viernes, 3 de junio de 2016

La Repoblación cristiana en la Reconquista. El Repartimiento | ArqueHistoria

La Repoblación cristiana en la Reconquista. El Repartimiento | ArqueHistoria
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La Repoblación cristiana en la Reconquista. El Repartimiento




En el valle del Ebro se inició una nueva forma de repoblamiento durante la Reconquista Cristiana: los repartimientos,
en los que los cristianos pasaban a ocupar las casas que habían
abandonado los musulmanes (obligados a trasladarse a los barrios
extramuros) y se repartían además las tierras yermas. Pero
las capitulaciones, para evitar el despoblamiento, garantizaban
antiguos derechos y el mantenimiento de sus propiedades territoriales a
los musulmanes y suponían una dificultad para el asentamiento de los
cristianos en estas zonas.



Las Ordenes Militares, a las que se entregaron extensos
territorios, tuvieron un papel destacado en la repoblación de la Meseta
meridional y del norte de Valencia.



A.Galduf/Arquehistoria





Antecedentes históricos

A medida que avanza la Reconquista la reorganización territorial se
complica. Hacia mediados del S.XI, la repoblación alcanza ya las tierras
del valle del Ebro, Castilla meridional, Tarragona y cuenca del Segre,
valle del Guadalquivir, sur de Portugal y Levante, integrándose zonas
más pobladas en territorio cristiano.


La repoblación corre paralela a los grandes avances conquistadores.
Esta reconquista sigue unas líneas que van logrando conquistar y
repoblar los grandes valles de los ríos peninsulares, que servirán a su
vez como línea fronteriza. A medida que se produce el avance, varía la
forma de repoblación. Así, en los siglos XI y XII, en los que se
incorporaron territorios con una alta densidad de población musulmana
-Toledo, Zaragoza….- se favoreció la repoblación concejil y los reyes
otorgaban importantes privilegios ( fueros), sobre todo a los municipios
fronterizos. En muchos casos, y ante la escasez de repobladores, se
mantuvo a la población musulmana en sus tierras con un estatuto
diferente del otorgado a los nuevos pobladores.


EL Repartimiento de Sevilla

Las últimas operaciones conquistadoras de Fernando III tienen lugar
entre 1246 y 1248, y se encuentran en los alrededores de Sevilla. El 23
de noviembre de 1248 capitularía la ciudad.La proximidad de los
dominios de algunos reyezuelos moros, en guerra con Castilla, convertían
a la capital andaluza en ciudad fronteriza, donde predominaba la
organización militar a otras actividades. En realidad, a parte del
elemento castrense, la ciudad estaba casi deshabitada. Barrios enteros
estaban despoblados.



Tan pronto como Fernando III tomó posesión de la ciudad de
Sevilla, no escatimó tiempo en arbitrar su reparto y organización con
arreglo a las leyes, fueros y usos castellanos
Considerada la
ciudad perteneciente a la Corona por derecho de conquista, el monarca
procedió al reparto de la ciudad y de su término entre los miembros de
su familia, los infantes, los ricos hombres, los prelados, los
caballeros, las órdenes militares, las órdenes religiosas, los hombres
buenos y peones que le ayudaron en la magna empresa de la conquista.


La idea fija del rey conquistador y de su sucesor fue la de atraer a
la hermosa ciudad núcleos de pobladores que le comunicaran la intensa
vida que le animara. Para ello, concedió privilegio tras privilegio a
los que en ella se asentaran.


El repartimiento, consiste precisamente en la
donación de los bienes requisados fundamentalmente inmuebles urbanos y
alquerías (aldeas musulmanas) con sus tierras correspondientes, es una
recompensa que sienta las bases económicas que regirán la repoblación
del territorio.



Etapas de Repartimento Sevillano

Permaneció, pues, Sevilla durante los últimos años de Fernando III y
en los primeros del reinado de Alfonso X con muy escasa población, lo
que movió a estos monarcas a conceder grandes privilegios a los vecinos y
moradores de Sevilla para fomentar su repoblación.


A la muerte de Fernando III, en 1252, la conquista estaba
prácticamente detenida por la apremiante necesidad de organizar los
amplios territorios ocupados en los años anteriores. Los primeros años
del reinado del nuevo monarca, Alfonso X, se orientan a consolidar la
obra organizadora y repobladora de su padre.


Es decir, que Fernando III llevó a cabo el repartimiento, pero fue su
hijo Alfonso X el que lo prosiguió, rectificó a veces y concluyó.


El proceso del repartimiento de Sevilla fue largo y se puede distinguir en él tres momentos:
en el primero se incluye el reparto general acometido desde 1248 por el
propio Fernando III y concluido en 1253 reinando ya Alfonso X; en el
segundo se complementan los heredamientos (fincas rústicas y urbanas)
abandonados por sus dueños entre 1255 y 1257; el tercero en 1263, sin
duda más restringido y accesorio, se dedica a redistribuir las casas
descuidadas y yermas.



Principales beneficiados

Fernando III procedió al repartimiento, pero no de una
manera general o global, sino singularmente, a entidades y personas
concretas, con entera independencia y separación unos repartos de otros.
Para ello creó la Junta de partidores formada por el obispo don
Remondo, Ruy López de Mendoza, Gonzalo García de Torquemada, Pedro
Blasco y, por último, Fernán Servicial, ejecutor material de no pocas
operaciones.


El primer repartimiento fue hecho a favor de don Remondo,
obispo de Segovia y Notario Mayor de Fernando III, a quien el monarca
dio “unas casas en la plaza de Santa María, su bodega, cocina, establo y
una hortezuela dentro de las casas”, donación que fue origen del
Palacio Arzobispal.
La reina doña Juana de Pointhieu obtuvo
grandes heredamientos, entre otros los baños y casas de las collaciones
de San Ildefonso y San Juan de la Palma y los llamados de la Reina Mora
en la parroquia de San Vicente.


La princesa doña Violante, mujer del príncipe heredero don Alfonso,
los hijos de Fernando III don Fadrique, don Enrique, don Sancho, don
Felipe, don Manuel, don Fernando y don Luis; el infante don Alfonso de
Molina y el hermano no legítimo de San Fernando, fueron todos
favorecidos con grandes heredades. Las órdenes militares españolas
de Santiago, Alcántara y Calatrava y las de los Templarios y San Juan
de Jerusalén obtuvieron casas y huertas dentro de la ciudad, donde
labraron sus conventos e iglesias. Los religiosos trinitarios,
franciscanos, mercedarios y dominicos, la comunidad y el abad de Santo
Domingo de Silos, el Monasterio de las Huelgas de Burgos, quedaron
asimismo repartidos. El obispo de Marruecos y la Orden de San Juan
formaron, alrededor de las fincas donadas, barrios que gozaron de
jurisdicción exenta, aislados del resto de la ciudad. El repartimiento
se hizo extensivo a los caballeros y se dieron casas a los peones que
manifestaron deseos de permanecer en la ciudad recién conquistada.



Conclusión

Este generoso repartimiento no dió por de pronto el resultado que
Fernando III se propuso de poblar rápidamente de cristianos la ciudad,
ya que muchos de los que obtuvieron casas y otras propiedades las
abandonaron y volvieron a sus lugares de origen, por lo que hubo
necesidad, en 1255 y 1263 bajo el reinado de Alfonso X, de volver a
hacer un nuevo reparto de todo lo abandonado y de lo que anteriormente
no había sido repartido, y aún sobraron casas y heredades para darles a
los Monasterio de San Isidoro de León, Roncesvalles y Santa María de
Rocamador, amén de los grandes territorios que la corona se reservó y de
los que dio a Sevilla y a su Iglesia.


Evolución general

Ya hemos visto como a partir del siglo XIII, se generalizaron los
repartimientos en el valle del Guadalquivir, Valencia y Murcia. La
expulsión de los musulmanes de la Andalucía Bética y la continuidad de
los mudéjares en Murcia y Valencia, conformaron dos tipos de propiedad
muy diferentes. En general, las tierras incorporadas a la Corona de
Aragón se distribuyeron en pequeñas parcelas, mientras que las tierras
incorporadas a Castilla, provenientes de Andalucía y Murcia, se
repartieron a través de los concejos reales, algunas fueron entregadas
-donadas – a las Ordenes Militares o grandes nobles. Estos concejos
reales dispusieron de amplios fueros para convertirse en repobladores.


Cuando ya habia casi finalizado la Reconquista acabando el s.XIII
exceptuando el reino de Granada, amplias zonas de Andalucía, Murcia,
Mallorca y Valencia asisten a un nuevo sistema de reparto de tierras y
finas, casas, heredades, entre los que habían participado en las
campañas militares.


Estas operaciones de reparto fueron recogidas en los Libros de
Repartimento. Se trata de concesiones a modo de títulos de propiedad
individualizados concedidos por el Rey que generan derechos y que
favorecerán el asentamiento permanente de las gentes en los territorios
repoblados. Cuando a finales del siglo XV se conquiste el reino de
Granada, el repoblamiento será distinto, puesto que nos encontramos con
un territorio densamente poblado y a los habitantes, salvo excepciones,
se les mantendrá en sus tierras a cambio de un tributo. Por ello, a los
cristianos que participen en la conquista se les darán pequeñas
extensiones de tierra y se les compensará en parte con propiedades
urbanas.


Bibliografia

GONZALEZ ,Julio “Repartimiento de Sevilla”, publicada en
Madrid por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en 1951.
La Fundación Cultural Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos
y Técnicos de Sevilla ha reeditado en Sevilla, en edición facsímil, el
Estudio de esta Obra en 1993.


RUIZ RODRIGUEZ, Ignacio “Curso de Historia del Derecho y de las Instituciones Españolas” Ed.DYKINSON, Madrid 2007






















Ampa



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2 thoughts on “La Repoblación cristiana en la Reconquista. El Repartimiento






  1. J. Luis López de Guereñu Polán













    Solo quisiera añadir que antes que las repoblaciones concejiles
    y de los repartimientos y donadíos, hubo otro tipo de repoblaciones
    conocidas en las fuentes con el nombre de presuras y aprisios, según
    estemos en el área castellano-leonesa o en la aragonesa-catalana. Estas
    repoblaciones fueron anteriores a la formación de los primeros concejos
    con sus fueros, las llevaron a cabo gasalianes o campesinos pobres
    dirigidos por un lider miliar, clérico (a veces un obispo que no tenía
    la pompa que más tarde) para luego consagrar la repoblación los
    funcionarios reales. De tal importancia fueron estas repoblaciones en
    los siglos VIII, IX y X po lo menos que las conquistas militares no se
    consolidarían si no fuese por la ocupación y puesta en valor del
    territorio a continuación. Incluso en los condados castellanos,
    individualizados pro su caballería villana, esta se convirtió en la
    principal mantenedora de la ocupación cristiana en la zona oriental de
    la meseta norte.





     






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