viernes, 27 de mayo de 2016

¿Yahwe?,¿Yahshua? | Comunidad Sema Shefarad

¿Yahwe?,¿Yahshua? | Comunidad Sema Shefarad










¿Yahwe?,¿Yahshua?






De nombres hebraizachos y dichos superfluos.
Por R. Mijael Sofer
Rabino de la Comunidad Shema Sefarad
Madrid - España

He
de reconocer, que a la hora de afrontar la escritura de este pequeño
artículo, me embarga una sensación de navegar contra la corriente. Pero
con la certeza del que sabe dónde está el norte y ha manejado las cartas
de navegación durante bastantes años y muchas travesías, me decido a
mostrar a alguno (al que quiera leer y meditar) la forma de interpretar
las cartas de navegación milenarias.
Desde
hace unos pocos (muy pocos) años, nos están llegando correos, parashot,
alguna derashah, etc. Con diferente contenido pero con una enseñanza
(que no doctrina) acerca del nombre divino y del mesías. He leído
muchísimas veces y oído también otras tantas que el nombre del Eterno es
“Yagüe” (según la fonética castellana) y que la pronunciación correcta
del nombre del mesías es “yahushúa” (sonando yajusúa).
He
escuchado atentamente, he leído atentamente, y después de valorar toda
esta información he creído que debía escribir esta reflexión (no
pretendo crear doctrina).
De todo lo leído y escuchado, he entendido que estas son algunas de las enseñanzas  como argumento para utilizar estos nombres:
1.- Por tradición se dejó de utilizar el nombre “Yagüe”.
2.- Los profetas y el mismo mesías pronunciaban “Yagüe”.
3.- Cuando leemos que El Gibor, dice la expresión  “mi nombre” se refiere fonéticamente a la pronunciación “Yagüe” (ejemplo Jeremías 23: 27).
4.- El nombre del mesías es “yahushúa”  y la prueba de que esta transliteración y pronunciación son las correctas, está en Zacarías 6:11.
Con todas estas afirmaciones podré empezar a argumentar mi enseñanza.
1/
Es incuestionable que por tradición religiosa (reverencia) se dejó de
pronunciarse el nombre personal de Elohim allá por el siglo  3 anterior a la era común.  Y
que desde entonces, diferentes “títulos” han sido utilizados. Por
supuesto que estos títulos citados no son incorrectos, pues eran la
forma de referirnos a “Un Todo”, con la sola mención de una de sus
múltiples  características de  Elohim”:
El Shadday, El Olam, El Elohey Israel, El Elion, etc. Es bien conocido
que esta forma de proceder se denomina sinécdoque, y que es ampliamente
utilizado por los autores del Tanaj.     
Yo, a la verdad, no veo nada pecaminoso en esta práctica;  más, teniendo en cuenta que se hizo por respeto. Para  ilustrar esta afirmación y no parecer caprichoso o de proceder  de
forma arbitraria, pongo un ejemplo. Creo que todos los lectores saben
que en España hay reyes; ya, ya sé que la administración de EEUU se
empeña en que seamos una república, pero creo que eso es por ignorancia.
Bueno, pues a los reyes de España jamás se me ocurriría llamarlos Juan
Carlos y Sofía. Por respeto se les designa como “Su Majestad” “el rey”
“Los reyes”, nadie utiliza coloquialmente sus nombres “de pila”, (de
pila bautismal claro).
La
importancia de estos seres humanos hace que a la hora de dirigirnos a
ello, les hablemos en los términos de majestades y no como si fuese el
vecino del 5º con el que nos tomamos algo los fines de semana.
Me
llama mucho la atención, que en las versiones inglesas del Tanaj
(versión del rey Jaime), se utilice de forma reiterada y errónea el
“ustedes” y cuando hablamos del Eterno, queramos tutearlo, como a un
amiguete. Y digo esto porque todos estos nuevos vientos del “yagüe y  el yahushúa” nos vienen de gente de  un país de habla inglesa.       
Sigamos
con el “Yagüe”. Nos aseveran, que era el nombre que pronunciaban los
neviim del Tanaj y que si no se pronuncia este nombre, cometemos un
pecado tremendo.
Quiero
decir a mis lectores, que la palabra que se describe como
“tetragramatón” (o nombre de cuatro letras) no es un sustantivo, sino
que es un calificativo (adjetivo). Es decir que de la misma manera que
Mashiaj no es sustantivo (nos expresa lo que es: el ungido); tampoco lo
es Yhvh: El Eterno.
No
puedo dejar, en honor a la verdad, que se diga que Moshé escuchó el
sonido de “Yagüe”, pues en el texto del Tanaj que se utiliza como
argumento dice así: “`Eheié `asher `eheié”, lo que podemos traducir como
“Yo soy el que soy”, y no un “Yagüe”. Está muy bien, y es correcto
argumentar con el texto del Tanaj. Pero lo que está escrito, está
escrito, no podemos  manipular lo que está escrito hace miles de años a nuestra conveniencia.
¡Ya
me gustaría saber cómo se pronuncia!, pero no por ello, me voy a
inventar el sonido. Y digo esto, porque nadie puede asegurar la
pronunciación correcta, toda vez que se dejó de pronunciar hace más de
2000 años.
Volviendo
a la “influencia sajona”, es de reseñar que si bien es cierto que en
las transliteraciones inglesas del tetragrama se utiliza la w para la
vav (
w),
no es correcta esta pronunciación. No hay sonido W en hebreo (a la
manera del whisky en inglés), aunque es cierto que en los manuales de
origen inglés transcriben la vav con la W. Ocurre lo  mismo cuando se transcribe ch por la “Caf” con dagesh (
K),
su sonido no es el “ch” de chalado, sino la J de Jaén. Por tanto el
sonido a pronunciar, sería de “V” de Valencia y no W de whisky.
Para
demostrar esto utilizaré tres ejemplos: la famosa reina de Babilonia se
llamaba Vashtí, a nadie se la ha ocurrido llamarla Güastí, sino Vasti.
Pero además, si seguimos esta forma de transcribir, nos encontraríamos
que ya no es la tribu de Leví, sino de Lewí (legüi), ni el rey David,
sino Dagüid. Seamos serios, no estamos hablando de un libro de cocina,
sino del TANAJ.
Llegados a este punto  nos encontramos  de momento con:
a/ La pronunciación “gü” de sinvergüenza, es incorrecta al asociarla a Yhvh como sonido original.
b/
Nadie sabe la pronunciación real, pues se extinguió por tradiciones
humanas. Demostrado, por la práctica de pronunciar hasta la saciedad la
incorrecta forma del “GÜ”
c/ Lo que escucho Moisés no fue  “Yagüe”.
Puedo añadir a esto que:
La He (h) es aspirada. ¿Puede alguien que pronuncie “Yagüe”, decirme como pronuncia la h?, porque hasta ahora lo único que he leído es que pronuncian la y y la w, pero no la h. Por tanto, ¿cómo pronuncian la h?,
ya que esta no es muda como la h española, sino que su sonido es media
jota (una jota muy suave). Querría saber también, ¿por qué sí pronuncian
lo que ellos creen ser el sonido de la Yod y la vav, pero no la He?,
¿por qué razón?
Personalmente,
y debido a su erudición, creo que es porque el hebreo que saben lo han
aprendido leyendo artículos en internet. Cualquier catedrático de hebreo
se reiría hasta la saciedad al leer estas afirmaciones tan
esperpénticas.
Curiosamente,
los autores de estos supuestos estudios (sobre los nombres) se
descalifican unos a otros, llamándose mentirosos y promulgadores de
mentiras, y desde luego merecedores del más terrible infierno por
pronunciar un nombre incorrecto.
Me
recuerda esto cuando era niño y en un chiste infantil decíamos: mira,
mira una eroplano, y el otro decía: que no, que no, que es un vión, y el
tercero decía: no sabís naida, que es un parato. A lo que riendo
podríamos añadir ahora: “avieras estudiao”. Esto es lo que bajo el
calificativo de estudios, les está llegando a algunos. Están apareciendo
muchos “maestros liendre”, que de nada saben y de todo entienden. Estos
deberían aprender en vez de querer ser maestros. Es cierto que en el
país de los ciegos, el tuerto es el rey, ¡pero es que hay “personas con
dos ojos”!
De
esta manera y con esta seriedad, lo único que conseguiremos es que
sigan diciendo los ortodoxos, que los judíos mesiánicos, son una secta
protestante. Y es que por la forma de escudriñar el Tanaj y sus
doctrinas, se parecen algunos más a una nueva secta contemporánea de los
“testigos de Jehová”, de los “adventistas” o de los “mormones”, que de
verdaderos seguidores del mashiaj.
Pero
sigamos, ahora con el yahuwshua, yahshua o iajuwshu à. No tengo la
menor duda de que quien enseña esto, no tiene ni idea de hebreo, es más:
tampoco sabe transliterar, y tampoco sabe que los acentos circunflejos,
apóstrofes y demás signos, sólo sirven para aquellos que leen
transliteraciones y tiene que volver a escribir el texto en hebreo.
Desde luego a una persona de habla castellana y  que
no sabe hebreo, leer iâshâ` lo único que hace es liarle y no comprender
nada. Al transliterar lo que pretendemos es que el lector del idioma en
que hemos transliterado, sepa qué pronunciar para que el sonido que
sale de nuestra boca se asemeje a la pronunciación original. Y digo que
se asemeje, porque tengo una lucha personal con algunos hermanos de
Hispanoamérica que no consiguen oír la diferencia entre “chalom”,
“salom” y “Shalom”; igual que tampoco perciben la diferencia entre
Valencia y Barcelona.
Más
perplejo me quedo cuando utilizan unas traducciones del Tanaj, que se
las deben haber hecho ellos mismos “con su erudición” y leemos esto:
 94.
(87) ...los hijos de la alcoba nupcial servirán activamente a los hijos
del matrimonio.  Los hijos de la alcoba nupcial tienen
solamente un nombre entre sí, el Reposo, porque ellos ambos Lo compartirán mutuamente, haciendo que ellos no necesiten nada. 
95. (88) Ellos no necesitan tomar ninguna otra forma [del nombre] porque ellos tienen contemplación, comprendiéndolo mediante introspección.  Ellos son ricos [shú`a]
porque ellos no acumularon sus tesoros en las cosas de abajo, cuales
son despreciadas, sino en los honores que están arriba, aunque ellos no
los habían todavía conocido.
Buenas Noticias de Fílippos 94-95

Lo
tremendo es que se quedan tan “panchos”, pero ¿Quién entiende esto?,
creo que deberían aprender a escribir en castellano, pues me recuerda a
las películas de “vaqueros”: jao, yo águila blanca , ¿tú quien ser?.
Señores
y señoras, estamos cayendo en el ridículo más estrepitoso. ¿Quién hace
estas traducciones? ¿Qué conocimientos tiene? ¿Dónde estudio? ¿Quién fue
su maestro? Que una persona sepa dónde está el estómago y tenga un
bisturí, no significa que sea cirujano.
Por otro lado es significativo que quien escribe estas transliteraciones coloca un “qibús”  sin
consonante hebrea; señores, las vocales se inventaron para acompañar a
las consonantes hebreas y dar el sonido adecuado, sino no hay consonante
¿cómo va a haber vocal?. Esta apreciación es referente al nombre  Iâjuwshú à.
Tampoco
quiero dejarme en el tintero (en el teclado) una cosa que me impresiona
bastante. Cuando los signos vocálicos que aparece en las Masora no les
vienen bien, no pasa nada, se cambian y aquí todos tan felices. Aquí la
prueba:
       ¿Cómo se llama el Verdadero Ungido?
יָהְוֶה   יָהוּשֻׁעַ
                                 Iâjuéh Iâjuwshú`a

Observen,
como los puntos vocálicos no coinciden con los textos del Tanaj. Para
colmo no saben que la sevá que han colocado debajo de la He, no es muda
al estar detrás de qámets (sonido a), lo es detrás de vocal débil, en
este caso detrás de qámets hatuf (sonido o), por lo que debería
transliterar: Yaheveh. “Ya se ve” (juego de palabras) lo que sabe de
hebreo.
Además
quiero añadir algo MUY IMPORTANTE. Estos escritores hablan del hebreo
como una ciencia exacta, y no lo es. Se les ha olvidado decir (o no lo
saben) que el hebreo que ellos utilizan (de transliteración anglosajona)
en muchos casos es de origen askenazi, cuando todos los eruditos  (los
que yo conozco al menos) afirman que la pronunciación más correcta
(porque es la pronunciación de Judá) es la sefardí. La muestra: los
askenazis pronuncian Kosher, los sefardíes decimos Kasher.
Queriendo
terminar, para no hacerlo pesado y “cansino”, me referiré al supuesto
nombre del mesías. Dicen que la prueba de su correcta traducción (o
transliteración) está en Zacarías 6:11. Dicen así:
Le adjunto una imagen de Zajar-yahu/Zacarias 6:11 donde aparece el nombre de Yahushua, el hijo de Yahu-zadaq. 
Gracias por escribirme.

Lo que no
dice el autor de este artículo, es que sólo ha puesto las consonantes,
ninguna vocal, así puede argumentar lo que le dé la gana. El texto en
cuestión dice así:
Yod/sevá—He/olam vav—Shim/qibús—Ayim/pátah , que transcrito al castellano sería: Yehosúa.
¡Pero si es muy fácil!, sólo basta con leer el texto, sin argumentaciones artificiales o manipuladas.
Acabando ya con este artículo, pues no creo que haya que argumentar mucho más, sólo responderé a una afirmación que he leído:
   a/ La letra Y en español, no suena igual que la Yod.
Que
afirmación tan peregrina. ¿Sabe el que ha escrito esto, diferenciar el
sonido Y de la LL?. No suena igual. Yeshúa e Ieshúa, suenan igual. Lo
que no suena igual es Yeshúa y Lleshúa. Tampoco suena igual Yeshúa y
Yesúa.
b/
Sus, es caballo. Por tanto Jesús es una palabra que nos habla de un
caballo. Que no, hombre, que no. Que Jesús viene del griego, no del
hebreo. Cuando leía esto recordé algo que una hermana me dijo: “en mi
país me enseñaron que no se podían decir palabras que sonasen mal porque
eran pecado”, a lo que yo le pregunté ¿qué palabras?, y ella casi con
rubor me respondió: las que tengan por ejemplo la palabra culo.
¡Me quedé sorprendido! Y le contesté ¿cómo llaman entonces a la
tuberculosis? ¿y a la patata? ¿Ya no es un tubérculo? Por favor, el
problema está en nuestra mente, no en las palabras. Las palabras
representan objetos, situaciones, emociones, etc. Si yo voy en el metro
de Madrid y le digo a mi esposa ¡cójeme!, no estoy hablando de nada
sexual. ¡Caramba!, es que me estoy cayendo. Las mismas palabras se
refieren a cosas diferentes (incluso en países con el mismo idioma). ¡La
cantidad de conchas que he cogido en las playas del Mediterráneo!, las tengo en la mesa mi casa.
Como
colofón, pues parece que nadie ha reparado en ello, decir que esta
grafía no es hebrea sino aramea, conocida vulgarmente como hebreo
cuadrado. Obviamente dista del hebreo primitivo, cuyos caracteres eran
fenicios. Por lo cual nos acercamos a una verdad no declarada: estamos
hablando de escritura aramea, y por tanto también de pronunciación
aramea.
Nadie
ha recabado en esta cuestión: ¿cómo llamaba su madre al que después fue
conocido como el nazareno?, la respuesta es Yeshúa. Podremos decir y
escribir lo que nos dé la gana, argumentar que si en hebreo era así o
asá. Pero son argumentos vanos. Siglos atrás, en España la J era X
(ximénez), y así otros ejemplos. Si hoy decimos Fernando Gonzáles,
estaremos hablando del tenista chileno, pero si decimos Ferrand
Gonçalez, estamos hablando de un judío converso de Segovia (España) del
siglo XV. No es lo mismo, ¿verdad?, pues eso pasa también con el nombre
del Mesías. No busquemos mirlos blancos, pues no hay; tampoco
unicornios, ni nombres que nunca han existido en hebreo como el Yagüe,
iagüe, IâjuWshú`a, o despropósitos semejantes.
Estos más que artículos de estudio,
podrían catalogarse como desvaríos paranoicos y esquizoides dentro del
contexto religioso (sin ánimo de ofender a nadie, de verdad).
Yo
le seguiré llamado como le llamaba su madre, sus Sheliajim, las mujeres
que le seguían, los judíos que le condenaron y los romanos que le
mataron. Y al Eterno, con título, que me parece más solemne, no con un
nombre “made in américa” que nunca nadie conoció ni oyó, y que se parece
más a la relación con un compadre, que con el Altísimo, su Majestad, el
Santo de Israel.
Que le llamen como quieran, será como volver al Jesús, para mí y en base a la evidencia escritural e histórica seguirán siendo: Yeshúa hamashiaj y el Dío (que es como decimos los sefardíes), pues para mí sólo hay un Señor (los demás son a lo más, señoritos y pamplinas).
Berajot.

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