judaismo











La cadena de la tradición continúa intacta




La cadena de tradición continúa intacta desde el principio del mundo hasta nuestros días.

BS”D



Por Itzjak ben Avraham. 
La cadena de tradición
continúa intacta desde el principio del mundo hasta nuestros días.
Cuando murió Adam en el año 930, Metushelaj (Matusalén) lo había
conocido ya durante 243 años; y Noaj (Noé) había conocido a Metushelaj
por 600 años, cuando este último murió en 1656. Al morir Noaj en 2006,
Abraham tenía 58 años. Abraham, Yitzjak y Yaakob eran una familia unida.
Al morir Yaakob en 2255, Yosef tenía 56 años y Amram, el padre de Moshé
había nacido ya. Al venir Moshé al Faraón, Abraham era todavía
recordado por los egipcios, entre los que había residido temporalmente.
Cuando Moshé trajo la Torá a los hijos de Israel, las tradiciones y la
historia inscrita en ella, eran bien conocidas por la gente. Entre Adam,
que fue testigo de la Creación, y Amram, el padre de Moshé, sólo
intervinieron cuatro hombres: Metushelaj, Noaj, Abraham y Yaakob. El
Diluvio estaba sólo dos eslabones atrás en la cadena de tradición, pues
entre Noaj y Amram intervinieron sólo Abraham y Yaakob.



Los hijos de Israel en
Egipto ya habían oído de antemano las crónicas de Abraham, Yitzjak y
Yaakob de boca de Yaakob y sus hijos, a quienes la generación previa a
Moshé conoció personalmente (no a todos). Leví, el hijo de Yaakob, murió
en Egipto en 2332 y su bisnieto Moshé nació sólo 33 años después en
2365. De este modo puedes ver qué tan unidos están los eslabones de la
cadena de tradición desde la Creación hasta Moshé.(Tomado de: “Sagradas Escrituras” por Rab. Avigdor Miller.)



Moshé legó la tradición
a Iehoshua Bin Nun, Iehoshúa Bin Nun la transmitió en vida a los
Ancianos de las tribus (el concilio de 70 que formaban el Sanhedrin).
Pero el Sanhedrin no fue nada nuevo, ya existía… Moshé se presentó a
ellos cuando bajó a Egipto, también fueron acompañantes de Moshé y
numerosas veces la Torah los menciona en los relatos rumbo a la tierra
de Kenaan. Vinieron luego los profetas, discípulos de los ancianos
(Shmuel – Los Bnei Haneviim – Natán – etc…). La época de los profetas se
dio hasta los exilios, los últimos fueron los “postreros” que vivieron
en la reconstrucción del Bet HaMikdash y el retorno, previo a la
invasión griega. Simultáneamente y junto a ellos estuvieron en ésta era
los Hombres de la Magna Asamblea, puestos a tal encargo por Ezra
(Esdras). Los profetas terminaron su periodo de actividad, pero quedaron
los Miembros de la Magna Asamblea llevando el legado de la tradición.
Los últimos hombres de la Magna Asamblea fueron Shimon HaTzadkin y
Antignós de Sojó. Luego de ellos, la presidencia del Sanhedrin (Magna
Asamblea) que antes había sido de una sola persona (el nasí, presidente)
fue encargada a dos personas, llamadas “Pares” (Zugot, en hebreo). Así
se inicia el periodo de los Zugot. Ellos legaron la tradición a los Tanaim (ver gráfico acá),
quienes compilaron por escrito toda la tradición oral, por eso se les
llama “Tanaim” (los que repiten lo aprendido). A su vez, la legaron a
los Amoraim (”los que comentan”, ver gráfico acá),
que la legaron a los Savoraim (”los que ponderan”), que la legaron a
los Geonim (”sabios”) que fueron los presidentes de las academias
talmudistas de Sura y Pumbedita, el centro del mundo judío de aquella
época. La legaron a su vez a los Rishonim (”primeros, los que
referencian”) y éstos a su vez la pasaron a los Ajaronim que hoy los
llamamos así por ser “los últimos” más cercanos a nuestros días donde
tenemos la generación de los “contemporáneos”.






TABLAS:






















Documentos




Lista de Documentos útiles:

(hacer click en los nombres de los documentos para descargarlos)


Actitud hacia los instigadores misioneros según la Torah : Lo que dice la Halaja sobre qué actitudes deben tenerse hacia los misioneros mesianicos natzratim.


Brit jadasha ¿en hebreo?
: Hoy los misioneros están sacando versiones hebraicas de los libros
cristianos (nuevo testamento): los editan, les cambian los nombres para
que suenen como hebreos y los venden a sus gentes.  En este documento
descubrirá la verdad histórica sobre los orígenes griegos del nuevo
testamento cristiano (y los nuevo-nuevos testamentos de los misioneros
mesiánicos, nazarenos y natzratim).


Crítica a la obra de Mario Saban sobre Pablo de Tarso:
Mario Sabán ha escrito un libro pretendiendo rescatar al brujo Saulo de
Tarso (shaul) como un buen judío de la época.  Descubra los errores de
la obra del señor Mario Saban y dese cuenta de la verdad sobre el
mentiroso, herodiado, gnóstico y brujo que fue Shaul (Pablo) de Tarso.


El Evangelio de Judas, el Brit Jadashah, y la Academia de los Natzratim en Nag Hammadi : El evangelio de Judas, el Brit Jadashah y la Academia de los Natzratim en Nag Hammadi.


Enfrentar a los misioneros mesiánicos nazarenos natzratim


KeTeR Un nuevo testamento de imitación
: El pastor (autoproclamado “moré”) de los natzratim, Abdiel Frias, a
pesar de ser ignorante en hebreo, arameo y griego, ha sacado una nueva
biblia para poder sostener sus nuevas doctrinas.  A éste, su nuevo-nuevo
testamento le puso el nombre de KeTeR (kitvei tamidim rishonim,
escritos de los primeros discípulos). Entreténgase un rato aprendiendo
sobre cuán ridícula es la nueva obra literaria misionera. KeTeR, un
nuevo testamento de imitación


Los Escritos de los Segundos Discípulos Marcion de Sinope y el lenguaje de los natzratim
: Veamos lo que dice Marcion de Sinope y parafraseémoslo en el lenguaje
de Abdiel Frías, el pastor cubano fundador de la nueva secta cristiana
“Natzratim”.


Pablo Saulo de Tarso (Shaul, Saulo)
: Pablo (Shaul) de Tarso, el personaje histórico: brujo, gnóstico y
hereje.  Sus enseñanzas vistas desde la perspectiva judía ortodoxa.


¿Qué ocurre si un judio se vuelve mesianico o nazareno o natzrati? : Lo que dice la Halaja sobre qué ocurre si un judío se vuelve cristiano, mesiánico, nazareno o natzrati.


Quiénes eran los Nazarenos y como se hicieron herejes.


Yeshu el Cordero de Baal y la esencia del Paganismo


SERIE “LOS MISIONEROS”: la historia de los mesiánicos, nazarenos, naztartim, netzaritas
: Breve exposición histórica de cómo nacieron los misioneros
(nazarenos, natzratim y netzaritas) a partir de las iglesias
evangélicas.Descubra la verdad sobre éstas nuevas modalidades de
cristianismo (aunque nieguen ser cristianos) y vea lo falsos y poco
originales que son.


El Rab Kaduri y el nombre del Mashiaj
: El escritor Irving Gatelle presenta un corto ensayo sobre la nueva
ridiculez misionera: la manipulación de un escrito de Rab Kaduri. En
este ensayo, usted podrá ver cómo es de vacía y escueta la propaganda
misionera.


Natzratim: cuando los evangelicos no saben que hacer para sentirse judios
: El escritor Irving Gatell nos deleita con una exposición sobre un
nuevo tipo de misioneros:Natzratim: cuando los evangelicos no saben qué
hacer para sentirse judíos.


Simcha Pearlmutter la verdadera historia del apostata
: Simcha Pearlmutter: la triste historia de un mumar.  Hoy su imagen es
sólo vacía propaganda misionera llena de manipulación y error.


DISFRAZ SIEMPRE SERÁ DISFRAZ.


Supuestas Profecías sobre Yeshu (Yeshua) : Supuestas Profecías sobre Yesh”u (Yeshua, Yehoshua, Iehoshua), el mamzer de Natzrat.


Los Orígenes Gnósticos de los Nazarenos: Los Orígenes gnósticos de los Nazarenos (Cristianos, mesiánicos, nazarenos, natzratim).


Mashiaj Ben Yosef VERSUS Yeshu (Yeshua)


Mateo Hebreo (falso shem tov) la Nueva Droga de la Vieja Mafia
: Los misioneros nazarenos (koniuchowsky & rood) y natzratim
(abdiel frias) sacaron un remedo de “mateo hebreo” que dicen que es de
shem tov, pero es mentira.No caiga en la trampa de esta nueva droga… la nueva droga de la vieja mafia cristiana (reempacada como hebrea).


El Toldot Yeshu / Sefer Toldot Yeshu (Iehoshua) : La verdadera historia de Yesh”u (Yeshua, Yehoshua), el mamzer de Natzrat.














La Tradición




La Tradición
Por: Rab Avigdor Miller
S.-
J.- Pero todos los hombres tienen deseos que los
sobornan evitándoles ver la Verdad. Los científicos materialistas al
igual que los idólatras. Entonces, ¿cómo es posible para un hombre ver
la Verdad?
S. –En la actualidad los únicos hombres capaces de reconocer la Verdad son aquéllos que la adquirieron por tradición.
J. –Pero los hombres pueden no desear atenerse a la tradición. Pueden alegar que sólo aceptan aquello que sus ojos pueden ver.
S. –¿Creen ellos que George Washington existió?
J. –Seguro que sí.
S. –¿Y cómo lo saben? ¿Alguno de ellos lo vio?
J. –Es cierto señor que toda persona se apoya en
alguna forma de tradición, pues todo conocimiento de la historia es a
través de la tradición. Pero George Washington es una tradición
aceptada por todos los hombres.
S. –De ninguna manera. El vulgo de África, el
Cercano Oriente, India, China y Japón, no supieron nada de él en
ninguna generación. Aún hoy, la mayor parte de la humanidad no conoce
su nombre.
J. –Pero miles de sus compatriotas lo conocieron.
S. –¿Alguna vez hablaste con alguien que lo conoció?
J. –No, pero un hecho tan conocido debe ser aceptado como verdadero.
S. –¿Cómo sabes que George Washington era muy conocido en su época?
J. –A través de la historia escrita y por la historia oral que pasó de generación en generación.
S. –Entonces nuestra historia escrita, la Biblia,
está más difundida en el mundo que la historia escrita norteamericana,
al igual que nuestra historia oral tiene más difusión mundial que la
historia oral norteamericana. La historia norteamericana admite que
sólo miles de personas conocieron a George Washington, mientras que la
historia judía insiste en que la entrega de la Torá en el Monte Sinai
fue presenciada por millones. Muchos millones de personas de nuestra
nación en todas las generaciones testificaron las tradiciones
históricas que escucharon de sus propios padres, sin mencionar los
millones y millones de musulmanes y cristianos que por siglos han
creído y siguen creyendo hoy en día en este hecho histórico. No existe
una sola tradición histórica en el mundo incluyendo los últimos
acontecimientos de nuestro tiempo, que tengan tanta autenticidad como
este hecho tanto en los testimonios escritos, como en la opinión
pública basada en la tradición. Los norteamericanos en su mayoría, no
recibieron de sus antepasados esta tradición de George Washington, pues
ellos eran inmigrantes irlandeses, italianos, alemanes o eslavos que
se establecieron en los Estados Unidos mucho tiempo después que
Washington murió. Pero los judíos actuales son los descendientes de
hombres que vieron las diez plagas que asolaron a Egipto, que fueron
liberados de la esclavitud egipcia, que cruzaron en seco el Mar Rojo y
vieron la entrega de la Torá en el Monte Sinai; y estos hechos les
fueron relatados por sus propios padres, de generación en generación,
además de poseerlos por escrito desde el principio, cuyo texto original
ha sido transmitido hasta nuestros días sin la más mínima alteración.
Más de dos siglos antes que se destruyera el Segundo Templo, nuestras
Escrituras se tradujeron al griego. Desde entonces, las naciones del
mundo han tenido nuestras Escrituras y atestiguan su texto. Esto sucedió
sólo seis siglos después del Rey Salomón. Además los escritos de
Josefo han estado en manos no judías durante 2000 años. Pero por encima
de todo, está el hecho claro que nuestra nación, por más que se
retroceda en los anales de la historia, proclama en forma unánime, la
autenticidad y autoridad de las Escrituras.
J. –¿No tienen las otras naciones tradiciones con doctrinas distintas?
S. –Sus propias tradiciones refutan sus religiones y comprueban su falsedad.
J. –¿Cómo?
S. –Las tradiciones de los hindúes, chinos,
eslavos, escandinavos, griegos, romanos, fenicios, asirios y egipcios,
se muestran a sí mismas como una vaga y confusa mezcla de fantásticas
mitologías. Aunque tuvieron filósofos y maestros, ninguna de estas
tradiciones trata de hacer remontar una tradición ordenada o verosímil
de una Verdad dada por D–os. Por ejemplo, las enseñanzas de Confucio
influyeron en cierto grado sobre los chinos y las de Sócrates sobre los
griegos, pero estos maestros nunca dijeron haber recibido instrucción
Divina. Los antiguos galos, godos, tártaros, árabes (antes de Mahoma) y
mongoles, tenían sólo tradiciones confusas y desordenadas. Estas
tradiciones son en sí mismas la prueba más fuerte de su frivolidad e
incredibilidad. Además de la tradición de la Torá, hay sólo otras dos
tradiciones que tienen una apariencia de orden, la de los seguidores de
Yeshu y el Islam.
J. –¿Cómo es que sus tradiciones se refutan a sí mismas y comprueban su falsedad?
S. –Los escritos de los seguidores de Yeshu
establecen claramente que todos los Sabios de los judíos se oponían a
ellos. Ni un solo hombre culto los apoyaba. Los notzrim (cristianos)
también mencionan en sus escrituras que sus únicos seguidores eran
algunos de los hombres más ignorantes y personas de la clase más baja.
Aun entre ellos, la gran mayoría se oponía a los nazarenos. La
afirmación de Yeshu de ser profeta, estaba basada en su propia palabra,
pero ninguno de los Sabios o sus grandes asambleas que se encontraban
en ése entonces muy activas, lo apoyaban. Los escritos de los
seguidores de Yeshu coinciden en que los Sabios lo reprendían a él y a
sus seguidores por violar las leyes de la Torá. Los escritos lo
consideran de la simiente de David, pero al mismo tiempo afirman que no
tiene padre. Y bien, aun los más ignorantes de nuestro pueblo saben
que sólo el linaje a través del padre, se toma en consideración para la
genealogía bíblica. Además dijo que no pretendía cambiar la Ley de
Moshé, pero él mismo anuló algunas leyes y sus seguidores anularon
todas. También dice ser el Mesías, cuya función según se predice en la
Biblia, es redimir a Israel; pero con él vimos lo contrario de
redención. Asimismo, su argumento de ser el Mesías quedo refutado por
su muerte, pues el Mesías, como está claramente predicho por los
profetas, aparecerá y gobernará en Israel en persona. Además las
Escrituras predicen (Yishayá [Isaías] 45; Tzefaniá [Sofonías] 3) que
todas las naciones se unirán bajo la fe verdadera con el advenimiento
del Mesías; pero después de Yeshu, nada parecido aconteció. Por el
contrario, surgió el Islam y se expandió en muchas naciones, mientras
que el Cristianismo mismo se dividió en muchas sectas beligerantes que
se mataban entre sí.
J. –Estos son argumentos incontrovertibles.
S. –He aquí algunos ejemplos de los errores
extremos de los escritores del Testamento de Yeshu. Mateo escribe (23):
“Zacarías, hijo de Berequías, al cual matasteis”. ¡Éste es un grave
error! Pues al que asesinaron fue Zacarías el hijo de Yehoyadá (II
Crónicas 24), 254 años antes de la destrucción del Primer Templo;
mientras que Zacarías, el hijo de Berequías a quien no mataron,
profetizó en el segundo año de Darío, 70 años después de la destrucción
del Primer Templo. Un error de 324 años. También: (Marco 2) David
entró a la casa de D–os siendo Abiatar el sumo sacerdote. ¡Error! Vino a
Ajimélej, padre de Abiatar. Era Ajimélej y no Abiatar el sumo
sacerdote en esos tiempos; y Abiatar no se menciona en la visita de
David (I Shemuel 21). Una vez más: (Hechos 7) Y enviando Yosef, hizo
venir a su padre Yaakob y a toda su parentela, en número de setenta y
cinco personas. ¡Otro error! Sólo eran setenta. Otro ejemplo (ibid.)
Así descendieron Yaakob y nuestros padres (sus hijos) a Egipto, donde
murieron y fueron trasladados a Shejem para ser sepultados ahí. ¡Error!
Yaakob no fue enterrado en Shejem. Otra vez (ibid.) …trasladados a
Shejem para ser sepultados en la tumba que compró Abraham de los hijos
de Jamor en Shejem. ¡Varios errores! No fue Abraham sino Yaakob quien
compró tierra en Shejem (Bereshit 33); Abraham no compró tierra en
Shejem de los hijos de Jamor, sino en Jebrón a Efrón, como lo dice
textualmente en Bereshit 23 y en otras partes. Otra versión aún peor
dice que Abraham compró de Jamor el hijo de Shejem. ¡Error! Shejem era
el hijo de Jamor.
J. –Éstos son errores que cualquiera puede ver. ¿No los explican de alguna manera?
S. –A sus eruditos actuales no les faltan explicaciones, incluyendo la afirmación que nuestras
Escrituras son incorrectas. Pero aun dando las explicaciones que
quieran, los seguidores originales de Yeshu dieron un testimonio para
todos los tiempos de su clara ignorancia en asuntos sencillos. Pero
recuerda que estos primeros escritores, estaban también interesados en
comprobar su causa con las Escrituras, por lo tanto además de errores,
hay numerosos ejemplos de párrafos en las Escrituras que distorsionaron
intencionalmente. Por ejemplo, Pablo (a quien Tomás Jefferson llamó
“el gran corruptor”) trata de probar que el verdadero pueblo de D-os no
es Israel, sino aquellos seguidores de Yeshu, aun gentiles, y dice
(Romanos 9): como está dicho en Hoshea (2) “¡Llamaré al que no era mi
pueblo, pueblo mío!” ¡Una distorsión evidente! Lee al final del primer
capítulo de Hoshea. “Y D–os dijo, ponle por nombre LO-AMMÍ, porque no
sois Mi pueblo”. Luego al principio del segundo capítulo: “El número de
los hijos de Israel será como la arena del mar, que no puede ser
medida ni contada y sucederá, que en vez de lo que se les dijo
“Vosotros no sois Mi pueblo”, se les dirá “Vosotros sois los hijos del
D–os viviente”. Ésta es la misma idea que se repite al final del
capítulo “Y les diré a los que no habían sido Mi pueblo, eres Mi
pueblo”. Pablo distorsiona la misma promesa que D-os hizo a Israel como
Su pueblo, para demostrar lo contrario de lo que significa el
versículo, y probar que los gentiles serán llamados el pueblo de D-os.
Otro caso: el párrafo (Debarim 30) “Pues este mandamiento que Yo te
ordeno hoy, no es incomprensible para ti y no está lejos. No está en
los Cielos para decir: ¿Quién subirá por nosotros a los Cielos, lo
tomará para nosotros y nos lo hará escuchar para que lo cumplamos? Y no
está más allá del mar para decir: ¿Quién pasará por nosotros al otro
lado del mar y nos lo traerá y nos lo hará escuchar para que lo
cumplamos? Sino que la palabra está muy próxima a ti en tu boca y en tu
corazón, para cumplirla”. Éste es un claro y evidente pasaje acerca de
“Los Mandamientos” y la “palabra” de D–os que debemos “cumplir”.  
Pero ellos (Romanos 10) lo citan para comprobar su propio punto de
vista: “No digas en tu corazón quién subirá al Cielo, esto es, para
traer abajo al Mesías, o quién descenderá al abismo, esto es para traer
al Mesías de los muertos”. Otro caso: el pasaje (Salmos 40)
“Sacrificios y ofrendas no quisiste, (me hiciste entender) al abrir mis
oídos”. Un pasaje claro y manifiesto que el escuchar y obedecer a D–os
es más importante que el donar ofrendas. Pero ellos (hebreos 10) lo
citan para probar que el cuerpo de su guía se escogió como expiación en
lugar de las ofrendas y lo explican así: “Sacrificios y ofrendas no
quisiste, mas te apropiaste un cuerpo”. Otro ejemplo: el pasaje de
Hoshea (11) “Cuando Israel era joven Yo le amaba, y al sacarle de Egipto
le llamaba hijo Mío”. ¿Qué puede ser más obvio que eso? Pero ellos
alegan que este pasaje es prueba de que D–os mandó llamar a su guía de
Egipto, lugar al que dicen fue llevado de niño. Hasta un ignorante
sabría que este versículo es una repetición del pasaje (Shemot 4): “Y
dirás al Faraón, así dijo el Eterno: mi hijo, mi primogénito es Israel. Y
dije a ti envía a mi hijo y me servirá”. La lista de tales ejemplos es muy larga.
J. –¿Y el Islam?
S. –Las propias palabras de Mahoma en el Corán
refutan cualquier pretensión de veracidad. Sitúan a Hamán en los
tiempos del Faraón que esclavizó a los israelitas en Egipto. Comete dos
veces este craso error en dos distintas ocasiones. Él dice que fue el
rey Shaúl y no Guidón quien probó a sus hombres bajándolos al agua a
beber (Jueces 7). Acusa a los judíos de considerar a Ezrá como hijo de
D–os, tal como lo fue Yeshu para sus seguidores, aun siendo que nadie
de nuestro pueblo oyó alguna vez tal actitud para con Ezrá o cualquier
otro de nuestros Profetas o Sabios. Sus narraciones de la Biblia son
una miscelánea de errores. Alega que los judíos falsifican las
Escrituras para contradecir al Islam; sin embargo, el hecho que las
Escrituras ya estaban traducidas y en posesión de otras naciones 800
años antes de Mahoma, contradice esta declaración. Errores obvios como
estos, refutan cualquier pretensión de profecía.
J. –Siempre tuve la convicción de que éramos
capaces de refutar sus declaraciones, pero no me había dado cuenta,
hasta ahora, de qué tan claramente las refutaban sus propios escritos.
S. –Además, Mahoma declara en numerosos pasajes
que sus contemporáneos se mofaban de él como un impostor y le exigían
milagros y señales convincentes. El tema más frecuentemente mencionado
en el Corán, es la oposición y el escepticismo de su generación. Para
impugnar a sus opositores que lo ridiculizaban, su única arma era la
amenaza de castigo en el mundo por venir y la amenaza de destrucción en
esta vida, de la que frecuentemente se encargaba con su propia espada.
Tanto Mahoma, como los seguidores de Yeshu admiten que los judíos los
rechazaban y que sólo los idólatras se adherían a su causa. Los
mahometanos han mantenido en alto la verdad de nuestros libros
proféticos por 1300 años, y los seguidores de Yeshu lo han hecho por
2000 años. Y aun así, ambos admiten que nuestros Sabios se oponían a
ellos. Al admitir esto, comprueban su error.
J. –¿Cómo es eso?
S. –Porque la ley, que como ellos admiten
proviene de D-os, establece (Debarim 17) “Cuando fuere dificultoso para
ti un asunto de juicio, subirás al lugar que eligiere el Eterno, tu
D-os e irás a los sacerdotes, los levitas y al juez que esté en esos
días e inquirirás, y te dirán la palabra del juicio. De acuerdo a la
ley que te enseñaren, y según la ordenanza que te dijeren harás; no te
desvíes de lo que te dijeren, ni a la derecha, ni a la izquierda”. Si
todos los seguidores tanto de Mahoma como del Nazareno admiten que
todos los Sabios se oponían a ellos entonces, admiten también que los
judíos hacen bien al obedecer a sus Sabios.
J. –Pero tal vez el mandato se refiere sólo a los jueces de Jerusalem, que posiblemente no estaban ya en los tiempo de Mahoma.
S. –Estuvieron ahí en los tiempos de Yeshu y lo rechazaron, como lo admiten las propias Escrituras de sus seguidores. Por eso, los seguidores de Yeshu refutaron la ley que exige obedecer a los Sabios de Jerusalem,
“No te desvíes de lo que te dijeren, ni a la derecha ni a la
izquierda”. Y ya que Mahoma declara en el Corán, que Yeshu fue un
profeta, se opone igualmente a los Sabios de Jerusalem que lo rechazaron
y por lo tanto él también está equivocado.
J. –Así es que su propia tradición demuestra sus
falacias y su falta de conocimiento de las Sagradas Escrituras, así
como el hecho que los judíos conocedores de la Ley se oponían a ellos y
que sus únicos seguidores eran los hombres más ignorantes y los
idólatras.
S. –Y que no se realizaron a través de ellos
ninguno de los milagros evidentes, perennes, públicos e irrefutables.
Pero nuestra tradición se mantiene entre las de las demás naciones como
un ser viviente entre las estatuas de cera. Nuestros documentos
afirman que toda nuestra nación, (siendo de varios millones), atestiguó
con sus propios ojos y oídos la presencia de D–-os cuando Él les dio
Su Ley en el Monte Sinai, y nuestros escritos no registraron un solo
caso en que alguien desafiara este hecho. Nuestros documentos
establecen que las plagas se infligieron sobre Egipto a los ojos de
todos, tras haberse predicho que vendrían en la forma designada y en
tiempo establecido, toda la nación egipcia las experimentó y todo
nuestro pueblo fue testigo. Nuestros documentos establecen que toda
nuestra nación presenció la partición del Mar Rojo, a través del cual
pasamos y en el que los egipcios se ahogaron. Después de eso, durante
40 años, toda nuestra nación fue testigo constante de la nube de gloria
Divina y la columna de fuego nocturna, y por cuarenta años cada
persona comió lo que descendía del Cielo. Estos hechos no les fueron
contados por individuos, sino que fueron presenciados por millones. La
gente no era dócil, sino obstinada, pues se opusieron a sus guías en
numerosas ocasiones y aceptaban sólo lo que podían ver. Aceptaron la
Torá, no porque Moshé (Moisés) les mostró milagros, sino porque oyeron
la voz de D-os que les hablaba desde el Monte Sinai. Tras recibir la
Torá, pasaron cuarenta años en estrecha unión y escaso contacto con
otras naciones, para que pudiesen consolidar su conocimiento de Torá
sin infiltración de influencias extranjeras. Ya que no poseían tierras
para labrar ni comercios, tenían el suficiente tiempo libre para
dedicarse al estudio de la Torá con la máxima diligencia. La Torá no
fue predicada por individuos que posteriormente lograban persuadir o
coercer multitudes, como las religiones creadas por el hombre. Desde el
primer día, la Torá fue aceptada por toda la nación sin excepción.
Nuestras crónicas sagradas son escrupulosamente honestas en revelar las
faltas de hasta los hombres más grandes; y aunque se registran casos
de desobediencia, nunca hubo un solo caso en que se desafiara la verdad
de la Torá o de los eventos del éxodo en el desierto, en los 1380 años
desde que fue recibida la Torá en el Monte Sinai hasta la era del
Segundo Templo y aún después.
J. –Ahora entiendo por qué las últimas palabras
de la Torá son: a los ojos de todo Israel”. “Y no surgió otro profeta
en Israel, como Moshé… y a quien el Eterno enviare a hacer todas las
señales y los prodigios en la tierra de Egipto, al Faraón, y a todos
sus siervos, y a todo su país; y por toda la mano poderosa y por todo
el temor grande que causó Moshé a los ojos de todo Israel”. El hecho
que tal expresión esté colocada en el mismísimo fin de la Torá, es
evidencia de su extrema importancia.
S. –Bien dicho. Y se enfatiza esta máxima una y
otra vez. Estos no fueron asuntos realizados en forma privada,
presenciados por algunos individuos que luego persuadieron multitudes a
creer. La multitud fue testigo ocular. “Y habló
Aharón todas las palabras que dijo el Eterno a Moshé e hizo las señales
a los ojos del pueblo” (Shemot 4:30). “Y alzó la vara y golpeó las
aguas que había en el río, ante los ojos del Faraón y ante los ojos de
sus siervos, y se convirtieron las aguas que había en el río, en
sangre” (ibid. 7:20). “E Israel vio a los egipcios muertos sobre la
orilla del mar” (ibid.14:30). “Y
vio Israel el poder grande que usó el Eterno contra los egipcios”
(ibid. 14:31). “Y que estén preparados para el tercer día, porque en el
tercer día descenderá el Eterno a la vista de todo el pueblo sobre el
Monte Sinai” (ibid. 19:11). “Y todo el pueblo percibía los truenos y
las llamas y la voz del cuerno y el monte estaba humeando” (ibid.
20:18). “Y el aspecto de la gloria del Eterno, como fuego devorador en
la cima del monte, a los ojos de los hijos de Israel” (ibid. 24:17). “Y
vieron Aharón y todos los hijos de Israel a Moshé, y he aquí que
brillaba la piel de su rostro y temieron acercarse a él” (ibid. 34:30).
“Porque la nube del Eterno estaba sobre el tabernáculo de día y fuego
había de noche en él a los ojos de toda la casa de Israel, durante
todos sus viajes” (ibid. 40:38). “Que Tú, el Eterno, estás entre este
pueblo, que a la vista Te apareciste Tú, el Eterno, y Tu nube está
sobre ellos, y en columna de nube, Tú andas delante de ella de día, y
en columna de fuego de noche” (Bamidbar 14:14). “Al día siguiente de
Pesaj salieron los hijos de Israel con las manos en alto, a los ojos de
todo Egipto” (ibid. 33:3). “Y dio el Eterno señales y prodigios
grandes y funestos en Egipto, contra el Faraón y contra toda su casa, ante nuestros ojos” (Debarim 6:22).












Shavuot: El Secreto de la Unión




Shavuot: El Secreto de la Unión

Estamos a pocas horas de Shavuot, una de las tres festividades en
que la Torá nos ordena subir a Ierushalaim, para llevar las ofrendas de
la cosecha al Templo sagrado. En Pesaj, el principio de la temporada
de la cosecha en Israel, se lleva la ofrenda del trigo, en Shavuot
llevamos las primicias de la cosecha de cebada, que conocemos como el
Omer. Esta ofrenda es diferente de otras porque es colectiva. Se va
acopiando todos los aportes de los agricultores y se toma una pequeña
cantidad que se mezcla con aceite para hacer una masa. Esta ofrenda es
llevada al Altar, y allí el Sumo Sacerdote realiza la ofrenda de Minjá,
que consiste en tomar una pequeña cantidad de esa mezcla entre en sus
dedos medio y anular, y arrojarla al fuego. En esa pequeña ofrenda se
unen todas las intenciones y almas de todo el Pueblo de Israel. Esta
unión, aparentemente simbólica e indirecta, es justamente la condición
para poder recibir la Torá, la sabiduría de Hashem que expresa Su
Voluntad para cada pueblo, cada persona y para cada uno y una de los
infinitos componentes que creó y crea continuamente. Para llegar a esta
unión hace falta un proceso colectivo e individual que lleve a que sea
verdadera y profunda, eterna y fuerte que no se desintegre ante las
pruebas de la vida. Como en la generación de la Torre de Babel, que
estaban unidos en aras de un objetivo en común, construir un edificio
que llegue hasta el Cielo y allí luchar contra Hashem. En otras
palabras, creían en que existía Dios, pero pensaban que era un ente que
podía ser sometido y utilizado para sus propios fines. Esta era una
unión era tan fuerte que Hashem tuvo que confundir sus lenguas para
destruirla, estaba destinada al fracaso, porque estaba impulsada por el
egoísmo del corazón del hombre que ve a la Creación como algo que fue
creado para él, para satisfacer sus deseos y necesidades a expensas de
los demás. Pero la unión para recibir la Torá tiene que ser algo
verdadero y eterno. Para llegar a ella el Baal Shem Tov nos enseñó un
proceso de refinamiento y superación de tres etapas: sumisión,
separación y dulcificación. ¿Cómo sabemos que esto es así? Porque como
todas las cosas verdaderas tiene su base en la Torá. Justamente lo
aprendemos de los versos anteriores a la llegada del pueblo de Israel al
Monte Sinaí, el 1 del mes de Siván, para prepararse a recibir la Torá
(Éxodo 19:2-4:): “A principios del tercer mes, después de haber salido
los Hijos de Israel de la Tierra de Egipto, en este día llegaron al
desierto del Sinaí” “Y salieron de Refidim y vinieron al desierto del
Sinaí, y acamparon en el desierto, y acampó allí Israel frente al Monte”
“Y Moshé subió hacia Dios y lo llamó Havaiá desde el Monte
diciéndole: ‘Así hablarás a la Casa de Iaakov y le dirás a los Hijos
Israel” Explica Rashi “ya había dicho la Torá que estaban en Refidim y
fueron al desierto ¿para qué había que repetir que salieron de Refidim?
Porque así como llegaron al desierto en teshuvá, (retorno a Dios)
también salieron de Refidim en teshuvá”. Para entender este primer paso
como la sumisión necesaria para la preparación de la recepción de la
Torá, debemos recordar que allí se asentaba el pueblo de Amalek.
Amalek, de guematria safek, “duda”. Es ese sentimiento que nos enfría y
nos hace preguntarnos ¿Acaso está Hashem en nosotros? En lo que
estamos haciendo, en lo que es y significa la Torá. Explican los
sabios Refidim como rifióniadaim, “bajar los brazos”, desalentarse y
darse por vencido frente a la tarea del estudio de la Torá, que
necesita fuerza de voluntad y decisión de querer retornar a Hashem y
conectarse con Él. Entonces “y salieron” es alejarse del pecado,
someterse a Dios. Es la teshuvátataá, el retorno o arrepentimiento
inferior de alejarse del pecado proveniente de la duda. Primer paso.
Pero un talmidjajam, una persona que se dedica al estudio de la Torá y
se aleja del pecado, puede estar haciéndolo por interés propio, o por
miedo al castigo, por su ego, por eso debemos seguir adelante. El
segundo paso de “acamparon” en el desierto es la separación o havdalá
necesaria para meditar y conocerse a sí mismo y ver las cosas
objetivamente. Pensar por qué las hacemos, si es porque nosotros
decidimos que eso está bien o es de nuestro interés particular o porque
nuestro objetivo es en aras de algo superior en armonía con la
Voluntad del Creador. Y no hay mejor lugar para enfrentarnos a nosotros
mismos que la soledad del desierto, que en nuestra generación puede ser
perfectamente también en medio del bullicio del centro de la ciudad.
Solos con Dios, liberados de la influencia de los deseos materiales, nos
anulamos frente al infinito. Esta autoanulación nos lleva a retornar a
Dios con humildad, de una manera más elevada llamada teshuvá Ilaá,
“retorno superior”, de querer cumplir la voluntad de Dios pero sólo
porque así Él lo quiere, porque sabemos que Su saber es el correcto y al
anularnos nos hacemos uno con Él. Una sola voluntad. Y salieron… y
vinieron… y acamparon… nos está indicando que aún estaban separados
entre ellos. Había una pluralidad que habla de la desconexión entre la
mente y los sentimientos, que produce a su vez sentimientos enfrentados
y disgregados. Pero justamente allí se estaba gestando la tercera
etapa de dulcificación, que en nuestro caso es la unidad que nos
capacita para ser un recipiente adecuado para la recepción de la Torá.
Refinar la mente y los sentimientos es aprender a que trabajen en
conjunto, se inter incluyan en estructuras o partzufim. En el desierto
miramos a nuestro alrededor, con la vista baja para que el sol no nos
lastime los ojos, pero cuando “y acampó allí Israel frente al Monte”
los ojos se dirigieron a lo alto, hacia ese lugar en que Dios se iba a
posar para dar por anulado el decreto de que “Las alturas no bajarán a
los mundos inferiores y los inferiores no subirán a las alturas”. Esa
elevación cósmica produjo en el Pueblo de Israel que “y acampó”, en
singular. Como dice Rashi “como un solo hombre y un solo corazón”. La
dulcificación final del Baal Shem Tov, que si meditamos en ella podemos
referirla y utilizarla para todos los procesos de nuestra vida. En
Cabalá esto se denomina la elevación del reinado hacia la corona. El
Maljut refinado producto de recibir la interacción armónica de todas
las sefirot intelectuales y emocionales, puede elevarse por sobre ellas
transformándose en su Corona. El secreto de “la mujer (maljut) de
valor es la corona (keter) de su marido (jojmá). Explica la Cabalá y el
Jasidut que la sefirá que justamente tiene la capacidad de producir la
unión es Daat, “conocimiento”: “Y Adam conoció (daá) a Javá”. El Sefer
Ietzirá dice que las sefirot son 10 y no 11, 10 y no 9. Siempre son
diez porque cuando figura Keter no está Daat y viceversa. Daat se ocupa
de unir las sefirot intelectuales con las emocionales, por el poder
del conocimiento que proviene directamente de la Conciencia Suprema
llamada Corona o Keter. Entonces, cuando el Conocimiento Supremo está
revelado, todas las sefirot se unen automáticamente. En realidad Daat
no se considera una sefirá, sino más bien ese poder de unión. En
nuestro mundo material, en que Dios, lo espiritual, lo inconsciente no
está revelado, se reconoce a Daat como la sefirá intermediaria de esa
unión. Este es también el secreto de la parashá de semana, Nasó. Esta
palabra se traduce comúnmente como “censo”, contar personas o cosas.
Pero la traducción del hebreo es “elevar”, como dice “eleva la cabeza
de los hijos de Merarí, de la tribu de Leví…”. Siempre que el pueblo de
Israel se enfrenta a una prueba o una tarea especial, Hashem los
cuenta, como el dueño de un tesoro que no se cansa de volver a repasar y
pulir sus joyas. Si falta alguna piedra preciosa la va a buscar por
todos lados, aunque tenga miles de ellas. De esta manera Hashem eleva a
cada uno y uno de nosotros para saber que tenemos una tarea especial
que hacer, que nadie puede faltar, que juntos formamos una unidad
estructural. Este es también el secreto del Jasidut, que nos reúne a
todos a través de unir la Torá escrita y la oral, la revelada y la
oculta, el Musar y la Cabalá, lo espiritual y la naturaleza (ciencia),
la mente y los sentimientos, el Pueblo de Israel y los Justos de las
Naciones. Entonces, cuando estamos unidos, cada uno con la tarea que
Dios le ordenó, con la mente y sentimientos en armonía, podemos estar
“frente al Monte”, mirar hacia arriba y ver cómo el Moshé Rabeinu de
nuestra generación, el Mashíaj Verdadero, sube al monte para descender
con la Voluntad Revelada de Hashem, la noticia de la Nueva Torá, esa
misma Torá que recibió aquella vez, pero nueva frente a nuestros ojos
sin mantos que los nublen. Porque en ese día, de la Redención verdadera y
definitiva, veremos con nuestra carne que “la tierra se llenará del
conocimiento de Dios, como la aguas cubren el mar”. (basado en las
enseñanzas del rabino Itzjak Ginsburgh shlita, especialmente de la
clase de Rosh Jodesh Siván 5769)Jag Shavuot Sameaj, recibamos la Torá
con Alegría y Profundidad Con Bendiciones desde la Tierra de Israel La
Dimensión Interior Tomado de: http://dimensiones.org/canales/vidmodrn/viviendo%20con%20el%20tiempo/SIVAN/sivan69.htm














¿Por qué contamos el Omer?




¿Por qué contamos el Omer?

Por Ierujam Eilfort

A partir de la segunda noche de Pesaj hasta el día anterior a la
fiesta de Shavuot, el pueblo judío comienza una Mitzvá única llamada
sefirat ha’omer (cuenta del omer).La Tora nos ordena contar cada año
siete semanas completando un total de 49 días. Al final de este
período,celebramos Shavuot, que significa “semanas.”

Esto es considerado una Mitzvá, por eso la Cuenta del Omer, que
recitamos cada noche, es precedida por una bendición. Sin embargo,
podemos recitar la bendición, solo si no hemos faltado a la cuenta. Si
hemos olvidado de contar el Omer, aunque sea una noche, no podemos
recitar más la bendición, sino debemos escuchar la bendición de otra
persona que si haya mantenido la cuenta completa y después hacemos
nuestra cuenta.

Durante los tiempos del Santo Templo de Jerusalem, después de contar el
Omer, era traída una ofrenda especial de grano. Esta ofrenda que se
traía, era agitada en diversas direcciones, similarmente a cómo se
agita el lulav durante la fiesta de Sucot, para demostrar que la
presencia del Todopoderoso lo abarca todo.

¿Por qué contamos actualmente? Existen varias razones. La primera es,
que la cuenta manifiesta nuestra emoción frente a la inminente entrega
de la Torá, celebrada en Shavuot. De la misma forma que un niño cuenta a
menudo los días hasta el termino de las clases, o por las próximas
vacaciones de la familia, así también nosotros contamos los días para
demostrar nuestro entusiasmo en recibir nuevamente la Torá (que de
hecho, recibimos la Torá en un sentido renovado cada año).

También sabemos que este período es apropiado para prepararse y
refinarse espiritualmente. Cuando el Pueblo judío estaba en Egipto hace
casi 3.400 años, se habían asimilado a muchas de las inmorales
costumbres de los egipcios. Los judíos se habían hundido en un nivel sin
precedente de decadencia espiritual y estaban al borde de la
destrucción. En el último momento posible, los hijos de Israel fueron
redimidos milagrosamente. Experimentaron un renacimiento espiritual y
ascendieron rápidamente a un estado colectivo de santidad nunca antes
alcanzado. Eran tan santos, de hecho, que cuando estaban parados al pie
del Monte Sinai para recibir el Torá, fueron comparados a los ángeles.

Fue durante ese período de 49 días que experimentaron esta
transformación tan radical. ¡De los niveles mas despreciables, a las
alturas más excelsas en apenas siete semanas!

Los mandamientos de la Torá no son simplemente una parte de nuestra
historia, sino que por el contrario representan una lección de vida para
cada judío. Vemos la Torá como si fuese entregada cada día nuevamente
y nos ocupamos de ella y de sus mandamientos con un vigor renovado.

También debemos aplicar a nuestra vida cotidiana esta lección de la
cuenta de omer. Es específicamente durante este periodo que debemos
esforzarnos para crecer y madurar en nuestro estado espiritual. La Torá
no nos permite que nos consideremos satisfechos con nuestro actual
nivel de espiritualidad. Por el contrario nos exhorta a fijarnos altas
metas para nosotros mismos y después esforzarnos metódicamente hasta
alcanzar esas metas.

El crecimiento que experimentamos durante este tiempo es comparable con
un maratón. Establecemos el ritmo y lo intentamos mejorar día a día
hasta que alcanzamos el día en que recibimos nuevamente la Torá. En este
proceso miramos profundamente dentro de nosotros y trabajamos sobre
todos nuestros aspectos negativos. Si nos vemos desprovistos de
amabilidad, cambiamos nuestra agenda para hacer mas obras caritativas.
Si estamos faltando en el área de la justicia, nos comprometemos a
elevar nuestros niveles de entereza mejorándolos para elevarlos al
máximo de nuestras posibilidades. Y así también en todas las áreas de
nuestra personalidad.


Tomado de: http://www.es.chabad.org/library/article_cdo/aid/511943/jewish/Por-qu-contamos-el-Omer.htm