martes, 24 de mayo de 2016

Los Judeo-Conversos y sus descendientes: Una sociedad compleja

Los Judeo-Conversos y sus descendientes: Una sociedad compleja














































Nathan Shteremberg, Presidente. May Samra, Directora.




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Los Judeo-Conversos y sus descendientes: Una sociedad compleja



IRVING GATELL PARA LA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO


Hay muchos términos que se usan indistintamente para referirse a este
complejo grupo: Judeo-Conversos, Bene Anusim, Marranos, Cripto-Judíos y
Cristianos Nuevos.


Mucha gente cree que son términos equivalentes, pero no es así. Hay
que entender la diferencia entre unos y otros para poder percibir el
fenómeno en su justa medida. Sólo así podemos percibir lo complejo que
fue este grupo y, por lo tanto, lo complejo que resulta la situación
actual para los que pueden ser identificados como sus descendientes.


En términos simples, el fenómeno empezó con los judíos que -por las
razones que sean- aceptaron convertirse al Cristianismo. En términos
cristianos, se les llamó Judeo-Conversos. En términos judíos debían ser,
simplemente, apóstatas.


Sin embargo, se dio el fenómeno de que muchas conversiones fueron
impuestas, no voluntarias (el caso más extremo fue el de los judíos
portugueses en 1497). A estos se les llamó, entonces, “forzados” o
ANUSIM.


En consecuencia, al mismo tiempo existieron JUDEO-CONVERSOS que
podían ser APÓSTATAS o FORZADOS. De acuerdo a la legislación religiosa
judía, el APÓSTATA pierde de inmediato su estatus religioso como judío,
porque ha aceptado practicar otra religión.


Entonces, el hecho de ser JUDEO-CONVERSO no significa automáticamente
que uno sea un ANUS (forzado). Tendría que revisarse caso por caso para
ver cuáles conversiones fueron voluntarias y cuáles fueron forzadas.
Eso ya implica un primer problema complejo.


El asunto se pone peor: según la legislación judía, la identidad
espiritual judía se hereda por naturaleza por la vía materna. Entonces,
todo hijo nacido de madre judía es judío por derecho propio.


¿Qué pasa con el hijo de una apóstata? En circunstancias normales,
tenía que haber sido educado como judío, pero por la decisión de su
madre de cambiar de religión ya no lo fue. La Torá es muy clara respecto
a que los hijos no pueden ser culpados por los pecados de sus padres.
Por lo tanto, el hijo no es considerado apóstata. Dado que pudo ser
educado como judío pero no lo fue, se le considera un ANUS, es decir,
alguien forzado a vivir en una religión diferente cuando tenía el
derecho natural de ser judío.


Por lo tanto, los hijos de las mujeres judías que se convirtieron
voluntariamente al Cristianismo sí conservan el estatus de “judío
forzado”, aunque su madre -o sus padres- estén definidos como
“apóstatas”.


El problema se puede seguir complicando: si estos hijos con derecho a
retornar al Judaísmo nunca lo hicieron, entonces se autodefinieron como
cristianos. Simplemente, eran cristianos nacidos de padres cristianos y
al no ejercer su derecho de retorno al Judaísmo, el Judaísmo no podía
intervenir de ninguna manera.


En ese caso, sería la siguiente generación la que podría recibir el
estatus de “forzados”, siempre y cuando fueran descendientes por la
línea materna. Sin embargo, el Judaísmo puso un límite, eminentemente
por razones prácticas: el estatus de “forzado” sólo podía reclamarse
hasta la quinta generación. Después, la familia entera habría perdido el
derecho de retorno al Judaísmo (y repito: fue una medida eminentemente
práctica, ya que no se dieron casos donde descendientes de
Judeo-Conversos definidos como “apóstatas” intentaran retornar al
Judaísmo después de cinco generaciones, que viene siendo un poco más de
un siglo).


Pero sí se dio otro caso: familias de Judeo-Conversos que siguieron
practicando el Judaísmo en secreto. A estos se les llamó Cripto-Judíos, y
la legislación judía estableció que la norma del límite de cinco
generaciones sólo se aplicaría en las familias que hubieran dejado de
practicar el Judaísmo.


Entonces, un siglo después de las conversiones masivas -pongamos como
ejemplo las que se dieron entre 1492 y 1497-, había muchos
descendientes de Judeo-Conversos, pero unos eran apóstatas, otros eran
frozados, otros eran descendientes de forzados (Bene Anusim, en hebreo),
de los cuales algunos tenían derecho al retorno al Judaísmo pero otros
no, dependiendo de si sus familias eran Cripto-Judías (es decir,
practicantes clandestinos de la religión judía).


Naturalmente, el asunto no se dividía por familias. Los registros de
la Inquisición reflejan que en una misma familia había de todo: sinceros
católicos o rabiosos Cripto-Judíos. Es decir, apóstatas y Bene Anusim
al mismo tiempo.


Por ello, en una misma familia podía darse cualquier combinación en
la que unos conservaran el derecho a retorno al Judaísmo pero otros no.


Con esto podemos empezar a entender lo complicado que resulta juzgar
este tema en nuestros días, especialmente cuando alguien pretende
“regresar” al Judaísmo sin poder demostrar objetivamente su origen.


Pero el asunto no acaba aquí. Además, está el problema de los mestizajes.


En la nota anterior mencionamos que hubo núcleos duros que
establecieron códigos de identificación lo suficientemente efectivos
como para sólo emparentar con otras familias de origen judío.


Pero dichos núcleos fueron la minoría de los casos. En todas las
familias -alrededor de esos núcleos- muchas personas contrajeron
matrimonio con no judíos -españoles, portugueses, indígenas o mestizos-,
y el fenómeno se tornó más complicado.


En un momento dado, aparecieron familias mestizas donde se podían
reproducir los mismo fenómenos que en las familias cien por ciento
judías: si se preservaba la línea matrilineal y la práctica del Judaísmo
de manera clandestina, había personas que podían ser definidas como
Anusim o Bene Anusim y, por lo tanto, con derecho a retornar al
Judaísmo.


Pero se dieron los otros casos: familias donde no se perdió la línea
matrilineal, pero sí la práctica del Judaísmo, y familias donde se
perdió la línea matrilineal, pero no la práctica del Judaísmo.
Legalmente, en ambos casos se perdió el derecho de retorno al Judaísmo,
pero eso no anula que en la realidad inmediata de estas familias -me
refiero al segundo caso- ellos se siguieron considerando judíos.


Ahora bien: todo este asunto fue visto desde otra óptica al interior de la Iglesia Católica.


En términos generales, todo este tipo de personas eran definidos como
“cristianos nuevos”, término derivado de las reglas de “limpieza de
sangre”, que originalmente establecían que un “cristiano viejo” era
aquel que no tenía judíos ni musulmanes en cuatro generaciones hacia
atrás. Luego el requisito fue ampliado a siete.


La Inquisición fue el organismo dedicado a supervisar la “pureza de
la fe” de estas familias, y el único caso al que le ponía atención era
al de los Cripto-Judíos (los que seguían practicando el Judaísmo
clandestinamente), sin importar si estos calificaban como judíos según
las normas del Judaísmo. Por ello, fueron acusados de “judaizantes”
muchas personas que no hubieran sido reconocidas como judías por las
comunidades de Europa.


Sin embargo, hubo un severo problema estructural en la Inquisición
que provocaron que su labor fuera confusa y excesiva: nunca desarrolló
controles para garantizar que sus procesos judiciales se dirigieran a
personas que realmente estuvieran incurriendo en una “falta” (desde el
concepto católico, naturalmente).


Muchas de las acusaciones de “judaizar” se hicieron más por motivos
políticos o comerciales que por razones verdaderamente religiosas. La
Inquisición fue totalmente ineficaz para garantizar que esto no
sucediera, y la crueldad de sus métodos para interrogar a los acusados
arrancó muchas confesiones falsas que pasaron al expediente como
válidas.


En consecuencia, mucha gente que no tenía por qué ser juzgada por la
Inquisición -eran buenos y sinceros católicos cuyo único pecado era
tener origen judío-, fue procesada con la misma crueldad que los que
seguían practicando la religión judía en secreta.


La consecuencia sólo vino a hacer más complicado el panorama: los
“cristianos nuevos” tuvieron que cerrarse como grupo para protegerse lo
más posible unos a otros, sin importar si eran sinceros católicos o
fervientes Cripto-Judíos. Al final, importaba poco la postura religiosa
de una familia para emparentar con otra. Lo importante era identificarse
como “gente de razón” -es decir, del mismo origen judío- y conservar de
ese modo una cierta seguridad entre todos.


Entonces, repasemos las definiciones:


Este fenómeno empieza, por una razón u otra, con aquellos que podemos
definir como Judeo-Conversos. Es decir, personas nacidas dentro del
Judaísmo que, por cualquier razón, se integraron a la práctica de otra
religión (el Catolicismo, en este caso concreto).


Hubo dos tipos de Judeo-Converso: el apóstata, o aquel que aceptó
voluntariamente la conversión; y el forzado (Anus), o aquel a quien le
fue impuesta la conversión.


En este último caso -Anusim o forzados- entran aquellos hijos de
apóstatas que, si eran de madre nacida judía, se les considero
“forzados” porque por derecho natural hubieran podido ser educados como
judíos. Sin embargo, las circunstancias -más allá de su voluntad- los
frozaron a crecer como cristianos.


Todas las definiciones anteriores son la base mediante la cual se
podía determinar, en los siglos XVI y XVII, quiénes eran judíos por
derecho natural y quiénes no.


Sin embargo, la división entre sinceros católicos y fervientes Cripto-Judíos no fue equivalente a las diferencias señaladas.


En ambos grupos hubo tanto unos como otros. Es decir: había personas
que podían reclamar el derecho al retorno al Judaísmo, pero eran devotos
cristianos. Lo mismo, había personas que no hubieran podido reclamar
ese mismo derecho, pero siguieron practicando el Judaísmo de manera
clandestina.


Entonces, un Cripto-Judío se define como aquel que practicó la
religión judía en secreto, independientemente de su condición legal ante
el Judaísmo. Es lógico suponer que la mayoría fueron personas que
habían preservado los elementos originales de su identidad judía y, por
lo tanto, tenían derecho al retorno oficial a su fe ancestral. Pero se
dieron casos de personas que desde el punto de vista judío no eran
judíos, y que de todos modos practicaban la religión de Israel en
secreto.


Dentro de todo este panorama, ¿qué vienen siendo los BENE ANUSIM?


Aquí hay que señalar un detalle preciso -que vamos a ampliar en la
siguiente nota- y es que todas las responsas rabínicas que se han
emitido desde el siglo XVI hasta la fecha al respecto, definen al BEN
ANUSIM COMO JUDÍO.


Entonces, los Bene Anusim son judíos, y su identidad se define
exactamente como se define la identidad de un judío: son lo que son por
el derecho que les confiere haber nacido de una madre judía (en este
caso no aplican los criterios de conversión por razones obvias).


La única aclaración que hay que hacer al respecto es que los Bene
Anusim, por ser descendientes de judíos forzados a cambiar de religión,
requieren ser parte de una familia donde no se haya dejado de practicar
el Judaísmo durante cinco generaciones. De lo contrario, pierden la
condición obligada para que se les reconozca su identidad como judíos.


El problema, por lo tanto, no está en la definición de qué es un Ben
Anusim, sino en la determinación de QUIÉNES tienen derecho a ser
reconocidos como tales (porque automaticamente implica que se les
reconoce como judíos).


En los últimos años, varias personas han sido reconocidas como
genuinos Bene Anusim, y eso implica que se les ha reconocido como
verdaderos judíos, pese a que “oficialmente” sus familias habían
cambiado de religión hace cinco siglos.


El meollo, para una persona interesada en esto, es demostrar que en
su familia se conservó la línea materna judía, y que se siguió
practicando el Judaísmo, por lo menos en un grado mínimo.


Eso es lo que no resulta sencillo hoy en día, y por ello mucha gente
apenas puede demostrar ser descendiente de Bene Anusim, pero no un Ben
Anusim como tal.


Visto este panorama complejo, en la próxima nota vamos a ahondar más
en las prescripciones legales que diversos rabinos establecieron durante
los siglos XVI y XVII, principalmente, y nuevamente durante el siglo
XX.


Con ello, tendremos el panorama suficientemente claro para analizar
casos y situaciones de nuestra época respecto a este fascinante y
complejo tema.





5 Comments


  1. Eitan Rgz
    Irving Muchas felicidades por tu articulo

    ¡¡¡ Muy bueno¡¡¡¡


    No deja un panorama mas claro y sobre todo lo ver con claridad este Tema que es muy complejo.

    Ya que hoy en día con lo mismo que tenemos acceso a mas información,
    tenemos mucha gente que viene y dicen que son anusm, cryto-judios, que
    desciende de judio-converso. Y es gente que inventa cosas, y dicen que
    su abuela era judía, o que prendía velas los viernes…entre otras cosas

    Pero el detalle es un fenómeno que pone de moda “el ser judío” pero la
    gran mayoría carece de convicción real, y no esta en su vida real el ser
    judio, o que sea un Prioridad, sino mas bien como un eslogan.




  2. adria
    El Rey Salomón no guardó el pacto con Adonai, ver Deuteronomio 17 verso 16 y 17, 1

    Reyes Cap. 10 verso 27 y 28, 1 Reyes Cap. 11 verso 1 al 3.

    Jeroboam se rebeló contra Salomón, el viene de Efraín, hijo de José, hijo de Jacob, ver

    Génesis 48 verso 5 al 20. Jacob puso la mano derecha sobre Efraín que era el hijo menor

    de José y la mano izquierda sobre Manasés que era el hijo mayor, haciendo la primera

    letra del alefato hebreo que es Alef.

    Encontramos en 1 Reyes Capítulo 11 verso 26 al 31 como el profeta Ahías, rompió su

    manto en 12 pedazos y dio 10 pedazos a Jeroboam. Esto indica que 10 tribus se separarían

    de Judá y Benjamín. Jeroboam hizo que el pueblo pecara ver 1 Reyes 12 verso 25 al 33.

    Vino el juicio de Adonai (1 Reyes 14 verso 15 y 16).

    Adonai les quita a estas 10 tribus el gozo y las fiestas, ver Oseas 2:11, los echa del servicio

    de los kohanim (sacerdotes).

    Israel (nos referimos a las 10 tribus conocido como la casa de Israel) fue como una torta

    no volteada en el fuego (Oseas 7:8), traspasaron el pacto de YHWH (Oseas 8:1-3). La Torah

    les pareció cosa extraña (Oseas 8:12) y el Eterno les dio a comer cosa inmunda. Judá

    seguía fiel (Oseas 11:12).

    La casa de Israel, pecó adorando a Baal (Oseas 13:1). Parecería que todo estaba perdido

    pero YHWH promete un nuevo pacto Jeremías 31:31.

    Ciertamente unas de las ramas (del pueblo de Israel) fueron desgajadas, pero no todas, en

    Hechos 21:20 encontramos como millares de judíos creyeron en Yahshua como el Mesías

    y eran celosos de la Torah. Entonces entendemos que las 10 tribus representan al hijo

    menor o casa de Israel o Efraín.

    2 tribus representan al hijo mayor: Judá.

    Esto tiene una estrecha relación con la parábola de Yahshua HaMashiaj en Lucas 15 verso

    11 al 32, donde el hijo menor vuelve a su padre y esto sucede en esta madrugada del

    tercer día profético y lo encontramos en Oseas Cap. 6 verso 1 y 2.

    La casa de Israel se paganizó y ahora se encuentra dispersa entre todas las naciones.

    El ejemplo claro lo tenemos aquí en México, donde gran parte de la población desciende

    del pueblo español, y es precisamente en Sefarad lo que ahora es España y Portugal,

    habitaron muchísimos israelitas, ver Abdías verso 20, por lo tanto muchísima gente sin

    saberlo viene del pueblo judío y bíblicamente hablando es parte de la casa de Israel que

    en esta madrugada del tercer día profético está descubriendo sus raíces hebreas y el

    padre Eterno está restaurando todas las cosas, es decir no es renovar sino restaurar,

    volver a lo original, ver Hechos 3:21, todos los primeros creyentes fueron judíos y los

    discípulos de los apóstoles eran instruidos en la Torah como cada Shabbat en las

    Sinagogas ver Hechos 15:21.

    No es judaizar, es restaurar, el que habla mal contra el pueblo judío o contra un judío se

    maldice ver Génesis 12 verso 3, aquel que habla mal o trata mal a Israel en Zacarías 2

    verso 8 dice que es como si le tocaran la niña de su ojo a YHWH.

    Yahshua vino a buscar a las ovejas perdidas de la casa de Israel, a las 10 tribus ver Mateo

    15 verso 24.

    Solo un remanente de la casa de Israel será salvo (Romanos 9:27).

    El mismo Caifás sabía perfectamente bien por ser estudioso de la Torah que el Mesías a

    eso vendría, aunque no lo reconoció (Juan 11 verso 49 al 52).

    Por eso ahora observamos que se cumple ante nuestros propios ojos la profecía de

    Ezequiel 37 donde los huesos secos (casa de Israel), multitud de gentiles se están

    convirtiendo al Dios de Israel reconociendo a Yahshua como el Mesías, guardando la Torah

    Emet por descubrir sus raíces hebreas.




  3. Elevterios Quiroz
    Hay un personaje histórico, de cuando ocurrió el desenlace de la
    “reconquista”, líder de los árabes que se le conoció entre los
    cristianos como El Zagal. Resulta que en la lista de Pere Bonnin de
    apelativos sefaradim se señala Zagal como un apellido de estos judíos
    oriundos de Hispania: ¿qué no será señal de que entre los sefaradim hubo
    conversos del islam al judaísmo, o que se casaban los judíos con
    musulmanes?, y esto último no sonaría nada descabellado porque en Toledo
    por ejemplo se sabe que el derecho musulmán, cuando era dominio árabe,
    que se “adelantó” por muncho en cuanto a sus libertades de culto durante
    el medioevo al derecho de los cristianos occidentales, permitía la
    pacífica convivencia de cristianos, musulmanes e judíos. Y Zagal non fue
    el único apellido sefaradim que podría tener génesis árabe que vide en
    esa lista, también recuerdo haber visto el apelativo Almeida pr ejemplo,
    cuya forma acusa una herencia morisca. Vaya que sí pudo ser una
    sociedad bastante compleja la de los sefaradim.




  4. Elevterios Quiroz
    Nota: donde parece que miré el apelativo Almeida como asociado a
    los sefaradim fue en páginas como esta (donde aparecen otros apellidos
    más cuyas formas acusan posible herencia árabe):


    http://www.sephardim.com/namelist.shtml?mode=form&from=C&to=T


    Y no en la obra de Pere Bonnin, donde no obstante sí esta el apellido Zagal, que puede verse acá en PDF:


    http://ftpmirror.your.org/pub/wikimedia/images/wikipedia/commons/d/de/APELLIDOS_JUD%C3%8DOS_EN_EL_GALUT_DIASPORA,_EXILIO.pdf




  5. daniel david
    Quiero retornar a la religión judia que mis antepasados siguieron y fueron forzados a abandonar



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