Tomás de Aquino
(1225 – 1274)
1. Contexto histórico,
sociocultural y filosófico de
Santo Tomás.
Tomás de Aquino es un pensador
cristiano y medieval. Durante
la Edad Media coexisten en el espacio geográfico del antiguo Imperio
Romano al
menos tres
formas
políticas, sociales y culturales diferentes: la
de los restos del
antiguo Imperio de Oriente (Bizancio), la de los reinos cristianos de
Occidente
y la de los territorios islamizados. Las relaciones entre estos tres
focos son
a menudo conflictivas: En el 711 los musulmanes, concluida su expansión
por el
norte de África, penetran en Europa por la Península Ibérica, pero son
detenidos
en los Pirineos. Los reinos cristianos batallarán contra el invasor
musulmán y,
desde el siglo XI al XIII, organizarán las Cruzadas para la
recuperación de
los "Santos Lugares". Por su parte, Bizancio, también acosado por el
Islam, se rebela contra las imposiciones doctrinales, litúrgicas y,
sobre
todo, políticas de los obispos de Roma, se produce el cisma de Oriente
en el siglo XI.
cristiano y medieval. Durante
la Edad Media coexisten en el espacio geográfico del antiguo Imperio
Romano al
menos tres
formas
políticas, sociales y culturales diferentes: la
de los restos del
antiguo Imperio de Oriente (Bizancio), la de los reinos cristianos de
Occidente
y la de los territorios islamizados. Las relaciones entre estos tres
focos son
a menudo conflictivas: En el 711 los musulmanes, concluida su expansión
por el
norte de África, penetran en Europa por la Península Ibérica, pero son
detenidos
en los Pirineos. Los reinos cristianos batallarán contra el invasor
musulmán y,
desde el siglo XI al XIII, organizarán las Cruzadas para la
recuperación de
los "Santos Lugares". Por su parte, Bizancio, también acosado por el
Islam, se rebela contra las imposiciones doctrinales, litúrgicas y,
sobre
todo, políticas de los obispos de Roma, se produce el cisma de Oriente
en el siglo XI.
En
Occidente, el ideal político-religioso al que se tiende es el de Cristiandad: una
única comunidad con una sola religión (Iglesia), con dos autoridades supremas, una
temporal, el
emperador, y otra espiritual, el Papa. Se trata de restituir el
Imperio Romano,
ahora como Imperio Cristiano: así, el año 800 el Papa corona como
emperador al
rey de Francia Carlomagno. Sin embargo, las relaciones entre estas dos
"espadas" o poderes de la Cristiandad no fueron pacíficas. Cuestiones
como el nombramiento de los obispos y cargos eclesiásticos, o la misma
ambigüedad del poder papal (a la vez jefe espiritual de la Iglesia y
señor
temporal de los Estados pontificios), desataron el conflicto y
prepararon el
camino para las dos grandes revoluciones que, dentro del cristianismo,
se
realizan contra la autoridad del obispo de Roma: el conciliarismo del
siglo
XIV (que afirma que el poder supremo de la Iglesia es el Concilio y no
el Papa)
y la Reforma protestante del XVI.
Occidente, el ideal político-religioso al que se tiende es el de Cristiandad: una
única comunidad con una sola religión (Iglesia), con dos autoridades supremas, una
temporal, el
emperador, y otra espiritual, el Papa. Se trata de restituir el
Imperio Romano,
ahora como Imperio Cristiano: así, el año 800 el Papa corona como
emperador al
rey de Francia Carlomagno. Sin embargo, las relaciones entre estas dos
"espadas" o poderes de la Cristiandad no fueron pacíficas. Cuestiones
como el nombramiento de los obispos y cargos eclesiásticos, o la misma
ambigüedad del poder papal (a la vez jefe espiritual de la Iglesia y
señor
temporal de los Estados pontificios), desataron el conflicto y
prepararon el
camino para las dos grandes revoluciones que, dentro del cristianismo,
se
realizan contra la autoridad del obispo de Roma: el conciliarismo del
siglo
XIV (que afirma que el poder supremo de la Iglesia es el Concilio y no
el Papa)
y la Reforma protestante del XVI.
En este
momento comienzan a formarse los estados modernos,
a través de
monarquías hereditarias que darán lugar a la idea de nación:
Inglaterra,
Francia, Castilla, Aragón, etc.
momento comienzan a formarse los estados modernos,
a través de
monarquías hereditarias que darán lugar a la idea de nación:
Inglaterra,
Francia, Castilla, Aragón, etc.
La Edad Media es, ya dijimos, un
período que se limita
convencionalmente por dos fechas: 476 y 1453/1492. Entre Agustín
(muerto en
430) y Santo Tomás (muerto en 1274) hay 850 años, es decir, casi 9
nueve
siglos. ¿Qué ha ocurrido entretanto en el mundo? Podemos distinguir a
grandes
rasgos dos períodos:
período que se limita
convencionalmente por dos fechas: 476 y 1453/1492. Entre Agustín
(muerto en
430) y Santo Tomás (muerto en 1274) hay 850 años, es decir, casi 9
nueve
siglos. ¿Qué ha ocurrido entretanto en el mundo? Podemos distinguir a
grandes
rasgos dos períodos:
hasta el siglo XI, hegemonía del
sistema feudal.
sistema feudal.
desde el siglo XI, resurgimiento de
las ciudades y la
burguesía.
las ciudades y la
burguesía.
El siglo XIII es una época de grandes
transformaciones. A
partir del siglo XI emergen nuevas realidades que van cambiando el
rostro del
mundo feudal. Del siglo XI al XIII el progreso de la agricultura
permite un
aumento de la población. Se desarrollan las ciudades (burgos) y
sus
habitantes, los burgueses,
dedicados al comercio y la artesanía. Este nuevo grupo social acabará
provocando el derrumbe de la sociedad estamental (nobleza,
clero
y campesinado).
El reparto desigual
de las riquezas y del poder produjo revueltas campesinas, comunas
urbanas y
otros conflictos que serán más importantes a partir del siglo XIII. Es
la época
de las grandes catedrales y de las primeras universidades (Bolonia, Oxford, Paris,
Salamanca): tanto
unas como otras serían imposibles en un mundo exclusivamente rural como
el de
los siglos anteriores. Las universidades, de hecho, surgen inicialmente
como
una asociación de profesores y alumnos, a la que después se le
reconocen
ciertos derechos y ciertos
transformaciones. A
partir del siglo XI emergen nuevas realidades que van cambiando el
rostro del
mundo feudal. Del siglo XI al XIII el progreso de la agricultura
permite un
aumento de la población. Se desarrollan las ciudades (burgos) y
sus
habitantes, los burgueses,
dedicados al comercio y la artesanía. Este nuevo grupo social acabará
provocando el derrumbe de la sociedad estamental (nobleza,
clero
y campesinado).
El reparto desigual
de las riquezas y del poder produjo revueltas campesinas, comunas
urbanas y
otros conflictos que serán más importantes a partir del siglo XIII. Es
la época
de las grandes catedrales y de las primeras universidades (Bolonia, Oxford, Paris,
Salamanca): tanto
unas como otras serían imposibles en un mundo exclusivamente rural como
el de
los siglos anteriores. Las universidades, de hecho, surgen inicialmente
como
una asociación de profesores y alumnos, a la que después se le
reconocen
ciertos derechos y ciertos
En arte
se produce el tránsito del románico al gótico.
se produce el tránsito del románico al gótico.
Se
puede decir que es el momento de esplendor del mundo medieval, donde,
tras los
conflictos entre religión y cultura profana, razón y fe, Iglesia y
Estado,
etc., parece haberse alcanzado por fin la deseada armonía en una
concepción
del mundo donde las realidades mundanas (ciencia, arte, filosofía,
política,
etc.) son valoradas positivamente, pero subordinadas a la religión.
puede decir que es el momento de esplendor del mundo medieval, donde,
tras los
conflictos entre religión y cultura profana, razón y fe, Iglesia y
Estado,
etc., parece haberse alcanzado por fin la deseada armonía en una
concepción
del mundo donde las realidades mundanas (ciencia, arte, filosofía,
política,
etc.) son valoradas positivamente, pero subordinadas a la religión.
Algo se renueva también, sin embargo,
dentro de la Iglesia:
aparecen las órdenes
mendicantes (franciscanos
y dominicos),
que plantean el ideal evangélico de pobreza
frente a unas estructuras eclesiásticas excesivamente ricas y poderosas.
dentro de la Iglesia:
aparecen las órdenes
mendicantes (franciscanos
y dominicos),
que plantean el ideal evangélico de pobreza
frente a unas estructuras eclesiásticas excesivamente ricas y poderosas.
Para
comprender el pensamiento de esta época hay que tener muy presente
cuáles eran
los textos que estaban accesibles en cada momento y, muy
particularmente, el
siguiente hecho decisivo. El hecho importante es que una masa grande y
decisiva
de literatura antigua (cuyo principal elemento es el grueso de la obra
de
Aristóteles) estaba siendo estudiada y comentada por árabes y judíos
mientras que
era desconocida en el Occidente latino. En efecto,
la gran tradición de
la filosofía griega cayó en el olvido en la cultura occidental y
durante
muchísimo tiempo los únicos textos conocidos de Aristóteles eran sus
obras
lógicas. Esa situación de olvido había comenzado en el año 529, con el
cierre
de la última escuela filosófica de Atenas y la huida de Simplicio a
Persia. En
ese momento la gran tradición griega (y sobre todo la parte más
importante de
la obra de Aristóteles) cae en el olvido en el Occidente cristiano y
sólo se
conserva en las culturas árabe y bizantina, que estudian y comentan los
textos
aristotélicos. Precisamente los árabes van a ser los que reintroduzcan
a
Aristóteles y a la gran filosofía griega en Occidente. En efecto,
debido a la
continuada presencia de musulmanes y judíos en el sur de Europa
(principalmente
España) y a la comunidad de intereses con los cristianos de ciertos
lugares,
toda esa masa de literatura empieza a traducirse en algunas ciudades,
especialmente en Toledo, en la cual se funda una famosa Escuela de
Traductores.
Desde 1100-1150, por tanto, empieza a
traducirse en Toledo, y
bajo los auspicios del arzobispo Raimundo, a Aristóteles, Alfarabí,
Avicena,
Algazael y Gabirol al latín (Aveorres y Maimónides estaban aún
comenzando su
obra). Al menos uno de los traductores de Toledo (Dominicuss
Gundissalinus:
Domingo González) era también autor de obras propias. Nótese que era un
trabajo
tedioso y muy fatigoso: las traducciones a veces se hacían palabra por
palabra
del árabe o el hebreo al castellano y del castellano al latín, a lo
cual hay
que añadir que si el autor era griego se partía ya de versiones árabes
que
habían pasado por el siríaco. En cualquier caso, la entrada de todo
este
material despertó un interés importante, y ya desde algo antes de 1200
empezaron a traducirse obras al latín directamente del griego. A
mediados del
siglo XIII (1250) se tenía lo esencial de la obra de Aristóteles
traducido del
griego al latín.
traducirse en Toledo, y
bajo los auspicios del arzobispo Raimundo, a Aristóteles, Alfarabí,
Avicena,
Algazael y Gabirol al latín (Aveorres y Maimónides estaban aún
comenzando su
obra). Al menos uno de los traductores de Toledo (Dominicuss
Gundissalinus:
Domingo González) era también autor de obras propias. Nótese que era un
trabajo
tedioso y muy fatigoso: las traducciones a veces se hacían palabra por
palabra
del árabe o el hebreo al castellano y del castellano al latín, a lo
cual hay
que añadir que si el autor era griego se partía ya de versiones árabes
que
habían pasado por el siríaco. En cualquier caso, la entrada de todo
este
material despertó un interés importante, y ya desde algo antes de 1200
empezaron a traducirse obras al latín directamente del griego. A
mediados del
siglo XIII (1250) se tenía lo esencial de la obra de Aristóteles
traducido del
griego al latín.
Esta “avalancha” de nuevos textos que
provienen de Toledo
coincide con la constitución de la universidad de París (en 1215 se
aprueban
los estatutos definitivos –reconocidos por el Papa y el rey de
Francia–), lo
cual no deja de tener importancia para entender el contexto filosófico
de Santo
Tomás. En la universidad de París se discutirá, precisamente, la
“nueva”
filosofía aristotélica. Ya hemos visto que durante los siglos
anteriores la
filosofía cristiana es fundamentalmente platónica: San Agustín y San
Anselmo,
por ejemplo, usan conceptos de Platón para explicar el cristianismo. El
redescubrimiento en Europa de las obras de Aristóteles supuso una
auténtica
revolución. ¿Por qué? Porque la obra de Aristóteles ofrecía una explicación
racional del mundo y
del hombre independiente de las verdades cristianas. El debate entre el
pensamiento
tradicional, agustiniano (la filosofía de Platón era más fácil de
armonizar con
la fe), y el aristotelismo recién llegado será especialmente intenso en
París. La
universidad de París será el principal lugar de enfrentamiento de las
escuelas
filosóficas en el siglo XIII.
provienen de Toledo
coincide con la constitución de la universidad de París (en 1215 se
aprueban
los estatutos definitivos –reconocidos por el Papa y el rey de
Francia–), lo
cual no deja de tener importancia para entender el contexto filosófico
de Santo
Tomás. En la universidad de París se discutirá, precisamente, la
“nueva”
filosofía aristotélica. Ya hemos visto que durante los siglos
anteriores la
filosofía cristiana es fundamentalmente platónica: San Agustín y San
Anselmo,
por ejemplo, usan conceptos de Platón para explicar el cristianismo. El
redescubrimiento en Europa de las obras de Aristóteles supuso una
auténtica
revolución. ¿Por qué? Porque la obra de Aristóteles ofrecía una explicación
racional del mundo y
del hombre independiente de las verdades cristianas. El debate entre el
pensamiento
tradicional, agustiniano (la filosofía de Platón era más fácil de
armonizar con
la fe), y el aristotelismo recién llegado será especialmente intenso en
París. La
universidad de París será el principal lugar de enfrentamiento de las
escuelas
filosóficas en el siglo XIII.
En un
primer momento, el averroísmo es
declarado herético. Los
estatutos fundacionales de la universidad de París prohibían la
enseñanza de la
obra de Aristóteles –excepto las obras lógicas (es decir, el Organon)– por considerarla peligrosa
para la fe, y siguiendo lo formulado en un concilio provincial de 1210.
El
obispo de París prohibirá también, en varias ocasiones (1240, 1270 y
1277), las
tesis aristotélicas, sustituyéndolas por tesis agustinianas. Sin
embargo, el aristotelismo
moderado
(representado por Alberto Magno
y sobre todo por Santo Tomás) se acabará imponiendo y convirtiéndose
desde
entonces en el pensamiento oficial de la Iglesia.
primer momento, el averroísmo es
declarado herético. Los
estatutos fundacionales de la universidad de París prohibían la
enseñanza de la
obra de Aristóteles –excepto las obras lógicas (es decir, el Organon)– por considerarla peligrosa
para la fe, y siguiendo lo formulado en un concilio provincial de 1210.
El
obispo de París prohibirá también, en varias ocasiones (1240, 1270 y
1277), las
tesis aristotélicas, sustituyéndolas por tesis agustinianas. Sin
embargo, el aristotelismo
moderado
(representado por Alberto Magno
y sobre todo por Santo Tomás) se acabará imponiendo y convirtiéndose
desde
entonces en el pensamiento oficial de la Iglesia.
El
pensamiento dominante de esta época se denominó escolástica,
ya que se
originó en las escuelas monacales (y después también en las
universidades). La
escolástica es un movimiento filosófico-institucional que trata de
explicar
racionalmente las creencias y dogmas del cristianismo.
2. Vida y obra
Nació cerca de Aquino, en 1225, en
una familia noble de
Nápoles. A los veinte años ingresó en la orden de los dominicos.
Estudia
en París (la universidad más importante de la
época) y en Colonia, donde
es discípulo de Alberto Magno, quien le introduce en el aristotelismo.
Es
profesor de la universidad de Paris desde la que polemiza con los
averroístas y
con los franciscanos agustinistas. Enseñó en París, en la curia
pontificia y en
Nápoles. Murió a los 49 años, camino del Concilio de Lyon, lo cual no
impidió
que escribiese una muy voluminosa obra.
una familia noble de
Nápoles. A los veinte años ingresó en la orden de los dominicos.
Estudia
en París (la universidad más importante de la
época) y en Colonia, donde
es discípulo de Alberto Magno, quien le introduce en el aristotelismo.
Es
profesor de la universidad de Paris desde la que polemiza con los
averroístas y
con los franciscanos agustinistas. Enseñó en París, en la curia
pontificia y en
Nápoles. Murió a los 49 años, camino del Concilio de Lyon, lo cual no
impidió
que escribiese una muy voluminosa obra.
El siglo XIII es el siglo del triunfo
del aristotelismo en
Occidente. Al principio el propio papa advirtió del peligro que tenía
para la
fe la filosofía de Aristóteles, y también los agustinianos lo combatían
ferozmente. A pesar de todo, Santo Tomás es conocido por sintetizar
cristianismo y aristotelismo y construir un sistema
aristotélico y
cristiano a la vez. La influencia ejercida por Santo Tomás ha sido
enorme.
Durante siglos su pensamiento ha sido el pensamiento oficial
de la Iglesia
católica.
del aristotelismo en
Occidente. Al principio el propio papa advirtió del peligro que tenía
para la
fe la filosofía de Aristóteles, y también los agustinianos lo combatían
ferozmente. A pesar de todo, Santo Tomás es conocido por sintetizar
cristianismo y aristotelismo y construir un sistema
aristotélico y
cristiano a la vez. La influencia ejercida por Santo Tomás ha sido
enorme.
Durante siglos su pensamiento ha sido el pensamiento oficial
de la Iglesia
católica.
En definitiva, Santo Tomás pasa por
ser el pensador que
consiguió reunir y armonizar el cristianismo con el pensamiento de
Aristóteles.
Por ello quizás sea interesante reseñar las tesis que Santo
Tomás acepta y
recoge de Aristóteles:
ser el pensador que
consiguió reunir y armonizar el cristianismo con el pensamiento de
Aristóteles.
Por ello quizás sea interesante reseñar las tesis que Santo
Tomás acepta y
recoge de Aristóteles:
- La teoría del movimiento como paso de
la potencia al acto y
la distinción de los tipos de movimiento. - La teoría hilemórfica, la distinción
entre sustancia y
accidentes, y el sistema de categorías. - La teoría de las cuatro causas (a las
que añadirá la
“causalidad ejemplar”). - La demostración de la existencia de
Dios de Aristóteles
basada en el movimiento (esta será la 1ª vía). Dios es acto puro y
pensamiento,
pero Dios crea el mundo y lo conoce (contradice el mundo eterno de
Aristóteles). - La concepción aristotélica del alma
como forma y acto del
cuerpo. También acepta, con ligeras variantes, las facultades o
potencias que
Aristóteles atribuía al alma. - El principio de que el fin último del
hombre es la
felicidad, así como la idea de que la felicidad más perfecta consiste
en la
contemplación. Las normas morales se basan en la naturaleza humana, y
el
conocimiento de esta será el punto de partida para la formulación de
las leyes
morales. - El hombre es, por su propia
naturaleza, un ser social
(aunque el modelo ideal de socialidad no es ya la polis, como para
Aristóteles, sino el Estado moderno que
empieza a fraguarse).
Las obras que escribe Tomás de Aquino
pertenecen a los
géneros literarios habituales en la época para las obras de filosofía y
teología. Es interesante saber que estos géneros son:
pertenecen a los
géneros literarios habituales en la época para las obras de filosofía y
teología. Es interesante saber que estos géneros son:
- Comentarios a las
obras de Aristóteles, Boecio,
Dionisio, el Libro de las causas, y otros textos.
Un texto cuyo
comentario era casi obligatorio –y que Tomás también comenta– era el Libri
IV sententiarium de Pedro Lombardo. Todos ellos en latín.
Proceden de un
uso académico: la lectio. - Cuestiones disputadas
(Quaestiones disputatae):
presentación sistemática de argumentos contrarios sobre un asunto
determinado,
y solución por parte del autor. Tomás escribió varias obras de este
tipo: Sobre
la verdad (De veritate); Sobre
el alma (De anima),
etc. Este género también tiene un origen académico: las disputationes
que periódicamente se celebraban entre maestros y alumnos. - Quaestiones quodlibetales:
procedentes de actos
académicos más solemnes, y de tema libre. - Opúsculos (Opuscula): elaboración
breve de estructura
elegida por el autor sobre un problema determinada. A éste género
pertenecen
por ejemplo Sobre el ente y la esencia (De
ente et essentia) y Sobre
la eternidad del mundo (De aeternitati mundi),
y muchas otras. - Sumas (Summae),
exposiciones sistemáticas y amplias
–a menudo muy voluminosas– que pretenden abarcar el todo de una
disciplina,
bien pura y simplemente, como la famosa Suma teológica
(Summa
theologica), bien en relación con un fin o un aspecto
determinado, como la Suma
contra gentiles, (Summa contra gentiles).
Es fácil ver que la técnica
expositiva de las Summae
se basa en las disputationes.
expositiva de las Summae
se basa en las disputationes.
3. Razón y fe en Santo Tomás.
La difusión de la filosofía de
Aristóteles supuso el
replanteamiento de las relaciones entre la fe y la razón. Ya hemos
visto que el
problema de la relación entre la razón y la fe fue un problema clásico
de todo
el pensamiento judío, árabe y cristiano. En general, la solución de
este
problema había sido la subordinación de la razón (la filosofía) a la fe
(la
teología); la explicación del mundo se basaba en la Revelación (la
Biblia) y
esta explicación era aclarada y precisada mediante la razón. La
filosofía, en
el contexto cristiano, era sobretodo la filosofía de Platón,
relativamente fácil
de armonizar con la Biblia (recuérdese lo que hemos visto de Agustín).
Pero el
descubrimiento de las obras de Aristóteles supuso también descubrir una
explicación racional del mundo y del hombre independiente de las
verdades
cristianas. Ahora, se
demuestra que hay una visión del mundo (la aristotélica) que es
autónoma e
independiente de la fe, de forma que la filosofía puede aspirar a
ser independiente de la
teología.
Aristóteles supuso el
replanteamiento de las relaciones entre la fe y la razón. Ya hemos
visto que el
problema de la relación entre la razón y la fe fue un problema clásico
de todo
el pensamiento judío, árabe y cristiano. En general, la solución de
este
problema había sido la subordinación de la razón (la filosofía) a la fe
(la
teología); la explicación del mundo se basaba en la Revelación (la
Biblia) y
esta explicación era aclarada y precisada mediante la razón. La
filosofía, en
el contexto cristiano, era sobretodo la filosofía de Platón,
relativamente fácil
de armonizar con la Biblia (recuérdese lo que hemos visto de Agustín).
Pero el
descubrimiento de las obras de Aristóteles supuso también descubrir una
explicación racional del mundo y del hombre independiente de las
verdades
cristianas. Ahora, se
demuestra que hay una visión del mundo (la aristotélica) que es
autónoma e
independiente de la fe, de forma que la filosofía puede aspirar a
ser independiente de la
teología.
Por estas
razones, el filósofo árabe Averroes había afirmado
que existen dos
verdades, de fe y de razón. La verdad racional es autónoma e
independiente
de la fe. Y además, según Averroes y sus seguidores latinos, son dos
verdades que
pueden entrar en conflicto. Lo verdadero para la razón puede ser falso
para la
fe y viceversa; la razón es independiente de la fe, porque puede
sostener
afirmaciones falsas para la fe. Santo Tomás rechaza esta
teoría de la doble
verdad. Para Santo Tomás hay, en efecto, distinción entre la
verdad
teológica (fe) y la verdad filosófica (razón); cada una tiene su propio
campo
de acción: a la filosofía corresponde el campo de la verdad natural y a
la
teología el de la verdad sobrenatural. Pero para Santo Tomás no puede
haber
conflicto entre ambas porque las dos proceden de Dios; son distintas,
pero no
contradictorias.
Para Santo Tomás no hay conflicto entre razón y fe,
sino armonía. Esta armonía se muestra en el hecho de que hay verdades que son a la vez de razón y de
fe (por ejemplo la inmortalidad del alma, la
existencia de Dios), es
decir, razón y fe son dos caminos para llegar a la misma verdad.
Supongamos que
hay contradicción entre fe y razón. En este caso según Santo Tomás
podemos
estar seguros que la fe siempre tiene la verdad y que es el filósofo
que usa la
razón el que se ha equivocado en sus argumentos. De hecho, nos
hemos
confundido nosotros, personalmente, y
hemos creído que la razón
humana decía no-A. Pero evidentemente no puede haberlo dicho, porque la
razón
humana como tal no se equivoca, y por otro lado la
revelación tampoco, o
sea que debe ser A. Por eso dice que la fe colabora con la razón en
buscar la
verdad: la fe es una norma o criterio (extrínseco) para la razón. Pero la razón también
ayuda a la fe, porque
ayuda a ordenar racionalmente las afirmaciones de la fe en la teología.
La
existencia de contenidos comunes a la fe y a la razón permite que el
filósofo
llegue a establecer argumentos racionales sobre Dios, el hombre, la
ética, y
que esos argumentos coincidan con lo que afirma la fe y la moral
cristianas.
Así pues, podemos resumir la postura
de Tomás respecto del
problema de razón y fe en los siguientes términos:
de Tomás respecto del
problema de razón y fe en los siguientes términos:
Hay una clara distinción
entre razón
y fe.
Filosofía y teología son
ciencias distintas, y se distinguen, entre otras cosas, por su modo de
acceder
a los contenidos de los que trata.
entre razón
y fe.
Filosofía y teología son
ciencias distintas, y se distinguen, entre otras cosas, por su modo de
acceder
a los contenidos de los que trata.
No
hay contradicción entre razón y
fe. Si
encontramos una
contradicción, tenemos que revisar nuestros razonamientos, porque nos
hemos tenido
que equivocar en algún sitio.
hay contradicción entre razón y
fe. Si
encontramos una
contradicción, tenemos que revisar nuestros razonamientos, porque nos
hemos tenido
que equivocar en algún sitio.
Hay
una zona de confluencia entre
ambas.
En efecto, hay 3 tipos de verdades:
una zona de confluencia entre
ambas.
En efecto, hay 3 tipos de verdades:
Aquéllas a las que sólo puede
accederse a través de la fe (artículos
de fe).
accederse a través de la fe (artículos
de fe).
Aquéllas a las que sólo puede
accederse a través de la razón
(las que tratan del mundo natural).
accederse a través de la razón
(las que tratan del mundo natural).
Aquéllas a las que puede accederse a
través de la fe y de la
razón (este tipo de verdades son los llamados preámbulos de la fe, y son
verdades tales que Dios existe y
es uno, que es creador del mundo, etc.).
través de la fe y de la
razón (este tipo de verdades son los llamados preámbulos de la fe, y son
verdades tales que Dios existe y
es uno, que es creador del mundo, etc.).
¿Por qué Dios ha revelado
determinadas verdades que la razón
podía descubrir por sí misma? Porque hay determinadas verdades (como
por
ejemplo: que Dios existe) que son necesarias
para la salvación. A ellas puede llegar la
razón, pero el camino es
complejo y quizás no esté al alcance de todos los hombres, por lo que,
si Dios
no hubiese revelado tales verdades, muchos hombres quedarían
irremediablemente condenados
y no podrían salvarse.
determinadas verdades que la razón
podía descubrir por sí misma? Porque hay determinadas verdades (como
por
ejemplo: que Dios existe) que son necesarias
para la salvación. A ellas puede llegar la
razón, pero el camino es
complejo y quizás no esté al alcance de todos los hombres, por lo que,
si Dios
no hubiese revelado tales verdades, muchos hombres quedarían
irremediablemente condenados
y no podrían salvarse.
Una de esas
verdades, como hemos dicho ya, es la existencia de Dios.
4. El problema de la
existencia de Dios
Una tesis básica del tomismo, que lo
distingue de otras
corrientes de pensamiento, es, en efecto, ésta: que el hombre, en su
actual
estado de conocimiento, necesita demostrar
la existencia de Dios. Veamos.
La proposición «Dios
existe» es evidente de suyo,
pero aun cuando se trata de una afirmación que en sí misma no necesita
ser
probada, por lo que a nosotros respecta sí precisa de
justificación
(recordemos que en el texto de la Suma que tenemos
que leer Tomás
distingue dos modos de ser evidente: en sí mismo y para nosotros). La
tradición
filosófica abunda en semejantes «pruebas» de la existencia del
«Principio».
Solo que no todas ellas son igualmente válidas. En concreto, Tomás de
Aquino considera
invalida las pruebas a priori (cuya versión más
depurada es el argumento
ontológico de San Anselmo, en la que se pretende
concluir la verdad de
la proposición «Dios existe» a partir del mero concepto de “Dios”).
distingue de otras
corrientes de pensamiento, es, en efecto, ésta: que el hombre, en su
actual
estado de conocimiento, necesita demostrar
la existencia de Dios. Veamos.
La proposición «Dios
existe» es evidente de suyo,
pero aun cuando se trata de una afirmación que en sí misma no necesita
ser
probada, por lo que a nosotros respecta sí precisa de
justificación
(recordemos que en el texto de la Suma que tenemos
que leer Tomás
distingue dos modos de ser evidente: en sí mismo y para nosotros). La
tradición
filosófica abunda en semejantes «pruebas» de la existencia del
«Principio».
Solo que no todas ellas son igualmente válidas. En concreto, Tomás de
Aquino considera
invalida las pruebas a priori (cuya versión más
depurada es el argumento
ontológico de San Anselmo, en la que se pretende
concluir la verdad de
la proposición «Dios existe» a partir del mero concepto de “Dios”).
Los caminos
o «vías» abiertos al entendimiento finito para legitimar la existencia
de
habrán de ser, pues, para Santo Tomás, vías a posteriori; esto
es,
argumentos que parten de la condición de las criaturas, tal y como
estas se nos
dan en la experiencia. Nuestro conocimiento de Dios
debe basarse, por
tanto, en la experiencia que tenemos del mundo. Solamente a partir del
conocimiento del mundo puede la mente humana elevarse hasta el
conocimiento de
Dios. Un razonamiento que parte del mundo para llegar a Dios es un
razonamiento
que va del efecto (el mundo) a la causa (Dios). La existencia de Dios sólo puede ser demostrada a
posteriori (a partir de la
experiencia) y no a
priori (sin tener en cuenta la experiencia),
como el argumento
ontológico de San Anselmo y la vía
de la
interiorización de San Agustín. Santo Tomás formula cinco famosísimas
pruebas
de la existencia de Dios. Son las siguientes:
1) La
primera vía se funda en el movimiento.
Procede materialmente de Aristóteles, si bien su espíritu no es
aristotélico ni
podía serlo. Un ser en potencia adquiere en acto una perfección que
antes no
tenía. Esta perfección no se la puede dar a sí misma el ser en
potencia, pues
carece de ella, por lo que la ha de recibir de otro ser que ya posea
esa
perfección. Pero éste segundo ser tampoco se la pudo dar a sí mismo,
sino que
la recibió de otro ser, y así sucesivamente; pero como no podemos
remontar la
cadena de seres hasta el infinito, hemos de llegar a un primer ser que
sea la
causa originaria y absoluta de toda perfección y movimiento de la
naturaleza.
Así es como llegamos a Dios como primer motor del universo. El
argumento es el
siguiente: “En el mundo hay cosas que se mueven (hecho de experiencia),
pero
todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro
es, a su
vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a éste otro. Mas
no se
puede seguir al infinito, porque así no habría un primer motor y, por
consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no
mueven
más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que
un
bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es
necesario
llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que
todos
entienden por Dios.” (Suma
teológica,
I, q. 2, a.
3)
2) La
segunda vía se basa en la causalidad
eficiente. Encontramos en las cosas naturales un
orden de causas
eficientes, y según este orden no es posible que una cosa sea causa de
sí misma
(puesto que la causa tiene que ser anterior al efecto, y ello obligaría
a que
una cosa fuese anterior a sí misma). Y como aquí tampoco podemos
proceder hasta
el infinito en el encadenamiento de las causas, hemos de admitir una
causa
eficiente primera, a la que llamamos Dios.
3) La
tercera vía es la vía de la contingencia. Hay
cosas que aunque son
(=existen), podrían no ser (=no existir), esto es, hay cosas contingentes. Ahora
bien, o todo
es contingente, o hay algo necesario. Así, si todo lo que en el mundo
existe
pudiera no existir es porque alguna vez de hecho no existió. Y como lo
que es
no puede darse a sí mismo el ser, tiene que haber algo que no puede
dejar de
ser, que existe necesariamente y del cual todo lo demás ha recibido la
existencia. Tal es el ser necesario, al cual llamamos Dios. Es decir,
si todo
es contingente, significa que alguna vez no hubo nada. Y entonces nada
pudo empezar
a ser. Y ahora no habría nada. Pero es una contradicción. Tiene que
haber por
tanto algo necesario.
4) La
cuarta vía es la vía de los grados de perfección. En
lo sensible
percibimos la existencia misma de grados de perfección (cosas más o
menos buenas,
más o menos nobles, etc.). Como todo grado de perfección existe en
virtud de
una causa de grado superior, debe haber algo ‘absolutamente bueno’,
‘absolutamente verdadero’. Es decir, el que de una cosa se pueda decir
que es
más o menos en un orden cualquiera sólo se explica porque el más o
menos
incluya una relación a algo que en ese orden es lo máximo. Debe, pues,
haber un
ser que sea lo más verdadero, bueno, justo, y que sea la causa de las
perfecciones de los demás seres: Dios.
5) La
quinta vía se toma del orden de
las
cosas. En el mundo reina un orden, que no puede
ser fruto del azar,
de la casualidad, sino de una inteligencia superior al mundo que lo
sujeta a
leyes y le imprime una finalidad; esta inteligencia ordenadora del
mundo es
Dios. En otras palabras, vemos que cosas carentes de inteligencia se
mueve a un
fin, que están ordenadas a conseguir algo. Vemos, en definitiva, que
hay un
“orden” del mundo. Puesto que no tienen conocimiento, esto sólo puede
suceder
si están dirigidas por algo inteligente (una causa eficiente por la
cual las
cosas son llevadas a su fin esencial). Esa inteligencia ordenadora
ordena
porque tiene ella misma un fin esencial. Como este proceso no se puede
repetir
indefinidamente tiene que haber una inteligencia suprema que sea ella
misma a
la vez causa eficiente primera y fin absoluto; ahora bien, el fin es
acto, y la
causalidad eficiente es actualidad; luego esa inteligencia suprema es
acto puro
(Dios).
Como podemos observar, las cinco
pruebas poseen una
estructura similar:
pruebas poseen una
estructura similar:
1)
Se constata
un hecho de experiencia: movimiento, orden de
las causas, seres
contingentes, grados de perfección, orden del mundo.
Se constata
un hecho de experiencia: movimiento, orden de
las causas, seres
contingentes, grados de perfección, orden del mundo.
2) Se aplica el principio de
causalidad al hecho
constatado.
causalidad al hecho
constatado.
3) Se excluye por imposible
una serie infinita de causas.
una serie infinita de causas.
4) La conclusión es la
afirmación de la existencia de
Dios.
afirmación de la existencia de
Dios.
No hay ente finito alguno, ni
conjunto alguno de entes
finitos, que pueda ser causa de sí o de sus propiedades; esto es, de su
existencia, su movilidad, sus perfecciones, su poder de causalidad
tanto
eficiente como final. Pero como todas estas son realidades que precisan
explicación, esa causa, razón o explicación deberá encontrarse, so pena
de
nuevo absurdo, en una fuente de esas realidades que, a su vez, sea por
sí
misma, y no precise ya de ulterior fundamentación: Dios.
conjunto alguno de entes
finitos, que pueda ser causa de sí o de sus propiedades; esto es, de su
existencia, su movilidad, sus perfecciones, su poder de causalidad
tanto
eficiente como final. Pero como todas estas son realidades que precisan
explicación, esa causa, razón o explicación deberá encontrarse, so pena
de
nuevo absurdo, en una fuente de esas realidades que, a su vez, sea por
sí
misma, y no precise ya de ulterior fundamentación: Dios.
4. La “esencia” de Dios.
Acabamos de ver que, según Santo
Tomás, podemos conocer
racionalmente que Dios existe. No sucede lo mismo, sin embargo, con la
naturaleza o esencia de Dios. Debido a la infinita distancia que separa
nuestra
naturaleza de la naturaleza de Dios, no
podemos conocer la esencia de Dios, y a este respecto tenemos que creer en las Escrituras. Por
otro
lado, el hecho de que no podamos decir acerca de Dios qué es no se
reduce a una
incapacidad nuestra, sino que Dios no es, en
sentido estricto, nada
determinado, no es nada en el sentido de que Dios no tiene
una esencia en
sentido estricto (y por eso ponemos esencia entre comillas en este
contexto). Sin
embargo, y aunque sea de modo imperfecto, podemos aproximarnos a la
naturaleza
o “esencia” de Dios, por las vías siguientes:
Tomás, podemos conocer
racionalmente que Dios existe. No sucede lo mismo, sin embargo, con la
naturaleza o esencia de Dios. Debido a la infinita distancia que separa
nuestra
naturaleza de la naturaleza de Dios, no
podemos conocer la esencia de Dios, y a este respecto tenemos que creer en las Escrituras. Por
otro
lado, el hecho de que no podamos decir acerca de Dios qué es no se
reduce a una
incapacidad nuestra, sino que Dios no es, en
sentido estricto, nada
determinado, no es nada en el sentido de que Dios no tiene
una esencia en
sentido estricto (y por eso ponemos esencia entre comillas en este
contexto). Sin
embargo, y aunque sea de modo imperfecto, podemos aproximarnos a la
naturaleza
o “esencia” de Dios, por las vías siguientes:
Vía
de la
negación: que constituye la llamada “teología
negativa”; teniendo en
cuenta las limitaciones de las cosas que conocemos, decimos que Dios no
se encuentra en ese estado de limitación; es decir, podemos pensar en
los
predicados que aplicamos a las cosas del mundo y reconocer que ninguno
de ellos
puede convenir a Dios. Dios no es corpóreo, no es móvil, etc.
de la
negación: que constituye la llamada “teología
negativa”; teniendo en
cuenta las limitaciones de las cosas que conocemos, decimos que Dios no
se encuentra en ese estado de limitación; es decir, podemos pensar en
los
predicados que aplicamos a las cosas del mundo y reconocer que ninguno
de ellos
puede convenir a Dios. Dios no es corpóreo, no es móvil, etc.
Vía
de la
afirmación: en sentido positivo podemos decir
de Él que es aquel al
que le corresponde en mayor medida el ser (siguiendo las palabras del Éxodo: “Yo soy el que soy”).
*En
este punto vemos que también Santo Tomás, al igual que San Agustín,
identifica
en cierto modo a Dios con el ser. Deus
est ipsum esse (Dios es el ser mismo). Esto lo
asumen y defienden
ambos pensadores. Lo que les distingue en este punto es cómo
interpretan el esse.
Para Agustín, esse
es la esencia, y así Dios es
la pura esencia; para Santo Tomás, esse
se refiere al acto de ser, a la existencia, y así Dios es el acto puro
de ser. Dios
es la existencia misma.
de la
afirmación: en sentido positivo podemos decir
de Él que es aquel al
que le corresponde en mayor medida el ser (siguiendo las palabras del Éxodo: “Yo soy el que soy”).
*En
este punto vemos que también Santo Tomás, al igual que San Agustín,
identifica
en cierto modo a Dios con el ser. Deus
est ipsum esse (Dios es el ser mismo). Esto lo
asumen y defienden
ambos pensadores. Lo que les distingue en este punto es cómo
interpretan el esse.
Para Agustín, esse
es la esencia, y así Dios es
la pura esencia; para Santo Tomás, esse
se refiere al acto de ser, a la existencia, y así Dios es el acto puro
de ser. Dios
es la existencia misma.
Vía
de la
eminencia: en tanto que Dios posee en grado
sumo cualquiera de las
cualidades positivas que podamos pensar, podemos decir de Él que es
“infinitamente bueno”, “infinitamente sabio”, “infinitamente poderoso”,
etc.
de la
eminencia: en tanto que Dios posee en grado
sumo cualquiera de las
cualidades positivas que podamos pensar, podemos decir de Él que es
“infinitamente bueno”, “infinitamente sabio”, “infinitamente poderoso”,
etc.
5. El universo como creación
de Dios.
Tomás considera que la Creación es
una verdad filosófica,
racionalmente demostrable. La doctrina cristiana de la creación establece, como ya
hemos
visto, una diferencia radical entre Dios y los seres creados. Dios es
un ser
necesario, no puede no existir, pero los seres creados son
contingentes,
existen pero podrían no existir. Los seres creados no existen por sí
mismos,
sino en virtud de otro ser, en virtud de Dios que es el único ser
necesario. Para
explicar esta diferencia entre Dios y los seres creados Santo Tomás
toma de los
pensadores árabes la distinción
entre
esencia y
existencia (la
idea de la contingencia de los seres creados estaba implícita en el
pensamiento
judío, cristiano e islámico, como hemos visto en San Agustín, pero sólo
aparece
de manera explícita en Alfarabi, de donde pasa a Avicena y a los
pensadores
judío-españoles, y de estos a Santo Tomás). En efecto, la pregunta
una verdad filosófica,
racionalmente demostrable. La doctrina cristiana de la creación establece, como ya
hemos
visto, una diferencia radical entre Dios y los seres creados. Dios es
un ser
necesario, no puede no existir, pero los seres creados son
contingentes,
existen pero podrían no existir. Los seres creados no existen por sí
mismos,
sino en virtud de otro ser, en virtud de Dios que es el único ser
necesario. Para
explicar esta diferencia entre Dios y los seres creados Santo Tomás
toma de los
pensadores árabes la distinción
entre
esencia y
existencia (la
idea de la contingencia de los seres creados estaba implícita en el
pensamiento
judío, cristiano e islámico, como hemos visto en San Agustín, pero sólo
aparece
de manera explícita en Alfarabi, de donde pasa a Avicena y a los
pensadores
judío-españoles, y de estos a Santo Tomás). En efecto, la pregunta
“¿qué es un unicornio?”, que pregunta
por la esencia o definición
de unicornio, es distinta de la pregunta
por la esencia o definición
de unicornio, es distinta de la pregunta
“¿existen los unicornios?”, que
pregunta si los hay o no los
hay.
pregunta si los hay o no los
hay.
Pues bien, para Santo Tomás esas
preguntas son dos preguntas
distintas en el caso de los seres creados.
Los seres creados están
compuestos de esencia y
existencia. En los seres
creados, finitos, hay una distinción entre esencia y existencia.
Esencia y
existencia no coinciden, como se puede ver
claramente en que hay cosas
que tienen una esencia muy determinada (como por ejemplo, un unicornio)
y que
sin embargo no existen. Los seres creados no existen de suyo, por el
mero hecho
de tener una esencia, sino que necesitan de la acción de Dios para
pasar de la
posibilidad de ser al hecho de ser. Los seres creados son así
radicalmente contingentes.
preguntas son dos preguntas
distintas en el caso de los seres creados.
Los seres creados están
compuestos de esencia y
existencia. En los seres
creados, finitos, hay una distinción entre esencia y existencia.
Esencia y
existencia no coinciden, como se puede ver
claramente en que hay cosas
que tienen una esencia muy determinada (como por ejemplo, un unicornio)
y que
sin embargo no existen. Los seres creados no existen de suyo, por el
mero hecho
de tener una esencia, sino que necesitan de la acción de Dios para
pasar de la
posibilidad de ser al hecho de ser. Los seres creados son así
radicalmente contingentes.
Sin embargo, en Dios
esencia y existencia se identifican,
son una; la esencia de Dios incluye necesariamente su existencia (o lo
que es
lo mismo, Dios es un ser necesario). La esencia es potencia (la esencia
puede
existir), la existencia es acto de ser.
esencia y existencia se identifican,
son una; la esencia de Dios incluye necesariamente su existencia (o lo
que es
lo mismo, Dios es un ser necesario). La esencia es potencia (la esencia
puede
existir), la existencia es acto de ser.
6. Participación, grados de
perfección y analogía.
La consideración del ser como el
concepto más general reduce
ya al absurdo esta misma consideración, pues si el ser es el concepto
tal que
nada queda excluido entonces ya no es concepto ninguno, porque no
delimita
nada. El ser, por el contrario, es algo singular,
y ese algo singular, eso uno es
Dios.
Por otro lado, hay cosas, existen cosas y su existencia (=su ser)
consiste
precisamente en una cierta relación con Dios a la que llamamos participación.
El ser de las cosas es común a las cosas, pero no al modo de un
concepto
universal distributivamente predicable (como cuando decimos “esto es un
caballo” y “aquello es un caballo”, etc.), sino al modo de un singular
absoluto
respecto al cual cada cosa tiene una especial relación llamada
participación. De
ahí que para Santo Tomás podemos decir que los seres creados
existen en
cuanto participan de Dios. El concepto de participación está
así en el
centro de la concepción de la realidad de Santo Tomás, y, como sabemos,
se
trata de un concepto platónico, por lo que suele
decir que, a pesar de
su aristotelismo, Santo Tomás está aquí influido por el platonismo. La
realidad
muestra un orden jerárquico (como la sociedad del momento) y en la
cúspide se
encuentra el ser más perfecto, Dios. Además para Santo Tomás hay
distintos grados
de perfección en los seres creados (un animal es más perfecto
que una
planta y una planta lo es más que una piedra), dependiendo de su grado
de
participación en Dios. La existencia de Dios es la más perfecta
posible.
concepto más general reduce
ya al absurdo esta misma consideración, pues si el ser es el concepto
tal que
nada queda excluido entonces ya no es concepto ninguno, porque no
delimita
nada. El ser, por el contrario, es algo singular,
y ese algo singular, eso uno es
Dios.
Por otro lado, hay cosas, existen cosas y su existencia (=su ser)
consiste
precisamente en una cierta relación con Dios a la que llamamos participación.
El ser de las cosas es común a las cosas, pero no al modo de un
concepto
universal distributivamente predicable (como cuando decimos “esto es un
caballo” y “aquello es un caballo”, etc.), sino al modo de un singular
absoluto
respecto al cual cada cosa tiene una especial relación llamada
participación. De
ahí que para Santo Tomás podemos decir que los seres creados
existen en
cuanto participan de Dios. El concepto de participación está
así en el
centro de la concepción de la realidad de Santo Tomás, y, como sabemos,
se
trata de un concepto platónico, por lo que suele
decir que, a pesar de
su aristotelismo, Santo Tomás está aquí influido por el platonismo. La
realidad
muestra un orden jerárquico (como la sociedad del momento) y en la
cúspide se
encuentra el ser más perfecto, Dios. Además para Santo Tomás hay
distintos grados
de perfección en los seres creados (un animal es más perfecto
que una
planta y una planta lo es más que una piedra), dependiendo de su grado
de
participación en Dios. La existencia de Dios es la más perfecta
posible.
Cuando hablamos de Dios y
de los seres creados y decimos que todos ellos existen no estamos
hablando
unívocamente; el ser no se dice de la misma manera en uno y en otro
caso; sin
embargo, tampoco estamos hablando de modo puramente equívoco (como si
el ser
significase cosas completamente distintas en uno y otro caso), sino
según una analogía
de proporción. De suyo, por sí mismos, todos los predicados
convienen ante
todo a Dios y sólo a Dios, y a las criaturas solamente por relación a
Dios. Lo
que pasa es que los predicados, en cuanto impuestos por nosotros,
convienen en
primer lugar a las criaturas y nosotros los entendemos según son dichos
de las
criaturas.
de los seres creados y decimos que todos ellos existen no estamos
hablando
unívocamente; el ser no se dice de la misma manera en uno y en otro
caso; sin
embargo, tampoco estamos hablando de modo puramente equívoco (como si
el ser
significase cosas completamente distintas en uno y otro caso), sino
según una analogía
de proporción. De suyo, por sí mismos, todos los predicados
convienen ante
todo a Dios y sólo a Dios, y a las criaturas solamente por relación a
Dios. Lo
que pasa es que los predicados, en cuanto impuestos por nosotros,
convienen en
primer lugar a las criaturas y nosotros los entendemos según son dichos
de las
criaturas.
7. La antropología tomista y
la teoría del conocimiento.
Santo Tomás aplica al hombre la
teoría aristotélica del
hilemorfismo, y así define al hombre
como un compuesto de materia y forma; la materia
es el cuerpo y la
forma el alma. Santo Tomás vuelve a un planteamiento unitario del
hombre (no
dualista como el de Platón y San Agustín): el hombre es una unidad de
cuerpo y
alma. Sin embargo, y a diferencia de Aristóteles, afirma que cuando el
cuerpo
muere y se descompone el alma subsiste, ya que es inmortal.
teoría aristotélica del
hilemorfismo, y así define al hombre
como un compuesto de materia y forma; la materia
es el cuerpo y la
forma el alma. Santo Tomás vuelve a un planteamiento unitario del
hombre (no
dualista como el de Platón y San Agustín): el hombre es una unidad de
cuerpo y
alma. Sin embargo, y a diferencia de Aristóteles, afirma que cuando el
cuerpo
muere y se descompone el alma subsiste, ya que es inmortal.
La
concepción del ser humano está en estrecha relación con el problema del
conocimiento.
Según la concepción platónica nuestro entendimiento conoce en la medida
en que
conoce las ideas, que son realidades inmateriales que existen separadas
de las
realidades materiales. Según la teoría
aristotélica, nuestro conocimiento parte de los sentidos, de la
experiencia
sensible, no de la razón y su conocimiento de lo universal
(las ideas de
Platón).
Para Santo Tomás, como
para Aristóteles, el conocimiento comienza con la experiencia sensible.
El
entendimiento elabora los datos de los sentidos y obtiene conceptos
universales, y el proceso por el cual se obtienen conceptos universales
se
llama abstracción.
Desde
las percepciones sensibles de Pedro, Pablo, etc. el entendimiento
elabora el
concepto “hombre”, que es un concepto universal porque se refiere a
todos los
seres humanos. El proceso del conocimiento va desde representaciones de
los
objetos concretos y particulares hasta representaciones del
entendimiento que
son abstractas y universales: los conceptos (hombre, justicia,
triángulo, etc.).
Este proceso tiene cinco pasos:
1) El conocimiento se inicia cuando
los sentidos
captan un objeto, por ejemplo un hombre concreto.
los sentidos
captan un objeto, por ejemplo un hombre concreto.
2) Su imagen se graba en la imaginación
y además
queda conservada (memoria).
y además
queda conservada (memoria).
3) El entendimiento agente
(la capacidad de abstraer)
elimina los elementos individuales y concretos (el lugar, el espacio en
el que
se encuentra Pedro, sus rasgos físicos particulares, etc.) dejando sólo
lo
esencial.
(la capacidad de abstraer)
elimina los elementos individuales y concretos (el lugar, el espacio en
el que
se encuentra Pedro, sus rasgos físicos particulares, etc.) dejando sólo
lo
esencial.
4) El entendimiento paciente
conoce universalmente
mediante el concepto que ha formado el entendimiento agente: el
concepto de
“hombre”.
conoce universalmente
mediante el concepto que ha formado el entendimiento agente: el
concepto de
“hombre”.
5) Vuelta a la imagen: el
entendimiento aplica el concepto
universal “hombre” a un objeto concreto; así puedo decir “Pedro es un
hombre”.
entendimiento aplica el concepto
universal “hombre” a un objeto concreto; así puedo decir “Pedro es un
hombre”.
Simplificando mucho, podemos decir
que Santo Tomás sigue la
teoría del conocimiento aristotélica
(el conocimiento comienza por los sentidos) y por eso las cinco vías
comienzan
por la experiencia sensible de los seres del mundo para acabar
concluyendo que
Dios existe. San Agustín sigue la teoría platónica
(el conocimiento comienza por la razón, por la
intuición de las ideas), y por eso su vía de la interiorización se
inicia con
el conocimiento de las ideas para concluir la existencia de Dios como
causa de
las ideas.
que Santo Tomás sigue la
teoría del conocimiento aristotélica
(el conocimiento comienza por los sentidos) y por eso las cinco vías
comienzan
por la experiencia sensible de los seres del mundo para acabar
concluyendo que
Dios existe. San Agustín sigue la teoría platónica
(el conocimiento comienza por la razón, por la
intuición de las ideas), y por eso su vía de la interiorización se
inicia con
el conocimiento de las ideas para concluir la existencia de Dios como
causa de
las ideas.
8. La ética y política de
Santo Tomás: ley natural, ley
positiva y ley eterna.
Tomás de Aquino acepta del
aristotelismo que la
felicidad es el fin último del hombre, y que el conocimiento de
la naturaleza humana permite especificar un
conjunto de normas
morales que constituyen la ley natural.
Aquino, pues, se vuelve a un
análisis de la naturaleza humana. Platón y Aristóteles interpretan la
naturaleza humana como fuente de normas morales. Se preguntan cuál
es el fin a cuyo cumplimiento está orientado el ser humano, dónde
se
hallan el perfeccionamiento y la plenitud humanas. Este planteamiento
da lugar
a una ética
de los fines, a una ética basada en la
perfección o
cumplimiento de las exigencias de la naturaleza humana. Tomás de
Aquino,
siguiendo a Aristóteles, se adhiere a esta concepción
finalista, teleológica, de la naturaleza. El
fin último del hombre
en la tierra es la felicidad, que consiste en la actividad
contemplativa. Pero
si consideramos nuestra inmortalidad, la felicidad última consiste en
la
contemplación de Dios.
aristotelismo que la
felicidad es el fin último del hombre, y que el conocimiento de
la naturaleza humana permite especificar un
conjunto de normas
morales que constituyen la ley natural.
Aquino, pues, se vuelve a un
análisis de la naturaleza humana. Platón y Aristóteles interpretan la
naturaleza humana como fuente de normas morales. Se preguntan cuál
es el fin a cuyo cumplimiento está orientado el ser humano, dónde
se
hallan el perfeccionamiento y la plenitud humanas. Este planteamiento
da lugar
a una ética
de los fines, a una ética basada en la
perfección o
cumplimiento de las exigencias de la naturaleza humana. Tomás de
Aquino,
siguiendo a Aristóteles, se adhiere a esta concepción
finalista, teleológica, de la naturaleza. El
fin último del hombre
en la tierra es la felicidad, que consiste en la actividad
contemplativa. Pero
si consideramos nuestra inmortalidad, la felicidad última consiste en
la
contemplación de Dios.
Existencia de la ley natural. De
acuerdo
con la teleología aristotélica, Aquino afirma que el ser humano, al
igual que
cualquier otro ser natural, posee ciertas tendencias enraizadas
en su naturaleza. El término «tendencia» significa aquí: línea de conducta
orientada a un fin específico. La naturaleza
humana posee, pues,
ciertas tendencias. Esto es algo que el ser humano tiene en común con
el resto
de los seres naturales, ya que la existencia de fines es un rasgo
específico de
la naturaleza como tal, y no exclusivamente de la naturaleza humana.
Ahora
bien, el hombre se distingue de los otros seres naturales por su
racionalidad,
porque solo él es capaz de conocer sus propias tendencias y, por tanto,
solo él
puede deducir ciertas normas de conducta encaminadas a darles el
cumplimiento
adecuado. De este modo se demuestra, a juicio de Aquino, la existencia
de la
ley natural: como ser racional que es, el hombre puede formular ciertas
normas
de conducta de acuerdo con las exigencias de su propia naturaleza. La
ley
natural es el criterio con el que podemos distinguir entre acciones
moralmente
buenas y malas.
acuerdo
con la teleología aristotélica, Aquino afirma que el ser humano, al
igual que
cualquier otro ser natural, posee ciertas tendencias enraizadas
en su naturaleza. El término «tendencia» significa aquí: línea de conducta
orientada a un fin específico. La naturaleza
humana posee, pues,
ciertas tendencias. Esto es algo que el ser humano tiene en común con
el resto
de los seres naturales, ya que la existencia de fines es un rasgo
específico de
la naturaleza como tal, y no exclusivamente de la naturaleza humana.
Ahora
bien, el hombre se distingue de los otros seres naturales por su
racionalidad,
porque solo él es capaz de conocer sus propias tendencias y, por tanto,
solo él
puede deducir ciertas normas de conducta encaminadas a darles el
cumplimiento
adecuado. De este modo se demuestra, a juicio de Aquino, la existencia
de la
ley natural: como ser racional que es, el hombre puede formular ciertas
normas
de conducta de acuerdo con las exigencias de su propia naturaleza. La
ley
natural es el criterio con el que podemos distinguir entre acciones
moralmente
buenas y malas.
Contenido de la ley natural. El
contenido
de la ley natural se deduce, por tanto, del repertorio de las
tendencias
naturales del ser humano, que Aquino clasifica en tres órdenes:
contenido
de la ley natural se deduce, por tanto, del repertorio de las
tendencias
naturales del ser humano, que Aquino clasifica en tres órdenes:
1) En tanto que sustancia (y,
por tanto, al igual que cualquier otra), el
ser humano tiende a conservar
su propia existencia. El cumplimiento de esta
tendencia impone el
deber moral de procurar la conservación
de
la
existencia.
por tanto, al igual que cualquier otra), el
ser humano tiende a conservar
su propia existencia. El cumplimiento de esta
tendencia impone el
deber moral de procurar la conservación
de
la
existencia.
2) En tanto que
animal (y,
por consiguiente, al igual que el resto de los animales), el ser humano
tiende
a procrear. De
esta tendencia cabe deducir ciertas normas de conducta relativas a la
consecución del fin de la procreación
y del cuidado
de los hijos.
animal (y,
por consiguiente, al igual que el resto de los animales), el ser humano
tiende
a procrear. De
esta tendencia cabe deducir ciertas normas de conducta relativas a la
consecución del fin de la procreación
y del cuidado
de los hijos.
3) En tanto que ser racional, el
hombre tiende a conocer
la verdad y a vivir en sociedad. La sociedad
implica la ordenación
racional de la convivencia con vistas a la consecución de ciertos fines
y, por
tanto, es algo específicamente humano, que no puede confundirse ni
identificarse con la manada o el rebaño. De estas tendencias surgen las
obligaciones morales de buscar la verdad y respetar las exigencias de
la
justicia.
hombre tiende a conocer
la verdad y a vivir en sociedad. La sociedad
implica la ordenación
racional de la convivencia con vistas a la consecución de ciertos fines
y, por
tanto, es algo específicamente humano, que no puede confundirse ni
identificarse con la manada o el rebaño. De estas tendencias surgen las
obligaciones morales de buscar la verdad y respetar las exigencias de
la
justicia.
Propiedades de la ley natural. Dado
que
la ley moral natural se deduce de las tendencias de la naturaleza
misma, su
contenido es evidente, universal, inmutable y no se puede borrar del
corazón
humano. Estas y otras propiedades de la ley
natural son tratadas por
Santo Tomás en 6 artículos de la Suma teológica.
Podemos resumir las
preguntas que formula en cada artículo y su contestación:
que
la ley moral natural se deduce de las tendencias de la naturaleza
misma, su
contenido es evidente, universal, inmutable y no se puede borrar del
corazón
humano. Estas y otras propiedades de la ley
natural son tratadas por
Santo Tomás en 6 artículos de la Suma teológica.
Podemos resumir las
preguntas que formula en cada artículo y su contestación:
Artículo 1º ¿Qué es la ley natural?
La
ley natural no es un hábito, porque la poseemos de forma permanente
aunque no
la usemos. Por tanto, es algo distinto e intermedio, a veces está en
acto en la
razón, a veces está en la razón sólo de forma habitual, pero siempre
está
presente, aunque no se esté usando.
La
ley natural no es un hábito, porque la poseemos de forma permanente
aunque no
la usemos. Por tanto, es algo distinto e intermedio, a veces está en
acto en la
razón, a veces está en la razón sólo de forma habitual, pero siempre
está
presente, aunque no se esté usando.
Artículo 2º ¿Cuáles son sus
preceptos?
¿Estos preceptos son uno o muchos? Los preceptos son muchos pero se
deducen de
un único primer precepto: “El bien ha de buscarse, el mal evitarse”.
Y este precepto en que consiste la ley natural es evidente.
La ley natural debe ser evidente porque es la norma objetiva
orientadora de la
conducta para todos los seres humanos y sus preceptos han de ser
fácilmente
cognoscibles, de modo que todos los hombres puedan conocerlos.
preceptos?
¿Estos preceptos son uno o muchos? Los preceptos son muchos pero se
deducen de
un único primer precepto: “El bien ha de buscarse, el mal evitarse”.
Y este precepto en que consiste la ley natural es evidente.
La ley natural debe ser evidente porque es la norma objetiva
orientadora de la
conducta para todos los seres humanos y sus preceptos han de ser
fácilmente
cognoscibles, de modo que todos los hombres puedan conocerlos.
Artículo 3º Los actos de las virtudes
¿pertenecen
todos a la ley natural? No, no todas las
virtudes son por ley
natural. Hay actos virtuosos que el hombre realiza para conseguir algún
fin y
no por seguir su inclinación natural (por ejemplo, la dieta de un
atleta es un
acto bueno para el fin que persigue, pero no es una obligación para
todos los
hombres).
¿pertenecen
todos a la ley natural? No, no todas las
virtudes son por ley
natural. Hay actos virtuosos que el hombre realiza para conseguir algún
fin y
no por seguir su inclinación natural (por ejemplo, la dieta de un
atleta es un
acto bueno para el fin que persigue, pero no es una obligación para
todos los
hombres).
Artículo
4º La ley natural ¿es la misma para todos? Sí, es
universal.
4º La ley natural ¿es la misma para todos? Sí, es
universal.
Artículo
5º La ley natural ¿puede cambiar? No, es
inmutable.
5º La ley natural ¿puede cambiar? No, es
inmutable.
Artículo
6º La ley natural ¿puede ser abolida del corazón humano? No, no puede
ser abolida
o borrada.
6º La ley natural ¿puede ser abolida del corazón humano? No, no puede
ser abolida
o borrada.
En conclusión, la ley natural es un
precepto ético siempre presente en la razón, evidente, común a todos
los
hombres, inmutable e indeleble. Estas
propiedades vienen dadas por
el concepto de naturaleza, entendida como lo común a todos los seres
humanos a
pesar de sus diversidades culturales, raciales, etc., y como lo que
permanece
constante a través de los cambios históricos, económicos, etc., a los
que se
halla sometido el ser humano. En su formulación tomista, la teoría de
la ley
natural ha constituido y sigue constituyendo el eje fundamental de la
doctrina
moral católica.
precepto ético siempre presente en la razón, evidente, común a todos
los
hombres, inmutable e indeleble. Estas
propiedades vienen dadas por
el concepto de naturaleza, entendida como lo común a todos los seres
humanos a
pesar de sus diversidades culturales, raciales, etc., y como lo que
permanece
constante a través de los cambios históricos, económicos, etc., a los
que se
halla sometido el ser humano. En su formulación tomista, la teoría de
la ley
natural ha constituido y sigue constituyendo el eje fundamental de la
doctrina
moral católica.
Ley
natural y ley positiva. Tomás de Aquino formula
las relaciones entre
la ley natural y la ley positiva (las relaciones entre physis y nomos) de
un modo sistemático y preciso:
1) En
primer lugar, la ley positiva es una
exigencia de la ley natural. En efecto, la ley natural
impone la vida en
sociedad y esta solo es posible sobre la base de unas normas legales
que
regulen la convivencia. La ley positiva no es, pues, el mero resultado
de una
imposición caprichosa por parte de los más fuertes o de un arbitrario
convenio
entre iguales, sino algo exigido por la naturaleza del hombre en cuanto
ser
social.
primer lugar, la ley positiva es una
exigencia de la ley natural. En efecto, la ley natural
impone la vida en
sociedad y esta solo es posible sobre la base de unas normas legales
que
regulen la convivencia. La ley positiva no es, pues, el mero resultado
de una
imposición caprichosa por parte de los más fuertes o de un arbitrario
convenio
entre iguales, sino algo exigido por la naturaleza del hombre en cuanto
ser
social.
2) En
segundo lugar, la ley positiva
constituye una prolongación de la ley natural. Su
contenido viene a
concretar las normas naturales que, dadas sus características, no
descienden a
una ordenación detallada de la convivencia humana.
segundo lugar, la ley positiva
constituye una prolongación de la ley natural. Su
contenido viene a
concretar las normas naturales que, dadas sus características, no
descienden a
una ordenación detallada de la convivencia humana.
3) Por
último, las exigencias de la ley
natural han de ser respetadas por la legislación positiva. La
ley natural
constituye, pues, la norma o marco que señala los límites dentro de los
cuales
ha de organizarse moralmente la convivencia humana.
último, las exigencias de la ley
natural han de ser respetadas por la legislación positiva. La
ley natural
constituye, pues, la norma o marco que señala los límites dentro de los
cuales
ha de organizarse moralmente la convivencia humana.
Esta forma de interpretar las
relaciones entre la ley
natural y la ley positiva pone de manifiesto que Tomás de Aquino no
concibe el
mundo del derecho
y el mundo de la moral
como dos reinos desconectados e independientes. El derecho se halla
incardinado en la moral y el punto de incardinación no es otro que la
idea de
justicia. En efecto, la justicia, como exigencia de dar a cada uno lo
suyo, es
una exigencia moral y es también el fundamento del derecho.
relaciones entre la ley
natural y la ley positiva pone de manifiesto que Tomás de Aquino no
concibe el
mundo del derecho
y el mundo de la moral
como dos reinos desconectados e independientes. El derecho se halla
incardinado en la moral y el punto de incardinación no es otro que la
idea de
justicia. En efecto, la justicia, como exigencia de dar a cada uno lo
suyo, es
una exigencia moral y es también el fundamento del derecho.
La ley natural y el orden del universo. La
ley natural, en cuanto principio ordenador de la conducta humana, no es
algo
desconectado del orden general del universo en que el hombre se halla
inserto.
La totalidad del universo está sometida a una ordenación que Tomás de
Aquino,
de acuerdo con la doctrina cristiana de la creación, hace depender de
Dios como
causa creadora del universo. Esta ordenación divina del universo
recibe el
nombre de ley
eterna (concepto que se halla en San Agustín).
La ley
eterna es definida por Aquino como «la razón de la sabiduría divina en
tanto
que rectora de todos los actos y movimientos». Ahora bien, esta
ordenación
general del universo no regula del mismo modo el comportamiento humano
y el de
los otros seres naturales. El comportamiento de estos es regulado a
través de
leyes físicas a cuyo cumplimiento no pueden sustraerse, ya que carecen
de
libertad. El hombre, por el contrario, es un ser libre, por lo que su
conducta
no es ordenada por leyes físicas, sino por una ley moral que respeta
su
libertad. Según Aquino, la ley natural es
aquella parte de
la ley
eterna que se refiere específicamente a
la conducta humana. El hombre participa de la
ley eterna a través de
la razón. Así
pues, la ordenación del mundo constituye la ley eterna
o divina. La participación del hombre en esa ley
constituye la ley
natural (así llamada porque está inscrita en la naturaleza
humana). El
hombre accede a dicha ley mediante la razón.
ley natural, en cuanto principio ordenador de la conducta humana, no es
algo
desconectado del orden general del universo en que el hombre se halla
inserto.
La totalidad del universo está sometida a una ordenación que Tomás de
Aquino,
de acuerdo con la doctrina cristiana de la creación, hace depender de
Dios como
causa creadora del universo. Esta ordenación divina del universo
recibe el
nombre de ley
eterna (concepto que se halla en San Agustín).
La ley
eterna es definida por Aquino como «la razón de la sabiduría divina en
tanto
que rectora de todos los actos y movimientos». Ahora bien, esta
ordenación
general del universo no regula del mismo modo el comportamiento humano
y el de
los otros seres naturales. El comportamiento de estos es regulado a
través de
leyes físicas a cuyo cumplimiento no pueden sustraerse, ya que carecen
de
libertad. El hombre, por el contrario, es un ser libre, por lo que su
conducta
no es ordenada por leyes físicas, sino por una ley moral que respeta
su
libertad. Según Aquino, la ley natural es
aquella parte de
la ley
eterna que se refiere específicamente a
la conducta humana. El hombre participa de la
ley eterna a través de
la razón. Así
pues, la ordenación del mundo constituye la ley eterna
o divina. La participación del hombre en esa ley
constituye la ley
natural (así llamada porque está inscrita en la naturaleza
humana). El
hombre accede a dicha ley mediante la razón.
Ley natural y política. El
hombre es para Santo Tomás, como para Aristóteles, un animal social por
naturaleza. Una organización social y una autoridad es una necesidad
natural de
los seres humanos. El Estado es una institución basada pues en la
naturaleza
del hombre. Su objetivo es una vida justa y el bienestar común. Dios es
el
origen del poder para Santo Tomás, pero su organización es cosa de los
hombres.
Para Santo Tomás el fin último de la existencia humana es la visión de
Dios en
la otra vida. Por eso subordina el Estado a la Iglesia, porque es la
Iglesia la
que dirige al hombre a ése fin último. El Estado tiene una
independencia
relativa para realizar su tarea, que es realizar el bien común, pero
finalmente
depende de la Iglesia, ya que sólo ella se ocupa del bien completo del
hombre
(su salvación espiritual y no sólo su felicidad en la tierra).
______________________________________
Resumenelaborado por Guillermo Villaverde
Lic.CC.2.5 |
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