domingo, 17 de julio de 2016

Epístolas paulinas - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Epístolas paulinas




San Pablo a quien se le atribuye la redacción de las epístolas paulinas, que conforman parte del Nuevo Testamento.
Las epístolas paulinas son un conjunto de trece cartas (epístolas) escritas o atribuidas a San Pablo y redactadas en el siglo I. Se trata de un corpus de escritos representativos del llamado cristianismo paulino, una de las cuatro corrientes básicas del cristianismo primitivo que terminaron por integrar el canon bíblico.1 De las epístolas paulinas nos han llegado copias tan antiguas como el papiro {\mathfrak  {P}}46 datado de los años 175-225.2 Las epístolas paulinas fueron aceptadas unánimemente por todas las Iglesias y son para el cristianismo, ya desde sus primeros tiempos, una fuente ineludible de pensamiento y de espiritualidad.


Suelen distinguirse las llamadas epístolas paulinas auténticas, que tienen en Pablo de Tarso su autor prácticamente indiscutido, de las epístolas paulinas pseudoepigráficas —también llamadas deuteropaulinas—,
un conjunto de escritos epistolares que se presentan como suyos pero
que la crítica moderna, conocedora del fenómeno de la pseudoepigrafía
típico de las obras antiguas orientales y griegas, atribuye en grado
diverso a otros autores asociados con Pablo.3


Las llamadas epístolas auténticas (Epístola a los romanos, Primera y Segunda epístola a los corintios, Epístola a los gálatas, Epístola a los filipenses, Primera epístola a los tesalonicenses —probablemente la más antigua—, y Epístola a Filemón), dirigidas a creyentes cristianos de las iglesias que el Apóstol fundó durante sus viajes misioneros después de su conversión, conforman la sección más antigua del corpus del Nuevo Testamento:
la crítica textual moderna sostiene de forma prácticamente unánime que
fueron escritas por la mano del Apóstol apenas 20-25 años después de la
muerte de Jesús de Nazaret.4


En el decir de Raymond Edward Brown:


La amplitud (de la influencia de Pablo de Tarso), junto con la
profundidad de su pensamiento y la pasión de su compromiso, han supuesto
que —desde que sus cartas llegaron a ser parte del Nuevo Testamento
no haya habido cristiano al que no haya afectado lo que este personaje
ha escrito. Ya conozcan bien o mal a Pablo, todos los cristianos son
hijos de él en la fe a través de lo que se les ha enseñado sobre la
doctrina y la piedad.5


Índice

Las trece cartas


Un folio del papiro {\mathfrak  {P}}46, conteniendo el pasaje correspondiente a la Segunda epístola a los corintios 11:33–12:9. El folio presenta una laguna al pie. Se trata de un papiro de Categoría I según la clasificación de Kurt Aland y Barbara Aland y fue datado de los años 175-225.
Dichas cartas, con su correspondientes abreviaturas bíblicas son las siguientes:


Nombre Griego Latín Abreviaturas
Compl. Mín.
Romanos Προς Ρωμαίους Epistula ad Romanos Rom Ro
1 Corintios Προς Κορινθίους Α Epistula I ad Corinthios 1 Cor 1C
2 Corintios Προς Κορινθίους Β Epistula II ad Corinthios 2 Cor 2C
Gálatas Προς Γαλάτας Epistula ad Galatas Gal G
Efesios Προς Εφεσίους Epistula ad Ephesios Ef E
Filipenses Προς Φιλιππησίους Epistula ad Philippenses Flp F
Colosenses Προς Κολασσαείς Epistula ad Colossenses Col C
1 Tesalonicenses Προς Θεσσαλονικείς Α Epistula I ad Thessalonicenses 1 Tes 1T
2 Tesalonicenses Προς Θεσσαλονικείς Β Epistula II ad Thessalonicenses 2 Tes 2T
1 Timoteo Προς Τιμόθεον Α Epistula I ad Timotheum 1 Tim 1T
2 Timoteo Προς Τιμόθεον Β Epistula II ad Timotheum 2 Tim 2T
Tito Προς Τίτον Epistula ad Titum Tt T
Filemón Προς Φιλήμονα Epistula ad Philemonem Fil Fl
De estas epístolas cuatro son personales (a Filemón, a Tito, Primera y
Segunda a Timoteo), mientras que el resto son colectivas (Primera y
Segunda a los Tesalonicenses, a los Gálatas, Primera y Segunda a los
Corintios, a los Romanos, a los Filipenses, a los Colosenses y a los
Efesios), esto es, no dirigidas a una persona en particular sino a la
comunidad eclesiástica de manera colectiva.


Con respecto a la Epístola a los Hebreos,
la crítica bíblica actual señala que el autor no es propiamente Pablo.
De hecho, en su texto no se indica ni el remitente ni los destinatarios
y, en el siglo II, Ireneo de Lyon dijo que la mentalidad era paulina pero que la pluma sólo Dios lo sabe.


Objetivo de las cartas

El objetivo de estas cartas es dar instrucciones a los cristianos
sobre el modo de comportarse y responder a sus inquietudes. En general
el autor da ánimos a sus lectores y responde a sus preguntas o
preocupaciones (Tesalonicenses y Corintios), en ocasiones los reprende
(Gálatas y 2 Corintios) y a veces les escribe como muestra de
agradecimiento por su comportamiento (Filipenses). En las llamadas
epístolas pastorales (1 y 2 Timoteo y Tito) el tema central es la
organización interna de la iglesia (obispos, presbíteros, diáconos,
etc.)


Además de estas cartas, se cree que Pablo hizo otros escritos que se
acabaron perdiendo. Por ejemplo, en la Primera Epístola a los Corintios
Pablo parece que alude a una carta anterior (1 Corintios 5:9)


Autoría de las cartas

Las epístolas paulinas auténticas

Las cartas auténticas de Pablo son un conjunto de escritos neotestamentarios conformado por las siguientes obras:6

Este corpus de epístolas auténticas es único en más de un sentido:

  1. Porque se conoce a ciencia cierta su autor, y su autenticidad
    resulta reconocida ampliamente desde el análisis científico-literario
    actual.7 8 9 10
  2. Porque su fecha de redacción es la más antigua de los libros del Nuevo Testamento, apenas 20-25 años posterior a la muerte de Jesús de Nazaret,
    y probablemente anterior incluso a la de los evangelios en su versión
    definitiva conocida hoy, por lo que constituyen documentación de
    carácter capital en cualquier análisis sobre los inicios del
    cristianismo.4
  3. Porque ninguna otra personalidad del Nuevo Testamento se conoce a nivel semejante a través de sus escritos.11
Aunque las cartas tuvieron por función inmediata abordar problemas
resultantes de situaciones concretas, es muy verosímil que las
comunidades a las cuales estas cartas estuvieron dirigidas las hayan
atesorado, y que prontamente las compartieran con otras comunidades
paulinas.12 Así, resulta altamente probable que hacia fines del siglo I estos escritos ya existieran como corpus, resultante del trabajo de una escuela paulina que recopiló sus cartas para conformar el legado escrito del Apóstol.13


Las epístolas paulinas pseudoepigráficas o epístolas deuteropaulinas

La autoría de algunas de estas epístolas es discutida, creyéndose que
algunas de ellas fueron escritas por discípulos de Pablo que las
firmaron con el nombre de su maestro (pseudoepigrafía). La
pseudoepigrafía en nada desmerece esos escritos, tal lo señalado por
Günther Bornkamm, uno de los discípulos de Bultmann:


Este fenómeno de recurso a un pseudónimo no puede ser juzgado sin más
conforme a los criterios de la literatura moderna. En la antigüedad no
habían aparecido todavía criterios tales como los de «propiedad
intelectual», «cualidad de autor», «derechos de autor» y otros
semejantes. Por tanto hay que tener prudencia ante el concepto
peyorativo de «falsificación». Los autores fingidos son, en la
literatura eclesiástica, portadores primarios de una tradición doctrinal
cualificada, sobre todo en la lucha contra la herejía y en el esfuerzo
por confirmar la fe y el orden en la comunidad.14


Günther Bornkamm, Pablo de Tarso, página 304
Los argumentos que se utilizan para cuestionar la autoría paulina de
algunos de estos escritos hacen referencia al estilo literario, al
vocabulario empleado y a la doctrina, pues existen matices entre algunas
de ellas. Se trata de las siguientes obras:

Según Raymond Edward Brown,
el 80-90 % de la crítica considera pseudónimas la Epístola a Tito, la
Primera epístola a Timoteo y la Segunda epístola a Timoteo.15 También señala que el 80 % más o menos de la crítica considera pseudónima la Epístola a los efesios;16 el 60 % de la crítica considera pseudónima la Epístola a los colosenses;17 y aproximadamente el 50 % de la crítica considera pseudónima la Segunda epístola a los tesalonicenses,18 aunque esta última opinión va en aumento.


En el mismo sentido se expresa Antonio Piñero en su obra Guía para entender el Nuevo Testamento:
que existe un amplio consenso, aunque no unanimidad, en que las
llamadas epístolas pastorales (1 y 2 Timoteo y Tito) no son auténticas
sino obra de algún discípulo suyo y que esta opinión no sólo se da entre
los críticos, sino que es asumida cada vez más por muchos teólogos; y
que respecto a la autoría de la Epístola a los efesios y de la Epístola a
los colosenses, las opiniones están más divididas, aunque cada vez hay
más acuerdo, incluso entre los teólogos, en que no son obra de Pablo
sino de algún discípulo suyo.19
Vidal García también se expresó en el mismo sentido: «Se trata, sin
duda, de escritos pseudoepigráficos, en los que sus autores se presentan
como «Pablo», dando a entender así que recurren a la autoridad de la
tradición paulina; pero tanto su vocabulario y estilo como su concepción
demuestran que ellos no son el Pablo auténtico».20


Con todo algunos autores, como los miembros de la Escuela bíblica y arqueológica francesa de Jerusalén,
sostienen la autoría paulina de estas cartas, en particular de la
Epístola a los colosenses, argumentando que las variaciones en el estilo
y en la temática se pueden justificar por el cambio del marco histórico
en que se escribieron.21


Por último, en el libro de Antonio Piñero titulado Los Apocalipsis,
el autor dice que los especialistas están divididos casi al 50 % con
relación a si la Segunda Epístola a los Tesaloniceses es o no paulina.


El hecho de que se sugiera que estos escritos canónicos
pueden ser pseudoepigráficos o deuteropaulinos, lejos de quitarle
notoriedad a Pablo de Tarso, se interpretan como resultante de la
autoridad del Apóstol.22 23
En efecto, significa que una «escuela», quizá ya establecida en torno
al mismo Pablo y depositaria de su legado, recurrió a la autoridad del
Apóstol para validar sus escritos.24


Influencia

Pablo de Tarso fue ante todo un apóstol, un misionero y un
predicador. Dirigió sus cartas a diferentes comunidades y personas con
intención de llevar adelante su propósito de edificar la Iglesia, y se
sirvió del género epistolar como medio para difundir su conocimiento del
mensaje cristiano y, sobre todo, para aplicarlo a problemas concretos
surgidos en las zonas que no podía visitar personalmente. Estos
problemas le servían frecuentemente como punto de inicio para tratar de
manera más amplia y trascendente las verdades fundamentales de la fe y
la conducta cristianas.25
Con todo, las epístolas paulinas perduraron mucho más allá de la
ocasión en que fueron escritas, e hicieron de su autor una de las
personalidades más influyentes de la Historia de la cristiandad.26 27


Referencias


  • Theissen (2002). La religión de los primeros cristianos,
    pp. 300-309: «…cuatro corrientes básicas en el cristianismo primitivo».
    Las otras tres corrientes de pensamiento podrían esquematizarse
    escriturísticamente en: (1) el judeo-cristianismo, representado por los escritos derivados de las posturas de Santiago el Justo y de Simón Pedro; (2) el complejo cristianismo sinóptico (que abarca desde el judeo-cristianismo del Evangelio de Mateo hasta el pagano-cristianismo del Evangelio de Lucas y de los Hechos de los Apóstoles), y (3) el cristianismo joánico.

    1. Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
      p. 11: «Obviamente, esa presencia de Pablo en el cristianismo de los
      orígenes no fue la de un simple testigo, sino la de un actor cualificado
      y, en varios aspectos, único».

    Bibliografía

    • Bornkamm, Günther (2002). Pablo de Tarso. Barcelona: Ediciones Sígueme. ISBN 84-301-0775-4.
    • Brown, Raymond E. (2002). Introducción al Nuevo Testamento. II. Cartas y otros escritos. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 84-8164-539-7.
    • Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén (Edición Española). Bilbao (España): Desclée de Brouwer. ISBN 84-330-0022-5.
    • Fitzmyer, Joseph A. (1972). «Vida de San Pablo – Las epístolas del Nuevo Testamento». En Brown, Raymond E.; Fitzmyer, Joseph A.; Murphy, Roland E. Comentario Bíblico «San Jerónimo» III. Madrid (España): Ediciones Cristiandad. pp. 546-564 y 565-574.
    • Penna, Romano (2000). «Pablo». En Leonardi, C.; Riccardi, A.; Zarri, G. Diccionario de los Santos, Volumen II. Madrid: San Pablo. pp. 1801-1812. ISBN 84-285-2259-6.
    • Theissen, Gerd (2002). La religión de los primeros cristianos. Salamanca: Ediciones Sígueme. ISBN 84-301-1465-3.
    • Vidal García, Senén (2007). Pablo. De Tarso a Roma. Santander: Editorial Sal terrae. ISBN 978-84-293-1716-9.

    Véase también


  • Aland, Kurt; Aland, Barbara (1995). The
    Text of the New Testament: An Introduction to the Critical Editions and
    to the Theory and Practice of Modern Textual Criticism
    . Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company. p. 98. ISBN 978-0-8028-4098-1.


  • Penna (2000). Pablo,
    pp. 1801-1802: «Hoy se les niega en general su paternidad directa,
    atribuyéndolas a varias figuras de discípulos póstumos por motivos tanto
    estilísticos (diferencias de léxico y de sintaxis) como teológicos
    (diversificación sobre algunos puntos de pensamiento especialmente
    cristológico y eclesiológico), de encuadre histórico (dificultad para
    situarlas en una sucesión creíble de los acontecimientos biográficos);
    esto vale sobre todo para las denominadas «pastorales» (Primera y Segunda epístola a Timoteo y Epístola a Tito)».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 12: «Sus cartas auténticas, todas ellas escritas al ritmo de la
    problemática misional, surgieron entre los años 50 y 55, es decir, entre
    veinte y veinticinco años después de la muerte de Jesús. Son, así, los
    únicos escritos que se conservan de la primera generación cristiana. Y,
    de este modo, representan los documentos clave y absolutamente
    imprescindibles para la reconstrucción del movimiento cristiano más
    antiguo».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 557.


  • Penna (2000). Pablo, p. 1808: «Las siete cartas que hoy la crítica reconoce como auténticas […]»


  • Bornkamm (2002). Pablo de Tarso,
    p. 303: «Dada la situación actual de la investigación la autenticidad
    de las cartas paulinas […] no necesita ninguna demostración».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 12: «(Pablo) se trata del único personaje del cristianismo naciente cuyos escritos se nos han conservado».


  • Rivas, Luis H. (2010). «Pablo». Diccionario para el estudio de la Biblia. Buenos Aires: Editorial Amico. pp. 132-134. ISBN 978-987-25195-1-3. «[…] es ampliamente admitido […]».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II Su autenticidad «no se disputa seriamente».


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 593: «Ningún otro seguidor de Jesús en la época del NT dejó un testimonio escrito comparable al del Apóstol. Ciertamente, Lucas/Hechos
    (unas 37800 palabras) son más extensos que las […] cartas atribuidas a
    Pablo […]; pero apenas conocemos nada de Lucas como autor, mientras que
    la personalidad de Pablo destaca en sus cartas».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    pp. 207-208: «Pablo no contó, al parecer, con la permanencia de sus
    cartas, que tenían la función inmediata de solucionar la problemática de
    una situación concreta. Pero es explicable que las comunidades a las
    que estaban dirigidas las conservaran con cuidado, ya que, al tratarse
    de cartas escritas por el emisario fundador de aquéllas, tenían un
    carácter especial de autoridad. Su proclamación pública en las
    asambleas, probablemente durante el simposio conclusivo de la cena del
    Señor, se siguió repitiendo sin duda con alguna frecuencia. Pronto tuvo
    que producirse también un intercambio de cartas entre las comunidades
    paulinas cercanas, al estilo del indicado por la noticia de Col 4,16.
    Las cartas iban adquiriendo así un carácter de universalidad, por encima
    de la situación concreta de su origen».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 208: «Podemos suponer, pues, que después de la muerte de Pablo
    fueron surgiendo pequeñas colecciones de sus cartas en algunas
    comunidades. Del sucesivo intercambio de dicha cartas surgió una
    colección ecuménica para todas las comunidades paulinas, probablemente
    hacia el final del siglo I. Varios testimonios de ese tiempo, finales
    del siglo I y comienzos del siglo II (I Clemente, Ignacio de Antioquía, 2 Pedro 3:15-16), muestran la existencia entonces de una colección de cartas paulinas».


  • Bornkamm, Günther (2002). Pablo de Tarso. Barcelona: Ediciones Sígueme. ISBN 84-301-0775-4.


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, pp. 828, 844 y 868


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 804


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, pp. 778


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, pp. 766


  • Piñero, Antonio (2006). Guía para entender el Nuevo Testamento. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 84-8164-832-9.


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 209:


  • Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén, pp. 1597-1608.


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II
    «Un tributo mayor a la persona de Pablo procede de aquellos discípulos
    que compusieron en su nombre la literatura deuteropaulina».


  • Penna (2000). Pablo,
    p. 1811: «Precisamente la pseudoepigrafía testimonia el gran prestigio y
    la permanente vitalidad del Apóstol y de su pensamiento, a cuya
    autoridad apela en momentos y situaciones difíciles».


  • Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma,
    p. 207: «Fueron los maestros de esa escuela paulina los que recopilaron
    las cartas de Pablo en una colección, para el uso de las comunidades
    paulinas, y también los que alargaron esa colección con algunas glosas
    de comentario e incluso con nuevos escritos en forma de carta, para
    actualizar así la tradición del maestro a la situación presente de las
    comunidades».


  • Fitzmyer (1972). Las epístolas del Nuevo Testamento, p. 570.


  • Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 557: «Junto con Jesús, Pablo ha sido el personaje más influyente en la historia de la cristiandad».


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