. La
serpiente, en efecto, no acepta a Dios más que como {Elohím} , que
significa el Creador y Amo de la Naturaleza y rechaza la noción de
Providencia Divina contenida en el nombre {Ha-vay-áh} YHVH. Nunca emplea
esta última denominación, ni en este versículo, ni más adelante en el
versículo 5; y consigue además que Eva le imite en su herejía (vers. 3).
El veneno del tentador ha empezado ya a penetrar en el corazón del
hombre (¨Akedat Yitzják cap. III).


La frase de la serpiente resulta abrupta y fragmentaria “Aunque Dios
haya dicho: no comeréis de todos los árboles del jardín”. Según Rabí A.
Ibn Ezra, es porque constituye el final de una serie de frases que han
sido pronunciadas anteriormente, y que el texto expresa, según Rabí
Yitzják ‘Aráma, el carácter elíptico de la formula y se debe a que,
actuando de una manera típicamente femenina, Eva le corto la palabra a
la serpiente en cuanto ésta empezó a hablar.



2- Y DIJO LA MUJER A LA SERPIENTE: “DEL FRUTO DE LOS ARBOLES DEL JARDIN PODEMOS COMER”.



3- MAS DELFRUTO DEL ARBOL QUE ESTA EN MEDIO DEL JARDIN, HA DICHO DIOS: “NO COMEREIS DE EL Y NO LO TOCAREIS, NO SEA QUE MURAIS”


3- “NO COMEREIS DE EL Y NO LO TOCAREIS”.
“La mujer añade aquí algo a la orden recibida. Por eso, acabara
restándole también algo (desobedeciendo). Pues esta dicho (Prov. XXX,
6): “No añadas nada a sus palabras” (Rashi). En efecto, Dios les había
prohibido consumir los frutos del árbol, pero la mujer extendió la
prohibición al hecho de tocarlos. Rashí hace aquí referencia a la
sentencia del Talmúd, Sanh 29a. En cambio, según los Avót de Rabí Natán,
Cap. I, fue Adám quien añadió esta segunda prohibición, obedeciendo al
dictado de su propia conciencia y con el fin de preservarse de la
transgresión. Según esta última interpretación, se trata pues del
ejemplo típico de alzar un {seyág}, una “valla (o cerca) protectora”
alrededor de la ley. Este caso viene a demostrar que dicho mecanismo de
protección es el producto natural de una conciencia humana preocupada
por cumplir fielmente la Ley Divina. Pero nuestro Sabios nos recomiendan
al mismo tiempo “no por levantar la valla encima de lo esencial”, para
que no caiga y estropee las plantas que debe proteger. El Eterno había
dicho: “El día en que comáis de este árbol moriréis pero Eva repitió la
orden deformándola, pues dijo: “No lo toquéis, bajo pena de muerte”.
Este desliz fue lo que le permitió a la serpiente tenderle la trampa. La
empujo hasta conseguir que tocase el árbol, y entonces le dijo: “(Ya
ves que) no has muerto por haber tocado el árbol; tampoco morirás si
comes de él”.


La advertencia de nuestros Sabios (de no construir la valla por
encima de lo esencial) debe servirnos para tomar conciencia del origen y
significado de las medidas de protección, y para evitar el confundirlas
con los Mandamientos Divinos. Pues el riesgo de que la violación de un
precepto Rabínico, acarree también la violación de una ley Divina, es
mayor cuando olvidamos que las {seyaguím}  o {Guezerót} son en realidad
{Mitzvát de-Rabanán} y no {Mitzvát de-Oraitá}. “El que relaciona una
prohibición Rabínica a una prohibición de la Toráh comete la
transgresión denominada {bal tosíf} (, no añadirás nada” (Maimónides,
Ver Libro (Ver Libro). Adám cometió el error de trasmitirle a Eva la
prohibición de tocar como la de consumir, sin especificar que no se
trataba de un Mandamiento Divino.



4 – LA SERPIENTE DIJO A LA MUJER: “MORIR NO MORIREIS.


4 – LA SERPIENTE LE DIJO A LA MUJER. El
diabólico tentador aprovecha en el acto la oportunidad que le brinda la
exageración de Eva, demostrándole que puede tocar el árbol sin morir.
Podemos observar que se mueve en varias direcciones. En primer lugar, no
vacila en despertar la duda de la mujer acerca de la prohibición Divina
y de sus consecuencias. En segundo lugar consigue, que Eva sospeche de
la pureza de los motivos, por los que Dios ha enunciado dicha
prohibición, pues sugiere que el Creador actuó movido por los celos
(Rashí). En tercer lugar, excita la curiosidad de la mujer (“se abrirán
vuestros ojos”) y halaga su vanidad (“seréis como los dioses”).



5 – ANTES BIEN, SABE DIOS QUE EN EL DIA QUE COMIEREIS DE
EL, VUESTROS OJOS SE ABRIRAN, Y SEREIS COMO DIOS, CONOCEDORES DEL BIEN Y
DEL MAL.  



5- CONOCEDORES DEL BIEN Y DEL MAL.
Maimónides explica que el conocimiento del bien y del mal, proporcionado
por el consumo del fruto prohibido, no significa en absoluto que el
hombre acceda a un grado de perfección superior; por el contrario,
supone una caída. Antes del pecado, en efecto, el hombre poseía el
conocimiento de la Verdad. Se elevaba por encima de las pasiones
terrenales hasta el punto de que éstas no podían alterar su
clarividencia. Su visión de las cosas era tan perfectamente objetiva que
era capaz de distinguir la verdad del error. Pero en cuanto tomo del
fruto prohibido, su apetito sensual despertó y turbó la pureza inicial
de su pensamiento. A partir de entonces, no pudo conocer la Verdad
total, sino solo una parte de ella, y cayó al nivel de la criatura que
vive desgarrada por sus pasiones, y que solo sabe lo que es bueno o malo
para sus sentidos. El hombre paso de la esfera ideal en la que reina la
luz celestial del espíritu a la esfera material de la sensualidad
física, donde pierde uno la noción de la Verdad y del Absoluto (Guía de
los Desc. 1,2). En este orden de ideas, la expresión {vih-yitém
ke-elohím}  adquiere un sentido hiperbólico, como lo subraya Rashí.
Significa: “Creadores de mundos”. La serpiente emplea esta expresión con
el fin de impresionar a la mujer y de alejarla de Dios.


El punto de vista de los Maestros de la Kabaláh es totalmente
distinto: Ellos parten de la idea de que la armonía preestablecido del
universo era el producto de un equilibrio perfecto entre sus diversos
elementos, incluidas las fuerzas del bien y del mal. Cada elemento
desempeñaba una función claramente definida dentro de este sistema. Pero
el hombre, que ocupaba una posición clave, rompió el equilibrio al
despertar las fuerzas del mal, y éstas se desencadenaron entonces,
desorganizando el orden Divino de la Creación. El factor del bien, que
originalmente aparecía aureolado de sublime majestad, y hasta entonces
no había sufrido ningún menoscabo, sucumbió al igual que los demás
elementos, sumiéndose en el desorden general. Por vía de consecuencia,
se produjo una confusión total de las nociones del bien y del mal, de lo
sagrado y de lo profano, de la belleza y de la fealdad, de la pureza y
de la impureza. Todas estas nociones se hundieron en un caos
inextricable. Así pues, desde que la primera pareja abandono el árbol
que dispensa la vida eterna para adherirse al que proporciona “el bien y
el mal confundidos”, los hombres ya no saben distinguir el bien del
mal, ni la justicia de la iniquidad (Zóhar 1,221; 111,107).


Por lo tanto, desde el día del pecado original la Humanidad no tiene
otra misión que la de buscar y recoger “las chispas sagradas” caídas de
las cumbres luminosas, que siguen vivas bajo los rescoldos del mal, para
juntarlas y reconstituir así con ellas la esplendorosa luz de la
perfección moral y espiritual.


En cuanto al Satán, sigue empeñado en su intento de convencer
pérfidamente a los hombres “de que serán como seres superiores (&.
Onkélos) y podrán gozar a la vez del bien y del mal”.



6 – CUANDO LA MUJER VIO QUE EL ARBOL ERA BUENO PARA
COMIDA, Y QUE ERA UNA DELICIA PARA LOS OJOS, Y EL ARBOL DESEABLE PARA
HACERSE SABIO, TOMO DE SU FRUTO Y COMIO, Y DIO TAMBIEN A SU MARIDO QUE
ESTABA CON ELLA, Y EL COMIO.



6 – LA MUJER VIO. Todos los sentidos, a
excepción del olfato, participaron en el pecado original y, a raíz de
ello, quedaron mancillados: la vista (“la mujer vio”), el tacto (“tomo
de su fruto”); el gusto (“comió”), y el oído (“oyeron”). El olfato se ha
conservado pues más puro que los demás sentidos; lo que explica que el
aroma que se desprende de los sacrificios y se eleva hacia el cielo sea
del agrado de Dios (Cf. Rashí Lev. 1,9). El olfato es además el sentido
que proporciona las sensaciones más intangibles (Ber. 43b). Por esta
razón, cuando queremos impregnarnos de la santidad del Shabbat para
conservar “su aroma” durante los otros días de la semana, apelamos
también a nuestro sentido del olfato a la hora de despedirnos del
Shabbat . Por último, el Mesías que esperamos se dará a conocer y será
legitimado gracias a su olfato, que ha de tener muy desarrollado (Is.
XI,3) pues éste es el único sentido que no ha sido afectado por el
pecado original . Por la misma razón se recomienda aspirar perfumes
agradables el día de Kipúr .



Y COMIO. ¿Cómo es posible que Adám, hombre
creado por las propias manos del Eterno, dotado de una visión ilimitada
del Universo y de la Humanidad, y además “profundamente piadoso”, según
la expresión de Rabí Meír (Eruvín 18b) haya podido sucumbir al pecado?
Pues “Nadie comete un pecado a menos de haber perdido la razón” (Sotáh
3a). Por lo visto Adám, padre de la Humanidad y reflejo de Dios en la
tierra, tuvo también su momento de desvarío, y cuando la tentadora se
acercó a él para seducirle se convirtió de pronto en un hereje y en un
apóstata (o en un sectario) (Sanh, 38b; cf. ). Cuanto más grande es un
hombre, dicen los Sabios, mayor es su pasión (Sucáh 52a). Más adelante,
el remordimiento y el arrepentimiento que experimento Adám fueron
inmensos.



7- ABRIERON LOS OJOS DE AMBOS, Y CONOCIERON QUE ESTABAN DESNUDOS: Y COSIERON HOJAS DE HIGUERA E HICIERON PARA SI CEÑIDORES.


7- Y SE ABRIERON LOS OJOS DE AMBOS. Rashí
comenta: “Esta expresión alude al conocimiento, no a la vista
propiamente dicha, como lo demuestra el final del versículo”. Le habían
prometido al hombre que consiguiera la ciencia del bien y del mal; pero
cuando creyó que la tenía a su alcance, sus ojos se abrieron y se dio
cuenta de que “estaba desnudo”, que no sabía nada. He aquí, pues, el
resultado del primer conocimiento adquirido por el hombre.


Este principio de sabiduría inaugura una larga serie de dolores y
Tribulaciones, como tan bien lo prevee la sentencia del rey Shelomó: “El
que aumenta su ciencia, aumenta su pesar” (Ecl. 1,18).


Cuando el hombre tiene los ojos cerrados, como sucede durante la
mayor parte de su vida, su visión interior, espiritual, es clarividente.
Pero en cuanto los abre, su horizonte se estrecha y no ve más que las
apariencias exteriores de las cosas. De la misma manera, el hombre que
no había cometido aun el pecado original, llevaba dentro de sí la luz
interior que suelen tener los profetas; pero la perdió en cuanto probo
del fruto prohibido.



Y CONOCIERON QUE ESTABAN DESNUDOS. El sabor
delicioso del fruto prohibido despertó los apetitos sensuales del
hombre y de la mujer, incluidos el deseo carnal y la concupiscencia.
Entonces, se avergonzaron de su desnudez, pues se dieron cuenta de que
habían perdido su dignidad al permitir que sus sentidos dominasen su
espíritu. Sintieron que se habían rebajado al nivel del animal por su
culpa, y que habían dejado de reflejar la imagen de Dios en la tierra.



Y COSIERON HOJAS DE HIGUERA. “Esta historia
se parece a la del príncipe que se prostituyó con una de sus
sirvientas. Cuando el rey lo supo le echó del palacio, y el príncipe
quiso acogerse a la hospitalidad de sus sirvientas. Pero todas le
rechazaron, excepto aquella a quien había conocido. Esta le abrió su
puerta. Del mismo modo, Adám fue expulsado del Paraíso cuando comió del
fruto prohibido. Entonces, se dirigió a todos los árboles pero ninguno
quiso recibirle. Decían: “Ladrón, has engañado a tu Creador, no me
toques y no me cortes las hojas”. El único que acogió a Adám y le abrió
sus ramas, fue la higuera, que era el árbol cuyos frutos había comido
(Cf. Rashí). Pero Rabí Yehoshú'a Ben Leví no está de acuerdo con esta
interpretación: “iNo quiera Dios que suceda tal cosa! El Eterno no
reveló ni revelará nunca la naturaleza de aquel árbol. Recuerda lo que
ocurre cuando una mujer se ha entregado a la bestialidad: tienen que
morir ambos, la mujer y el animal, aunque éste sea inocente. Pues se
trata de evitar que el animal pase por la calle y que los transeúntes
digan: “Por culpa suya lapidaron a fulana de tal” (Lev. XX, 15). Si el
nombre del árbol del pecado no ha sido mencionado por la Toráh es por la
misma razón” (Gén. Rabbá cap. 15).


No obstante, según la Tradición popular, el árbol prohibido fue el
manzano, cuyo fruto reúne todas las cualidades citadas en el anterior
versículo. El origen de esta Tradición es la sentencia talmúdica que
cita Rashí a propósito del perfume arrebatador que exhalaban las
vestiduras del patriarca Ya'akóv, cuando se acercó a su padre Yitzják
para pedirle la bendición (Gén. XXVII, 27). Estas vestiduras procedían
del Paraíso cuyas manzanas tenían un aroma embriagador. El recuerdo de
la fruta paradisíaca está presente también en la costumbre que tenemos
de comer manzana la noche de Rosh Hashanáh, el aniversario de la
Creación .


En cuanto al texto toráhico, no contiene ninguna alusión que permita
identificar al fruto prohibido con la manzana. Por otra parte, los
Tosafistas relacionan la manzana de la Tradición popular con el Etróg,
la toronja, fruta que la Toráh (Lev. XXII1, 40) califica de excelente
(Shabbat 88a).


También el Midrásh considera la toronja como el fruto del árbol
prohibido (Rabbá Ibíd) pues es el único fruto que corresponde a la
descripción del texto, es decir, que tiene el mismo sabor que el árbol;
esta característica nos recuerda que el toronjo fue el único árbol que
no desobedeció a la orden Divina en el momento de la Creación (Rashí 1,1
2). Por eso mismo, por su parecido con el árbol que lo engendra, se
convirtió en el fruto predilecto . Por otra parte, la identidad que se
observa entre el árbol y el fruto explica el doble carácter que se le
atribuye a la toronja, a título excepcional . Najmánides, por su parte,
propuso otra nominación de dicha fruta, en relación con la función que
desempeña en la fiesta de Sucót (Ley. lbíd.). Notemos, por último, que
la vid también ha sido considerada por algunos como el árbol prohibido.
¿No lleva acaso esta planta la fruta que tantas desgracias ha causado?
También ha sido citado el trigo candeal, que crecía antaño en forma de
arbusto, porque la inteligencia y el conocimiento despiertan en el
hombre en cuanto empieza a comer pan.



8 – Y OYERON LA VOZ DE ADONAI, DIOS QUE SE PASEABA EN EL
JARDIN, POR EL LADO DEL DIA: Y ESCONDIERONSE EL HOMBRE Y SU MUJER DE LA
PRESENCIA DE ADONAI DIOS, ENTRE LOS ARBOLES DEL JARDIN.



8 – Y OYERON LA VOZ DE ADONAI DIOS, QUE SE PASEABA.
“La Shejináh (Presencia Divina) deseaba originalmente residir en este
mundo: {‘lkár Shejináh ba-tajtoním} . Pero cuando Adám cometió su
pecado, se retiró en el primero de los siete cielos. Luego se fue
alejando cada vez más, tras cada pecado cometido por los hombres, hasta
el momento en que Moshéh la trajo de vuelta a la tierra y en que se
manifestó en el Tabernáculo” (Rabbá cap. 1 9). Solemos considerar como
casos totalmente excepcionales aquellos en que Dios se acerca al hombre y
establece una relación íntima con él; además, reaccionamos con
escepticismo ante este tipo de situaciones. Sin embargo, nuestros Sabios
proclaman: {‘lkár Shejináh ba-tajtoním} . Ni las misiones que los
profetas cumplieron en lo sucesivo, ni las revelaciones de Dios a los
patriarcas, a Moshéh y a Israel, son en realidad hechos extraordinarios;
lo que sí es anormal es el alejamiento milenario de Dios. La historia
del Paraíso nos enseña que existe para el hombre, en este mundo, la
posibilidad de vivir en perfecta armonía con los elementos de la
naturaleza y con los animales, erguido en medio de la criaturas, como
intendente que es de Dios en la tierra, y en compañía del mismo Dios,
que le habla, le alecciona y le guía. Pero “el hombre no conserva
siquiera una noche su esplendor si llega a comportarse como los animales
y a identificarse con ellos” (Salm. XLIX, 13). Entonces empieza la gran
tarea de la Toráh: la de conseguir que vuelvan a abrirse las puertas
del Paraíso, que la paz y la armonía reinen de nuevo en el reino animal y
en el reino humano, y que finalmente, gracias a todo ello la Majestad
Divina regrese a la tierra. La Toráh alude a este regreso cuando dice, a
propósito de las bendiciones del Mundo Futuro: {ve-hit-halájti
betojejém} , “volveré a estar entre vosotros”, y Rashí comenta:
“Caminaré con vosotros en el jardín del Edén como uno de vosotros y no
tendréis por qué temblar ante Mí” (Lev. XXVI, 12). (La forma verbal
reflexiva {mit-haléj bagán}  empleada en lugar de {ve-halájti}  es un
eco de la que figura en nuestro versículo: {ve-hit-halájti} que también
es reflexiva).



POR EL LADO DEL DIA. Rashí explica: “Por el
lado en que el sol se pone; es decir, el occidente. Este primer
repliegue de la Shejináh, {silúk Shejináh} hacia la parte de occidente
es lo que le confiere toda su significación a los hechos siguientes: El
“Santo de los Santos”, {Kódesh Kodashím}  del Santuario estaba situado
al oeste. La luz perpetua de este Santuario también estaba orientada en
la misma dirección: {Ner Ma'araví} . Y el último vestigio del Santuario,
en el que se refugió la Shejináh para no abandonarlo nunca jamás, es la
muralla occidental {Kótel Ma'araví}  (Exo. Rabbá cap. 2).


Desde el momento en que la Presencia Divina nos dirigió su último
saludo desde el Oeste, nosotros miramos en esa dirección y esperamos. La
primera puesta de sol significa para el hombre, el primer crepúsculo de
la luz Divina que alumbraba su espíritu; y el servicio sagrado del
Santuario, que está totalmente orientado hacia el oeste es, por lo
tanto, el medio eficaz que el hombre tiene a su alcance para suscitar el
regreso de la Shejináh entre nosotros (Rabí S.R. Hirsch).


Además, esta desaparición de la Shejináh al Oeste, es un signo que
debemos interpretar en relación con la Historia Universal. En efecto, la
evoluciona de la historia sigue la misma trayectoria que los astros en
el firmamento. Así como estos se desplazan del Este al Oeste, de igual
modo la luz del espíritu salió del oriente en los albores de la vida
humana, y emprendió gradualmente la conquista de la Humanidad, avanzando
hacia el occidente en dirección a los antípodas. Y la Shejináh espera
en el Oeste, {Shejináh le'olám be-Ma'arív}  (B.B. 25a). Allí recibe el
homenaje de los astros, como está escrito: “La legión de los cielos (que
sale del Levante) se prosterna ante Ti” (Nehemías IX, 6) y allí espera
también el homenaje de los hombres.



9 – Y ADONAI, DIOS, LLAMO AL HOMBRE, Y LE DIJO: “¿DONDE ESTAS?”


9 – ¿DONDE ESTAS?. La palabra {Ayékah}
 tiene la misma consonancia que la que significa “¡Ay de mí! y expresa
el dolor y la pena. En efecto, si Dios tuvo que preguntarle al hombre:
¿dónde estás? ¿Por qué te ocultas? ¿Qué has hecho? es porque estaba
afligido, porque sabía que Adám había dejado de ser lo que era.


Aunque Dios no podía ignorar el lugar donde se encontraba Adám, no se
trata aquí de una pregunta puramente retórica, sino de aquella eterna
pregunta que Dios le suele hacer al hombre y que viene a significar:
¿Cuál es el balance actual de tu existencia? Pues Dios le asigna a cada
persona un número determinado de días y de años con el fin de que los
llene de buenas acciones para con su Creador y sus semejantes. Por eso
le pregunta siempre: ¿qué has hecho con tu existencia y con el mundo que
te rodea? ¿Cuál es el balance de los años que te ha tocado vivir hasta
ahora? .



10 – Y EL DIJO: “0I TU VOZ EN EL JARDIN, Y ME ASUSTE. PORQUE ESTOY DESNUDO, Y ME ESCONDI”.


10 – Y ME ASUSTE. “Mientras el hombre se
mantiene puro y sin pecado, sus semejantes le consideran con temor y los
animales le respetan; pero en cuanto empieza a pecar, el miedo se
apodera de él y le hace temblar delante de los demás. El mismo Adám que,
antes del pecado, escuchaba de pie y erguido la voz Divina, se oculta
ahora detrás de los árboles y tiembla de miedo a causa del pecado que ha
cometido. Fijáos en el rey Shelomó: fue el más rico, el más poderoso y
el más sabio de los reyes, pero cuando empezó a dar muestras de
debilidad’ moral y de desvarío, necesito que sesenta guerreros se
apostasen alrededor de su cama blandiendo sus espadas, para protegerle
del terror que se apoderaba de él durante la noche” (Cánt. Rabbá cap.
3).



PORQUE ESTOY DESNUDO. “Un pecado lleva tras
sí a otro pecado”, dicen nuestros Sabios. Adám comete ahora un pecado
suplementario, ya que alega una excusa falsa, para ocultar su primera
infracción. El pronombre personal {Anojí}  empleado aquí corresponde a
un “yo” más enfático que el que {Aní}  expresa el pronombre usual:
“Estoy desnudo”, significa pues: “estoy despojado de mi personalidad”.



11 – Y EL DIJO: “¿QUIEN TE HA DICHO QUE ESTABAS DESNUDO? ¿ACASO COMISTE DEL ARBOL, DEL QUE TE PROHIBI COMER?”


11 – ¿ACASO COMISTE DEL ARBOL… Dios le
proporciona aquí a Adám la oportunidad de confesar su falta y de
arrepentirse, pues un pecado que no ha sido objeto de confesión y de
arrepentimiento no puede borrarse. En cuanto el hombre comete su primera
falta, Dios mismo entreabre para él la puerta del arrepentimiento,
sugiriéndole la posibilidad de enmendarse para ser redimido y escapar
así de la condenación eterna.



 …DEL QUE TE PROHIBI COMER? Esta frase
tiene un significado implícito que Rabí Ya'akóv Duvno, el Maguíd, aclara
con la siguiente parábola: “Un mercader que se disponía a pasar el
Shabbat en una venta, llevaba consigo un cofrecillo (o arqueta) donde
guardaba el dinero. Para evitar de llevar encima la llave del cofrecillo
durante el Shabbat, decidió meterla también dentro del mismo. El
cofrecillo se cerraba automáticamente, por lo que pensó que al terminar
el shabbat, podría llamar a un cerrajero para que se lo abriese. Pero el
ventero, que codiciaba el dinero de su huésped, descubrió en su manojo
de llaves una que correspondía a la cerradura de la arqueta. Aprovechó
pues la ausencia del mercader para abrirla y robar su valioso contenido.
Por la noche, cuando el cerrajero fue a abrirla, el mercader enmudeció
de asombro al comprobar que el dinero había desaparecido a pesar de que
la llave seguía allí. Si la cerradura está cerrada, se preguntó, ¿cómo
han podido abrir el cofrecillo?


De igual modo, Dios le preguntó a Adám: “Habiéndote Yo creado como te
creé, ajeno a toda pasión, y habiéndote además prohibido comer de aquel
árbol, ¿cómo es posible que tu corazón haya podido abrirse al deseo?”.
Adám contesto: “Es otra llave la que ha abierto mi corazón…”La mujer;
ella. Me dio el fruto del árbol y lo comí”.



12 – Y DIJO EL HOMBRE: “LA MUJER QUE ME CONCEDISTE, ELLA ME DIO DEL ARBOL, Y COMI”.


12 – LA MUJER. Adám les atribuye ahora la
culpa a todos, excepto a sí mismo; primero acusa a la mujer; luego, con
temeraria ingratitud, atribuye a Dios una parte de la responsabilidad,
pues dice: “(la mujer) QUE ME CONCEDISTE”. La forma inusitada de
{Natáta} נתתה con su ה final (en lugar de {Natáta} נתת, pone especial
énfasis en este reproche que Adám le dirige a Dios. Es como si dijera:
Has sido Tú mismo quien me la ha dado. También la forma verbal de la
palabra {Va-ojál} ואכלen nuestro versículo revela la actitud de desafío
adoptada por Adám, pues este futuro precedido por la vav conversiva, que
el texto emplea en lugar de la forma usual {vea-jálti} ואכלתי puede
interpretarse en el sentido de: “comeré”, o sea, “seguiré comiendo”.



13- Y DIJO ADONAI, DIOS, A LA MUJER: “¿QUE ES LO QUE HAS HECHO?” Y DIJO LA MUJER: “LA SERPIENTE ME SEDUJO Y COMI”.



14 – Y DIJO ADONAI, DIOS, A LA SERPIENTE: “POR CUANTO HAS
HECHO ESTO, MALDITA SERAS MAS QUE TODA BESTIA, Y MAS QUE TODO ANIMAL
DEL CAMPO; SOBRE TU VIENTRE ANDARAS, Y POLVO COMERAS TODOS LOS DIAS DE
TU VIDA.



14 – MALDITA SERAS… “El que codicia lo que
no le pertenece, no solo no logrará lo que desea, sino que también
perderá lo que posee. Esta sentencia puede aplicarse a la serpiente: el
diabólico reptil codició lo que no le pertenecía (Eva) y se vio por ello
privado de lo que tenía (el privilegio de ser cuadrúpedo, o, quizá,
bípedo como el hombre). El Santo, Bendito Sea El, dijo: Yo le había
destinado a ser el rey de los animales domésticos y salvajes; pero de
ahora en adelante maldito serás entre todos ellos. Yo le había destinado
a caminar de pie; de ahora en adelante, se arrastrará sobre el vientre.
Yo le había destinado el mismo alimento que al hombre; de ahora en
adelante se alimentará de polvo” (Sotáh 9b).


Si el deseo de poseer a Eva fue el móvil de la acción de la
serpiente, como lo indica también Rashí al principio de este capítulo,
el medio que utilizo para seducirla fue la burla; la mofa esgrimida
contra Dios. Pues la serpiente calumnió al Creador aduciendo
sentimientos inconfesables, tales como los celos (vers. 5), con la
esperanza de apartar así a Eva de El y de poder subyugarla mejor. Por
eso recibió el castigo que suelen recibir los calumniadores; estos
contraen la lepra, a causa de su mala lengua, y consiguientemente, se
ven proscritos de la sociedad, expulsados de los “tres recintos”: el
recinto sagrado (de la Shejináh) el de los Levitas y el de los Hebreos
(Núm. V, 1; cf. Rashí). Como ellos, la serpiente sufrió la triple
degradación mencionada por la sentencia del Talmúd y que hemos citado
más arriba.


La serpiente ha representado hasta hoy, en la iconología, como el
símbolo de la mofa, de la maledicencia, de la mentira, de la envidia y
de la seducción. La serpiente, al igual que el calumniador, hace daño
por pura maldad. “Los animales se reunirán un día a su alrededor y le
dirán: El león ataca y devora; el lobo desgarra y engulle, pero tú, ¿qué
provecho sacas (de tu maldad)? Preguntádselo al calumniador y
contestará; “que tampoco él saca ningún beneficio de la suya, como cita
el Eclesiastés X, 11” (Ta'aníth 8a).


Al igual que la serpiente que lame el polvo de la tierra, el
calumniador se llena la boca de polvo y transforma en lodo todo lo que
dice. No hay posibilidad de redención para ninguno de los dos. Su pecado es definitivamente irreparable.



…MÁS QUE TODA BESTIA, MAS QUE TODO ANIMAL DEL CAMPO. “Si
fue maldecido más que cualquier animal doméstico, también lo fue más
que cualquier animal salvaje, y con más razón. Nuestros maestros deducen
de esto (Bejorót 8b) que la gestación de la dura siete años”. A este
comentario de Rashí, Najmánides añade, que la afirmación del Talmúd ha
sido confirmada por los hechos, y que tenemos una de las muchas verdades
generales el texto de la Revelación. Y si los sabios contemporáneos,
comenta J.L. Eulenburg , poseen datos diferentes en lo
referente a la gestación de la serpiente, ello se debe únicamente al
hecho de que las condiciones naturales han cambiado a través de los
siglos, como podemos comprobarlo en campos de investigación {nish-taná
ha- tev¨a}.



Y POLVO COMERAS… Conscientes de que la
serpiente se alimenta en realidad de animales vivos, Rabí Ami y Rabi Así
proponen las siguientes interpretaciones: El versículo significa, según
el primero, que el animal maldito solo puede experimentar el sabor del
polvo, aunque coma los manjares más deliciosos, y en opinión del
segundo, que la serpiente solo consigue saciar su hambre comiendo polvo
(Yomá 75a).


Por otra parte, Rabí Yoséf dice: Mira la diferencia que hay entre la
forma de actuar del Santo, Bendito Sea y la del hombre. Cuando un hombre
está enojado con su prójimo, intenta destruirle; mientras que Dios se
limita a maldecir a la serpiente sin impedirle que siga encontrando su
sustento en todas partes. Si sube a un tejado, lo encuentra; si baja al
suelo, también. Paralelamente, Dios maldice a la mujer y, sin embargo,
todos los hombres corren detrás de ella; maldice a la tierra y, no
obstante, ella es la que alimenta a todos los seres humanos (ibíd.).
Pero nuestros comentaristas se preguntan en qué consiste realmente la
maldición infligida por el Creador al reptil, ya que éste encuentra en
todas partes el polvo que necesita para sustentarse. El autor del Sefer
Jafetz Jayim contesta que la maldición consiste en que Dios le dice al
tentador: Encuentra tu sustento donde quieras, pero no tengas más
relaciones conmigo. O sea, que la serpiente se ve proscrita de la
presencia del Eterno y no tiene siquiera el consuelo de poder rezar para
que El le conceda su sustento.



DIAS DE TU VIDA. El principio denominado
{Midáh ke-négued midáh} , según el cual la naturaleza de la sanción debe
corresponder a la del delito se aplica ya aquí, a propósito del primer
pecado. En efecto, el delito está relacionado con el objeto destinado al
sustento, y el castigo también. En cuanto al veredicto: “todos los días
de tu vida” se aplica a este castigo y significa que dura eternamente.
Pues, “al contrario de los demás enfermos que han de sanar en el Mundo
Futuro, la serpiente no sanará; su sufrimiento se prolongará hasta los
días del Mesías,  (Gén. Rabbá cap. 20).


En cambio el citado veredicto no se aplica a la maldición del
siguiente versículo: “Y enemistad pondré entre ti y la mujer”, pues el
odio implacable que opone a los descendientes de Adám y Eva a la
serpiente está destinado a desaparecer cuando se instaure la paz
universal que, en la Era Mesiánica ha de extenderse al reino humano y al
reino animal. El profeta Yeshayáhu describe aquella era de pacificación
y armonía en la que “el niño de pecho jugará junto al nido de la
víbora, y el niño recién destetado alargará la mano hasta el cubil del
áspid” (XI, 8). ¿Será acaso para expresar esta conversión total de la
serpiente al ideal del bien, por lo que el animal, que siempre ha sido
el símbolo del mal y la encarnación del horror y de la abyección, se
convierte en algunos casos en el emblema del Mesías? Figuraba ya como
tal, en la bandera de la tribu de Dan (Núm. Rabbá cap. 2) de la que el
Mesías desciende por el lado materno (Yalkút Gén. XLIX, 16). Bar Kojvá
también la llevaba como insignia mesiánica. El caso es que la palabra
{Nájash} tiene el mismo valor numérico que {Mashíaj}  lo que significa
que, en realidad, ambas nociones se confunden, ya que en la Era
Mesiánica el mal dejará de existir. (Además, la serpiente no figura
entre los ocho reptiles declarados impuros (ver su enumeración en Lev.
XI, 30), lo cual se justifica, según algunos de nuestros maestros, por
el hecho de que dicho animal está destinado a ser puro en los tiempos
mesiánicos (otros, en cambio, recurren a una explicación más racional y
arguyen que el Legislador Divino, tras suscitar el odio entre la
serpiente y el hombre, no podía impedirle a éste que matase al animal,
declarando impuro a quienquiera que tocase su cadáver). Rabénu Chayím
Ben ‘Attár piensa, por su parte que la impureza de la serpiente reside
en su alma, es decir en su perversidad moral, y no en su cuerpo. El
cuerpo no está sometido a la ley de impureza levítica, porque condenado a
alimentarse del polvo de la tierra, está asimilado a la misma tierra,
la cual en virtud de su esencia, no puede contraer dicha impureza. Por
este motivo, el cadáver de la serpiente no ha sido declarado impuro .



15- Y PONDRE ENEMISTAD ENTRE TI Y LA MUJER, Y ENTRE TU
DESCENDENCIA Y SU DESCENDENCIA; EL TE APUNTARA A LA CABEZA, TU LE
APUNTARAS AL CALCAÑAL.



15 – EL TE APUNTARA A LA CABEZA, TU LE APUNTARAS AL CALCAÑAL.
Si la serpiente (o el cocodrilo, según la iconología) está considerado
como el símbolo de la concupiscencia, esta frase significa que el hombre
tiene más poder sobre ella que ésta sobre él. Pues el hombre puede
apuntar a la cabeza de su enemiga, mientras que aquella solo puede
herirle en el calcañal, es decir; cuando el hombre ha bajado la guardia.
Este puede evitar las mordeduras de la serpiente y el veneno que le
inyectan (el de la envidia, por ejemplo) con tal de permanecer
constantemente alerta. Y solo puede apuntar a la cabeza del animal si la
concupiscencia dormita dentro de él; en cuanto la despierta, la excita y
permite que se desboque, le resulta imposible hacerlo (Rabí Hirsch).



16- A LA MUJER DIJO: “MULTIPLICARE SOBREMANERA TUS
TRABAJOS Y SUFRIMIENTOS DE TU PREÑEZ, CON DOLOR PARIRAS HIJOS; Y A TU
MARIDO ESTARA SUJETO TU DESEO, Y EL REGIRA SOBRE TI”.



16- MULTIPLICARE SOBREMANERA TUS TRABAJOS Y LOS SUFRIMIENTOS DE TU PREÑEZ.
Rashí explica que se trata del trabajo que le cuesta a la mujer criar a
sus hijos, de los sufrimientos del embarazo y, por último, de los
dolores del parto. Los dolores que la mujer padece cuando da a luz son
pues el castigo que ha merecido por incurrir en el pecado original. Los
Sabios del Talmúd indican, sin embargo, que “las mujeres piadosas, como
por ejemplo Yojéved la madre de Moshéh, no están incluidas en la
sentencia dictada contra Eva” (Sotáh 1 2a). El parto de estas mujeres no
fue necesariamente doloroso.


Además, así como el hombre no ha considerado nunca, que le estuviera
prohibido perfeccionar sus técnicas de trabajo para atenuar el rigor de
su propia sentencia (“Con el sudor de tu rostro comerás pan”), de igual
modo, el hecho de reconocer que los sufrimientos del parto corresponden a
un castigo Divino no debe impedirnos intentar aliviarlos. Tanto es así
que los Tosafistas citan ciertos procedimientos sugestivos, utilizados
corrientemente en la Edad Media para aliviar los dolores de las
parturientas. Dichos procedimientos eran similares a los que aplicaban
las comadronas en Egipto (lbíd.- 11 b).



17- Y AL HOMBRE DIJO: “POR HABER ESCUCHADO LA VOZ DE TU
MUJER, Y COMISTE DEL ARBOL PROHIBIDO, DICIENDOTE: ¡NO COMERAS DE EL!,
MALDITA SERA LA TIERRA POR TU CAUSA; CON DOLOR COMERAS DE ELLA TODOS LOS
DIAS DE TU VIDA.



17- POR HABER ESCUCHADO LA VOZ DE TU MUJER.
Adám creyó que podía disculparse protegiéndose con “la mujer que Dios
le había dado”. Aquí Dios le hace sentir que su excusa no es válida. En
efecto, ningún hombre tiene derecho de ampararse detrás de uno de sus
semejantes, aunque sea un profeta, para desobedecer las órdenes de Dios y
cometer un pecado. Pues, “¿qué palabras hemos de tener en cuenta, las
del Maestro o las del discípulo?” {Divré ha-Rav divré ha-talmíd divré mi
shom'ím} . La Toráh se adhiere aquí claramente, y
desde sus primeras páginas, a la noción de responsabilidad personal que
los hombres han desechado tantas veces.



MALDITA SERA LA TIERRA POR TU CAUSA. La
caída de Adám arrastra tras sí la de toda la naturaleza y también la de
sus descendientes. Esta es la gran lección que nos da la Toráh en este
versículo: La Creación es una, y sus componentes son todos
interdependientes. El encadenamiento de las generaciones, y el de las
diferentes partes de la naturaleza es tan absolutamente riguroso, que la
responsabilidad del hombre, en cada uno de sus actos, es inmensa. Pues
el hombre ocupa una posición clave en el concierto de la Creación; cada
una de sus acciones e incluso de sus palabras, pueden repercutir hasta
las esferas más lejanas. Él puede ejercer una influencia profunda sobre
su descendencia, tanto en el bien como en el mal en virtud de las leyes
de la herencia natural; y el eco de sus actos se prolonga hasta las
esferas cósmicas, al igual que La piedra que forma círculos concéntricos
cuando se la arroja al agua, trasmitiendo su vibración en profundidad y
en extensión.


El hombre desempeña en cierto modo el papel de director de orquesta
frente a la inmensidad de una naturaleza cuyas partes componen un todo
coherente, y cuyos organismos cooperan entre sí; dependen los unos de
los otros y reaccionan los unos en función de los otros, como sucede
también en el cuerpo humano. Por esta razón, el hombre tiene la
capacidad de hacer reinar en el seno de la Humanidad una era de
concordia y prosperidad, a la que la naturaleza contribuye con su
valiosa colaboración; pero también tiene el poder de conmocionar el
orden natural desencadenando las fuerzas maléficas, y poniendo al
servicio de estas los tesoros y recursos de la naturaleza. Sí, depende
de la voluntad humana, el que nuestro planeta se convierta en un paraíso
terrenal o en un infierno. En cuanto a la naturaleza, esta colma de
favores al hombre cuando él respeta el plano de la Creación tal como lo
concibió Dios, pero se convierte en enemiga cuando el hombre abusa de su
poder y destruye su armonía.


Esto es precisamente lo que se produjo a raíz del pecado original que
el hombre cometió, despertando así las fuerzas del mal. El hombre peca
cada vez que perturba el orden de la Creación. Y el castigo en el que
entonces incurre no es un simple acto de represalia, sino la
consecuencia natural de la inversión de fuerzas provocadas por él, en el
seno del orden preestablecido (C.f. Com. del Lev. XXV1, 11; Ha-lkarim
111,8 ). Sin embargo, aunque el pecado original ha ocasionado la caída
del hombre y le ha hecho vulnerable a todos los malos instintos, sus
consecuencias no deben ser consideradas como una desgracia eterna. Por
el contrario, cada individuo conserva intacta la facultad de elevarse
mediante un esfuerzo de voluntad hasta la pureza suprema; si bien hay
que admitir que su tarea se ha vuelto más compleja, pues cuesta más
restaurar un equilibrio destruido que mantenerlo en su estado primitivo.
A partir del pecado original, la reconstrucción de la armonía inicial
se convierte en el problema central de la existencia.



18- Y TE PRODUCIRA ESPINOS Y ABROJOS, Y COMERAS LA HIERBA DEL CAMPO.



19 – CON EL SUDOR DE TU ROSTRO COMERAS EL PAN HASTA QUE
VUELVAS A LA TIERRA DE DONDE FUISTE TOMADO; PORQUE POLVO ERES Y AL POLVO
VOLVERAS”.



19 – CON EL SUDOR DE TU ROSTRO COMERAS EL PAN.
El trabajo, que es la ley y la condición de la vida humana, está
representado en la Toráh como una maldición que Dios le envió al hombre a
raíz del pecado original. De no haberse producido esta decadencia moral
en el ser humano, la naturaleza hubiera seguido ofreciéndole sus
deliciosos productos en un marco paradisíaco, y sin esfuerzo alguno por
parte de sus habitantes. No obstante, el castigo que primitivamente
debía ser un suplicio para el hombre, experimento luego un proceso de
atenuación bastante notable ya que Dios transformo la sanción en un don.
Los Sabios del Talmúd hacen significar al respecto el contraste que
existe entre la sentencia inicial: “(la tierra) producirá zarzas y
abrojos y comerás la hierba del campo”, y la frase final: “con el sudor
de tu rostro, comerás el pan”. Explican que Adám se puso a llorar al oír
que Dios le condenaba a alimentarse de zarzas y abrojos, y que exclamo:
“¿Vamos a comer en el mismo pesebre mi asno y yo?” Entonces Dios le
contesto: “Comerás pan con el sudor de tu rostro”, consiguiendo así
tranquilizarlo. El hombre acogió por tanto el trabajo que se le impuso
con mucho gusto y satisfacción. Por esta razón, la Doctrina Judía resume
su opinión al respecto con las palabras siguientes: “Ama el trabajo”
(Avót I). Lejos de considerar esta obligación como un mal necesario, el
salmista declara: “Cuando comas del producto de tu trabajo, serás feliz y
gozarás de prosperidad” (CXXVIII, 2).


Siguiendo el ejemplo del Tanáj, los Sabios del Talmúd alaban en
varias ocasiones la nobleza y dignidad del trabajo; reconocen que la
vida humana adquiere gracias a éste todo su valor, y que el hombre le
debe todo el mérito de su esfuerzo, (Avót de Rabí Natán XI). “El que
vive del trabajo de sus manos, dicen, vale más que el hombre piadoso y
temeroso de Dios” (Ber. 8a).



20 – Y LLAMO EL HOMBRE A SU MUJER “JAVAH”, PUES ELLA FUE MADRE DE TODOS LOS SERES VIVIENTES


20 – PUES ELLA FUE MADRE DE TODOS LOS SERES VIVIENTES. Según
Rashí, este versículo continúa el relato interrumpido de la escena en
la que Adám nombra a los animales y a los seres vivientes. Pero otros
exegetas opinan que después del pecado, al que la mujer le había
inducido, Adám considero que su compañera no podía seguir “a su lado”
para ayudarle a alcanzar la meta ideal de su vida, y, que de allí en
adelante habría de limitarse a desempeñar el papel de “madre de todo ser
viviente” (Malbím). Los Sabios del Medrásh interpretan además la
asonancia que existe entre {Jivay-á} , serpiente y {Javáh} Eva, como una
alusión al reproche dirigido por Adám a su mujer: “Porque te dejaste
seducir por la serpiente, te convertiste en una serpiente para mí”. Por
último, Rabénu Bejáyeh advierte que el nombre de Eva se parece al verbo
{Javáh}  que significa contar, referir, charlar (Cf. lyóv XV, 17) y que,
por lo tanto, revela el vicio con el que la mujer incita al hombre a
pecar.



21 – E HIZO ADONAI, DIOS, PARA EL HOMBRE Y PARA LA MUJER TUNICAS DE PIEL. Y LOS VISTIO.


21 – TUNICAS DE PIEL. Desde el momento en
que Dios maldijo a la tierra, los pecadores experimentaron la necesidad
de vestirse, no solo a causa de la vergüenza que sentían por su
desnudez, sino también porque la naturaleza se puso a tratarles con
rigor.


En cuanto al significado exacto de la expresión: “túnicas de piel”
hay discrepancia de pareceres entre nuestros maestros. Según algunos, se
trata sencillamente de túnicas hechas con pieles de animales; según
otros, de túnicas que cubren solo la piel del hombre, y no su alma. Rabí
Yehudáh precisa que antes del pecado, el hombre estaba aureolado de
luz, lo que le confería un esplendor majestuoso a los ojos de todas las
criaturas del cielo y de la tierra. A esta presencia grandiosa alude el
verso del salmista que dice: “Has hecho (del hombre) casi el igual de
los seres divinos; le has coronado de esplendor y magnificencia” (VIII,
6). Pero, desde el pecado, la aureola de gloria que iluminaba su
espíritu ha desaparecido y el hombre se quedó solo con “el vestido que
cubre su piel”. Así es como hemos de interpretar la aserción (citada en
Gén. Rabbá cap. 20 según la cual “el Séfer Toráh de Rabí Meír contenía
la expresión {Kotnót or} כתנות אור, túnicas de luz, en lugar de {Kotnót
‘or} כתנות עור, túnicas de piel; (en efecto, las palabras {‘or} עור y
{Or} אור son homónimas). Según Maimónides (citado por Ver Libro ibíd.)
esta versión hace referencia a aquella época, anterior al pecado
original, en la que el hombre estaba aureolado de luz.


Rabí Yitzják añade que, antes del pecado, el cuerpo humano estaba
recubierto por la misma materia córnea que forma las uñas; tenía la
blancura resplandeciente de la lúnula y provocaba así la admiración de
todas las criaturas. Pero, después del pecado, perdió este escudo
natural, conservando solo un vestigio de su primitiva brillantez en la
raíz de las uñas (Zóhar, Exo. 208b). Por esta razón, en recuerdo del
ideal encantador del Paraíso perdido, contemplamos la lúnula de nuestras
uñas cuando recitamos la Havdaláh y nos despedimos del Shabbat; como si
quisiéramos expresar de esta manera el deseo de conservar también un
vestigio del resplandor sabático durante los días de la semana .


La frase citada más arriba en relación con el Séfer Toráh de Rabí
Meír contiene también la idea siguiente, según Rabí Y. A. Lov de Gúr,
 no fue solo el cuerpo humano sino, en cierto modo, toda la Creación, la
que se vio envuelta, después del pecado, en “una túnica de piel”. Pues
el hombre no es más que el reflejo del macrocosmos. Antes del pecado, la
Luz Divina que se manifestaba en su modalidad más deslumbrante ante los
ojos de las criaturas, inundaba toda la naturaleza. Pero después de la
transgresión de Adám, Dios se retiró a las esferas superiores y la
naturaleza se envolvió en un velo tupido, en una “túnica de piel”. A
partir de entonces, el hombre sólo pudo reconocer a Dios a través de
aquel velo detrás del cual se oculta el Creador. La palabra {‘or}, piel,
está compuesta con las mismas letras que la palabra {‘or}  que
significa “ciego”. En efecto, las túnicas de piel que envuelven el
universo han convertido al hombre en un ciego. Sin embargo, siguen
siendo, al mismo tiempo, {Kotnót Or} , túnicas de luz ya que a través de
ellas se transparenta, a pesar de todo, la Omnipotencia del Creador.


Tampoco el cuerpo humano constituye una envoltura totalmente opaca,
pues deja entrever el alma que alberga. Pero ay del hombre decadente
cuyos vicios “manchan su piel con tumores o empeines”, obstruyendo así
el camino que conduce su alma! Este hombre será declarado impuro {Adám
ki yihyéh be'or besaró seét o sapájat o bahéret…vetimé otó}.



Y LOS VISTIO. Inmediatamente después del
castigo, se manifiesta la clemencia de Dios. A pesar del acto de
desobediencia cometido por el hombre y de la consiguiente maldición, es
el mismo Creador Quien viste a los pecadores. Nuestros Sabios opinan que
este acto de bondad tiene valor de ejemplo, y que los hombres el deber
de imitar a Dios practicando virtudes . Además, es muy significativo que
la primera manifestación de la caridad Divina, {Guemilút Jésed}
 intervenga después de la caída moral del hombre. En efecto, es en este
el hombre tiene más posibilidades de mostrarse igual a Dios. Cualquier
acto que pueda resultar egoísta y degradante cuando lo realizamos para
nosotros mismos, se convierte en algo noble y grande cuando se lo
dedicamos a nuestro prójimo.


Según la moral judía, la verdadera semejanza con Dios consiste para
el hombre en movilizar sus propias fuerzas {bezé at apó} para
proporcionar sustento y asistencia al prójimo. “Así como Dios te ha
enseñado que viste a los que están desnudos, cura a los enfermos„
consuela a los afligidos, entierra a los muertos…”. Esta es la base del
amor al prójimo, en el Judaísmo, Doctrina que ha creado la más antigua
filantrópica, con ramificaciones en todos los países del mundo. Así
pues, la miseria y la necesidad de ayuda constituyen la plataforma desde
la que cualquier persona, si lo desea, puede elevarse y hacer efectivo
su parecido con Dios. El ejercicio de la caridad carecería de base si no
existiera el estado de carencia que empieza aquí, a la salida del
Paraíso, y el hecho de que haya tantas personas de buena voluntad
dispuestas a entregarse, con desinteresada abnegación y espíritu de
sacrificio, a la causa de sus semejantes desmiente rotundamente la
teoría según la cual el primer pecado, al atraer la maldición de Dios
sobre el género humano, privo a todas las generaciones de todos los
tiempos del sello Divino (Rabí S.R Hirsch.).



22- Y DIJO ADONAI, DIOS: “HE AQUI QUE EL HOMBRE HA VENIDO
A SER COMO UNO DE NOSOTROS, CONOCIENDO EL BIEN Y EL MAL; AHORA, PUES,
NO SEA QUE EXTIENDA SU MANO Y TOME TAMBIEN DEL ARBOL DE LA VIDA, Y COMA Y
VIVA PARA SIEMPRE”.



22 – “HE AQUI QUE EL HOMBRE HA VENIDO A SER COMO UNO DE NOSOTROS”.
Rabí Wolf Heidenheim demuestra que cada vez que el número {Ejád}  está
seguido por un complemento del nombre —como es el caso en nuestro
versículo— se trata de una unidad de calidad inferior . El texto tiene
entonces el siguiente significado: Por haber probado tanto el bien como
el mal y por haber cometido el pecado original, el hombre se ha
convertido en el último de los seres superiores (Cf. Rashí). Fue
concebido inicialmente para ser el igual de los ángeles en virtud de su
grandeza moral y espiritual. Pero como no cumplió con su cometido y se
dejo tentar por el mal, solo le queda ahora un medio para redimirse: la
muerte, y más allá de ésta, una nueva vida sublimada por la pureza y la
santidad. Por consiguiente, no debe ahora “alargar la mano y coger
también el fruto del árbol de la vida, comer de él y vivir eternamente” .


En esta perspectiva, la muerte y la resurrección resultan ser una
manifestación más de la Misericordia Divina como lo expresa la siguiente
frase de nuestro ritual cotidiano: {Mejayéh metím be-rajamím rabím} ,
El resucita a los muertos con gran misericordia. También podemos inferir
de nuestro versículo que habrá, para el hombre, una posibilidad de
inmortalidad, independientemente del sentido que le demos al “árbol de
la vida”, y que puede ser propio o figurado, como lo sugiere Najmánides
(Cf. Racanati vers. 24).



23 – POR TANTO LO ECHO ADONAI, DIOS, DEL JARDIN DEL EDEN, PARA LABRAR LA TIERRA, DE DONDE HABIA SIDO TOMADO.


23 – PARA LABRAR LA TIERRA, DE DONDE HABIA SIDO TOMADO.
El hombre ya no es digno de inspirar compasión; la única que puede
brindarle algún consuelo es la tierra madre “de la que fue tomado”. Adám
ha dejado de ser el amo venerado de la naturaleza, pero puede servir,
de ahora en adelante, a su tierra natal; la ayuda moral que necesita
solo podrá proporcionársela este trabajo. El versículo siguiente expresa
una idea similar, pues nos indica que, tras ser expulsado del Paraíso,
el hombre se estableció en una región situada al Este del jardín.
Siempre es el Este, dice Rav, el que acoge a los criminales y les ofrece
un lugar de refugio. Así sucedió con Adám y con Caín; el mismo Moshéh
escogió (como residencia forzosa) para los asesinos “tres ciudades
(ubicadas) más allá del Jordán, al Oriente” (Rabbá cap. 21). Pues la
cuna de la Humanidad está situada en el Oriente, y “hacia el Oriente
instaló (Dios) al hombre cuando lo formó (11,8 Cf. Tos. B.B. 84a). Por
esta razón, el pecador se vuelve hacia el Este en su búsqueda de refugio
y de amparo (Cf. Rashí 1V,16).



24 – DE MODO QUE EXPULSO AL HOMBRE, Y COLOCO DELANTE DEL
JARDIN DE EDEN LOS QUERUBINES Y UNA ESPADA LLAMEANTE QUE DABA VUELTAS,
PARA GUARDAR EL CAMINO AL ARBOL DE LA VIDA.



24 – EXPULSO AL HOMBRE. El pecado excluye
al hombre de la presencia de Dios. Por este motivo, el hombre que
proscribe a Dios de su universo, se ve obligado a vivir en una tierra
salvaje en lugar de poder disfrutar de las delicias del jardín de Edén.
De ahora en adelante, para recuperar la pureza perdida, la Humanidad
entera tendrá que atravesar las pruebas del sufrimiento y de la muerte.
Dios ha repudiado al hombre. Pero este repudio es al mismo tiempo un
castigo y un medio para conseguir la salvación, pues conmuta la
sentencia de muerte dictaminada contra el hombre, con motivo del pecado
original, en la del exilio, que deja abierta la posibilidad del regreso.
En efecto “custodiar el camino del árbol de la vida” puede significar:
protegerlo y guardarlo para que el hombre no lo encuentre; pero también:
protegerlo y guardarlo para que el hombre no lo pierda y pueda un día
volver a él. De hecho, desde el día en que el hombre fue expulsado del
Paraíso, toda la historia de la Humanidad se ha reducido a la búsqueda
del camino que conduce al Paraíso terrenal. Los hombres no han
renunciado nunca a descubrirlo. En nuestra historia varias veces
milenaria, han quedado reflejados los esfuerzos sobrehumanos realizados
por los mortales, como también trágicos errores que a veces cometieron,
en su empeño por reconquistar el jardín de Edén.


Según cuentan nuestros Sabios, Adám y Eva descubrieron el
arrepentimiento en cuanto salieron desterrados del Paraíso. Y se
acercaron más a Dios estando fuera del Paraíso, que cuando estaban
dentro. Por este motivo dice Rav. Najmán, Dios no repudió al hombre
definitivamente “como el Cohén que repudia a su mujer y no tiene derecho
a volver a casarse con ella”; no le expulsó del mundo terrenal y del
Mundo Futuro (a la vez), sino que le repudió “como a un judío
(cualquiera), que puede volver a casarse con la mujer a la que ha
repudiado”. Le expulsó únicamente de este mundo, no del Mundo Futuro
(Rabbá cap. 21).



COLOCO DELANTE DEL JARDIN DE EDEN LOS QUERUBINES. La
expresión tiene un sentido temporal y no espacial, según el Medrásh
Rabbá cap. 21 y el Targúm Yonatán. (“Delante” significa pues “antes”).
“Antes” (de la Creación) los querubines del jardín de Edén ya estaban
apostados; es decir, desde antes de que llegara el hombre al mundo, todo
estaba listo ya para recompensarle en caso de que lo mereciese. Pero el
castigo del infierno también estaba ya preparado para el hombre que
actuase de una manera indigna. Pues los querubines, que son los
guardianes del Paraíso y los pilares de la Majestad Divina (Yeshayáhu
XXXVI1, 16) llevan en la mano “la hoja de la espada que se transforma”, y
se convierten entonces en “ángeles de destrucción” (Rashí). El mismo
Satán lleva “la espada que gira” y cuando lo justifican los actos de los
hombres, puede convertirse en un “ángel de misericordia” como lo indica
Rashí en Núm. XXII, 22. “La espada de doble filo” ha pasado a ser en
cierto modo la insignia del jardín de Edén desde que éste se ha
convertido, a raíz del pecado original, en el lugar donde el bien y el
mal se mezclan y no pueden distinguirse claramente el uno del otro, al
contrario de lo que sucedió en los orígenes de la Creación cuando Dios,
desde el primer día, separo la luz de las tinieblas. La caída del hombre
ha originado la confusión de los valores morales; por esta razón, el
lugar de su estancia en la tierra está situado bajo el signo del ángel
de dos caras, el que, según los casos, le reserva la llave del Paraíso o
la espada del Infierno. “El hombre se había vuelto voluble, escribe el
Zóhar; tomaba sucesivamente diferentes caminos, volviéndose ora hacia el
bien, ora hacia el mal; ora hacia la venganza y la justicia, ora hacia
la paz y el amor; ora hacia la vida, ora hacia la muerte. Ya no le era
posible mantenerse firme en la misma posición. Por eso, este lugar es el
de “la espada llameante que gira”, la espada que se mueve de un lado
hacia el otro, pasando del bien al mal, del amor al odio, de la paz a la
guerra” (Lev. 107b).


Podemos comprender ahora, añade Racanati, más palabras de la lengua
hebraica, que son la de nuestro pensamiento, suelen variar adoptar,
según los casos, las inflexiones del género masculino o las del género
femenino. Dios mismo puede aparecérsele al hombre bajo la forma del
femenino, como por ejemplo, en el Lev. IX, 4.]



El CAMINO DEL ARBOL DE LA VIDA. Para Rabí
Yishma¨el, este versículo tiene un sentido figurado. El árbol de la
 vida es la misma Toráh, de acuerdo con la definición que da el rey
Shelomó (Prov. III, 18), y el camino que conduce al árbol simboliza por
tanto la era de acceso a la Toráh (que nuestros Sabios denominan)
DerejEretz. Rabí Yishma'él explica que existe un conjunto de reglas
generales que podemos considerar como el “preámbulo” de la Toráh, y que
constituye en cierto modo el camino por el que accedemos a ella. Se
trata de una serie de leyes morales y de reglas de educación, cortesía y
buenas costumbres que no figuran (explícitamente) en la Toráh pero que
 la Torah presupone. Los Sabios las han recopilado en denominados {Dérej
eretz rabbá ve-Zotá}. Esto es lo que queremos expresar, añade Rabí
Yishma'él, cuando decimos que dichas reglas son anteriores a la Toráh.
“Entre la Toráh y ellas median 26 generaciones, tantas como cuenta la
historia del mundo a partir de la Creación hasta el advenimiento de
Moshéh” (Lev. Rabbá cap. 9) {Yomá Cap8. Teshuváh}  En efecto las normas
de la propia Toráh implican, tanto en el terreno religioso como en el
jurídico, la existencia de una sociedad altamente disciplinada y dotada
de un índice muy elevado de moralidad. En conclusión la Toráh está
situada al final de una “vía de acceso” qué los hombres deben recorrer
para llegar a ella.



CAPITULO IV


1 – EL HOMBRE CONOCIO A JAVAH, SU MUJER, LA CUAL CONCIBIO Y DIO A LUZ A CAIN Y DIJO: “HE ADQUIRIDO UN VARON DE ADONAI”.


1 – EL HOMBRE CONOCIO A JAVAH, SU MUJER.
Según Rashí, este hecho se remonta a la época de su estancia en el
Paraíso. La Toráh emplea comúnmente el verbo “conocer” para designar el
acto sexual; el conocimiento es, en efecto, el medio que permite acceder
al amor. Cuanto más conoce uno a su prójimo, cuanto más se familiariza
uno con sus centros de interés, por ejemplo su profesión o su disciplina
de estudio, más le ama. El hecho de que el amor aumente en proporción
al grado de conocimiento es patente, no sólo en las relaciones
conyugales sino también en las del hombre con su Dios. A medida que el
hombre va profundizando en las maravillas de la Creación y en las
verdades de la Revelación, el amor a Dios crece dentro de este
(Maimónides, Hiljót Yesodé Ha-Toráh 11,2 y Rashí Deut. VI,5). Por lo
tanto, ya que el amor es el fruto del saber, el término {Da’at}  puede
emplearse como sinónimo de lo que significa “amor”. Así pues, el amor
tiene una base espiritual que le sustrae de su naturaleza puramente
sensual.



HE ADQUIRIDO UN VARON. La exclamación de
Eva es la perfecta expresión de sus sentimientos de madre ante el hijo
que acaba de nacer. Eva tenía el mundo entero a sus pies; y, sin
embargo, nada de todo aquello era obra suya, hasta el momento en que le
dio vida a su hijo. Por fin pudo experimentar la sensación de poseer un
tesoro en exclusividad, algo verdaderamente suyo, pues era carne de su
carne. Pero al mismo tiempo, al admirar aquella maravillosa criatura
viva, y al pensar en el triple milagro de la concepción, del desarrollo
del embrión y del nacimiento, tuvo conciencia de que aquella vida no era
sólo obra suya y de su esposo, sino que se debía también a la
colaboración invisible del Creador. “He adquirido un varón dice, gracias
a la ayuda de Dios”. La Toráh nos enseña desde ahora, y con motivo del
primer nacimiento verdaderamente humano, que los esposos forman una
asociación íntima con Dios cuan-do se unen para realizar la obra de
procreación. Las personas que se niegan a ver en la fecundación otra
cosa que un fenómeno puramente natural, ¿pueden acaso explicar la
presencia del alma inmaterial en el fruto que va a nacer, sin hacer
referencia a la intervención del Creador? La Majestad Divina se cierne,
invisible, sobre la pareja unida en el acto procreador, dispuesta a
bendecirla, infundiéndole al cuerpo que va a desarrollarse, el soplo de
la vida que emana de las esferas celestiales (Cf. Rashí).



CONCIBIO Y PARIO A CAIN. El Medrash y el
Zóhar nos presentan el nacimiento de Caín de una manera más matizada.
Hacen hincapié en el hecho siguiente, que el texto tanajico menciona más
adelante (cap. V; 3): “Habiendo vivido ciento treinta años, Adám
produjo un ser a su semejanza y según su forma, y le llamo Shet”. A raíz
de su acto de desobediencia, Adám y Eva se alejaron el uno del otro con
el fin de imponerse un largo periodo de continencia, El hijo que
concibieron después de esta separación fue engendrado a su semejanza y
según su forma. Pero los dos primeros hijos fueron concebidos cuando sus
padres aún se encontraban en un estado de decadencia moral, y, por esta
razón, el espíritu del pecado siguió operando. “Rabí Abbá decía: Cuando
el hombre camina por la senda de la verdad, cuando atrae sobre si el
espíritu de la santidad y se mantiene fiel a él, el hijo que engendra
también atrae sobre si la santidad, pues está escrito: santificaos y
tendréis la santidad (es decir), la conservareis en vuestros hijos. En
cambio, si el hombre camina por la senda de la izquierda (la senda
equivocada), atrae sobre si el espíritu de impureza que proviene del
lado izquierdo, como está escrito: “No cometáis actos impuros, pues os
arriesgáis a contraer la impureza”. Adám se había impregnado de
impureza, y Eva lo había hecho ya antes que él. Con esta lacra, la mujer
dio a luz a su primer hijo, que resulto pues, ser hijo de la impureza.
En cambio, cuando Adám engendro al segundo, ya se había arrepentido de
su pecado; de tal manera que, uno de los hijos fue el fruto de la
impureza, mientras que el otro fue el fruto de la pureza. Rabi Ele ‘azar
lo explica de la manera siguiente: Cuando la serpiente le inyecto a Eva
el veneno de la impureza, la mujer quedo contaminada. Al ser fecundada
por Adám, (concibió) y dio a luz a dos hijos; uno procedía del lado de
la impureza y el otro del lado de Adám. Así pues, “Abel fue hecho a
imagen del mundo superior y Caín a imagen del mundo inferior; por esta
razón, sus caminos se separaron. Caín, hijo de espíritus impuros, hijo
de la serpiente maligna y perversa, se convirtió el mismo en un asesino y
en el genio tutelar de todos los lugares donde mora la impureza, en el
padre de todos los espíritus y demonios del mal” (Zohar I, 54a).



…DE ADONAY es la primera vez que el nombre
del Eterno {Shém Havay-áh} יהוה esta mencionado aquí solo; es decir, sin
añadir el nombre {Elokim} אלהים. Esto se debe,  a que el nombre
significa {Midát Ha-rajamim} , Dios de piedad. Por este medio la Torah
lo emplea en un momento en que el hombre, después del pecado, empieza su
existencia de desterrado. Hasta ahora, en cambio, el Dios que aparecía
en el texto era el Dios justo, que se rige solo por la justicia y la
verdad.



2- Y VOLVIO A DAR A LUZ, A SU HERMANO ABEl, Y FUE ABEL PASTOR DE OVEJAS, MAS CAIN FUE LABRADOR DEL SUELO.


2- SU HERMANO ABEL. {Hashem Gorém} , dirá
el autor del  Sefer Jasidim 363; “el nombre puede ejercer su influencia
sobre toda la vida de la persona”. La Torah nos lo demuestra desde el
principio con motivo del nacimiento de los dos hijos de la primera
pareja, pues sus nombres equivalen a una característica: “Caín”
significa “adquisición” y, en efecto, el primogénito de Adám y Eva es el
hombre de la posesión, además de ser una “adquisición” para sus padres.
Caín es por tanto el agricultor sedentario, apegado a la prosperidad de
la tierra, y el que dará (más adelante) a su hijo, el constructor de
ciudades, el nombre de Janój (“fundación”). Abel aparece como la
antítesis perfecta de Caín; se llama {Hével} , vanidad, lo que se
justifica por su existencia efímera, como también por el hecho de que no
deja ningún heredero. Según Najmanides, los padres escogieron este
nombre para sus hijo menor porque reconocieron que que todo era vanidad,
incluso el deseo de posesión personificado por Caín. El autor del
Eclesiastés expresara más tarde la misma verdad con las siguientes
palabras: “Pero cuando me pare a considerar todas las obras hechas por
mi mano, y todo el trabajo que me había costado realizarlas, me di
cuenta de que todo era vanidad y pasto para el viento, y de que no hay
bien que dure bajo el sol” (II, 11).



Y FUE ABEL PASTOR DE OVEJAS. La elección
del oficio es también un rasgo revelador del contraste existente entre
los caracteres de los dos hermanos. Este mismo contraste es el que
opone, a nivel histórico, los pueblos de agricultores a los pueblos de
pastores. La práctica de la agricultura requiere y absorbe todas las
fuerzas físicas del individuo. En efecto, donde mejor se cumple la
palabra Divina: “con el sudor de su frente” es en el trabajo de la
tierra, trabajo que despierta en el hombre el orgullo de la posesión y
la satisfacción de haber creado riqueza. Por un lado, la agricultura es
la base de la civilización, ya que dio lugar a numerosos inventos y
también es una fuente de inspiración para las artes. Además, requiere un
esfuerzo colectivo que es lo que fundamenta la vida en sociedad, el
Estado, y por tanto, el derecho social, pero por otro lado, el
agricultor vive cada vez más apegado al terruño en el que trabaja. El
afán de posesión le obliga a doblar la nuca y así acaba también por
doblegar su mente. Esta actitud es lo que permite identificarle. El
resultado es la dominación y la esclavización de los unos por los otros
y, paralelamente, el desarrollo de la tendencia a adorar las fuerzas de
la naturaleza, cuya importancia para la prosperidad de las tierras es
preponderante.


(Y, en efecto) las naciones dedicadas a la agricultura fueron, las
primeras en perder los conceptos auténticos de Dios y de la Humanidad,
las primeras en caer en la esclavitud y en el politeísmo. En cambio, la
vida pastoril tiene muchas ventajas. Una de ellas es el contacto
permanente con seres vivos que requieren una atención constante por
parte del hombre del hombre y mantienen despiertos sus sentimientos
humanos. El carácter precario de la propiedad, que implica este estilo
de vida, preserva además al hombre de la tentación de valorar
excesivamente la propiedad y, por vía de consecuencia, a su propietario.
Por último, las faenas pastorales absorben menos fuerzas físicas y, al
no esclavizar la mente, le conceden la libertad necesaria para elevarse
hacia las esferas superiores. Todo esto nos explica que nuestros
patriarcas hayan sido pastores, y que Moshéh y David también lo fueran.
Los egipcios, en cambio, odiaban el pastoreo y los hombres dedicados a
esta actividad. Su civilización, basada en la agricultura, presentaba
todos los síntomas que hemos citado más arriba, desde el politeísmo y la
esclavitud hasta la negación total de la dignidad humana. La fe en
Dios, la libertad y la semejanza del hombre con su Creador eran
patrimonio exclusivo de una tribu de pastores, la de nuestros
antepasados. Y los monarcas egipcios sabían perfectamente por que les
enseñaban a sus súbditos a odiar tan profundamente a los pueblos de
pastores. Es cierto que, en términos generales, el destino de la
humanidad ha sido la agricultura y no el pastoreo. La misma Torah ha
sido causa de que Israel evolucionara en este sentido. Pero, en
cualquier caso, la Torah levanta barreras contra todas las aberraciones
relacionadas con la idolatría de la propiedad, y lo hace mediante una
serie de mandamientos como pueden ser las prohibiciones del shabbat, la
obligación de observar el año Sabático, las leyes relativas a los
impuestos y al diezmo y otras disposiciones más. Esta legislación hacia
lo posible la instauración de un estado agrícola al servicio de Dios, y
la constitución de una nación unida en la fraternidad y la libertad. La
no Observancia de la Toráh amenaza la existencia misma de estos ideales
(Rabí S.R Hirsch). (C.f. Com. XLVI, 32).



3- ACONTECIO QUE AL CABO DE ALGUN TIEMPO, CAIN PRESENTO UNA OFRENDA A ADONAI, DE LOS FRUTOS DE LA TIERRA.


3- CAIN PRESENTO UNA OFRENDA A ADONAI. La
palabra {Minjáh}  que aquí se emplea suele referirse a la ofrenda que se
le presenta a un superior en calidad de homenaje personal.


Este es el primer pasaje tanajico que aborda el tema del sacrificio,
en relación con dicho tema, los puntos importantes a desarrollar son
dos: En primer lugar, la idolatría no existía aun en aquella época. Por
tanto, la tesis según la cual, la práctica de los sacrificios es una
concesión al politeísmo carece de fundamento. Muy al contrario, los
sacrificios son anteriores al politeísmo; pues se remontan a los mismos
orígenes de la Humanidad y por consiguiente no son otra cosa que la
expresión de sentimientos o pensamientos naturales. En segundo lugar,
observamos que el primer sacrificio (el que esta mencionado en nuestro
versículo) se subdivide en dos sacrificios, uno rechazado y otro
aceptado. De lo que podemos inferir que los sacrificios, por aquel
entonces, no tenían un valor absoluto, lo cual invalida la teoría que
atribuye exclusivamente a los profetas el mérito de haber proclamado la
relatividad del valor de estas prácticas rituales. Desde luego los
idolatras hacían sacrificios, tanto como los monoteístas, pero también
rezaban; y no podemos ignorar las cosas, que de por si son buenas, so
pretexto de que degeneran cuando están en manos de personas indignas,
Todo depende del sentido que se le atribuye a la oración y al
sacrificio. Ocurre que dos personas ofrezcan los mismos sacrificios o
pronuncien las mismas oraciones y que, a pesar de ello, sean totalmente
diferentes a los ojos de Dios. Esta es la verdad que el primer
sacrificio pone en evidencia (lbíd.).



(PRESENTO CAIN) DE LOS FRUTOS DE LA TIERRA.
Debemos entender: “un fruto cualquiera”; por eso Rashi precisa: “de los
peores”; una Hagadáh comenta que eran granos de linaza. Es sorprendente
que Cain haya tomado la iniciativa del primer sacrificio, y que el
mismo tiempo haya presentado una ofrenda de mala calidad. En realidad
tenía sus motivos para actuar de esta manera: Ya conocemos el
materialismo de Caín por lo que hemos oído de su carácter y vocación. El
Medrash comenta algo acerca de la discusión que mantuvo con su hermano
Abel. En el curso de esta discusión, Caín afirmo que no había juez, ni
justicia, ni Mundo Futuro, ni recompensa para los justos, ni castigos
para los impíos; y que no era el amor lo que regía el mundo (Targum
Yonatán). El Zóhar, por su parte, penetra más a fondo en el pensamiento
íntimo de Caín analizando con detenimiento las primeras palabras del
versículo: {Vaihi Miketz Hayamin} ויהי מקץ הימים que suelen traducirse
por “y fue al cabo de cierto tiempo”. Hace hincapié en el hecho de que
esta expresión presenta una diferencia ortográfica (la última letra de
{Yamim} ימים) con otra muy similar que figura al final del libro de
Daniel: {Miketz Hayamin} מקץ הימים. Esta alude a la resurrección de los
muertos y, como lo explica Rashi, se refiere al final (de los tiempos)
en que la mano derecha de Dios triunfara (Sanh. 92a ). En cambio, la
expresión (Miketz ha-Yamim, מקץ הימים) significa textualmente en nuestro
versículo: (a partir) del final de los días. Es decir que Caín ofreció
su sacrificio pensando en el término de su vida, en su muerte. Como no
creía en el Mundo Futuro ni en la resurrección de los muertos, sentía
verdadero terror por la nada y por las fuerzas ocultas de la naturaleza,
que podían amenazar su vida y sus bienes. Fue para congraciarse con
estas fuerzas por lo que les presento su ofrenda; pero no se sintió por
ello obligado a mostrarse muy generoso, ya que para él, se trataba ante
todo de llegar a un arreglo. Esta clase de sacrificios equivale en el
fondo al de los campesinos idolatras; por esta razón “Caín y su ofrenda
no fueron del agrado de Dios”. La Torah subraya aquí con claridad que el
rechazo del sacrificio se debió, aun más, a la personalidad de Caín que a la naturaleza del sacrificio.



4- Y TAMBIEN ABEL OFRENDO DE LOS PRIMOGENITOS DE SU REBAÑO Y DE LA GRASA DE ELLOS, Y ADONAI HIZO CASO DE ABEL Y DE SU OFRENDA.


4- Y TAMBIEN ABEL OFRENDO DE LOS PRIMOGENITOS DE SU REBAÑO Y DE LA GRASA DE ELLOS.
Aunque “también” Abel ofreció su sacrificio, es decir, aunque lo hizo
después que su hermano mayor, su ofrenda tenía un significado muy
distinto, pues estaba inspirada en el motivo más puro y más humanamente
natural que puede tener un sacrificio: la gratitud. Si Abel escogió los
primogénitos de su rebaño y sus partes más grasientas, fue para
agradecerle a Dios sus inmensos favores y su ilimitada bondad. Puso todo
su corazón en aquel acto, y por eso quiso que su ofrenda tuviera una
calidad excepcional. Su actitud debe servirle de modelo, dice
Maimonides, a todo aquel que desee ofrecerle un sacrificio al Eterno.
Por esta razón, Dios se mostró favorable a Abel y a su ofrenda: “un
fuego bajo del cielo y consumió la oblación” (Rashí).



TAMBIEN EL. Estas palabras dan a entender
que Abel compartía algunas de las opiniones de su hermano y desaprobaba
las otras. Los hermanos estaban de acuerdo, los dos, en que los hombres
no tenían derecho a disponer de la vida de los animales, pero Abel
pensaba que había una excepción a esta regla: el sacrificio del animal
estaba justificado, según él, cuando se efectuaba en aras del Eterno,
del Amo absoluto de todas las criaturas. En su Tratado Ikarim (III, 15),
Yoséf Albo expone las opiniones de las primeras generaciones al
respecto.



5- PERO DE CAIN Y DE SU OFRENDA NO HIZO CASO; IRRITOSE CAIN EN GRAN MANERA, Y DECAYO SU SEMBLANTE.


5- PERO A CAIN (Y A SU OFRENDA) NO LE FUE FAVORABLE.
El hermano menor supera aquí al mayor, como sucede a menudo en la
Torah. De hecho, en los orígenes de la Historia de la Humanidad, la
condición de primogénito no confería ningún privilegio. Fue solo en los
tiempos de Abraham cuando el mayor de los hijos se convirtió en el
depositario del mensaje Divino; y la Toráh nos informa que el privilegio
de los primogénitos tuvo muy breve vigencia en Israel. Yitzják Arama
desarrolla ampliamente esta cuestión en su libro: Akedat Yitzják Com.
XLVIII, 20).



6- Y DIJO ADONAI A CAIN: “¿POR QUE TE HAS IRRITADO, Y POR QUE HA DECAIDO TU SEMBLANTE?


6- ¿POR QUE TE HAS IRRITADO? ¿POR QUE HA DECAIDO TU SEMBLANTE? El
enojo y el desaliento no pueden llevar al hombre por el camino de la
recuperación moral. “No te abandones a la cólera que enturbia la
claridad de tu mente (Pesajim 66b) y empaña tu dignidad” (la expresión
{Naflú paním}  indica que el rostro del hombre ha perdido la aureola
Divina que suele iluminarle). “Piensa sólo en lo que debe ser tu único
objetivo: Regresar al camino del bien”. Si la Toráh nos cita desde el
principio varios casos de personas implicadas en esta búsqueda del bien,
es porque quiere darnos a comprender que el gran problema de la
condición humana no es de orden económico, social o político, sino de
orden moral esencialmente.



7- ¿NO ES CIERTO QUE SI OBRASES BIEN, PODRIAS ERGUIR TU
FRENTE? Y SI NO OBRASES BIEN, EL PECADO YACERA A LA PUERTA. Y A TI
ESTARA SUJETO DE DESEO, MAS TU PODRAS REGIR SOBRE EL”.



7-SI TE ENMIENDAS…El será perdonado
(Onkélos y Rashí); o, según Rabí A.Ibn Ezrá, (podrás) alzar el rostro
que tienes abatido. En cualquier caso, el versículo expresa la idea de
que la regeneración moral está supeditada al mejoramiento de la
conducta. Esto es lo que se deduce de las nueve interpretaciones
distintas que M.M Kashér resume en la Enciclopedia del Pentateuco.
Inmediatamente después de haberle retirado su gracia, Dios le abre a
Caín la puerta de la rehabilitación moral que conduce al perdón. En
definitiva el texto tanajico formula aquí de una manera sumamente
concisa la lección eterna que es la base de toda moral: a saber, que la
salvación del hombre depende exclusivamente de el mismo. Si obra bien,
se elevara: si obra mal, la tentación del pecado le acechara, aunque
siempre será capaz de triunfar de él. Esta doctrina, tan racional y tan
humana se opone tanto al dogma del pecado original como a la teoría
materialista del determinismo y al fatalismo nihilista. No hay aquí
ninguna alusión a la recompensa del mas allá, ni al purgatorio o
infierno, que altere la pureza del imperativo moral; ninguna doctrina
teológica viene tampoco a limitar la universidad del ideal ético.



A LA PUERTA. He aquí la interpretación de
Rashi: tu pecado te será guardado hasta la puerta de tu tumba, es decir
hasta el día de tu muerte y de tu juicio. Caín había experimentado el
sentimiento de dependencia, del que ningún ser humano puede sustraerse, y
ello le había incitado a hacer un sacrificio; pero ignoraba que, en el
mas allá, hay una recompensa para los justos y un castigo para los
impíos. Dios se lo enseña ahora, al revelarle que el juicio final le
espera “a la puerta de la tumba”. El mas mínimo pecado (pues la palabra
{Jatát} se aplica también al pecado involuntario) acude entonces a
reclamar su expiación, al igual que el acreedor que espera el día de la
liquidación para exigir lo que se debe. “¡Todo se paga, en la tierra o
más allá de la muerte!”.


Pero Rabí Yehudáh entiende la frase de otra manera. Cuando el
emperador Antonio le preguntó “si la tendencia al mal empezaba a
manifestarse en el hombre en el momento de la concepción o a partir del
nacimiento”, contesto “que a partir de la concepción”. Antonio le objeto
que el embrión, impulsado por dicha tendencia, procuraría entonces
salir del seno materno. Rabí Yehudáh asintió, y añadió que nuestro
versículo le daba la razón, pues precisa que “el pecado esta agazapado a
la puerta” es decir a la salida del seno materno.


En el mismo orden de idas, Rabí Simlai enseña que, antes de llegar al
mundo, el niño está impregnado de toda la Ciencia Divina, pero que, en
el momento de su nacimiento “un ángel le da un toque en los labios y le
ordena que lo olvide todo” (Niddáh 30b).


Por eso, cuando el hombre aprende alguna verdad nueva, tiene a veces
la vaga sensación de que ya la conocía. En cuanto a Rabi Yehudáh, su
interpretación del texto le lleva a la conclusión de que el instinto del
mal asalta al hombre desde el preciso momento de su llegada al mundo,
mientras que el instinto del bien empieza a desarrollarse en la persona
hacia la edad de los 13 años (Sanh. 97b) Por esta razón, con el fin de
proteger al niño del instinto de mal que amenaza con dominarle desde su
nacimiento, Dios le envía a los ángeles “para que le amparen en todos
sus caminos” {Salmo XCI, 11; Cf. Zóhar I, 165b).


Recordemos por último la respuesta que le dio el profeta Elías a Rabí
Yehudáh cuando le pregunto porque tardaba tanto en llegar el Mesías. Es
porque, dijo el Profeta “el pecado esta agazapado a la puerta”; es
decir, que se interpone pérfidamente en el último momento, cuando la
Puerta de la Redención está a punto de abrirse (Yomá 19b).



8- Y CAIN HABLO A SU HERMANO ABEL. Y ACONTECIO, QUE AL
ESTAR ELLOS EN EL CAMPO, SE LEVANTO CAIN CONTRA ABEL, SU HERMANO, Y LO
MATO.



8- CAIN HABLO CON SU HERMANO ABEL. Caín
desprecia la mano que se le tiende generosamente, y empieza a resbalar
por la peligrosa pendiente del pecado. Su obstinación hace que se
interne cada vez más por el camino del mal hasta llegar al crimen.


La tradición nos enseña que Caín, loco de celos, provoco una
discusión con su hermano sobre la cuestión del reparto de sus derechos y
privilegios respectivos. Según otra versión la disputa giraba en torno a
la existencia de Dios y a la inmortalidad, temas sobre los cuales sus
puntos de vista divergían. En el Pirké de Rabi Eli’ézer cap. 21, leemos
que Caín provoco a Abel porque deseaba a su mujer y hermana melliza, que
tenía una gran belleza. Estallo pues una violenta pelea, en el curso de
la cual, Caín golpeo a su hermano y le atravesó el cuerpo tras intentar
en vano descubrir su centro vital. Así pues, los primeros hermanos de
la historia resultaron ser enemigos implacables, y el mayor de ellos un
fratricida. En el Tanaj, son muchos los ejemplos de hermanos que se
convierten en rivales y luchan a muerte entre si. Suelen provocar
incalculables desastres cuyas espantosas consecuencias repercuten a
través de varias generaciones. Pero el texto tanajico nos cita también,
en contrapartida, otros tantos casos de hermanos que se quieren y se
respetan, y cuya fraternal unión es una fuente inagotable de valores
inmortales, y de que bendiciones para todas las generaciones. Ahí
tenemos el ejemplo de Mosheh y Aharón. “¡Qué bueno y que dulce es para
dos hermanos vivir en estrecha unión!” (Salmo CXXXIII, 1).



LE MATO. Dios acaba de manifestarle su
favor a Abel y, sin embargo éste muere inmediatamente después, de muerte
violenta . Lo que te demuestra que el alma es inmortal y que su
recompensa le aguarda en el más allá.


No obstante, podemos preguntarnos qué justificación tiene esta muerte
desde el punto de vista de la justicia Divina. ¿No afirma acaso la
Toráh que el que no ha cometido ningún pecado no puede morir (con
excepción de los cuatro personajes tanájicos citados en el Tratado
Shabbat 55b)?. En realidad Abel pecó por arrogancia a raíz de la
preferencia que Dios le manifestó con motivo de su ofrenda. En efecto,
intento calar el misterio de la Divinidad y se atrevió a querer
contemplar a Dios en la majestad de su omnipotencia. Por eso mereció la
muerte (Cf. Rashi Exo. XXIV, 10). Pero su alma reencarno en Moshéh, que
fue, como el, un pastor. Y entonces pudo reparar la falta que cometiera
anteriormente, cuando Dios se le apareció en la zarza ardiente, como
está escrito (Exo. III, 6): “Mosheh se cubrió el rostro por miedo a
mirar al Eterno” . Este pudor espiritual acabo por obtener su
recompensa, pues llego un momento en que el Eterno dijo hablando de
Moshéh: “Es la misma imagen de Dios, que le está permitido contemplar”
(Núm. XII, 8) .



9- Y ADONAI DIJO A CAIN: “¿DONDE ESTA ABEL, TU HERMANO?” Y EL DIJO: “NO SE: ¿SOY YO ACASO GUARDIAN DE MI HERMANO?”


9- ¿SOY YO ACASO GUARDIAN DE MI HERMANO?
Caín contestó: “Tu eres, oh Dios, el guardián de todas las criaturas;
¿cómo puedes entonces hacerme esta pregunta?”. Esto es como la historia
del ladrón que ha conseguido robar ciertas cosas durante la noche sin
ser detenido. Al día siguiente, el guarda de la casa le encuentra y le
interpela: “¿Por qué has cometido este robo?” pregunta. Y el ladrón
contesta: Es mi oficio, cumplo con él; tu, en cambio has descuidado el
tuyo; pues a ti te correspondía vigilar la casa y no lo has hecho”. Caín
razona de la misma manera: “Le he matado porque me has infundido el
instinto al mal. En realidad eres Tú el responsable de su muerte, pues
si hubieras aceptado mi sacrificio, yo no hubiera tenido celos de el”.
Dios le contesta entonces…



10- Y LE DIJO (DIOS): “¿QUE HAS HECHO? LA VOZ DE LA SANGRE DE TU HERMANO CLAMA A MI DESDE LA TIERRA.


10- ¿QUE HAS HECHO? LA VOZ DE LA SANGRE DE TU HERMANO CLAMA A MI.
Pero Caín replicó: ¡Amo del Universo¡ Yo no había visto un muerto en
toda mi vida. ¿Cómo iba a adivinar que mi hermano moriría del golpe que
le di con la piedra? Además, ¿tienes acaso espías encargados de
delatarte todas las acciones de los hombres? Mis padres están lejos, en
otra parte del país; y aun ignoran lo que he hecho. Y Tú estás en los
Cielos. ¿Cómo te has enterado? El Eterno contestó: ¡Insensato! ¡Yo
sostengo al mundo entero en mis manos! Y, ¿Cómo, si sostienes al mundo
entero, exclamó Caín, no eres capaz de cargar con mi pecado?” (Rabbá
cap.22 y Tanjumáh). Los pecadores tienen siempre buenas excusas y buenos
pretextos a mano. Siempre están dispuestos a achacarles a los demás la
responsabilidad de sus propias faltas.



LA VOZ DE LAS SANGRES DE TU HERMANO. La
palabra {Demé} está en plural y significa por tanto: su sangre y la de
sus descendientes (Rashi).Según la Mishnáh (Sanh. IV, 5) esta frase
enuncia la diferencia fundamental que existe entre el derecho civil y el
derecho penal. “En el derecho civil, cuando el hombre repara el
perjuicio causado, esta perdonado; pero, en derecho penal, existe el
concepto de que la sangre de la víctima y la de sus descendientes, de
todas las generaciones, recae sobre el culpable”.



…(CLAMA A MI DESDE LA TIERRA. Cuando Abel
cayó muerto, su cuerpo yació en la tierra, y su sangre se derramo a su
alrededor sobre la hierba y sobre las raíces de los árboles y las
piedras. El perro, que había custodiado su rebaño, monto la guardia
junto a su cadáver para protegerle de los animales y de las aves de
rapiña. Caín (o Adám y Eva, según otra versión) lloraba y no sabía qué
hacer con el cadáver. Sucedió que un pájaro cuya pareja había muerto, se
encontraba también allí. Cavo un hoyo en la tierra y sepulto en el los
despojos de su compañero (o compañera). “Hagamos lo mismo que él”, dijo
entonces Caín; “enterremos a Abel” (Rabbá cap. 22). Y fue así como los
hombres aprendieron que los cadáveres habían de ser devueltos a la
tierra.



11- Y AHORA, MALDITO SEAS MAS QUE LA TIERRA, QUE ABRIO SU BOCA PARA RECIBIR DE TU MANO LA SANGRE DE TU HERMANO.


11- MALDITO SEAS MÁS QUE LA TIERRA… Rashí
explica: “Tu maldición será mayor que la que cayó sobre la tierra cuando
esta cometió su anterior pecado (Gen. I, 11)”. Pero Rabí A. Ibn Ezrá y
Najmanides interpretan el versículo de otra manera: “Serás maldito por
la tierra, pues ella dejara de darte su fuerza espontáneamente; te verás
obligado a trabajarla y, no obstante, ella producirá menos que antes”.



QUE ABRIO SU BOCA. “La tierra ha pecado una
vez más al abrir la boca para recibir la sangre de tu hermano” (Rashi).
Los Tosafistas precisan que la tierra abrió la boca lo más que pudo, y
que se tragó a Abel sin dejar rastro de él en la superficie, actuando
así en complicidad con el asesino (Sanh. 37b). De ahora en adelante, ya
no podrá encubrir a los asesinos ocultando a sus inocentes víctimas,
“pues la sangre corrompe la tierra; y la tierra por donde la sangre ha
corrido solo puede ser purificada con la sangre del que la ha derramado”
(Núm. XXXV, 33). Por tanto, la tierra que esta mancillada por la sangre
inocente, no podrá producir más que malas cosechas mientras el asesino
no expié su crimen con su propia sangre (Najmanides). Esto explica que,
por medio a incurrir en un nuevo castigo, la tierra se haya negado a
tragar a los Egipcios que se disponían a cruzar el Mar Rojo, hasta que
Dios le juró “con la mano extendida” que no la condenaría (Sifrá Exo. XV
12).Aquí tenemos una vez más la confirmación del principio expuesto más
arriba, según el cual los hombres y la naturaleza están unidos
estrechamente en el seno de la Creación.



12- CUANDO LABRASTE EL SUELO, NO VOLVERA MAS A DARTE SU FUERZA; “FUGITIVO Y ERRANTE SERAS EN LA TIERRA”.


12-FUGITIVO Y ERRANTE SERAS EN LA TIERRA.
La palabra {N¨a}נע se aplica al hombre errante que ha abandonado su
domicilio; en cuanto a {Nad} נד, significa que la persona se desplaza
continuamente sin poder descansar en ninguna parte: El destierro era la
pena prevista por la Ley, en caso de homicidio involuntario (Núm. XXXV,
11). Aunque Caín había matado con premeditación, gozo, sin embargo de
cierta clemencia, ya porque existía el peligro de que la raza humana se
extinguiera con su muerte (Kimjí), ya porque el asesino ignoraba la
gravedad de los golpes y las consecuencias fatales que podían tener
(Albo, ¨Ikarim III, 15), ya porque no se le había enseñado de que el
asesinato era un acto delictivo (Rabbá cap.22), o porque la pena de
muerte no puede aplicarse cuando no hay tribunal ni testigos. (Sa’adía,
Emunót III, 9).



13- Y DIJO CAIN A ADONAI: “MI CRIMEN ES DEMASIADO GRANDE PARA SER PERDONADO.


13- MI CRIMEN ES DEMASIADO GRANDE PARA SER PERDONADO.
Contrariamente a Rashí, la mayoría de los comentaristas consideran que
esta frase expresa el remordimiento de Caín a quien Dios ha hecho
comprender el carácter horrendo de su crimen. (No obstante), si,
{´¨Avón} עבן significa generalmente “pecado”, también puede significar
“castigo” (Kimjí). En este caso, Caín deplora la excesiva severidad de
la sentencia que se le ha infligido; y se explica al respecto en el
versículo siguiente. Aquí se manifiesta una vez más su carácter de
pecador empedernido. Representémonos, en efecto, a este {Caín} קין,
concebido con la intención de poseer (Kaníti, קניתי) dominado el mismo
por el afán de posesión (Kiniyán, קינין),incitado a pecar por el demonio
de los celos (Kiná קנאה ), este hombre acaba de darse cuenta que lo ha
perdido todo por culpa de su propio crimen. En realidad, el no siente
haber servido mal a Dios y haber matado a su hermano, sino el haberse
causado a si mismo un daño irreparable, como lo admite a continuación.
La expresión: “Mi pecado es demasiado grande” puede significar
entonces:” Si (yo) me hubiera limitado a matar a mi hermano, mi pecado
seria soportable; (el problema es que, sin saberlo), me sentencie
también a muerte a mí mismo, condenándome a la maldición y a la vida
errante del fugitivo, cosa que me quitara totalmente las ganas de vivir y
de relacionarme con las demás personas.



14- HE AQUÍ QUE ME ARROJAS HOY DE SOBRE LA FAZ DE LA
TIERRA, Y DE TU PRESENCIA ME ESCONDERE; Y ANDARE VAGABUNDO Y ERRANTE EN
LA TIERRA; Y ACONTECERA QUE CUALQUIERA QUE ME HALLARE, ME MATARA”



Y DE TU PRESENCIA ME ESCONDERE. Cuando Dios
desterró a Caín de sobre la faz de la tierra, en todos los lugares
donde el asesino puso los pies, la tierra tembló. Los animales se
estremecieron al verle, y se dijeron los unos a los otros: ¡Mirad al
fratricida que ha sido maldecido por Dios! Caín, al oírles, prorrumpió
en sollozos y exclamó: “¿Dónde huiría de Tu Presencia? Si pudiese subir
al cielo, Tú estás allí, si descendiere hasta los abismos del sheol,
allí estas. Si me llegare hasta los confines del oriente, o si habitare
en el final del occidente; también allí me guiaría a Tu diestra…” (Salm.
CXXXIX, 7-12; Rabbá cap. 22).



15- Y LE DIJO ADONAI: “POR LO MISMO QUIENQUIERA QUE MATE A
CAIN, SE TOMARA EN EL VENGANZA SEPTUPLICADA”. ADONAI PUSO A CAIN UNA
SEÑAL, PARA QUE NO LO MATARA NADIE QUE LO HALLASE.



15- “POR LO MISMO QUIENQUIERA QUE MATE A CAIN…
Ver lo que Rashí explica sobre esta frase inacabada. Najmanides la
interpreta de la manera siguiente: Quienquiera que se atreva a matar a
Caín vera su castigo septuplicado, es decir que se le infligirá la pena
máxima.



ADONAI, PUSO A CAIN UNA SEÑAL. Le grabó en
la frente una letra del nombre Divino {Rashí}. Los maestros del Midrásh
emiten diversas opiniones sobre la naturaleza de esta señal, en relación
con el concepto que tienen del propio Caín, al que algunos consideran
como un pecador arrepentido; y otros al contrario, como un pecador
empedernido. Algunos cuentan que Dios le dio al fugitivo un perro para
guiarle y protegerle de las agresiones de los animales. Otros explican
que el mismo Caín se convirtió en una señal de advertencia para los
criminales y en una señal de esperanza para los pecadores arrepentidos.
(Cf. Versículo siguiente).



16- Y SALIO CAIN DE LA PRESENCIA DE ADONAI, Y ESTABLECIOSE EN LA TIERRA DE NOD, AL ORIENTE DEL EDEN.


16- Y SALIO CAIN DE LA PRESENCIA DE ADONAI.
Esto significa, según Rashí, que se marchó con (aparente) humildad como
para (tratar) de engañar a Dios. Pero algunos maestros del Midrash
explican que la palabra {Va-yetzé} expresa a menudo la idea de “ser
absuelto”, como por ejemplo en Exodo IV, 14. En efecto, añaden, Adam se
encontró con su hijo después de la sentencia Divina y le pregunto cómo
se había juzgado su caso. Caín contestó: Me arrepentí y me reconcilie
con Dios. Adám se golpeó entonces la frente y exclamó: ¡Qué grande es la
virtud del arrepentimiento! ¡Y yo sin saberlo! Entonó un salmo, un
cantico para el dia de shabbat: “Que hermoso es glorificar a Adonái y
cantar a Tu nombre, oh altísimo. Anunciando por las mañanas Tu bondad y
en las noches Tu verdad” (Salm. XCII, 1-3). Según Rabí Leví, este salmo
fue compuesto por Adám, y luego cayó en el olvido hasta Moshéh lo
reincorporó, {Mizmór shir le-yóm ha-Shabbat} (Cf. Rashí, Salm. XC,I).
Adám, que había llegado al mundo el sexto día de la Creación, y que
había sido expulsado del Paraíso también un viernes, al ver que las
tinieblas de la noche invadían la tierra, creyó que el mundo iba a
hundirse por culpa de sus pecados. Por eso, a la mañana siguiente, que
era la de Shabbat, cuando el sol apareció en el horizonte, exclamó:
“¡Que hermoso es darle las gracias al Eterno y anunciar su bondad por la
mañana, {le-hagid ba-boker jasdéja} . Interpreto la salida del sol como
una señal de misericordia por parte del Eterno, y esto le animo a
confesar su pecado y a arrepentirse. La expresión {Tov le-hodot
I-Ado-nai}  significa para el: “es bueno confesarse al Eterno” (la palabra {le-hodot}  está relacionada con {ha-Todáh} . El
primer Shabbat fue pues el día del regreso a Dios; desde entonces esta
ha sido la característica del santo día y lo seguirá siendo hasta la
eternidad.



SE ESTABLECIO EN EL PAIS DE NOD. Rashí
explica que es el país hacia el que huyen todos los desterrados, (pues
Nod significa: estar en movimiento, andar errante). De las dos palabras
{n¨a vanad} נע ונד, errante y fugitivo, que habían sido
utilizadas para describir la condena de Caín, solo subsiste una en este
versículo. Ello se debe, según nuestros Sabios, a que Caín se
arrepintió después de la proclamación de la sentencia. De lo que podemos
deducir que el arrepentimiento, como también la oración, tiene como
resultado la reducción de la pena a la mitad (Rabbá, ibid.). El Talmúd,
por su parte, interpreta la palabra Nod como un nombre propio y,
consiguientemente, atribuye al versículo el siguiente significado: Caín
vivió (es decir, se instaló) en la tierra de Nod, y concluye: Esto te
enseña que la vida errante permite cumplir la mitad de la condena (y a
que después de andar huyendo durante cierto tiempo, pudo al fin
establecerse en Nod). (Sanh. 37b).



17- Y CONOCIO CAIN A SU MUJER, LA CUAL CONCIBIO Y PARIO A
JANOJ. Y EDIFICO UNA CIUDAD, Y LLAMO EL NOMBRE DE LA CIUDAD SEGÚN EL
NOMBRE DE SU HIJO JANOJ. Y EDIFICO UNA CIUDAD, Y LLAMO EL NOMBRE DE LA
CIUDAD SEGÚN EL NOMBRE DE SU HIJO JANOJ.



17- Y EDIFICO CAIN UNA CIUDAD. Caín pensaba
que moriría sin dejar descendencia, a causa de la maldición que pesaba
sobre él. Pero cuando hubo engendrado a Janoj se vio obligado a
construirle un porvenir. Ahora bien, Caín se había convertido en un
nómada, a quien le eran ajenas la tierra y la agricultura; además había
perdido el contacto con Dios y con los hombres. ¿Qué le quedaba,
entonces? No le quedaba más que su propia persona, con sus facultades y
sus recursos intelectuales. Como es lógico, estos le impulsaron a
“edificar una ciudad”. En efecto, la ciudad es la mejor demostración de
las facultades mentales del hombre. En ella, los productos de la tierra
son transformados y adaptados a las necesidades de sus habitantes;
reciben el sello de la inteligencia humana por medio del arte y de la
industria.


No obstante, marcado por su destino de criatura errante, Caín quiso
que la ciudad llevara el nombre de su hijo, para perpetuar así el
recuerdo de sus descendientes.


Pero el salmista, increpando a los impíos, denuncia la vanidad de
semejantes ambiciones: “Se figuran que sus casas van a durar
eternamente, que sus moradas van a trasmitirse de generación en
generación, que sus nombres permanecerán (indisolublemente) vinculados a
sus propiedades. Pero el esplendor de los hombres se perpetua…” (XLIX,
12-13).


Y Rabí Yehudáh nos recuerda cual fue el destino de aquella ciudad;
como, al cabo de algunas generaciones, acabo destruida por el Diluvio
(Rabbá cap.23). No son los edificios de madera o de piedra los que
inmortalizan al hombre, sino aquellas obras y realizaciones que tienen
un valor moral (Cf. Rabí Hirsch, Núm. XXXII, 42



18- Y LE NACIO A JANOJ, IRAD; E IRAD ENGENDRO A MEJUYAEL; Y MEJUYAEL ENGENDRO A METUSHAEL, Y METUSHAEL ENGENDRO A LEMEJ.


18- Y LE NACIO A JANOJ, IRAD… Caín y las
cinco generaciones que descendieron de él perecieron en el diluvio (Exo.
Rabbá cap.31). Si a pesar de su total desaparición, la Torah las
enumera todas aquí es para demostrarnos la longanimidad de Dios. En
efecto, Dios le concedió a Caín una larga posteridad para darle la
oportunidad de redimirse, por lo menos en parte, gracias a la conducta
moral de sus descendientes. Desgraciadamente, estos siguieron los pasos
de su antepasado. Se entregaron, nos dice Rashi, a la depravación y a la
idolatría, y forjaron instrumentos para matar. Por esta razón, la
estirpe de Caín no sobrevivió, a excepción de Naamáh, la futura esposa
de Noaj, quien fue su único representante verdaderamente digno (Cf.
Najmanides). Lo que la Torah nos demuestra aquí, desde el principio de
la historia del hombre, es que la pendiente fatal del pecado, que
arranca del pecado original, no conduce forzosamente al hundimiento
moral de toda la humanidad, ya que cada persona conserva la libertad
total de rehabilitarse y de salvarse a sí misma.



19- Y LEMEJ TOMO PARA SI DOS ESPOSAS: EL NOMBRE DE LA UNA FUE ADA, Y EL NOMBRE DE LA SEGUNDA TZILAH.


19- LEMEJ TOMO PARA SI DOS ESPOSAS. En
oposición a la monogamia, que hasta entonces había sido la norma, Lemej
instituye la bigamia, y Rashi nos da la siguiente explicación al
respecto: “Estas eran las costumbres de la generación del diluvio: Una
mujer para traer hijos al mundo, y otra, a la que esterilizaban, para el
placer”.


La primera se llamaba Ada, la segunda Tzilah. Tzilah tuvo hijos
también {gam hi} (vers.22), ora porque los artificios empleados para
esterilizarla habían resultado inútiles ,ora porque había dado a luz
antes de casarse con Lemej o de recurrir a dichos artificios (Rabí Wolf
Heidenheim vers.4)



20- Y ADA PARIO A YAVAL, EL CUAL FUE PADRE DE LOS QUE HABITAN EN TIENDAS Y (TIENEN) GANADO.



21- Y EL NOMBRE DE SU HERMANO ERA YUVAL, EL CUAL FUE PADRE DE TODOS LOS QUE MANEJAN EL ARPA Y LA FLAUTA.



22- Y TZILAH, ELLA TAMBIEN, PARIO A TUVALCAIN, FORJADOR DE
TODO INSTRUMENTO CORTANTE DE COBRE Y DE HIERRO. Y LA HERMANA DE
TUVALCAIN FUE NAAMAH.










23- Y DIJO LEMEJ A SUS MUJERES: ADA Y TZILAH, OID MI VOZ:
“MUJERES DE LEMEJ, PRESTAD OIDO A MI DICHO: QUE UN HOMBRE HE MATADO POR
HABERME HERIDO, Y UN MANCEBO, POR MI CONTUSION”.



23- “ADA y Tzilah, OID MI VOZ”. Entre las
muchas explicaciones que se han aducido para resolver las dificultades
planteadas por el texto de este poema, hemos escogidos de la Najmanides:
Mi impresión, dice, es que Lemej practicaba con gran destreza todo tipo
de artes y técnicas. A su hijo mayor le enseño el arte del pastoreo; al
segundo, el de la música, y al tercero el de trabajar el cobre y el
hierro para forjar lanzas y dardos que utilizaban en la guerra. Sus
mujeres temieron que Dios le castigara por haber inventado instrumentos
de muerte y de destrucción, pues veían que Lemej seguía los pasos de su
antepasado, el fratricida. Él les dijo entonces; “ ¿Acaso he matado yo a
un niño, como lo hizo Caín? Dios no me castigara; al contrario me
preservara de la muerte aún más que a aquel. Pues la muerte provocada
por golpes y heridas es más cruel que la que provoca la espada;
(además), el instrumento no es en si la causa de la muerte y el que lo
fabrica no comete ningún pecado”, Najmanides aborda aquí un problema que
sigue aun sin solución: ¿Merece la pena correr los riesgos que entraña
el progreso técnico, para poder disfrutar de las ventajas del mismo? Por
primera vez en el texto tanajico surge el conflicto entre el terror que
inspiran las posibles consecuencias trágicas del arte del herrero, y el
deseo de aprovechar sus creaciones pacificas en beneficio de la
civilización. Es muy significativo que la Torah les atribuya este temor a
las mujeres que son las guardianas de las raza y que, por lo tanto, se
preocupan más por su conversación (Los dos dísticos que componen el
canto de Lemej son interrogaciones).



24- PUES CAIN SERA CASTIGADO A LA SEPTIMA GENERACION, LEMEJ (LO SERA) SETENTA Y SIETE VECES”.


24- CAIN SERA CASTIGADO A LA SEPTIMA GENERACION.
Citando el Medrásh Rabbá, Rashí explica: “Las dos esposas de Lemej se
separaron de el después de haber tenido a sus hijos, porque Dios había
decidido aniquilar a la descendencia de Caín al cabo de siete
generaciones. Se dijeron: “¿De qué nos sirve traer al mundo a unos hijos
que van a desaparecer? El día de mañana llegara el diluvio y lo
arrasara todo”. Lemej fue a ver a Adam para quejarse de sus mujeres.
Adám entonces les dijo: ¿os corresponde acaso a vosotras preocuparos por
los decretos de Dios? Cumplid con vuestro deber; Dios hará lo que tiene
que hacer…”.


La confianza en un Creador Todopoderoso, que dispensa la vida y
también los medios de existencia, debe triunfar de las incertidumbres y
de los temores que un porvenir cargado de amenazas puede inspirar a los
cónyuges, incitándoles a actuar en contra del orden natural y a
desobedecer temerariamente al mandamiento de Dios que les ordena “crecer
y multiplicarse”. A la pareja cuyos ánimos flaquean, la Tradición le
dirige esta exhortación, que ahora nos resulta tan familiar. “A ti te
corresponde cumplir con tu deber. Dios hará lo que le parezca”. Esta fue
también la respuesta que le dio el profeta Yeshayáhu a un rey de Israel
que no quería casarse porque le habían predicho que sus hijos serían
seres indignos: “No trates de entender y de involucrarse los misterios
del Eterno. A los hombres no les corresponde sustituir a la providencia”
(Berajót 10a; Sotáh 12 y Núm. III, 39).



25- Y ADAM CONOCIO A SU MUJER OTRA VEZ, Y ELLA PARIO UN
HIJO, Y LE PUSO EL NOMBRE DE SHET: PORQUE DIOS ME HA ASIGNADO OTRA
SIMIENTE EN LUGAR DE ABEL, A QUIEN MATO CAIN.



25- Y LE PUSO EL NOMBRE DE SHET. “Todas las
generaciones del mundo descienden de Shet (que fue el antepasado de
Nóaj, pues la posteridad de Caín pereció en el Diluvio) y también todos
los hombres buenos y verdaderos”. Rabi Yoséf solía decir: El nombre está
compuesto con las dos últimas letras del alfabeto (shin – tav, ת – ש),
después de haber infringido los mandatos de la Toráh, Adam se
arrepintió. Quiso entonces desandar lo andado empezando por las dos
últimas letras, con el fin de ordenar la sucesión de las letras que él
había descompuesto. (En otras palabras, tras haber trastocado el orden
del mundo, Adám lo restableció emprendiendo el camino del regreso). Por
eso llamo {Shét} שת al hijo que engendró “a imagen suya, a su semejanza”
(V, 3). Pero sólo cuando Israel se congrego al pie del Sinaí, el orden
primitivo que existía en el dia de la Creación del cielo y de la tierra,
quedo totalmente restaurado. Pues la alianza que Dios había contraído
con el mundo “al crear el fundamento, {Bereshit} שית – ברא (el verbo
{shót} שות significa en efecto poner, basar, establecer) pudo entonces
reconstituirse. El primer hombre, tras repudiar esta alianza, se
arrepintió de su deserción, y al nacer su tercer hijo le nombro {Shét}
שת lo que significa “el nuevo fundamento del mundo”; sin embargo, como
era consciente de su indignidad dejó de lado la letra {yud}י (contenida
en la palabra {Shit} שית) que es el signo de Dios, autor del pacto de
alianza con el mundo. Cuando Israel acepto en el Sinaí someterse a las
leyes de Dios, el Eterno sello finalmente el pacto con Israel insertando
la letra {bet}ב inicial de {berít} ברית(alianza) en medio de la palabra
{Shét} שת (fundamento) y formando así el versículo el vocablo
Shabbat,שבת, que es el fundamento, la base de la alianza entre Dios e
Israel: {ve-shamerú bene Yisrael et ha- Shabbat…ledoratám berit olam}
 (Zóhar I,56a).



26- Y A SHET TAMBIEN LE NACIO UN HIJO, Y LE DIO POR NOMBRE ENOJ, ENTONCES SE COMENZO A INVOCAR EL NOMBRE DE ADONAI.


26- ENTONCES SE COMENZO… Según Rashi y la
mayoría de nuestros maestros, el verbo {hujál}  debe relacionarse con la
palabra {jolín}  profanación. El versículo {az hu-jal likro beshem
Adonai} admite entonces la siguiente interpretación: “Les dieron nombres
divinos a los hombres y a las plantas, y los adoraron considerándolos
como dioses”.


Maimonides comienza su trabajo de las leyes relativas a la idolatría
en esta breve introducción histórica: “En la época de Janoj, los hombres
cayeron en un grave error. El espíritu de los Sabios de aquella
generación, inclusive el de Janoj, empezó a extraviarse. Pensaron que,
como Dios había colocado las estrellas y los astros en las alturas
celestiales para regular la vida en esta tierra; como además les había
dado luz y esplendor y les había conferido el puesto de primeros
servidores suyos, era sin duda conveniente glorificarlos y honrar a
estos también, Pues Dios, decían, quiere que los que  Él ha hecho
grandes y gloriosos sean venerados por los hombres, así como un rey
desea que los que él ha honrado sean honrados por los demás. En cuanto
los hombres concibieron esta idea, construyeron templos a la gloria de
los astros, les ofrecieron sacrificios, los celebraron en sus himnos y
se prosternaron ante ellos para ganarse la benevolencia del Creador en
base a su errónea teoría. Este fue el origen de la idolatría. Los
primeros paganos, en efecto, no negaban que, además de los astros,
existiera un Dios. El Profeta Yirmiyáhu atestigua que antiguamente todos
los hombres sabían que el Eterno era el único Dios, pero estaban
convencidos de que era la voluntad Suya que adorasen a los astros (X,
7-8). Más adelante, este culto degenero en paganismo y superstición bajo
la influencia de falsos profetas, que pretendían haber recibido
mensajes divinos o haber tenido revelaciones. Fue entonces cuando los
hombres se dedicaron a adorar a las estrellas y demás cuerpos
celestiales; de allí se pasaron a las fuerzas de la naturaleza, luego a
simples objetos e imágenes, y finalmente a estatuas de piedra y de
madera a las que atribuían poderes mágicos. Poco a poco, fueron
olvidando el nombre de Dios. Los únicos en mantener vivo su recuerdo
fueron algunos espíritus de elite, como por ejemplo Enoj, Matusalem,
Nóaj, Shém y Ever. Esta situación se prolongó hasta la llegada de
Abrahám”.


La presentación que Maimonides nos hace aquí, de la evolución
histórica, ha sido confirmada por los resultados de ciertas
investigaciones contemporáneas. En efecto, los científicos modernos
están cada vez más convencidos de que en los orígenes de la humanidad
imperaba la creencia en una sola Divinidad Suprema. Entre los muchos
argumentos aducidos, algunas tradiciones antiguas babilónicas y griegas
corroboran la tesis de un monoteísmo primitivo, que más adelante
degenero gradualmente. Esta teoría impugna, de la manera más
convincente, el esquema siguiente tan difundido hasta ahora: fetichismo –
politeísmo – monoteísmo; o a si mismo politeísmo – monoteísmo. Los
descubrimientos recientes a los que aludimos, revisten particular
importancia, ya que corresponden a las tradiciones más antiguas, las que
afirman que el politeísmo fue en realidad una forma degenerada de la
primitiva creencia monoteísta.



CAPITULO V


1-ESTE ES EL LIBRO DE LAS GENERACIONES DE ADAm, EL DiA EN QUE CREO DIOS A ADAM, A LA SEMEJANZA DE DIOS LO HIZO.


1- ESTE ES EL LIBRO DE LAS GENERACIONES DE ADAR. Se
trata en realidad de la enumeración (Sefirah) de las generaciones que
sucedieron a Adám (Rashi). El Medrash Rabba (cap. 24) hace hincapié en
las palabras {Zeh Séfer) , estos son los anales… con las que el texto de
la Toráh confronta las generaciones que va a enumerar ahora a las que
nombro anteriormente y que desaparecieron en el Diluvio. La posteridad
de Shet, en efecto, se perpetuo gracias a Noaj, su descendiente. Para
Yosef Albo, sin embargo, esta frase constituye el auténtico comienzo del
Pentateuco, y los cuatro primeros capítulos vienen a ser, en realidad,
una introducción general. Así como antes de exponer una ciencia es
preciso presentar los principios en los que se basa, de igual modo la
Torah empieza por exponernos sus tres principios fundamentales: la
existencia de Dios, en el primer capítulo, el de la creación; la
Revelación Divina, en los capítulos segundo y tercero que nos muestran
al Creador enseñando y guiando a la primera pareja; y, por último, el
doble concepto de recompensa y castigo, ilustrado por la historia de
Caín y de sus descendientes, que está desarrollado en el capítulo
cuarto. Según Albo, estos tres principios constituyen los Ikarim, es
decir los artículos de fe fundamentales de la Doctrina Judía (I, 11).


Si admitimos que este versículo es, en realidad, el principio del
Pentateuco, comprenderemos mejor la importancia excepcional que nuestros
maestros le han concedido. Ben ¨Azai opina que dicho versículo enuncia
el principio esencial de la Toráh, con mas fuerza aunque el mandamiento
que nos ordena amar al prójimo como a nosotros mismos y que, según Rabi
Akiva, constituye la base del judaísmo (Sifra Lev. XIX). Pues este
mandamiento fundamenta el sentimiento de fraternidad que debe unir a
todos los hombres en el amor que deben sentir los unos por los otros,
mientras que nuestro versículo proclama la unidad del género humano en
un sentido infinitamente más amplio y más elevado. En efecto, al
introducir la historia de la Humanidad con las palabras: “Este es el
libro de las generaciones de Adam”, la Toráh nos enseña que todos los
seres humanos sin distinción de raza, color o religión son hijos del
mismo padre y que han sido creados a imagen de Dios. Por tanto, toda la
historia humana, con sus altibajos, constituye en realidad una unidad a
pesar de la diversidad de sus manifestaciones y de las contradicciones
que contiene. Lo que se significa, a lo largo de esta historia, tan
llena de sorprendentes contrastes es siempre la misma idea, el mismo
concepto derivado del ser único, Adám, que ha sido creado a imagen de
Dios. El hombre actual no podría ser Adám si toda esta evolución
histórica no hubiera estado potencial y genéticamente presente en el
primer hombre. Si el ser humano puede llegar a ser superior a los
ángeles, en virtud de su libre albedrío, también tiene la posibilidad de
ser peor que el animal en virtud de la misma libertad. Esta posibilidad
de perversión, formaba parte ya del primer hombre concebido por Dios.
Los peores criminales, los seres más abyectos y bestiales, están
incluidos también en las {Toledót Adám} , en la sucesión de generaciones
que proceden de un ser único, Adám, y que Dios ha inscrito en el gran
libro de la historia de la Humanidad. La palabra {Toledót}  defectiva,
indica que los productos defectuosos de la humanidad también son, a
pesar de todo, {Toledót Adám} .


Todos los seres humanos son hombres creados a imagen de Dios,  y esta
imagen nunca puede borrarse totalmente: He aquí la verdad fundamental
que manifiesta la historia universal.


A continuación, el texto proclama otra verdad: “el día en que Dios
creo al hombre, lo formo a semejanza de Dios”. Es decir que el hombre en
su esencia no es un salvaje primitivo, subdesarrollado moral y
espiritualmente como son los animales. Su “semejanza con Dios” no
significa tampoco de deba aspirar a un estado superior al nivel de su
propia naturaleza, renunciando a sus condiciones naturales de vida o
sometiéndose a una disciplina educativa especial. El hombre primario,
salvaje, que solemos considerar [antropológicamente], como el antepasado
de la raza humana, es en verdad totalmente opuesto a lo que puede ser
un hombre natural. En realidad corresponde a un tipo humano decadente
que se ha hundido en la bestialidad por haber olvidado el nombre de
Dios. El hombre es verdaderamente natural cuando se “semeja” al Creador;
cuando su espíritu irradia inteligencia, cuando su alma es pura y
santa, cuando la naturaleza florece como un paraíso a sus alrededor y
cuando el eco de la Voz Divina retumba en el jardín, pues “el día en que
Dios creó al hombre lo formo a imagen de Dios”. No es una casualidad
que la Toráh nos recuerde aquí las características particulares del ser
humano, es decir su semejanza con la Divinidad, precisamente después de
la caída provocada por el pecado original, del fratricidio de Caín y de
las desviaciones espirituales de Janoj. En efecto, así como Dios creó al
gusano para que pudiera vivir de acuerdo con este ideal. Además, “los
creo varón y hembra” pues quiso que ambos, el hombre y la mujer, se
pareciesen a Él, que compartiesen la misma dignidad y estuviesen
asociados en la misma bendición, como partes que son del mismo Adám.



ESTE ES EL LIBRO. Basándose en ciertas
sentencias del Zohar, algunos estudiosos ilustres como el Gaón Sherirá,
Rabí Yehudáh Ha-Leví (Kuzári III, 65) y Najmanides, hacen constar la
existencia de un “libro” que le fue revelado a Adám y que contenía la
explicación de los misterios del universo y de la vida. Es el libro de
Raziél (palabra que significa: secretos Divinos); Trataba de fisonomía y
teosofía, ciencias que el sumo sacerdote Israel Ben Elish¨á conocía.
Esto explica que, desde la más remota antigüedad, la humanidad posea un
fondo importante de conocimientos de procedencia extra-racional, que se
ha transmitido de generación en generación gracias a la Tradición Oral.



2- VARON Y HEMBRA LOS CREO; Y LOS BENDIJO, Y LOS LLAMO ADAM, EL DIA EN QUE FUERON CREADOS.


2- “VARON Y HEMBRA LOS CREO… Y LOS LLAMO “ADAM” (HOMBRE).
Rabí Eli’ézer dice al respecto: El hombre que no está casado no es un
“hombre” (Adam). La unión conyugal es un requisito indispensable para
alcanzar la perfección. Najmanides, en cambio, (C.f. Exo. XXIV, 5) hace
resaltar el estado de pureza de los “jóvenes judíos” que no han conocido
todavía a ninguna mujer.



Y LOS BENDIJO. Ben¨Azaí quien no se había
casado y pensaba poder justificarse al respecto, temía sin embargo que
sus alumnos siguiesen su ejemplo. Por eso les enseñaba que el versículo:
{zeh Séfer Toledót Adám}  enuncia el principio fundamental de la Toráh.
De esta manera hacía hincapié en el deber de procreación cuyo
cumplimiento garantiza la continuidad de las generaciones y mantiene la
presencia de la Divinidad en el seno de la sociedad (Yebamot 63b), como
lo subraya el mismo Ben¨Azái. Pero rabí Akiva, que tenía millares de
alumnos entre los cuales el sentido de la fraternidad y de la
solidaridad no era lo más común, y que los había visto morir a todos
(Yebamot 62b) consideraba por su parte que el principio básico de la
Toráh estaba contenido en el versículo: “Amaras a tu prójimo como a ti
mismo” (Sifrá Lev. XIX según Rabí Ele¨azar Shapiro {Sha¨ar Yisajar Jélek
Alef, Maamar Jag ha-Bikurim Hé} .



3- Y VIVIO ADAM CIENTO TREINTA AÑOS, Y ENGENDRO (UN HIJO) A SU SEMEJANZA, CONFORME A SU IMAGEN, Y LE PUSO POR NOMBRE SHET.


3- Y VIVIO ADAM CIENTO TREINTA AÑOS. Rashí
añade: “Hasta entonces vivió separado de su mujer”. Tras sucumbir a la
tentación del mal y sufrir en sus propios hijos, Caín y Abel, sus
tremendas consecuencias. Adám sintió que debía eliminar totalmente los
residuos que el pecado había dejado en él, antes de volver a unirse con
su mujer. Pensó que para que sus futuros hijos pudiesen tener un alma
pura e inmunizada contra el pecado, era necesario que él se impusiera un
largo periodo de abstinencia, de contrición y de esfuerzos de auto
perfeccionamiento. Estos años de sacrificio y disciplina fueron
recompensados, ya que Adám engendro finalmente un ser “a su semejanza y a
imagen suya”, que se parecía a su mejor “Yo”, el yo que había sido
creado a imagen de Dios. Aquí tenemos La primera confirmación del
principio según el cual “el mérito de los arrepentidos que han luchado
contra el mal y han sabido triunfar de él, es superior al de los justos
perfectos que permanecen vulnerables al pecado”.



A SU SEMEJANZA, CONFORME A SU IMAGEN. “Esto
significa que Shet nació circunciso (sin prepucio) como su padre Adám”
(Avot de Rabi Natán cap.2). Rabenu Chayim Ben ¨Attar nos explica que el
hombre fue creado originalmente sin prepucio y que este fue también el
caso de trece justos (Avot de Rabí Natán Ibid.) . El prepucio apareció
solo después del pecado original, y por eso le corresponde al hombre
proceder a su eliminación por medio de la circuncisión (Cf. Ver libro
Lev. XIII,3). De todo esto se deduce que el estado moral de los
procreadores ejerce una clara influencia sobre el carácter de su prole.
Este concepto ha sido analizado detalladamente por el cabalista Moshéh
Cordobero que dice lo siguiente: “puedes objetar: si el hijo hereda la
pureza de alma de sus padres, ¿qué mérito tendrán entonces sus propias
acciones?”. En realidad lo que hereda es solo una predisposición al
bien. Su libre albedrío permanece intacto, pues, para alcanzar la
perfección, tiene que realizar muchos esfuerzos personales. Lo que debes
comprender es que los padres, además de engendrar la substancia
corporal del hijo, le transmiten una predisposición natural que podemos
considerar como la base del alma inmaterial”.


Rabí M. Cordobero entabla al respecto una viva polémica con el
criterio de Maimonides. En efecto, este ignora la ley de la herencia
espiritual, y considera por tanto, que Adám reconoció en su hijo Shet a
un ser formado “a imagen suya, a su semejanza” solo después de
instruirlo y de conseguir hacer de él un hombre perfecto (Guía de los
Desc. I,7). Según Cordobero, Maimonides se equivocó al comentar este
versículo porque “no poseía todas las claves de la sabiduría”.



4- Y FUERON LOS DIAS DE ADAM, DESPUES DE HABER ENGENDRADO A SHET, OCHOCIENTOS AÑOS; Y ENGENDRO HIJOS E HIJAS.



5- Y EL TIEMPO QUE ADAM VIVIO FUE DE NOVECIENTOS TREINTA AÑOS Y MURIO.


5- Y EL TIEMPO QUE ADAM VIVIO FUE DE NOVECIENTOS TREINTA AÑOS.
“Este es el libro de las generaciones…” Dios le enseño a Adám todas las
vidas que habrían de nacer de él; entre ellas estaba la de David, que
había de durar solo tres horas. Entonces Adám preguntó: “¿No puedo hacer
nada por este? ¿Cuántos años he de vivir yo?” “Mil años”, le contesto
Dios (Cf. Gen. Rabbá cap. 22; Medrásh Tehilim 25). “Quiero darle setenta
años de mi vida. ¡Que sea rey y que cante la gloria del Eterno!” Adám
firmó un acta de donación, a la que David alude, cuando dice (Salm.
XL,8): “He venido para cumplir lo que está escrito en el libro sobre mí”
(Yalkút Shim¨oní 41). Este Midrásh hace resaltar la correlación
estrecha que existe entre la vida de Adám y la de David. El primero es
el padre de la humanidad, el segundo el padre de la Dinastía del Mesías
que ha de venir. La historia universal plena esta “cubierta” por estos
dos gigantes humanos, pues las misiones que cumplen en la tierra se
complementan para formar juntas el ciclo histórico del género humano. En
efecto, la segunda mitad de este ciclo de seis mil años, que nos
conduce a la Era mesiánica fue inaugurada por el advenimiento del rey
David. (El ejemplo de Adám permite considerar como licito el acto por el
cual una persona cede determinado número de años de su vida a otra
persona que está gravemente enferma. Séfer Jasidim).



Y ENGENDRO HIJOS E HIJAS. Rabí Yehudáh Ha-
Leví (Kuzári I, 95) y con él otros maestros, opinan que los primeros
representarme de la raza humana tuvieron un solo hijo en el que se
reflejase la perfección (moral) del primer hombre. El linaje noble de la
Humanidad empezó con Adám, Shet y Enosh, como proclama solemnemente el
primer versículo del libro de las Crónicas. Ellos representan la Seguláh
es decir, el tesoro de la Humanidad, y la Torah los designa con el
título honorifico de hijos de Dios, {Bené Elo-him} . Los años que han
vivido sirven de base de cálculo para establecer el cuadro cronológico
de la historia Universal. Podemos observar que para cada representante
de las diez generaciones que separan a Adám de Noaj, el texto nos da el
total de los años vividos a pesar de haber precisado anteriormente el
número de años que corresponde a cada etapa de su vida; y además, añade
(siempre) {Va-yámot}  “murió”, expresión que no encontramos nunca en la
genealogía post-diluviana. Con esto la Toráh quiere darnos a entender
que aquellas vidas tan largas habían sido bien empleadas, y que la
muerte llego a su debido tiempo para coronarlas y traerles redención. En
cambio, los hijos y las hijas (de Adám), que están aquí mencionados, no
son más que la cascara de la fruta, como dice Rabí Yehudáh Ha-Leví “en
oposición a la pulpa”. Por eso la Toráh alude a ellos solo de paso.


Por otra parte, una Tradición recogida por Rabí Yirmiyáhu Ben
Ele¨azar le atribuye también a Adám otra clase de descendencia: “Durante
los años en que la maldición peso sobre el primer hombre (a raíz del
pecado), este engendro espíritus, demonios y fantasmas nocturnos, pues
está escrito: “Cuando Adám tuvo ciento treinta años, practico la
abstinencia y llevo como única vestidura un cinturón de hojas de
higuera”. El defensor de la tesis impugnada por Rabí Meir le contesta
entonces, “que los espíritus fueron engendrados por una perdida
involuntaria de líquido seminal” (¨Eruvin 18b).


 En su comentario de este texto, el Gaón Sherirá
(citado por Rabi D. Kimjí), y también Maimonides (Guía de los Desc. I,7)
explican que estos engendros de Adám eran seres deformes y malignos,
mitad hombres y mitad bestias, y que el Midrash Hagadól cita
concretamente el caso del mono. Por lo demás, este mamífero antropoide
ha sido considero como una criatura degenerada, procreada por seres
humanos pervertidos en la época inmoral y decadente de Janój (Gen. Rabba
cap.23) y cuando la de la torre de Babel (Sanh. 109a); según el Zohar
(I, 54) fue incluso el producto de ciertos actos de bestialidad
cometidos por Caín. Así, pues, los sabios del Talmud y del Midrásh
tienen teorías opuestas a las de Darwin; para este el hombre descienden
de un antropomorfo. Según ellos, el mono es, por el contrario, una
deformación del hombre primitivo. (El punto de vista de la doctrina
judía sobre la evolución de las especies ha sido expuesto por Rabí
Shelómo Ibn Verga.



6- Y VIVIO SHET CIENTO CINCO AÑOS, Y ENGENDRO A ENOSH.


6- SHET…ENGENDRO A ENOSH. Para muchos
exegetas el quinto capítulo del Génesis es el de la genealogía
“Shetita”. En realidad este capítulo es el de la genealogía de los
descendientes de Adám correspondientes al linaje de Shet . Son 10 las
generaciones enumeradas por la Toráh que median entre Adám y Noaj. Estas
generaciones fueron las depositarias de las grandes Tradiciones de la
Humanidad, y se las trasmitieron a Noaj. Noaj a su vez las conservo para
las generaciones posteriores al Diluvio. Resulta fácil comprender como
pudieron llegar hasta nosotros estas Tradiciones primitivas si caemos en
la cuenta de que Noaj, por ejemplo, fue contemporáneo de Matusalén
durante seis siglos, y que este último compartió 243 años de la vida de
Adám, ya que tenía 56 años cuando murió el primer hombre (Rabénu
Bejayeh). Las tradiciones a las que aludimos estaban relacionadas con la
creencia en Dios y en la Creación, con la historia del jardín de Edén y
con la expulsión del hombre del paraíso. También incluían las leyes
fundamentales reveladas por Dios. Este caudal de conocimientos fue
aumentando gracias a la sabiduría y a los descubrimientos que dichas
generaciones pudieron adquirir en virtud de sus excepcionales
facultades.



7- VIVIO SHET, DESPUES DE HABER ENGENDRADO A ENOSH, OCHOCIENTOS SIETE AÑOS Y ENGENDRO HIJOS E HIJAS.



8- Y FUERON LOS DIAS DE SHET NOVECIENTOS DOCE AÑOS, Y MURIO


8- Y FUERON LOS DIAS DE SHET NOVECIENTOS DOCE AÑOS.
“Hay quienes piensa que los años a los que alude este texto
representaban periodos de tiempo inferiores a doce meses. Esta opinión
carece totalmente de fundamento. Podemos comprobar que, a lo largo del
Génesis, la duración media de la vida del hombre disminuye
progresivamente hasta reducirse a sus proporciones actuales, y que la
unidad que sirve para medirla (el común denominador), es la misma en
todos los casos: {Shanáh}. Esta palabra ha designado siempre el periodo
de tiempo que corresponde ya a una revolución de la tierra alrededor del
sol, ya a doce revoluciones de la luna alrededor de nuestro planeta”
(L. Wogue).



9- Y VIVIO ENOSH NOVENTA AÑOS, Y ENGENDRO A QUENAN.



10- Y VIVIO ENOSH, DESPUES DE HABER ENGENDRADO A QUENAN, OCHOCIENTOS QUINCE AÑOS, Y ENGENDRO HIJOS E HIJAS.



11- Y FUERON LOS DIAS DE ENOSH NOVECIENTOS CINCO AÑOS, Y MURIO.


11- Y FUERON LOS DIAS DE ENOSH NOVECIENTOS CINCO AÑOS.
La genealogía de las generaciones prediluvianas han sido fijadas por
las Tradiciones de casi todos los pueblos de la antigüedad de una manera
muy similar a la de la Torah. En efecto, estos pueblos suelen
considerarse los descendientes de una raza de “dioses”, diez en general,
que vivió y reino durante mil años. En la actualidad, conservamos, en
particular, dos “listas de reyes”, una de origen sumerio y otra de
origen babilónico. Ambas proceden de la misma fuente, que es también la
que el texto tanájico recoge respetando su pureza y claridad originales.
Los datos cronológicos que nos proporciona la Toráh, sobre los dos
primeros milenios, corresponde en general, bastante bien, a las
informaciones que nos dan al respecto los pueblos de la antigüedad;
además han sido corroborados por los descubrimientos de los arqueólogos.
Todos ellos sitúan el principio del diluvio en el año 1656 de nuestra
era (es decir en el año 2104 antes de la era común).



12- Y VIVIO QUENAN SETENTA AÑOS, Y ENGENDRO A MAHALALEL.



13- Y VIVIO QUENAN, DESPUES DE HABER ENGENDRADO A MAHALALEL, OCHOCIENTOS CUARENTA AÑOS, Y ENGENDRO HIJOS E HIJAS.



14- Y FUERON TODOS LOS DIAS DE QUENAN NOVECIENTOS DIEZ AÑOS, Y MURIO.



15- Y VIVIO MAHALALEL SESENTA Y CINCO AÑOS Y ENGENDRO A YERED.



16- Y VIVIO MAHALALEL, DESPUES DE HABER ENGENDRADO A YERED, OCHOCIENTOS TREINTA AÑOS. Y ENGENDRO HIJOS E HIJAS.



17- Y FUERON TODOS LOS DIAS DE MAHALALEL OCHOCIENTOS NOVENTA Y CINCO AÑOS, Y MURIO.



18- Y VIVIO YERED CIENTO SESENTA Y DOS AÑOS Y ENGENDRO A JANOJ.



 19- Y VIVIO YERED, DESPUES DE HABER ENGENDRADO A JANOJ, OCHOCIENTOS AÑOS, Y ENGENDRO HIJOS E HIJAS.



 20- Y FUE TODA LA VIDA DE YERED DE NOVECIENTOS SESENTA Y DOS AÑOS, Y MURIO.


20- Y FUE TODA LA VIDA DE YERED DE NOVECIENTOS SESENTA Y DOS AÑOS.
“La longevidad de las razas primitivas es un hecho admitido actualmente
por la ciencia, al margen de la Tradición, y que ya no sorprende a
nadie. Tanto los hombres como los animales y las plantas tenían entonces
unas proporciones más grandes que las que tienen hoy día; eran además,
de constitución más fuertes y más resistentes. Najmanides, en Su
comentario, hace referencia a la mima ley. Según el, la longevidad de
Adám se debía a que era un hombre físicamente perfecto, como corresponde
a un ser creado por el mismo Dios. Por esta razón, incluso después de
haber sido condenado a “la pena de mortalidad”, Adám pudo legarles a sus
descendientes un vigor físico extraordinario. Sin embargo las
condiciones climáticas que prevalecieron en la tierra después del
diluvio, acortaron la duración de la vida humana de tal manera que la
longevidad de la que disfrutan las generaciones antidiluvianas paso a
ser una característica exclusiva de los hombres justos, como por
ejemplo, los Patriarcas; pues “el temor al Eterno prolonga los días
mientras que la impiedad los acorta”. (Prov. X, 27).


Najmanides califica de necia la opinión formulada por Maimonides
(Guía de los Desc. II,7) según la cual los personajes citados por la
Toráh fueron los únicos en beneficiarse de una longevidad tan
excepcional, y que ello se debió a la conducta que observaron, a su
dieta alimenticia o, incluso, también, a un milagro; pero que lo demás
seres humanos murieron a una edad normal.


¿Había acaso algún motivo para que el milagro los alcanzara a ellos, y
no a los otros? Pregunta Najmanides. ¿Qué les impedía a sus
contemporáneos y a los hombres postdiluvianos prolongar también su vida
vigilando su conducta y su alimentación?


Rabí Yomtóv Ben Abrahám  toma enérgicamente la defensa de Maimonides .
Por su parte, David Kimjí propone otra explicación: “Es posible que
Dios haya alargado de la vida de los hombres, de las primeras
generaciones, para que tuviesen tiempo de estudiar las diferentes
ciencias y de consignar sus conocimientos por escrito. Pues setenta años
de vida no le bastan a una persona para adquirir tal cantidad de
conocimientos si no puede basarse en el saber que le han transmitido sus
antepasados”. Según Flavio Joséfo los datos astronómicos que poseían
ciertos pueblos de la antigüedad, presuponen un tiempo de vida de más de
600 años por lo menos (Antigüedades I, 38). Por último, Rabí A.Ibn Ezrá
enseña que la longevidad de las generaciones antidiluvianas será
restablecida en la Era Mesiánica, como lo anuncia el profeta Yeshayáhu
en el capítulo LXV, 20 Ibid.).



21- Y VINO JANOJ SESENTA Y CINCO AÑOS, Y ENGENDRO A MATUSALEM.



 22- Y CAMINO JANOJ EN COMPAÑÍA DE DIOS, DESPUES DE HABER ENGENDRADO A MATUSALEM, TRSCIENTOS AÑOS, Y ENGENDRO HIJOS E HIJAS.


22- Y CAMINO JANOJ EN COMPAÑÍA DE DIOS. Estamos
en la séptima generación contando a partir de Adám. El séptimo grado,
dice el Medrásh (Lev. Rabbá Cap. 29) se distingue siempre por su
calidad. En efecto, Janoj se destacó entre la sociedad de aquella época
depravada, pues “se educó” (Janoj esta derivado de [Jinúj} , educar)
para la santidad, “camino en compañía de Dios”, expresión que Onkelos
traduce por “camino con el temor a Dios”, para evitar todo
antropomorfismo. El Targum de Jerusalem interpreta: “Sirvió a Dios con
sinceridad”. Según la Tradición histórica que recoge el libro de Janoj ,
este personaje fue rey de Sippar, ciudad del dios del sol, Shamásh; y
allí vivió en intima comunión con el Creador.


Su época está considerada como una nueva era de decadencia
espiritual. Los únicos que pudieron resistir a la corriente de
depravación general fueron los individuos dotados de una personalidad
moral muy fuerte. “Diez generaciones se sucedieron de Adám a Noaj. Esto
te demuestra cuán grande es la paciencia de Dios. Pues todas estas
generaciones provocaron la ira del Cielo comportándose cada cual peor
que la anterior; hasta que Dios, finalmente, les infligió el Diluvio
(Avót V, 2). Esto explica que a partir de Janoj, los descendientes de
Shet tengan nombres Cainitas. De hecho, en aquella época, los
descendientes de Caín habían conseguido infiltrarse en la comarca de
Babilonia y controlarla gracias a sus armas de metal. Por esta razón, a
partir de ahora, la Toráh emplea los mismos nombres que empleo
anteriormente para designar a los hijos de Caín: Janoj, Metushaél (o
Matusalén) y Lemej (o Lamej). Por cierto, Matusalén significa heraldo o
rey de armas (Barzilay pag.138, 165), lo cual resulta significativo en
la orientación que acabamos de subrayar. Además, ciertos hechos parecen
demostrar que las dos razas, la de los Cainitas y al de los Shetitas,
empezaron a mezclarse contrayendo alianzas matrimoniales. Esto tuvo como
consecuencia la total corrupción de la Humanidad en los siglos que
precedieron al Diluvio (Gen. VI, 2; Rabí A.Ibn Ezrá). Ahí tenemos, por
ejemplo, el caso de Naamáh, la hermana de Tubalcaín, que se casó con
Noaj (Rabba Cap. 23).


En medio de esta anarquía moral y social, Janoj “camino en compañía
de Dios”, como lo subraya el texto tanajico en dos ocasiones. Son muchas
las leyendas judías y paganas que existen sobre este personaje, sobre
su vida y sobre su muerte, ya que desapareció en circunstancias
misteriosas. Según la Tradición Judía, Janoj fue el inventor de la
escritura [cuneiforme], de la aritmética y de otras ramas del saber
humano, revelando en particular las que rigen los movimientos de los
astros y que sirven de base para la fijación del calendario .



23- Y FUERON LOS DIAS DE JANOJ TRESCIENTOS SESENTA Y CINCO AÑOS.



 24- Y ANDUVO JANOJ CON DIOS, Y DESAPARECIO, PORQUE SE LO LLEVO DIOS.


24- “Y DESAPARECIO, PORQUE SE LO LLEVO DIOS”. Los
Tosafistas indican que existen dos Tradiciones divergentes (Yebamot 16b
) a propósito de la muerte de Janoj. Las palabras empleadas aquí por la
Toráh parecen atestiguar que Janoj tuvo un fin misterioso, por no decir
sobrenatural, y que, en cualquier caso, fue un fin prematuro comparado
con el de lo demás patriarcas, ya que murió a la edad de 356 años. Según
Rabí Abaker (Rabbá Cap. 25) el rey de Sippar tuvo una muerte natural;
en cambio, los Sabios  opinan que “entro vivo en el
paraíso” como ocho justos más . Rashí comparte el punto de vista de los
que piensan que se trató de una muerte natural y prematura, y añade que
Janoj era un hombre justo, pero que su conciencia era débil y que se la
podía desviar fácilmente hacia el mal. Por eso Dios se apresuró en
sacarle de este mundo antes de que llegara su hora final. Estos son los
caminos del Eterno, comenta el Zóhar (1,56b). Cuando Él sabe que el
perfume que exhala el justo acabará alterándose, adelanta el momento de
su muerte; va en busca del perfume y lo retira del mundo. Este es el
sentido del versículo del Cantar de los Cantares que dice: “Mientras el
rey (el Eterno) ocupa su asiento, (el hombre) mi nardo exhala su aroma”
(Cánt. I, 12). Si el hombre cesa de exhalar su aroma, “mi amado (El
Eterno) baja a su jardín (la tierra), a los arriates perfumados… para
coger las rosas” (ibíd. VI,2). He aquí la razón por la que los justos
abandonan a veces prematuramente este mundo.


Otros comentaristas consideran que la frase: “Camino en compañía de
Dios” contiene un reproche implícito, pues manifiesta que Janoj se
aislaba de sus semejantes y caminaba solo con Dios. El {Séfer ha-Yashar}
 confirmaba que el rey de Sippar adoptaba una aptitud
orgullosa de {hit-bodedút} . En este caso su muerte prematura viene a
ser un castigo de Dios. En cuanto a la segunda versión, la que afirma
que Janój “entró vivo en el Paraíso”, algunos la han relacionado con la
muerte de Adám que sobrevino en el curso del año 243 del reinado de
Janoj: El hecho de que desapareciera un ser humano que, sin embargo,
había sido creado por Dios, sumió a los hombres de aquella época en una
crisis de escepticismo y desesperación, lo cual era comprensible dado
que ellos ignoraban la existencia del Mundo Futuro y el carácter
inmortal del alma. Fue entonces cuando “un carro de fuego tirado por
caballos de fuego” se llevó a Janój vivo, por los aires, ante los ojos
de todos (ibíd); esto les demostró que la vida continúa más allá de la
existencia terrenal (Rabénu Bejáyeh).



25- Y VIVIO MATUSALEM CIENTO OCHENTA Y SIETE AÑOS, Y ENGENDRO A LEMEJ.



26- Y VIVIO, MATUSALEM, DESPUES DE HABER ENGENDRADO A LEMEJ, SETECIENTOS OCHENTA Y DOS AÑOS, Y ENGENDRO HIJOS E HIJAS.



27- Y FUERON LOS DIAS DE MATUSALEM NOVECIENTOS SESENTA Y NUEVE AÑOS, Y MURIO.



28- Y VIVIO LEMEJ CIENTO OCHENTA Y DOS AÑOS, Y ENGENDRO UN HIJO.


28- LEMEJ… ENGENDRO UN HIJO. En lugar de
precisarnos en seguida el nombre de este hijo, como lo hizo hasta ahora,
la Torah emplea aquí una formula nueva para llamar nuestra atención y
darnos a entender que este acontecimiento tiene un significado especial.
En efecto, la venida al mundo de este niño suscito grandes esperanzas
(entre las gentes de aquella época), y por varias razones: En primer
lugar, era el primer descendiente de la gran dinastía de los Shetitas
que nacía después de la muerte de Adám . Se esperaba pues que Dios
cumpliese su promesa de retirar la maldición que pesaba sobre la tierra
tan pronto muriese el primer hombre. (“Maldita sea la tierra por culpa
tuya… hasta que regreses a la tierra de donde fuiste tomado” (Gen. III,
19). En segundo lugar, el niño había nacido circunciso, y existía la
creencia de que la maldición cesaría con el nacimiento del primer
descendiente circunciso de Shet . En tercer lugar, ciertos síntomas
significativos se declararon a raíz de este acontecimiento: “Hasta
entonces, cuando se sembraba el trigo, la tierra no producía más que
zarzas y abrojos, a causa de la maldición del primer hombre. En la época
de Nóaj se acabaron estas penalidades” (Rashi). Podemos comprender
ahora, con Rashi, el tono profético y (un tanto) enfático del versículo:
Lemej… engendro un hijo”. Gracias a este hijo podrá reconstruirle el
mundo. (La palabra {ben}  pertenece a la misma familia que el verbo
{bonéh} construir).



29- Y LLAMO SU NOMBRE NOAJ, DICIENDO: “ESTE NOS HA
CONSOLAR DE NUESTRA OBRA Y DEL TRABAJO DE NUESTRAS MANOS, A CAUSA DE LA
TIERRA QUE HA MALDECIDO ADONAI”.



29- “ESTE NOS HA DE CONSOLAR… “Ni el nombre
corresponde a la interpretación, ni la interpretación al nombre”,
observa Rabí Yojanán, pues, de guiarse por la interpretación, la Toráh
hubiera nombrado al recién nacido Najmán o {Menajém} , cuando {Noaj}
 significa descansar (Rabbá cap.25). Es en el sentido de “cesar” o
“aliviar” que Rashí explicara el nombre de Noaj. Y Rabénu Bejáyeh, por
su parte, precisa que  Noaj es el diminuto de {Najém} , y que la Toráh
escogió la primera forma para aludir a la palabra {Jén} , de igual
escritura. Ahora bien, significa “gracia” y, (como es sabido) este
concepto desempeño un papel importantísimo en la vida de Noáj. En
efecto, la última frase de la Sidrá Bereshit proclama: {ve-Noáj matzá
jen be¨ené Ado-nái} , “Y Noáj hallo gracia a los ojos del Eterno” (6-8):
En la escuela de Rabí Yishma¨el se explicaba al respecto, que ni el
mismo Noáj hubiera merecido ser salvado del Diluvio si Dios no le
hubiera concedido su gracia (Sanh. 108a).


Noáj corresponde a la décima generación contando a partir de Adám. El
caso es que el “decimo (o diezmo) es la parte consagrada al Eterno”:
{ha-¨asirí yih-yéh kódesh I-Ado-nái}(Lev. XXVII, 32). Por esta razón
Lemej albergaba la esperanza de que el nacimiento de su hijo trajese
tiempos mejores y expresó su deseo en los siguientes términos: Que por
los méritos de éste (Noaj), Aquel (Dios)  nos consuele de nuestro
trabajo y del esfuerzo de nuestras manos…



30- Y VIVIO LEMEJ, DESPUES DE HABER ENGENDRADO A NOAJ, QUINIENTOS NOVENTA Y CINCO AÑOS, Y ENGENDRO HIJOS E HIJAS.



31- Y FUERON TODOS LOS DIAS DE LEMEJ SETECIENTOS SETENTA Y SIETE AÑOS, Y MURIO.






32- Y ERA NOAJ DE EDAD DE QUINIENTOS AÑOS, Y ENGENDRO NOAJ A SHEM, A JAM Y A YEFET.



CAPITULO VI


1- Y FUE CUANDO COMENZARON LOS HOMBRES A MULTIPLICARSE SOBRE LA FAZ DE LA TIERRA Y LES NACIERON HIJAS.


1- Y FUE CUANDO COMENZARON LOS HOMBRES A MULTIPLICARSE SOBRE LA FAZ DE LA TIERRA.
Este capítulo viene hacer la introducción de la historia del Diluvio.
En él la Toráh nos expone brevemente las causas profundas de aquel
tremendo cataclismo, a saber: la depravación sexual, que acarreo la
total anarquía de las costumbres, y, más adelante, la corrupción moral
de la sociedad; esta acabo con las últimas esperanzas de supervivencia
que la Humanidad podía albergar (Rashi vers. 11).



Y LES NACIERON HIJAS. “Los sabios nos
enseñan que, en los países donde impera la monogamia, el número de
varones es poco más o menos el mismo que el de las hembras; y que, en
cambio, en los planes donde prevalece la poligamia, la proporción de
hembras que nacen es dos veces mayor que la de los varones. Observamos,
por ejemplo, que en los origines de la Humanidad, cuando se practicaba
la monogamia, los recién nacidos eran varones, en su mayoría.


Pero cuando Lemej, el hijo de Caín, tomo para sí a varias esposas,
los otros hombres siguieron su ejemplo y (a partir de entonces) las
hembras pasaron a ser más numerosas que los varones. Este fenómeno
natural sigue en vigor actualmente” (Malbím).


¿Cómo conviene acoger el nacimiento de una hija? ¿Debemos
considerarlo como un nuevo factor de fecundidad y de bendiciones, y
alegrarnos por ello? Esto es lo que enseñan rabí Yojanán (B.B. 16a) y
algunos Maestros del Talmúd (Rabbá cap.26). En cambio, Rabí Shim’ón Ben
Lakish hace constar la influencia nefasta que el elemento femenino
ejerció sobre las generaciones prediluvianas, y deduce de ello que el
nacimiento de una hija es un signo anunciador de conflictos. La primera
interpretación relaciona el verbo {la-róv} לרב de nuestro versículo con
la palabra {ribiáh} רביה que significa fecundidad; la segunda lo
relaciona con {meriváh}מריבה, disputa, riña (Cf. Najmanides, Gén.
XXIV,1).



2- QUE VIENDO LOS HIJOS DE ELOKIM QUE ERAN HERMOSAS LAS
HIJAS DEL HOMBRE, SE TOMARON MUJERES DE ENTRE TODAS AQUELLAS QUE
ESCOGIERON.



2- QUE VIENDO LOS HIJOS DE ELOKIM QUE ERAN HERMOSAS LAS HIJAS DEL HOMBRE…
Además de las dos explicaciones de Rashí (hijos de príncipes y de
jueces –seres celestiales cumplidores de una misión Divina) tenemos la
interpretación que propone Ibn Ezrá junto con otros comentaristas, y
según la cual los hijos d Elokim eran los descendientes de Shet,
mientras que las hijas del hombre eran las generaciones nacidas de Caín.
Los primeros son llamados {Bené elo-hím}  porque los Shetitas habían
conservado el “sello” Divino, ya que Shet, como Adám, nació circunciso
(V, 3). Sin embargo, no pudieron salvar a la Humanidad de la ruina
porque alteraron la pureza de su raza mezclándose con los Cainitas.
Estos desarrollaron una civilización atea [pagana] que les llevo al
desastre del diluvio a pesar del alto nivel de evolución que alcanzaron
en el terreno de las artes y de las técnicas. Los matrimonios mixtos
provocaron el hundimiento provocaron el hundimiento de los hijos de
Shet, pues, al asimilarse a la generación impía de Caín, merecieron
también la sentencia de muerte que había de caer sobre la Humanidad
entera, a excepción de una sola familia. “Estos versículos contienen
pues la primera advertencia de la Torah en relación con los matrimonios
mixtos entre judíos y paganos”.



QUE ERAN HERMOSAS. Consideraron solo la
apariencia exterior que les gustaba, y no tuvieron en cuenta el origen
(familiar) de estas mujeres, ni se preguntaron si serían capaces o no de
educar dignamente a sus futuros hijos.



SE TOMARON MUJERES DE ENTRE TODAS AQUELLAS QUE ESCOGIERON.
Esta frase da a entender claramente cuáles fueron los desenfrenos a los
que se entregó aquella generación perversa. Rashí explica que (“tomaron
mujeres”) a mujeres casadas, a hombres, e incluso animales. El
adulterio, la homosexualidad y la bestialidad fueron los crímenes que
provocaron la destrucción de la Humanidad.



3- Y DIJO ADONAI: “NO PERMANECERA MI ESPIRITU EN EL
HOMBRE DURANTE MUCHO TIEMPO PORQUE TAMBIEN EL ES CARNE; POR ESO SUS DIAS
SERAN CIENTO VEINTE AÑOS”.



3- Y DIJO ADONAI: “NO PERMANECERA MI ESPIRITU EN EL HOMBRE DURANTE MUCHO TIEMPO PORQUE TAMBIEN EL ES CARNE. Cuando
Dios vio que los hijos de la raza Divina no escogían su pareja con
discernimiento, predijo que Su espíritu, es decir la luz Divina, dejaría
de dominar los instintos carnales, y no tardaría en “convertirse (a su
vez) en carne”. En efecto, la pulsión sensual suele ahogar las fuerzas
espirituales del hombre en el torrente de sus pasiones. Sin embargo,
podemos interpretar esta frase de otra manera si tenemos en cuenta la
explicación que exponemos a continuación.



POR ESO SUS DIAS SERAN CIENTO VEINTE AÑOS.
Dice m. Ch. Luzzato: Tras la caída de Adám, Dios quiso que los hombres
pudiesen volver a la perfección gracias a la atracción que el ideal de
la santidad ejercía sobre ellos. Por eso se abstuvo de imponerles más
leyes de las que ya tenían. Y con el fin de que dispusieran del tiempo
necesario para adquirir, por sus propios medios, el grado de sabiduría
que permite acceder a la santidad y acercarse a Dios, el Creador les
concedió una vida muy larga. Les asigno (además) un plazo de diez
generaciones para alcanzar este ideal. Nóaj pudo haber sido un verdadero
Mesías y traerle a la Humanidad la antorcha de la salvación, pero era
demasiado débil para contener la ola de inmoralidad que invadía la
sociedad de su tiempo; y no supo impedir la catástrofe. Entonces, tras
el fracaso de “la vía sublime”, la que el hombre sigue impulsando por si
ideal de santidad, Dios decidió rehacer la educación de la Humanidad
por la vía de abajo”. Esta (también) lleva al hombre hasta la perfección
moral, pero lo hace mediante una gran diversidad de leyes y
mandamientos. Dios promulgo primero las leyes que estaban destinadas a
los hijos de Nóaj”, y luego, las que constituyen la Toráh. Al mismo
tiempo, acorto la duración de la vida humana pues, a partir de entonces,
guiado por los Mandamientos Divinos y, por tanto, liberado de la
obligación de buscar la verdad por sí solo, el hombre no necesito más de
120 años para alcanzar la meta suprema. El ejemplo de Mosheh, fallecido
(precisamente) a la edad de 120 años, demuestra que este periodo de
tiempo es suficiente (para lograr aquel propósito). (Esto es lo que el
Talmud nos da a entender cuando observa que la palabra {beshegám}  de
nuestro versículo es “una alusión a Mosheh”, ya que su valor numérico es
igual al de {Moshéh}  (Julin 139b).


Este espacio de tiempo de 120 años equivale a una jornada a escala
Divina. Desde luego, la jornada de Dios También puede constar de un
millar de años (Salmo XC, 4); las primeras generaciones se beneficiaron
(precisamente) de “jornadas” de este tipo. Pero así como los días pueden
ser más o menos largos, según las estaciones, de igual modo, la jornada
Divina puede reducirse a 120 años, y admitir las mismas fluctuaciones
que las 12 horas correspondientes a la parte diurna del día, que a
menudo está parcialmente absorbida por la noche.


Desde que Dios ha reducido la duración de la vida humana, como
acabamos de explicarlo, el día del hombre es “corto y la tarea a
realizar considerable” como dice Rabí Tarfón (Avót II, 5). Sin embargo,
pese a su brevedad, esta jornada le basta al hombre para cumplir su
misión en la tierra, como lo indica Rashí en Deut. VII, 11 . Y cuando el
lapso de tiempo de 120 años que corresponde a la vida humana se repita
cincuenta veces, cerrando así el ciclo del jubileo, el mundo entrara en
el séptimo milenio (A.Z. 9a) que es el de la Era Mesiánica. Esta era
asistirá a la universalización de todas las medidas que suelen aplicarse
durante el año del Jubileo, al que la Toráh alude con las siguientes
palabras: “Santificareis el quincuagésimo año proclamando la libertad en
la tierra para todos sus habitantes” (Lev. XXV, 10; Rabenu Bajyah
ibíd).



4- LOS NEFILIM (GIGANTES) ESTABAN EN LA TIERRA EN
AQUELLOS DIAS, Y TAMBIEN DESPUES DE QUE SE LLEGARON LOS HIJOS DE DIOS A
LAS HIJAS DE LOS HOMBRES, Y ELLAS LES PARIERON HIJOS; ESTOS FUERON LOS
PODEROSOS QUE DESDE LOS TIEMPOS ANTIGUOS FUERON VARONES DE RENOMBRE.



4- LOS NEFILIM (GIGANTES). “Del verbo
{nafól} , caer. Estos cayeron y, en su caída, arrastraron tras sí a toda
la humanidad” (Rashí). El Targúm Yonatán relaciona este pasaje con el
tema de los “ángeles caídos”, {Sham-jazái ve-Uziél 251” 1,81”} , que
bajaron del cielo, como consta en el Medrash Yalkut Shim¨oní (44) para
demostrar a los hombres que también en la tierra se puede servir
fielmente a Dios. Pero fueron corrompidos ellos mismos por “las hijas de
Adám; y de su unión con estas, nacieron los gigantes que “desde siempre
fueron varones de fama”, como, por ejemplo {Sijón ve¨Og}  (Niddáh 61ª).
{Ve-gam ajaré Kén}  su raza se perpetuo incluso después del Diluvio ya
que los dos gigantes que acabamos de citar sobrevivieron el Diluvio .


En la escuela de Rabí Yishma¨el se enseñaba que el dia de Yom Kipur
solía ofrendarse el chivo expiatorio a {azazél}  porque la evocación del
ángel de este nombre que no supo resistir a la tentación, significaba
una “expiación para los seres humanos que habían cometido los mismos
pecados” (Yomá 67b).


Este versículo ha sido la fuente de inspiración de numerosos relatos
mitológicos sobre los ángeles caídos que corrompieron la raza humana.



5- Y VIO ADONAI QUE ERA GRANDE LA MALDAD DEL HOMBRE EN LA
TIERRA, Y QUE TODO PRODUCTO DE LOS PENSAMIENTOS DE SU CORAZON ERA
SOLAMENTE MALO TODOS LOS DIAS.



5- Y VIO ADONAI… Esta expresión, como
también otras que figuran a continuación (“El Eterno se arrepintió”… “se
afligió”…) implica antropopatía. “Se han elaborado tantas teorías a
propósito de estas expresiones con el fin de eliminar la más mínima idea
de corporeidad (del concepto que tenemos de Dios) que se ha incurrido
en el error opuesto: el de reducir la personalidad de Dios a una
abstracción. Si esta hubiese sido la intención de la Torah, le hubiera
resultado fácil evitar el empleo de dichas expresiones. En realidad, el
hecho de reducir a Dios a una abstracción supone un peligro mucho mayor
que el de antropomorfismo. En efecto, las formulas del tipo que hemos
citado más arriba salvaguardan dos nociones fundamentales: la libertad
de Dios y la del hombre. No en vano dice la Toráh: “Y vio el Señor”…
Esta frase demuestra que la depravación del hombre no era algo
inevitable. Fue preciso que Dios la descubriera con su mirada para saber
que existía. Por tanto, el verbo “ver”, en este caso, nos confirma la
efectividad de la libertad humana. El destino nefasto que le está
reservado a la Humanidad no es el producto de una causalidad inscrita en
la ley natural. Al contrario, esta originado por una decisión Divina y
esta decisión aflige a su propio autor. Todo lo cual presupone la
existencia de un Ser supremo dotado de personalidad y de libertad” (Rabí
Hirsch). Rabí Abrahám Ibn Daúd opinaba, ya que el concepto
personalizado de Dios es mucho más importante que las especulaciones,
sobre los Atributos Divinos , Rabí Yitzjak Arama y Rabénu Bajyáh Ibn
Pakúda comparten este punto de vista.



Y QUE TODO EL PRODUCTO DE LOS PENSAMIENTOS DE SU CORAZON. Son
muchos los pasajes de la Escritura en los que el corazón está
considerado como la sede del pensamiento. “Los grandes pensamientos,
decía Vauvenargues, provienen del corazón”. Así se explica que las ideas
sean a menudo el producto” de un impulso afectivo, de una tendencia o
de una pasión (yetzer) y no la emanación de un corazón puro y sereno.
“Todo el producto de los pensamientos” de la generación del Diluvio era
{rak r¨a} puramente perverso. El término tiene un sentido distinto del
de {rash¨a} (impío) y sobreentiende perversión sexual, como en Gen.
XXXVIII, 7.



6- Y ARREPINTIOSE ADONAI DE HABER HECHO AL HOMBRE EN LA TIERRA, Y AFLIGIOSE EN SU CORAZON.


6- Y AFLIGIOSE EN SU CORAZON. En la Guía de
los Descarriados (Ver I, 29) Maimonides propone varias interpretaciones
de esta expresión, explica además que Dios no le envió ningún profeta a
aquella generación indigna sino que, por el contrario, guardo su
aflicción en su corazón, como lo hizo más adelante con su misericordia
(VIII, 21) hasta que llego Moshéh, A él si le revelo, sus pensamientos
íntimos.


Rav Amí compara la situación de Dios con la de un rey que trata
asuntos de negocios por mediación de un comisionista. “Si el rey pierde
dinero, ¿a quién podrá reprochárselo sino es el comisionista?” (Rabba
cap. 26). De igual modo, el Eterno le encargo a la tierra que trajera al
mundo al hombre y le mantuviera. Pero esta misión fracaso, por lo que
el Eterno le guardo rencor a la tierra. Esta aclaración nos permite
comprender por qué el versículo no dice: {veyit¨aztev be-libó} , se
afligió en su corazón” sino {el libo} , se afligió con respecto a su
corazón”, La palabra “corazón” designa (en realidad) a la tierra, pues
la tierra ocupa el lugar más importante de la Creación. En efecto, ella
es el tesoro en el que el amor de Dios ha acumulado tantas riquezas
asombrosas y tanto esplendor, y que además se encuentra en el centro,
“en el corazón” del edificio del universo. Esta obra es la alegría del
señor, {yismaj ado-nai be-ma¨asav} . Él le ha entregado
su corazón, y he aquí que ahora se ve obligado, hablando
antropomórficamente, a renunciar a lo que tanta satisfacción le daba.


Esta interpretación hace recaer sobre la tierra, es decir sobre las
contingencias terrenales del hombre, una parte de la responsabilidad de
este. Ahora podemos comprender por qué la Torah emplea la expresión {ha
Adám ba-áretz} , y por qué la repite, además, en dos versículos
consecutivos: “El Eterno vio que las malas acciones del hombre,
(producto) de la tierra, se multiplicaban… El Eterno se arrepintió de
haber creado al hombre (producto) de la tierra”. El matiz de clemencia
que contiene dicha expresión justifica el empleo del Nombre Divino
{Ado-nai} , que significa piedad) en estos versículos anunciadores del
castigo; si bien, más adelante, a la hora de la justicia implacable, el
dios de misericordia cede el paso a {Elokim = Midát Ha-din}.



 7- Y DIJO ADONAI: “BORRARE AL HOMBRE
QUE HE CREADO DE SOBRE LA FAZ DE LA TIERRA, DESDE EL HOMBRE HASTA LA
BESTIA, HASTA EL REPTIL, Y HASTA EL AVE DEL CIELO, PORQUE ME ARREPIENTO
DE HABERLOS HECHO”.



7- BORRARE AL HOMBRE. Esto implica, según
el Medrash Yalkut, un aniquilamiento total. El decreto Divino no explica
solo la muerte y la putrefacción, sino la desintegración completa de
los esqueletos, incluida la de aquellas partes que, según nuestros
Sabios, no se descomponen nunca.


Siendo así, no debe sorprendernos que se hayan encontrado tan pocos
vestigios de la Humanidad antidiluvianas. De todas maneras, es sabido
que las pasiones suelen acelerar el proceso de putrefacción del cuerpo,
como lo hacen constar nuestros Sabios (Shab, 152b). En el caso de la
generación del Diluvio, tan conocida por su perversidad, es muy posible
que haya intervenido este factor.



DESDE EL HOMBRE HASTA LA BESTIA. Incluso en
el momento de su destrucción, el hombre conserva su grandeza en la
medida en que su muerte tiene como consecuencia la de todas las
criaturas vivientes. En cuanto al planeta tierra escapa del veredicto,
pero {pené ha-adamáh}  su superficie pertenece a la
“esfera” del hombre (y por tanto también se verá afectada por la
catástrofe). En efecto, el vínculo que une el hombre a los objetos no es
solo físico, sino también moral. Si el hombre decae, la tierra se
marchita y se viste de luto. La Toráh integra está impregnada por la
idea de que todos los seres vivientes, hombres y animales, forman parte
de la misma unidad orgánica .



8- Y NOAJ HALLO GRACIA ANTE LOS OJOS DE ADONAI.


8- Y NOAJ HALLO GRACIA ANTE LOS OJOS DE ADONAI.
Así es como la Toráh expresa el afecto y aprecio especial con los que
Dios honra a determinado individuo o pueblo (como Israel: {matzá jen
ba-midbár} . Cuando Dios le concedió a Moshéh la
satisfacción de su mayor deseo lo hizo porque su siervo “había hallado
gracia a Sus ojos, {ki matzáta jén be-¨enái}  (Exo.
XXXIII, 17). Esta distinción les está reservada a los que han merecido
el amor de Dios en mayor grado que los demás hombres, aunque a veces su
atribución no se justifica racionalmente, como lo indica Rabi Meir (Ver.
7a).


Así pues, mientras el edificio de la Humanidad está a punto de
derrumbarse, Dios concentra su amor en un hombre y en una familia y deja
en sus manos el porvenir del Universo entero. Un solo justo basta
entonces para salvar a la Humanidad: {ve-tzadik yésod olám} , “el justo
es la base del mundo” (Prov. X, 25).


Finalmente, la confianza que Dios tiene en el ser humano triunfara de
la amarga decepción que le causo el fracaso de Su creación. Recordemos
que la Sidra Bereshit comenzó por un acto de confianza infinita en la
naturaleza humana, que fue la Creación del Universo; la misma Sidra
termina aquí, (del mismo modo), con una nota de fe y optimismo, a pesar
de todos los malogros (y desencantos). El desastre se avecina, pero, al
mismo tiempo, en el horizonte, rayan albores de esperanza. Una vez más,
el “remedio precede la enfermedad”


Fin de la Parasha





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